Entonces, en esta perspectiva fóbica, los niños aparecen desprovistos en sí mismos de toda inteligencia y de toda perspicacia para esclarecerse en una situación sin duda nueva, hay que explicarles todo, y los padres a su vez parecen dramáticamente faltos de palabras; excluidos de cualquier asistencia técnica por los medios de la medicina moderna, les queda esa agencia de colocaciones de la procreación, que no siempre funciona. ¡Pero preservar la raíz biológica (pseudo-divina) del Simbólico bien vale tal sacrificio! ¡Sin acto sexual, entonces, no hay procreación, y sin procreación, no hay padres, por lo tanto no hay hijo! Lo que concluye en una conminación simple: “¡no hay hijo sin acto sexual!”(36)
Pero nada va derecho. No hay relación con el sexo que no esté atravesada por la represión, incluso la división o la forclusión. No hay relación con el sexo a la que no se pongan trabas y que, por consiguiente, no tenga cierta relación con la transgresión. Llegado el momento es necesario un franqueamiento de la frontera. No hay relación con el sexo que no sea a la vez momento de creación y encuentro de la alteridad. Contrariamente a algunas estupideces que han podido ser enunciadas,(37) no hay menos alteridad en una relación homosexual que en una relación heterosexual. Recíprocamente, no hay menos narcisismo en el amor heterosexuado. El otro es siempre “otro”, sea del otro sexo o del mismo. Y por supuesto, también es siempre semejante, si no, no podríamos reconocernos en él. Pero también siempre es enigmático en su carne, en su goce y en su deseo, tan inaccesible bajo los ambivalentes signos de su amor. El mismo drama se repite bajo variaciones y figuras diversas.
Hay entonces un forzamiento operado por este mito de la “diferencia sexual”, el cual agotaría toda nuestra reserva de alteridad. La estupidez que circula sobre este tema es que, sin “diferencia sexual” en el escaparate cotidiano, no se conocería la diferencia, la alteridad desaparecería del mundo, hombres y mujeres se confundirían en la niebla. “Aquellos que no soportan el real de la diferencia [lo que quiere decir ‘heterofobia’] de los sexos acusan a los otros de homofobia. Adoptan la idea según la cual la diferencia de los sexos no es sino una construcción cultural: ¡cambiemos la cultura y aboliremos la diferencia de los sexos, y con ella toda especie de heterogeneidad!”(38)
Nadie nunca pretendió “abolir la diferencia de los sexos” en este sentido, aún menos la heterogeneidad, eso es una idiotez. El razonamiento no se sostiene. Si la dualidad sexual es “real” como se dice, entonces resiste a toda empresa y a toda abolición, no hay de qué preocuparse. Si es real, se sostiene de lo imposible, por tanto de lo no asignable. ¡Nunca podrá sostenerse que los heterosexuales tienen el monopolio de este imposible! Es necesario, por el contrario, como lo hace Freud, construir un concepto límite de lo “sexual” al horizonte de todas las “perversiones posibles”, comprendida la perversión normópata.
Si hay gente que tiene un agudo sentido “del real de la diferencia de los sexos” y de lo imposible que ahí se encarna, son los homosexuales. Los héteros disponen de su “realidad”, lo que es bien distinto; disponen de ella de un modo del todo imaginario, en general, en juegos que no tienen nada que envidiar a los que han podido inventar las otras perversiones. ¿Y quién dirá, entre este real y este imaginario, dónde se encuentra exactamente el simbólico? ¿Quién osará decirse su“poseedor y dueño”?
Esa es la pregunta: si la norma es en sí misma un saber absoluto, ¿a dónde vamos? Seguramente hacia la extinción del psicoanálisis. Es el error de Pierre Legendre: confundir la ley simbólica con la ley jurídica. La ley jurídica nunca ha sido idéntica a la ley del deseo, que es la única de la que el psicoanalista debe conocer. Diré incluso que confundir la ley jurídica y la ley del deseo es una marca indudable de perversión. El perverso no cesa de exhibir la diferencia de los sexos, de hacerla surgir en lo que tiene de más real, hasta la tortura; de real, es decir de inaccesible o de imposible a través del semblante de los sexos.
