Responsable sección, Gisela Avolio
Dirección editorial, Helga Fernández
Traducción: Maurício Maliska
Cuidado editorial: Amanda Nicosia y Gisela Avolio
¿Cómo y cuándo descubrió el psicoanálisis?
Empecé a interesarme por el psicoanálisis incluso antes de empezar la carrera de Psicología. Yo estaba en mi segundo año de secundaria, tenía dieciséis años, vivía en Capinzal, un pequeño pueblo ubicado en el sur de Brasil; y allí trabajé en una notaría que redactaba escrituras públicas de propiedades. En esta experiencia pude presenciar algunas situaciones de conflictos familiares por la sucesión de bienes y herencias, así como diferentes percepciones de las personas en relación a la realidad que vivían y los derechos que tenían. Recuerdo, como si fuera hoy, un momento de introspección, cuando me preguntaba cuán interesante sería estudiar la forma en que cada uno veía la realidad y la complejidad de las relaciones humanas. Junto a eso, siempre he tenido cierta pasión por cuestionar la locura. En su momento también me llamaron la atención algunas lecturas, en particular O alienista de Machado de Assis.
Ante este interés, comencé a buscar el campo de conocimiento que lo trataba y recuerdo pasarme horas en la biblioteca del colegio leyendo las entradas de la Enciclopédia Barsa: psicoanálisis, Freud, inconsciencia, histeria… en fin, una sola entrada me llevó a otro, y así me interesé por el psicoanálisis. Al mismo tiempo, vi la película Freud, além da alma (Freud: The Secret Passion, 1962, dirigida por John Huston) que definió mi elección por el psicoanálisis. Sin embargo, la pregunta seguía siendo qué carrera seguir: ¿medicina o psicología? Opté por la psicología porque no me veía como médico y tampoco me gustaban las áreas biológicas. Fácilmente pude ver que me gustaban las humanidades, la filosofía y la literatura.
Me matriculé en el curso de graduación en Psicología en Florianópolis, donde vivo y trabajo, y allí comencé a estudiar psicoanálisis. Recuerdo en la primera semana de clase, por mi cuenta, leí el caso del Juanito de Freud. Era una mezcla de excitación y resistencia, no podía dejar de leer, pero al mismo tiempo pensaba: “No puede ser verdad. ¿Cómo pudo el viejo haber escrito estas cosas a principios de siglo?” Me asustó tanto que devolví el libro a la biblioteca al día siguiente. Dos meses después leí El futuro de una ilusión, ahí me parecía más posible, al fin y al cabo, una reflexión sobre la religión, la idea de Dios como padre que se construye sobre la base de nuestro desamparo. En fin, ahí yo pudo leer el texto hasta el final, porque no había nada explícito de querer acostarse con la madre y matar al padre.
Fue con estas y otras resistencias que pude avanzar, descubriendo el psicoanálisis y él también descubriéndome, quitándome todas las cubiertas que me cubrían, dejándome desnudo, en la que era imposible no ver mis faltas. Esto me llevó al análisis y a la formación en psicoanálisis. En el análisis conocí realmente lo que era el psicoanálisis, aunque mis experiencias previas de lectura fueron sumamente significativas. También comencé mi formación en psicoanálisis en Maiêutica Florianópolis – Institución Psicoanalítica de la que soy miembro, y desde ese momento mi inmersión en el psicoanálisis fue siempre intensa, con un camino tomado muy en serio, tanto en los estudios como en mi propio análisis. Las consecuencias de este camino me llevaron por este recorrido instigador por el que sigo incursionando y por el cual el psicoanálisis me sigue descubriendo, despojándome de capas y capas de coberturas que me hacen sujeto.
¿Qué cree que puede el psicoanálisis aportar a nuestra contemporaneidad?
