Imágen de portada: Overolles, Documenta X. Lygia ClarK
En ocasión de la Primera Feria del Libro de editoriales en psicoanálisis, organizada por el cartel de publicaciones y la comisión directiva de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, compartimos la palabra de Victoria Larrosa de Archivida compañía editorial.
Cuidado editorial: Yanina Marcucci
Primera feria del libro de editoriales en psicoanálisis
escribir, editar y publicar
efba, 2 sept 2023
Nací a la vida en un ph de Belgrano R en 1971, enfrente del estudio de mi amigo Fernando Montañez, quien le regaló a este escrito el título “la lectura como sinthome”. Gracias.
Entre y gracias a él, y a Helga Fernández y a Horacio Medina; analistas, escritores, editores, amigos, hacemos Archivida en cada libro que editamos, como un modo de contribución de un psicoanálisis del sur, más acá de cualquier principio.
Leo.
Me dedico a la escucha clínica en mi estudio y en la dirección de un hospital municipal de salud mental en Escobar.
Sostengo Corte y confección desde 2005, un espacio destinado a la transmisión de lecturas y a la composición de escrituras clínicas.
Me encuentro tomada en la escritura de Entre lo Visto, continuación de Diapasón, entre lo oído , publicado en nuestra compañía editorial. También por Ikebana, arreglos polivox de los cuatro conceptos, a publicarse alguna vez, y un Diario de duelo llamado chau querida, chau, a no publicarse jamás. O por ahora.
Cuando puedo elegir la caída, caigo en lo público.
Curso la diplomatura en Artes del Libro de la UNA y doy clases en la Facultad de psicología UBA, mientras vivamos sin vouchers.
Retirado en la paz de estos desiertos
con pocos, pero doctos libros juntos
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos
Francisco de Quevedo, encarcelado entre 1639 y 1643 en la Torre de Juan Abad, en algún lugar de la Mancha, se dedicó a escribir. Este soneto pertenece a Desde la Torre.
Roger Chartier inaugura, en octubre de 2007, su cátedra en el Collége de France: Escrito y cultura en la Europa moderna con una exposición que lleva por título “Escuchar a los muertos con los ojos”.
El libro publicado por Katz en 2018, de mismo título, contiene también la conferencia “Entre páginas y tablas: las desventuras de Cardenio” que el historiador dictó en la apertura de las XI Jornadas de Historia en Tucumán – que siempre arde – en septiembre de 2007.
Tres notas de este libro acerca de la materia, la edición y la lectura, que haremos sonar al mismo tiempo; un acorde:
Cito:
- (sobre Mc Kenzie) “Era un sabio que vivía entre dos mundos: Aotearoa, aquella Nueva Zelanda donde había nacido y donde fue un infatigable defensor de los derechos del pueblo maorí, y la Universidad de Oxford, que le confió la cátedra de Textual Criticism . Este practicante experto de las técnicas eruditas de la “nueva bibliografía” nos ha enseñado a superar sus límites al demostrar que el sentido de un texto, ya sea canónico u ordinario, depende de las formas que lo dan a leer, de los dispositivos propios de la materialidad de lo escrito”.
- “los autores no escriben los libros, ni siquiera los suyos. Los libros, manuscritos o impresos, son siempre el resultado de múltiples operaciones que suponen decisiones, técnicas, competencias muy diversas.”
- “La literatura no es agotable, por la suficiente y simple razón de que un libro no lo es. El libro no es un ente incomunicado: es una relación, un eje de innumerables relaciones. Una literatura difiere de otra, ulterior o anterior, menos por el texto que por la manera de ser leída”. J.Luis Borges.
Escribir, editar y publicar es un ramillete enlazado por el cuarto: la lectura.
La lectura, barca endeble, nos invita a naufragar.
Naufragar es preciso, es cierto, por lo mismo requiere de cuidados.
La edición es ese trabajo de cuidado, de curaduría, que produce y compone, la disponibilidad para ese encuentro, para esa cita siempre a ciegas, siempre en braille, entre letra y lectura.
De ese encuentro debemos saber sustraernos. No interrumpir, no molestar, no reduplicar , no sobrecodificar. No subestimar, no adueñarse. No saber. Como Tiresias, ver sin la evidencia, al tacto y sin garantías.
Escuchar con los ojos le dona a la lectura la condición trágica, irresoluble y desestabiliza la correspondencia entre órganos y sentidos que reencontramos en el cuerpo de letra de la transferencia y en la materialidad que fuerza a la repetición: restos entre lo visto y lo oído.
La lectura en transferencia es un samurai ciego, Zatoichi de Kitano.
La lectura como escucha, mixtura pasado y futuro, nunca y siempre, no descubre sin componer el soporte, lo soportado y lo soportable todo al mismo tiempo, al tiempo del amor transfHerido.
Editar en psicoanálisis refiere mejor al espacio de la práctica que a la paleta semántica, arruinada, confiscada diría, por la guturalidad hegemónica.
La transferencia, ese espacio a cartografiar cada vez vía lectoescritura, es el territorio de la edición en psicoanálisis.