Este sacrificio exigido de los homosexuales sobre el altar de la “diferencia”, ¿no es una manifestación histérico-perversa de la normopatía en lo que tiene demás execrable? Siendo ese altar, ¡claro!, el lecho de la “procreación” de Procusto donde la feminidad se encuentra inmolada, ¿inmolada a qué? A la maternidad, en tanto la maternidad se halla al mismo tiempo retomada y recuperada por el poder masculino. El altar de la procreación es también, la mayor parte de las veces, el rapto de la gestación por los hombres.
Admitamos, finalmente, la afirmación de Freud en las últimas líneas de Análisis terminable e interminable, a saber, que el límite con el que choca en última instancia el análisis es “el rechazo de la feminidad” (39) para los dos sexos; dicho de otro modo, el hecho de que ésta (la feminidad) sea objeto de un muy radical: “no quiero saber nada de eso”, que estructura el comportamiento de los dos sexos de cara “al enigma de la sexualidad” y, en consecuencia, también el comportamiento de cada uno respecto del otro. ¿No puede decirse que este rechazo (incluso forclusión), situado así en el corazón de lo “sexual”, sea la causa “real” al mismo tiempo de la homofobia, de la perversión normópata y, por qué no, también de la heterofobia (¡esta perversión también debe existir!)? Entonces se ve mejor la función de esta famosa “realidad de la diferencia de los sexos”: ella es el “sin vuelta de hoja” del rechazo (o forclusión) de lo femenino. En efecto, promete al mismo tiempo la pazontológica en la relación entre los sexos, la paridad hombre-mujer en un equilibrio “natural” en el seno de la sociedad, y la forma canónica de la procreación respecto de la genealogía, por tanto la estabilidad de las herencias (incluidas las genéticas) a través de las generaciones. ¡La dominación masculina tiene bellos días por delante!
“En ninguna otra parte como en las Euménides
, escribe Antoinette Fouque, se expresa con tanta claridad, precisión, rigor y arrogancia la derrota mítica, histórica y política de las mujeres, la dictadura viril que funda el modelo democrático obsesionado, desde el origen, por la exclusión del otro, por la envidia del útero”.(40) Y Monique Schneider, que concuerda sobre esto: “
Las Euménides […] ponen efectivamente en boca de Apolo la teoría que quita a la madre el poder de la gestación: no es la madre quien engendra al que llaman su hijo; ella no es sino la nodriza del germen que ha concebido. El que engendra, es el hombre”.(41)
Esa es la escena de la procreación occidental, a la cual las nuevas tecnologías aportan algunas correcciones… ¡a favor de los dos sexos!
París, 18 de abril de 2010.
Notas.
1- Publicado originalmente en: Susan Heenen-Wolff, compiladora, Homosexualité et stigmatisation. Bisexualité, homosexualité, homoparentalité. Nouvelle approche, PUF, París, 2010.
2 Antoniette Fouque, Il y a 2 sexes , Gallimard, París, 2004. Algunas culturas, principalmente en la India, pueden sin embargo designar un “tercer sexo” llamado hermafrodita. Igualmente entre los Baruya: Cfr . Maurice Godelier, Au fondement des sociétés humaines , AlbinMichel, París, 2007, p. 159. Respecto a la importancia de la bisexualidad en la mitología griega y en el orfismo en particular.Cfr Dictionnaire des mythologies, t. 1, Flammarion,París, pp. 357-358.
3- D. H. Lawrence, Les deux principes , Editions de l’Herne, París, 1997, p. 7. Extracto de D. H.Lawrence, “The Two Principles”,The English Review , Londres, junio de 1919. Reeditadoen The Symbolic Meaning,
Uncollected versions of “Studies in Classic American Literature”,Armin Arnold, editor, Centaur, Londres, 1964; y en Phoenix II , Warren Roberts y HarryT. Moore, editors, Heinemann, Londres, 1968, pp. 227-237.
4- Cfr.Sigmund Freud, “Tres ensayos de teoría sexual” (1905), Obras completas , tr. JoséL. Etcheverry, t. VII, Amorrortu editores, Buenos Aires, 2000, pp. 109-224.
