Imagen de portada, Christoph Niemann .
En la ciudad de Córdoba se viene llevando a cabo, desde el año pasado, un taller de lectura que, en ocasión de su practica de este año, viajó hacia la ciudad de Buenos Aires junto a quienes lo sostienen: Virginia Vogliotti y Raúl Vidal. En esta oportunidad fuimos invitados Jorge Baños Orellana y yo, Helga Fernández, para trabajar la lectura de dos libros «El caso en psicoanálisis», de Guy Le Gaufey (Ediciones Literales) y «Lacan aún», de Betty Milan (Letraducciones). Adjunto el link de argumentación y el calendario de reuniones del taller: https://ecole-lacanienne.net/es/event/a-la-salud-de-quienes-leen-hangingouteando-6/?fbclid=IwAR1gqZGEBszqK1SxVNDrAP6wG8CteH_3cyjwOJs22Sb8nwDIgsPR8_L7N78&mibextid=Zxz2cZ
A continuación comparto el texto que escribí a partir de leer ambos textos: uno con otro, uno contra otro, uno en función del otro.
Con el «El caso en psicoanálisis».
¿Es posible que existan dos modos de leer a Freud, y extensivamente dos modos de leer el psicoanálisis? ¿Podriamos nominarlos «regresivo» y «progresivo»? ¿El modo regresivo tensaría la significación hacia aquellos sitios de donde Freud buscaba salir no sin lastres? ¿El modo progresivo llevaría la significación hacia aquellos sitios donde Freud pretendía ir aunque no sin obstáculos? ¿Bajo el sesgo de una lectura regresiva, el «Proyecto de una psicología para neurólogos» es un texto cientificista que habla de neuronas y se sustenta en la energética de cierta física? ¿Bajo el tinte de una lectura progresiva, en el «Proyecto…» se hace uso, por ejemplo, de la palabra neurona con una significación distinta que la neurológica y así se comienza a forjar un nuevo campo de significancia operado por la transliteración? ¿Por qué es más difícil componer preguntas que afirmaciones y negaciones? ¿Es posible un recorrido de preguntas? ¿La dificultad de la pregunta se restringe a su escritura o también a su lectura? ¿Por evitar leer preguntas acabamos por leer aseverando? ¿La transliteración es una máquina de transformar que hace que el síntoma del que se habla en psicoanálisis no sea el síntoma de la medicina, ni la transferencia la transferencia de la economía, ni la lingüística la lingüística de la lingüística, ni la gramática la gramática de la gramática? ¿Pero, si efectivamente esa máquina de transformación hace de una cosa otra, por qué insistir en seguir nombrando a la nuevas entidades síntoma, transferencia, gramática o lingüística? ¿Conservar la homofonia fuerza a continuar artesaneando la transformación o condena a volver al sitio del que se partió?
¿La lectura que Le Gaufey realiza en «El caso en psicoanálisis» es una lectura regresiva de Freud y de la cuestión del caso más allá y más acá de Freud? ¿Estaríamos en lo cierto, o mejor, en algo del orden de lo justo, si consignáramos que tal lectura se sustenta casi solamente en el sesgo de la tradición médico/científica del caso por lo que afirma que el mismo lleva en sí el lastre objetivista, universalizante y ilustrativo? ¿Pero los historíales clínicos freudianos son idénticos a la historia clínica o también están compuestos de novela y de relato? ¿Son mera transcripción de lo ocurrido, se abocan a la escritura de los signos y síntomas que compondrían el síndrome o suponen un trabajo de escritura que no se reduce a formas conocidas? ¿Se trata de un nuevo género de escritura o de un híbrido? ¿Hay que seguir llamando al caso caso?
¿Guy Le Gaufey está advertido de que el caso clínico excede la historia clínica, componiéndose también de aspectos de la novela moderna? ¿Su manera de ir hacia la progresión en la transliteración —propia del trabajo del psicoanálisis— es leyendo la regresión, en tanto leer el lastre colabora en su comparecencia? ¿Éste sería su forma de intervenir en eso que, considerando de donde parte, puede resurgir como un fantasma clamando sangre? ¿Una lectura progresiva —de la misma forma que una lectura regresiva podría pulsar cierta progresión— auspiciaría un movimiento regresivo de transliteración si no se lee la regresión en juego? ¿Ambos modos de lectura son necesarios en la construcción del psicoanálisis? ¿Se puede construir el psicoanálisis haciendo preguntas? ¿La pregunta vehiculiza el enigma? ¿Una sucesión de preguntas enlazadas produce extrañamiento?