En el texto El triunfo de la religión, Lacan señala que la religión triunfará y el psicoanálisis no. En ese sentido, veo que el psicoanálisis seguirá siendo lo que siempre ha sido, nada más, nada mucho menos. Pero, ¿qué ha sido ella? Una práctica clínica dedicada a escuchar el sufrimiento humano, una práctica que tiene sus limitaciones, como éxito terapéutico, en la medida en que no siempre produce buenos resultados, no siempre permite la rectificación subjetiva, travesía de fantasma y fin de análisis. Pero en muchos casos posibilita una interrogación, una pregunta que hace que el sujeto se cuestione a sí mismo y se cuestione de otra manera sobre lo que le sucede. El psicoanálisis no es una visión del mundo, no es una teoría explicativa de todo lo que existe en el universo, ni siquiera de todos los fenómenos psíquicos que les suceden a los sujetos, sino que es solo una práctica clínica basada en la escucha de la subjetividad, en la que las transformaciones subjetivas no son observables a nivel del síntoma, aunque sí hay cura, pero más allá hay una rectificación subjetiva, una travesía del fantasma y una diferente posición del sujeto en la vida.
Frente a esto, se puede decir que el psicoanálisis está, como siempre lo ha estado, a contramano de la modernidad y quizás ahí radica uno de sus puntos de subversión. Digo a contramano porque el psicoanálisis no va en la dirección de ser una psicoterapia breve, focal, alineada con el ajetreo de la vida cotidiana, con la temporalidad capitalista en que el tiempo apremia en forma de dinero. El psicoanálisis trabaja con un tiempo lógico en el que el límite es la muerte y no el dinero. La perspectiva de una práctica que se asienta en la palabra, en la que el sujeto se asocia libremente, se opone a los discursos prescriptivos que diagnostican, encuadran y tratan el síntoma como psicopatología.
El psicoanálisis tampoco es un fenómeno de masas, en el que hay multitud de seguidores, ni es una moda, en la que cada uno se analiza porque ahora está de moda analizarse, es decir, no es una moda como lo es el coaching. Finalmente, el psicoanálisis persiste como un espacio de resistencia frente a los discursos neoliberales, las patologías que tratan de clasificar a los sujetos en sus actos, las neurociencias que tratan de explicar fenómenos a través de aspectos neuroquímicos y, en ese sentido, se mantiene, como siempre lo ha hecho, un espacio subversivo de una lógica diferente para el tratamiento psíquico.
El aporte del psicoanálisis a la contemporaneidad no es una lectura del mundo y de la realidad, aunque muchos psicoanalistas lo han hecho de una manera muy interesante, con articulaciones importantísimas para procesar la locura de nuestros días, pero fundamentalmente creo que el aporte del psicoanálisis es de uno a uno, escuchando la singularidad. Cada vez son más las personas que acuden a nuestros consultorios diciendo que estaban en cierta terapia que se encargaba de enseñarles a reaccionar en tal o cual situación o que intentaban adaptarlas a determinadas situaciones y este sujeto nos pega diciendo que hay cosas que quiere hablar, hay cosas que quiere asociar libremente, sin indicaciones y conductas sobre cómo hacerlo o cómo reaccionar. Este espacio para que el sujeto hable de sí mismo nunca se perderá, ni será nunca el bastión de revelaciones en el que las multitudes experimentarán esta técnica terapéutica. Entonces, la contribución del psicoanálisis es rescatar la función del habla en el campo del lenguaje, brindando un espacio de habla para el sujeto, sin querer conducir, explicar, diagnosticar o incluso tratar de manera rápida, efectiva, barata y sin dolor. En el fondo, el sujeto sabe que este encuentro con su falta, con su castración y la posibilidad de desear es un paso importante y necesario, y esto hace del psicoanálisis un trabajo artesanal, basado en la palabra, un espacio de libre asociación y que tiene sido su contribución al mundo.
En todo caso, también puede resultar muy interesante el reverso de la pregunta, es decir, ¿Cuál es el aporte de la contemporaneidad al Psicoanálisis? Pero eso puede quedar para otro momento…
Como e quando você descobriu a psicanálise?