5- Sigmund Freud, “Análisis terminable e interminable” (1937), Obras completas, op. cit .,t. XXIII, p. 252.
6- Sören Kierkegaard, “L’erotisme musical”, Ou bien… ou bien…, Gallimard, París, 1984. “El genio sensual es espontáneamente musical”, escribe. [En español: Sören Kierkegaard, “Los estadios eróticos inmediatos o el erotismo musical”, en: Estudios EstéticosI: Diapsálmata ,tr. Demetrio G. Rivero, Editorial Ágora, Málaga 1996, pp. 93-227].
7- Véase por ejemplo la investigación de Philippe Castetbon, Les Condamnés . Dans monpays, ma sexualité est un crime, Liberation, H&O éditions, París, febrero 6 y 7 de 2010.[En español: Philippe Castetbon, Los condenados. En mi país, mi sexualidad es un crimen, tr. Agustín Villalpando, disponible en: http://www.enkidumagazine.com/art/%5D
8- Sobre lo ocurrido en Francia, principalmente antes de los movimientos gay surgidos en 1968, véase la lucha de Arcadie en los años cincuentas y sesentas, reconstruida en: Julian Jackson, La vie homosexuelle en France de l’aprés guerre à la dépénalisation, tr. del ingléspor Arlette Sancery, Autrement, París, 2010. [En inglés el original: Julian Jackson, Livingin Arcadia: Homosexuality, Politics and Morality in France from the Liberation to AIDS ,University of Chicago Press, Chicago, 2009]. Arcadie es el nombre de una organización gay francesa. [N. del E.]
9- Eric Fassin, entrevista en Têtu, http://www.tetu.com/, enero de 2010: “El debate sobre los PACS (Pacte Civil de Solidarité) —[equivalente a lo que en la Cd. de México fueron las“Sociedades de Convivencia” antes de que el matrimonio fuera el mismo sin importar el género de los contrayentes. N. del T.]— reveló, por un lado, la fuerza de la homofobia,pero, por otro, su ilegitimidad política. Es un poco como el racismo: uno no puede decirsehomofóbico abiertamente. Sin embargo, claro que no se ha terminado con la homofobia,¡lo mismo que con el racismo! […] Hoy en día es la homofobia “la que no osa decir sunombre”.
10- En el concierto homofóbico de los psicoanalistas lacanianos, Jean Allouch es una ex-cepción y sostiene, me parece, la postura más justa: “La abstención del psicoanalista es aquí de rigor, por la razón de entrada de que no podría constituirse en experto. Esa este título que es consultado por los tribunales, por los medios, por los organismos educativos, por el legislador, etc. Y ciertos psicoanalistas responden a esta demanda, pronunciándose sobre los PACS, sobre el matrimonio homosexual, sobre la posibilidad de los homosexuales de educar niños, sobre las madres portadoras, qué sé yo qué más. Como si pudieran sostener un discurso general sobre esas cuestiones de sociedad. Pero también como si conocieran la norma, y como si esta norma fuera la unanimidad en la “profesión”. Este resbalón es debido a la influencia de lo médico sobre lo analítico, una influencia que Freud combatió ampliamente, en vano”. Entrevista con Jean Allouch,Homosexualité. Aimer en Grèce et à Rome, Les Belles Lettres, París, 2010, p. XII.
11- Cfr. Jean-Pierre Winter, Homoparenté , Albin Michel, París, 2010. Un pasquín contra las reivindicaciones de los homosexuales, a los que se trata de encerrar en su esterilidad “natural”. Se leerá en el mismo sentido esta interpretación bajo la pluma de Gérard Pommier: “Se extraerá la conclusión de que si un homosexual desea tener un hijo, es en la nostalgia de la heterosexualidad (durante mucho tiempo la inmensa mayoría de los homosexuales habrían preferido no serlo). Hasta una edad relativamente avanzada, la mayor parte de los homosexuales no acepta su homosexualidad, y la idea de tener hijos como los heterosexuales testimonia este rechazo. Se expresa así una nostalgia de no poder pagar su deuda respecto de sus propios padres dándoles niños”. Gérard Pommier, “Pour l’amour du père et du phallus: l’homosexualité en première ligne”, La clinique lacanienne N° 4:Les homosexualités , Erés, París, 2000, p. 86.