¿Se hace nítido que, pese a que este libro se dedica a dar cuenta de por qué el caso lleva en sí una imposibilidad lógica, también confecciona una especie de listado de sus modos enunciativos? ¿La aplicación del psicoanálisis como demostración o ejemplificación? ¿El pavoneo de prestancia de la persona que habla del caso? ¿La pretensión de cierre y buena forma puesta al servicio de la elición de la falta o de la incompletud de lo simbólico? ¿El intento de captar un tipo general que permitiría reconocer otros tipos nunca iguales pero símiles? ¿La puesta a disposición de un caso que ocuparía un lugar paradigmático? ¿El caso degradado a viñeta «clínica»? ¿El caso como aquello que viene a objetar lo establecido y consabido, el que provoca la verdadera subversión: la de lo que cae? ¿Sería demasiado agregar a este listado un uso actual del caso, el del caso como objeto publicitario en redes sociales a la búsqueda de suscitar transferencia y crear demanda?
¿Pero por qué Guy Le Gaufey después de argumentar su crítica al uso del caso, no ocultando la virulencia y el fastidio que le causa, escribe un caso? ¿Por qué lo ubica como apéndice y no, por ejemplo, como primer capítulo del libro? ¿Para mostrar que, aunque el caso fracase por su imposibilidad lógica, es necesario escribir también con ese fracaso que lo simbólico siempre fracasa? ¿Por fracasar cada vez mejor y acordar con Beckett? ¿Para no hacer lo mismo que critica: una moral prescriptiva de determinada lógica, entonces, abusiva? ¿Por no quedar en el lugar de aquel que proscribe el caso? ¿Para objetar lo que dijo con anterioridad, para hacerlo caer, y, entonces, para hacer un uso del mismo más analítico? ¿Para objetar no sólo lo que escribió sino también a su yo y a un aspecto de él mismo? ¿Cómo un modo de advertir que así como el caso no puede universalizar tampoco se puede universalizar sobre el caso? ¿Para dar a escuchar que hay un tiempo en el que es necesario escribir casos para que el analista que comienza su práctica, construya su clínica en posición analizante, reinvente el psicoanálisis a la medida de su mano, tal y como lo procuró hacer él mismo allá lejos y hace tiempo, Lacan con Aimée en el pasaje de la psiquiatría al psicoanálisis y Freud con los historiales al inicio de la construcción? ¿Para dar a leer que cuando se escribe es importante el pero también el cómo, eso que se escribe no en lo que se escribe sino con lo que se escribe? ¿Para dar a ver que el análisis no resiste tercero, ni narración ni escenificación, que es una escena del mundo que no soporta ser llevada a la escena sobre la escena? ¿Con la intención de demostrar que el caso falla y punto? ¿Tal vez para decir que no importa si un caso transmite o no, si es o no consecuente con la experiencia del análisis o con los requerimientos analíticos, sino que, si se suscita una «necesidad implacable»(1) de escribirlo hay que hacerlo con independencia de su publicación? ¿Para y por intervenir en un estilo de escuela aparentemente sostenido por la école lacanienne de psychanalyse? ¿Escribir sólo preguntas trae a cuento la spaltung del sujeto? ¿La spaltung también se escribe entre un texto que critica el caso y la escritura del caso? ¿Existen analistas que no se preguntan nada? ¿Cómo escribir alternativas opuestas sin subsumir una a la otra, yuxtaponiendo diferencias concretas que no enlazan sin conflicto? ¿Cómo dar lugar a la coexistencia de cuestiones heterogéneas que no aspiran a la fusión y que no producen un término nuevo, superador y totalizante? ¿Cómo soportar la multiplicidad de parcialidades sin limar asperezas ni invocar la lógica de la no-contradicción?
Con «Lacan aún».