Eu comecei a me interessar pela psicanálise antes mesmo de ingressar na graduação em Psicologia. Eu cursava o segundo ano do ensino médio, tinha dezesseis anos, morava em Capinzal, uma pequena cidade situada no sul do Brasil; e lá eu trabalhava num cartório de tabelionato que lavrava escrituras de bens e imóveis. Nessa experiência pude presenciar algumas situações de conflitos familiares em função da sucessão de bens e herança, assim como diferentes percepções das pessoas em relação a realidade que viviam e dos direitos que possuíam. Lembro-me, como se fosse hoje, de um momento de insight, em que fiquei me perguntando como seria interessante estudar a forma como cada um via a realidade e a complexidade das relações humanas. Junto com isso sempre tive uma certa paixão pelo questionamento em torno da loucura. Na época, algumas leituras também me chamaram a atenção, em especial, O alienista de Machado de Assis.
Diante desse interesse, passei a procurar que campo de conhecimento tratava disso e lembro-me de passar horas na biblioteca do colégio lendo na Enciclopédia Barsa os verbetes: psicanálise, Freud, inconsciente, histeria…, enfim, um verbete me conduzia a outro e assim passei a me interessar por psicanálise. Nessa mesma época assisti ao filme Freud, além da alma (1962 dirigido por John Huston) que definiu a minha escolha pela psicanálise. Contudo, ficava a pergunta sobre qual graduação cumprir: medicina ou psicologia? Optei pela psicologia por não me ver como médico e tão pouco gostava das áreas biológicas; percebia facilmente que gostava das áreas humanas, da filosofia e da literatura.
Ingressei na graduação em Psicologia em Florianópolis, onde resido e trabalho, e lá comecei a estudar psicanálise. Lembro-me que na primeira semana de aula, por conta própria, li o caso do Pequeno Hans de Freud. Foi um misto de excitação e resistência, não conseguia parar de ler, mas ao mesmo tempo pensava: “Não pode ser verdade. Como pode o velho ter escrito essas coisas no início do século?” Aquilo me assustou tanto que devolvi o livro na biblioteca no dia seguinte. Dois meses depois li O futuro de uma ilusão, ali me pareceu mais possível, afinal, uma reflexão sobre a religião, a ideia de Deus como um pai que é construído em função do nosso desamparo, enfim, ali consegui ler o texto até o final, pois não tinha essa coisa explicita de desejar dormir com a mãe e matar o pai.
Foi com essas e outras resistências que pude avançar, descobrindo a psicanálise e ela também me descobrindo, me tirando todas as coberturas que me cobriam, me deixando nu, em que era impossível não ver as minhas faltas. Isso me conduziu à análise e a uma formação em psicanálise. Na análise fui conhecer de fato o que era a psicanálise, embora minhas experiências pregressas de leitura foram extremamente significativas. Também iniciei minha formação em Psicanálise na Maiêutica Florianópolis – Instituição Psicanalítica da qual sou membro, e a partir desse momento, meu mergulho na psicanálise sempre foi intenso, com um percurso levado com muita seriedade seja nos estudos seja na minha própria análise. Os desdobramentos desse percurso me conduziram nessa trajetória instigante pela qual continuo me aventurando e através da qual a psicanálise continua me descobrindo, me tirando camadas e camadas de coberturas que me fazem sujeito.
O que você acha que a psicanálise pode contribuir para a nossa contemporaneidade?
No texto O triunfo da religião, Lacan aponta que a religião irá triunfar e a psicanálise não. Nesse sentido, vejo que a psicanálise seguirá sendo o que sempre foi, nada muito além, nem muito aquém. Mas o que ela sempre foi? Uma prática clínica dedicada a escuta do sofrimento humano, uma prática que tem suas limitações, enquanto sucesso terapêutico, na medida em que nem sempre ela produz bons resultados, nem sempre possibilita retificação subjetiva, atravessamentos de fantasma e fins de análise. Mas em muitos casos, ela possibilita uma interrogação, uma pergunta que faz com que o sujeito possa se questionar e se indagar de outro modo sobre aquilo que se passa com ele. A psicanálise não é uma visão de mundo, não é uma teoria explicativa sobre todas as coisas do universo, nem mesmo todos os fenômenos psíquicos que se passam com os sujeitos, mas ela é tão somente uma prática clínica baseada na escuta da subjetividade, em que as transformações subjetivas não são constatáveis a nível do sintoma, apesar de haver sim uma cura, mas para além dela, há uma retificação subjetiva, um atravessamento do fantasma e uma outra posição do sujeito na vida.