12- Véase sobre este tema, en los Tres ensayos de teoría sexual la crítica radical hecha por Freud de la noción de “degeneración”, en particular en su aplicación a lo que por entonces se llamaba “inversión”, con la nota agregada en 1915 en donde el término “inversión” cede el lugar a “homosexualidad”: “La investigación psicoanalítica se opone terminantemente a la tentativa de separar a los homosexuales como una especie particular de seres humanos”. Sigmund Freud, “Tres ensayos de teoría sexual”, op. cit., t.VII, p. 132. Confróntese igualmente la crítica de la interpretación de las perversiones como “signo de degeneración”en: Sigmund Freud, “20 a Conferencia: La vida sexual de los seres humanos”, Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-1917), t. XVI, Amorrortu editores, p. 280.
13- Maurice Godelier, Au fondement des sociétés humaines, Albin Michel, París, 2007,pp. 169-172. Partiendo del título de uno de los capítulos: “Siempre hace falta más que un hombre y una mujer para hacer un niño”, [puede decirse que] hacen falta también los dioses y los mitos. “La sexualidad es fundamentalmente asocial”, nos dice también. No es entonces la “diferencia de los sexos” lo que prescribe y funda el orden social, sino al contrario, es la sociedad la que utiliza la sexualidad “al servicio del funcionamiento de múltiples realidades (económicas, políticas), que no tienen nada que ver directamente con el sexo y los sexos” […] “Este mecanismo de subordinación general de la sexualidad se realiza, entre otros, por la elaboración y la puesta en práctica de un conjunto de representaciones imaginarias y simbólicas de los cuerpos y los sexos […]. Es la sociedad la que fantasea en la sexualidad […]. El deseo es entonces sistemáticamente reprimido y puesto al servicio de la reproducción del orden social, la continuidad de los linajes y la producción de sus alianzas […]. La humanidad debe hacer lo social con lo sexual”.
14- Según Françoise Héritier —antropóloga francesa que sucedió a Claude Lévi-Strauss en el Collège de France— todo procede de la percepción original de esta diferencia, soporte de los conceptos de lo mismo y lo diferente, a partir de los cuales se engendra toda la organización social. Jean-Pierre Winter apenas dice otra cosa, cuando pone nuestro sistema de parentesco fijado como referencia ineludible: “El parentesco es un sistema de lugares centrado sobre la diferencia de las generaciones, es decir, sobre el reconocimiento del hecho de la procreación: ha habido relación sexual entre dos seres, uno masculino, el otro femenino […]. Si de este acto de los cuerpos resulta una procreación, esos dos seres devendrán padres”.Cfr. Jean-Pierre Winter, Homoparenté , op. cit ., pp. 11-12. Decir eso es no sólo conferir a este “acto de los cuerpos” un valor mítico para la “procreación” sino incluso desconocer una masa de hechos, no sólo concernientes a la manera como funcionan otros sistemas de parentesco, que no necesariamente están centrados en “el reconocimiento del hecho de la procreación” sino, igualmente, concernientes al nuestro, donde otros elementos entran en juego. Por otra parte, ese “acto de los cuerpos” parece misteriosamente desencarnado, como el registro de un acto notarial: “si de este acto resulta una procreación…”. Nada más en el fondo que una prueba de ADN… “¡y ya son ustedes papás!” Q.E.D. En fin, la familia invocada es visiblemente la familia nuclear en se resume toda la historia occidental: “padre” y “madre” con “hijo(s)”. Ahora bien,¡ la inmensa mayoría de las historias individuales son mucho más complicadas que eso e implican un número de actores a tal punto más grande que el de la llamada “célula familiar”!
15- A la llegada de los primeros FIV [fertilización in vitro], hace algunos años, ciertos analistas profetizaron el fin del Simbólico y del amor. Nada menos. Algunos meses más tarde, estas Casandras se quedaban con dos palmos de narices. ¡No se ve, desde entonces, que los FIV hayan hundido al amor, ni a la complicada función de las formas simbólicas!