¿El libro de Betty Milan deja leer que el análisis produce efectos en la lengua y en la lalangue de quien allí habla? ¿El análisis en lengua extranjera actúa patentizando lo que de otro modo pasaría desapercibido como esos estudios en los que se toma un preparado para que se vea de otro color aquello que hay que mirar? ¿Pero, aunque el trabajo de análisis en otra lengua que en la que se apoya lalangue del analizante patentice el asunto, todo análisis, si toca lalengua y entonces las marcas de goce, conlleva un trabajo con la letra como efecto? ¿El trabajo con la letra en Betty Milan, a partir de la traducción del psicoanálisis al portugués y de la escritura de las ficciones previas del llamado testimonio, hasta llegar al testimonio, es efecto de que el análisis produce efectos en la letra? ¿Acaso, en Betty Milan, quien se analizó con alguien que no hablaba su lengua, se desencadenó una transcripción, traducción y transliteración, lógicamente necesarias para llevar el trabajo de análisis y el psicoanálisis a su lengua? ¿Los géneros en los que la autora se apoya para transliterar la experiencia del análisis suponen un trabajo indispensable de cara a apropiarse de lo que allí sucedió? ¿Le fue necesario ese rodeo de ida y vuelta? ¿Pasar del francés al portugués de Brasil supuso el análisis de los efectos de la colonización? ¿La antropofagia como estrategia subjetiva ante la dominación de una cultura por otra, como sublevación e insurgencia, está presente en Betty Milan? ¿O los efectos del análisis en lalangue no redundaron en el análisis del sometimiento al colono? ¿La búsqueda de «su cultura» la llevó hacia una fetichización también de «lo brasilero»? ¿Preguntamos por preguntar o para renunciar al pensamiento asertivo? ¿Hace falta semejante ejercicio si reconocemos que cualquier forma del decir es efímera, lábil e incompleta?
¿Todo testimonio de un análisis supone o tendría que suponer el testimonio de la caída del sujeto supuesto a saber? ¿La caída del sujeto supuesto a saber no se obstaculiza en ciertos trayectos de «Lacan aún» cuando queda resaltada la persona del analista sobre el análisis mismo? ¿El hecho de que el título del libro porte el nombre del analista y un adverbio de tiempo que en castellano es traducido por aun y/o aún parece indicarlo? ¿Que Letraducciones —editorial que publica el libro en Argentina— haya optado por no escribir la tilde en el título de la portada y sí en el texto del libro abre la brecha entre lo que fue y lo que sigue siendo? ¿La diferencia entre aun y aún despliega una paleta semántica de sutiles y elocuentes diferencias? ¿Aún, tónico y ponderativo, sinónimo de incluso, siquiera y de hasta, da a escuchar que Lacan continúa vivito y coleando, formando parte del inconsciente de Betty? ¿Y el aun, monosílabo átono, que equivale a aunque concesivo, indica el resto que cae de toda operación? ¿Lacan incluso y Lacan aunque denotan lo mismo? ¿«Lacan ainda» —título original— podría haberse traducido, en lugar de por «Lacan aún» o «Lacan aun» por «Lacan todavía», «Lacan por fin» o «Lacan finalmente»? ¿El hecho de que en este libro Lacan aparezca ataviado del brillo de un fetiche autoriza a decir que este testimonio incluye el de la caducidad de un análisis? ¿Me pregunto, luego pregunto? ¿Existe la pregunta correcta? ¿En psicoanálisis tiene vigencia lo correcto y lo incorrecto? ¿Hasta qué punto la figura prestigiada y prestigiosa de la persona del analista no impide la caída? ¿Lacan, acaso, no la obstaculiza? ¿Hay fin? ¿Cuál es el presente de un análisis? ¿El término de un análisis coincide con su finalización? ¿Hasta dónde llegan sus efectos? ¿Las preguntas abren y las respuestas cierran? ¿Por qué tanta pregunta exaspera? ¿Ocasiona igual sensación el exceso de certeza que el exceso de pregunta?
«El caso en psicoanálisis» contra «Lacan aún».
¿Montaigne inventa el ensayo como nuevo género de escritura después de aquella célebre caída del caballo por la que casi muere? ¿«Ensayos» es la escritura de un hombre que habiendo sido objetado en la existencia vuelve a componer su mundo escribiendo? ¿Sin caída hay caso; sin caída hay testimonio del fin? ¿El caso y el testimonio son ensayos en relación a la caída? ¿De que yo se trata en el ensayo, en el caso y en testimonio? ¿Cada género compone una nueva subjetividad o una nueva subjetividad inventa un nuevo género? ¿La escritura del caso del analista, en posición analizante, podría suponer el efecto de una objeción tanto como la necesidad de apoyatura en la materialidad de la letra para componer el modo de ocupar ese lugar que no tiene representación ni instructivos? ¿La escritura del testimonio de un análisis que cae, por parte del analizante en el pasaje a analista, podría suponer el efecto en la letra de la caída? ¿Aquí la letra aparecería, más que como resto en su potencia o impotencia de