Diante disso, pode-se dizer que a psicanálise está, como sempre esteve, na contramão da modernidade e talvez aí se encontre um de seus pontos de subversão. Digo contramão porque a psicanálise não vai na direção de ser uma psicoterapia breve, focal, alinhada com a correria do dia-a-dia, com a temporalidade capitalista em que o tempo urge na forma de dinheiro. A psicanálise trabalha com um tempo lógico em que o limite é a morte e não o dinheiro. A perspectiva de uma prática que se baseia na palavra, em que o sujeito associa livremente está na contramão dos discursos prescritivos que diagnosticam, enquadram e tratam o sintoma como psicopatologia.
A psicanálise também não é um fenômeno de massa, em que há multidões de seguidores, também não é uma moda, em que todo mundo se analisa porque agora é moda se analisar, ou seja, não é uma moda tal como são os coaching. Enfim, a psicanálise persiste como um espaço de resistência frente aos discursos neoliberais, as patologias que tentam classificar os sujeitos em seus atos, as neurociências que tentam explicar os fenômenos por aspecto neuroquímicos e, neste sentido, ela continua, como sempre foi, um espaço subversivo de uma lógica outra para o tratamento psíquico.
A contribuição da psicanálise para a contemporaneidade não está numa leitura de mundo e da realidade, embora muitos psicanalistas tenham feito isso de um modo muito interessante, com articulações extremamente importantes para processarmos a loucura dos nossos dias, mas fundamentalmente penso que a contribuição da psicanálise se dá no um a um, na escuta da singularidade. Cada vez mais recebemos sujeitos em nossos consultórios dizendo que faziam determinada terapia que cuidava de ensina-lo a como reagir diante de tais e tais situações ou que procuravam adaptá-lo a determinada situações e este sujeito bate em nossa parte dizendo que tem coisas que ele quer falar, tem coisas que ele quer associar livremente, sem direcionamentos e conduções de como fazer ou de como reagir. Esse espaço para o sujeito falar de si nunca irá se perder, também nunca será o baluarte das revelações em que multidões irão experimentar essa técnica terapêutica. Então, a contribuição da psicanálise é de resgatar a função da fala no campo da linguagem proporcionando um espaço de fala para o sujeito, sem querer conduzir, explicar, diagnosticar ou mesmo tratar de modo rápido, eficaz, barato e sem dor. No fundo, o sujeito sabe que esse encontro com a sua falta, com a sua castração, e a possibilidade de desejar é um passo importante e necessário, e isso faz com que a psicanálise seja um trabalho artesanal, baseado na palavra, um espaço para a associação livre e isso tem sido sua contribuição para o mundo.
De todo modo, o reverso da pergunta também pode ser muito interessante, ou seja, qual a contribuição da contemporaneidade para a Psicanálise? Mas isso talvez deixamos para um outro momento…
Maurício Eugênio Maliska. Psicoanalista, miembro de Maiêutica Florianópolis – Instituição Psicanalítica. Maestría y Doctorado en Lingüística, con pasantía doctoral en la Université Paris 7, Doctorado en Psicología por la Universidade Federal de Santa Catarina. Post-doctorado en Psicoanálisis en la Université Côté d’Azur (Nice-Francia). Profesor de psicoanálisis en el curso de graduación en Psicología y en el Programa de Posgrado en Ciencias del Lenguaje de la Universidade do Sul de Santa Catarina (Unisul). Miembro y vicepresidente de CRIVA – Círculo Internacional de Investigación Voz-Análisis. Miembro de honor de Lapsus de Toledo – España.
Esta revista se sustenta gracias a la publicación, la difusión y la edición, sin ánimo de lucro, de cada uno de los miembros que la componen. Agradecemos la colaboración económica que el lector o la lectora quiera y pueda para lo cual dejamos nuestros datos.
CVU: 0000003100078641018285
Alias: enelmargen.mp
Mercado Pago
Desde el exterior: https://www.paypal.me/flagelodelverbo