16- La antropología nos ayuda a esclarecer por variación estos problemas. La obra publicada bajo la dirección de Soraya Behbahani, Ce genre qui dérange. Gender that matters , con un prefacio de François Laplantine, en las ediciones Téraèdre, París, 2010, da una muy bella idea de las formas más vivas actualmente del debate en torno a la relación de lo masculino y lo femenino. Se trata de una compilación de textos escritos por aspirantes a doctorado de la Universidad de Lumière-Lyon 2, redactados en 2008, en torno a François Laplantine, quien enseña en la facultad de Antropología de Lyon 2. Las bibliografías que acompañan estos textos forman un conjunto del todo pertinente para balizar el debate: “este libro —nota François Laplantine en su Prefacio— constituye una incitación a reexaminar, con bases decididamente etnográficas, los paradigmas antagónicos del universalismo a la francesa y del diferencialismo a la americana”.
20- Élisabeth Roudinesco, “Prefacio” a: Hilda Doolittle, Pour l’amour de Freud, tr. del ingléspor Nicole Casanova, Éditions des femmes — Antoinette Fouque, París, 2010, p. 29.
21- Así, en su artículo de la Encyclopaedia Universalis (edición de 1976), en la entrada “Homo-sexualidad”, Charles Melman hablaba aún de “perversión homosexual” y designaba rotundamente a la homosexualidad como una perversión y a los homosexuales como perversos, describiendo por lo demás los aspectos de su vida sexual con una suerte de ironía condescendiente. En las ediciones recientes de la Universalis, este artículo ha sido reemplazado por uno de Frédéric Martel, que trata largamente de la historia de la homosexualidad, comprendidos sus aspectos más actuales, y que no evoca más ese punto de vista psiquiátrico. Este cambio de opinión de la Universalis es significativo de un cambio de época .Por su parte, el número de La clinique lacanienne N° 4, op. cit., consagrado a las homosexualidades, puede considerarse como el testimonio de una homofobia latente en la mayor parte de los analistas lacanianos, incluso hoy. Ahí se encuentra aún afirmado, entre otras cosas, que para Freud “la homosexualidad es un síntoma perverso”,¡lo cual es falso! Al menos si se pretende dar al término “perversión” el sentido clínico que hoy tiene y si no quiere jugarse un doble juego con los pasajes de Freud en sus Conferencias de introducción al psicoanálisis
(1916-1917), donde Freud, a propósito, engloba la homosexualidad en un vasto fresco de “perversos” destinado a hacer tragar a su público la noción escandalosa de “sexualidad infantil perversa polimorfa”. En este fresco, por lo demás, los homosexuales, nombrados en primer lugar, son puestos aparte, aproximados a los “normales” por sus cualidades morales y la relación a su objeto, y claramente separados de la horda de los “anormales”, los cuales figurarían mejor auténticas estructuras perversas. Hablo aquí de los analistas lacanianos, ya que entre los analistas de otras tendencias parece que ha habido más tacto y flexibilidad (incluida la lectura que hacen de Freud); así puede apreciarse en la compilación La sexualité perverse, Payot, 1972, principalmente en los artículos de Joyce McDougall, Christian David y René Major.
22- Sigmund Freud, “Conferencias de introducción al psicoanálisis” (1916-1917), op. cit.
23- Este lenguaje común es, por supuesto, en este caso, el de los sexólogos y los psiquiatras que habían constituido para todo y poco a poco ese concepto de “perversión”, pudiendo los “perversos” así estudiados bajo el ángulo médico, escapar al mismo tiempo de los tribunales que los amenazaban. Como lo nota Jean Allouch: “La medicina les ofrecía entonces un refugio, si no una legitimidad, cuando eran prometidos a los tribunales. Eso no quita que este concepto, albergando bajo una misma insignia a los sádicos, los masoquistas, los voyeuristas, los exhibicionistas, los fetichistas, los homosexuales, los pedófilos y Dios sabe qué más, carezca totalmente de seriedad”. Entrevista con JeanAllouch, Homosexualité. Aimer en Grèce et à Rome, op. cit., p. IX.
24- Sigmund Freud, “20ª Conferencia: La vida sexual del ser humano”Conferencias de…, op. cit., p. 278.