causa, como caduca, como escombro, como ruina? ¿Las caídas escriben o quienes pasan por la experiencia de la caída se ven urgidos de escribir? ¿Los caídos del catre, los caídos como chorlito, los caídos como piedra sin llover, los caídos en cana, los caídos en cumplimento del deber, los caídos del caballo, los caídos de la transferencia, los caídos en la cuenta, son caídos del Otro? ¿El caído, de donde sea que caiga, escribe? ¿Inventa géneros? ¿En el testimonio de una caída importa qué se dice o el hecho de que en la letra, se escriba lo que se escriba, queda cavada la ausencia del Otro? ¿La letra como ruina no estaría por fuera de todo sentido, en su máxima inermidad? ¿Si en el testimonio la letra es ruina, en tanto un modo del resto, puede volver a hacer causa de la transferencia? ¿La causa desde la caduca sería igual a la causa desde el resto que no es caduca? ¿Por qué Betty Milan decide comenzar su libro exhibiendo la letra de Lacan? ¿La letra del analista es ruina o firma sacra del Otro autentificador de la verdad? ¿Las preguntas cuestionan al Otro? ¿Y al yo? ¿En la pregunta tambalea la garantía? ¿Las preguntas son capaces de provocar un tembladeral? ¿Quienes fueron analizantes de Lacan y testimonian de la experiencia del análisis no dejan de nombrarlo porque también se ven prestigiados por esa nominación? ¿La ficción de un análisis que Betty Milan escribe y su puesta en escena en la película «Adieu Lacan», acaso, no dan a ver, tanto como la escritura del caso de Guy Le Gaufey y su publicación, que el análisis es una escena en el mundo pero no una escena sobre la escena? ¿Que es inecenificable e inenarrable? ¿Así como todo autobiografía supone una heterobigrafía, hay testimonio de un análisis o el hecho de su escritura ya es otra cosa? ¿Un heteroanálisis? ¿Si el caso y el testimonio fueran ficciones, esperar fidelidad de la experiencia de la que partirían no seria igual a exigir la realización y el éxito de la psicobiografía? ¿Así como un análisis no es un análisis de la vida sino una experiencia en sí que cambia la vida, un testimonio y un caso, como toda transliteración, son una experiencia o un objeto referido a? ¿Pero se puede dividir tajantemente el análisis y la escritura del análisis? ¿Si el analista es al menos dos —quien ocupa el lugar en la experiencia y quien da razones de esa experiencia— el caso no es un modo de esa razón? ¿Se divide la experiencia de su relato? ¿La experiencia se hace en el relato? ¿Si sostenemos que el psicoanálisis no se transmite por qué proscribir el caso porque no transmitiría? ¿Las personas que cada tanto ocupamos el lugar del analista sólo tenemos que escribir procurando transmitir? ¿Debemos renunciar como ascetas en búsqueda de purismo a toda aquello que no procure la transmisión? ¿Para qué? ¿Con qué? ¿Hacia dónde? ¿Cómo? ¿La única forma de que el psicoanálisis no sea considerado una moral es no volver nunca, de ningún modo, bajo ningún aspecto, a afirmar jamás nada? ¿Seguir preguntando? ¿Preguntar para siempre? ¿Cuál es, en definitiva, la relación entre el psicoanálisis y las preguntas? ¿Preguntar es analíticamente correcto?
Betty Milan, escribe: «No hice análisis para escribir, (…) aunque después la relación con la escritura cambió”. ¿Un análisis, más allá del deseo de cada quien, siempre produce una relación con la letra? Guy Le Gaufey dice: «(…) y sin embargo tenia la necesidad implacable de escribir el caso» ¿Un análisis, más allá del deseo de cada quien y del lugar que allí se ocupa, pulsa a escribir aunque sea en servilletas? ¿El caso y el testimonio son preguntas que por su extensión no pueden sostener el tono de interrogación? ¿Son una modalidad de la pregunta que algunos lectores, en su arrogancia y a través de su arrogancia, leen como afirmaciones? ¿Pueden los expertos ejercer la pregunta? ¿Pueden los expertos ejercer el análisis? ¿Pueden pensar por sí mismos quienes habrían sido admitidos como extras en la corte a la que le adjudican de facto toda la verdad y nada más que la verdad? ¿La pregunta precede a la articulación o es uno de sus engranajes? ¿Estas preguntas son un artilugio retórico? ¿Alguien las responderá? ¿Hay preguntas dudosas? ¿O toda pregunta es una duda? ¿Pueden mentir las preguntas? ¿Una sucesión de preguntas acaba con los presupuestos de cada quien? ¿Sería necesario que ocurriera? ¿Por qué? ¿Para quién?
(1). Como el mismo Guy Le Gaufey dice que le sucedió.
Mientras te leía se me ocurrió que las preguntas son prueba de vida, que el modo asertivo es el del epitafio. Que un sujeto nace en un análisis y que el testimonio o el caso, a veces pueden estar inspirados en manifestar ese entretejido más vivo que muerto, aunque claro, no siempre. Gracias, Helga.
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A vos por lo de la vida y las preguntas
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