25- “También se encontraba en esos escritos médicos con qué excitarse sexualmente, cosa que nunca ocurre, que yo sepa, a ningún lector de Freud”. Jean Allouch, Entrevista Ho-mosexualité, op. cit.
26- Joyce McDougall, por su parte, arriesga el término de “el heterosexual neurótico-normal”en: Scéne primitive et scénario pervers . La sexualité perverse, Payot, París, 1972, p. 53.Artículo retomado en el volumen Plaidoyer pour un certaine anormalité, Gallimard, París,1978, pp. 35-62.
27- Sigmund Freud, “20ª Conferencia: La vida sexual del ser humano”, Conferencias de…, op. cit., pp. 283-284.
28- Ibid ., p. 278.
29- Sigmund Freud, “Análisis terminable e interminable” (1937), Obras completas, op. cit.,p. 254.
30- Élisabeth Roudinesco, “Prefacio” a: Hilda Doolittle, Pour l’amour de Freud, op. cit., p. 29.
31- El término “forclusión” ha sido propuesto por Lacan para traducir el término alemán de Verwerfung [rechazo violento]. Entró de modo estable en el vocabulario psicoanalítico francés. Designa fenómenos de falta de simbolización y de rechazo en el real, que se encuentran en las psicosis. Se hablará pues de “forclusión del nombre-del-padre”.Este proceso se distingue de los otros dos procesos de defensa definidos por Freud:la represión [Verdrängung ] que constituye el inconsciente propiamente dicho por la inscripción de los significantes llamados “reprimidos”, y la denegación [Verleugnung ],característica de la formación de un fetiche (según el artículo de Freud de 1927:Fetichismo ), por tanto de un núcleo de perversión. En el texto de 1937, Análisis terminable e interminable, Freud adelanta el término de Ablehnung der Weiblichkeit , rechazo de la feminidad. Es pues otra cosa que una represión y otra cosa que una denegación. Es una forma de rechazo violento, que designa un proceso al mismo tiempo individual e histórico y emparentado primero, me parece, con una forclusión. Es al menos lo que deseo sugerir aquí, habida cuenta, sobre todo, de los fenómenos sociales quasi universales por los cuales los hombres se apropian de la potencia creadora de las mujeres (véase sobre esto las investigaciones etnológicas de Maurice Godelier ya mencionado:supran. 13). Se trata pues de un proceso históricamente construido y sociológicamente incorporado. Por lo demás, en ambos casos, los términos forclusión y rechazo, tienen una connotación claramente jurídica.
32- Marie-Hélene Boursier, Sexpolitiques. Queer Zones 2, Éditions La fabrique, París, 2005.
33- Ahí se ve que este mito tiene también por función asegurar la predominancia de la organización social sobre cualquier otra forma de deseo o de sexualidad.
34- ¡Como algo que va de suyo, la frase de Gérard Pommier citada más arriba (supran. 11) sugiere por lo demás que los padres, procreando, hacen esencialmente hijos para sus propios padres!
35- Sigmund Freud, “20ª Conferencia: La vida sexual del ser humano”, Conferencias de…, op. cit., p. 277.
36- Por otra parte se constata que Jean-Pierre Winter mete en su libro en el mismo saco, para retenerlos, los métodos de ayuda a la procreación: homoparentalidad, IAD [inseminaciónartificial por donante], FIV [fertilización in vitro], madre portadora…
37- Principalmente por un tal Tony Anatrella que, firmando y nombrándose “cura y psico-nalista”, encontró hace tiempo una acogida favorable en los medios, entre otros en el periódico Le Monde. Según Anatrella, ¡los homosexuales no conocen la alteridad! Cfr .Claude Rabant, A.S.T. Analystes symboliquement timbrés , marzo de 2000, inédito.
38- Jean-Pierre Winter, Homoparenté, op. cit. , pp. 114-115. Esta inversión vengativa que acusa a los homosexuales de “heterofobia” lo tiene todo de la famosa retórica que acusa a los antirracistas de “racismo anticristiano”, “antifrancés”, etc.
39- Ablehnung der Weiblichkeit .
*Traducción del francés por Jorge Huerta
buenissimo!!!
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