Editar consiste entonces en reeditar, la práctica de la escucha -vecina a la de la lectura, por no decir pariente, para evitar los familiarismos y sostenernos en la ficción del espacio- lo sabe muy bien.
La transferencia es esa reedición que inventa lo intransferible. Y aún así y por lo mismo, transferir la práctica fuerza a la escritura a perder la propiedad privada sobre el sentido y a asumir la expropiación, declararse en quiebra y soportar a los ocupas, las lecturas.
El sujeto de la lectura es la espera.
Cito:
una presencia tiene un espacio limitado. La ausencia, en cambio, lo ocupa todo.
Más adelante:
cuando se echa a rodar una espera y no se topa con aquello que ansía, la espera sigue su camino: cuesta abajo se acelera, cuesta arriba a veces muere, copia la forma del terreno que no es otro que la vida, y si la vida es completamente lisa, la espera continúa por siempre como una rueda que gira sola en el vacío.
Alejandra Kamiya
La paciencia del agua sobre cada piedra
ed eterna cadencia, 2023
Leer es esperar, desconocer. Leer es también desesperar. Leer es dejarse esculpir, tunear, repatriar, acunar, morir un poco y renacer a veces, con la única potestad de cerrar y la valentía de abrir un libro.
Leer es un arte marcial, que nos enseña a preferir no tener que luchar. entrenar toda la vida, para no entrar en la pasión triste del “puro prestigio”.
A las olas, no las pasamos ni por arriba ni por abajo, y sin embargo o más bien embargados, volvemos al mar. La lectura nos deja mar adentro y de fortuna, otros libros nos sacan a nado a la orilla en la que las huellas de otros naufragios nos embarcan de nuevo en ese disparate. Leer nos inventa. Inventa un nos en donde la soledad anida no para aislarse, sino para recuperar el aliento y acreditar en los otros y en lo otro. Leer es volver cada vez a entender que la autopercepción es una trampa mortal y que al fuego se lo cuida acudiendo a la cita.
¿Por qué será que los libros y el mar se parecen tanto?
Hablar de la edición es gritar: no los trae la cigüeña, ni son los padres. Se trata de Eros, erosión: muerte y sexualidad. Viento, aliento, palabras.
Los libros, esa “cosa inmaterial” son cajas. Un libro es una caja, y una cuna, una máquina del tiempo, un escondite de voces que esperan. Los libros muerden y contagian.
En anatomía del libro se aprende que tripa y alma son la misma cosa, que una página es una habitación, que la proporción de blanco es mayor al negro por 57 a 43 porciento.
Que el márgen es el espacio público.
Irving Joseph demuestra que un espacio público es a advenir, no está dado, a condición de trastocar la relación identidades/medios. Nancy en Sobre el comercio de los pensamientos advierte: “publicar no es divulgar, y tampoco vulgarizar. Es hacer saltar los sellos de una identidad imaginaria, una familiaridad o una exclusividad del libro. Por último, verdaderamente, es dar para leer.”
…..
pero los libros que en nuestra vida entraron
son como la radiación de un cuerpo negro
señalando la expansión del universo
porque la frase, el concepto, la trama, el verso
y sin dudas sobre todo el verso
es lo que puede arrojar mundos al mundo
…..
los libros son objetos trascendentes, más podemos amarlos de amor táctil
del disco Livros, 1998, Caetano Veloso producido por Jaques Morelembaum
Los libros entran por los ojos, por el tacto. Importa cuánto pesan, cómo se mueve por las manos, cómo abren y cierran, como se portan en nuestras bibliotecas.
Las páginas tienen fibras, eso es una realidad material.
Hay leyes de composición: 65 caracteres por línea con espacios aproximadamente, relación entre tamaño de letra, interletrado e interlineado, proporción áurea en los márgenes superior/inferior/interno/ externo que actualiza -según los que entienden ese espacio llamado página- el intervalo musical de una quinta justa.
Para la Unesco un libro es una publicación impresa no periódica, mínimo 49 páginas sin contar la cubierta y puesta a disposición del público.
Un libro es una complejidad de fuerzas, un corso a contramano, que le habla en extranjero y en forma escrita a un lector que pretende.
Desconfió de la frase “tengo un libro en la cabeza, ahora lo tengo que escribir”. Un libro no se tiene antes, un libro no se tiene, antes de la escritura no hay escritura, antes de la maratón no se tiene una maratón. No antes. La escritura no representa lo que está antes, la escritura no nos cuenta lo que estaba antes de escribirse. La escritura se produce en su hechura como un dobladillo o un beso. Su modo de existencia es durante. Ante el tiempo pero antes, nada.
¿quiénes escribimos? ¿quién anda ahí? Sujetos de almatripa.
La historia de los libros es la de la escritura.
Libro/libre significa parte interior de la corteza de una planta. La palabra griega es biblos, papiro o rollo de papiro.
Libro es forma y contenido, partícula y onda.
La escritura aparece simultáneamente en Mesopotamia y en Egipto un siglo antes del 3000 AC aprox.
Ideogramas/ideas, criptogramas, escritura cuneiforme, en arcilla. Escritura que hacia el 2500 ac se hace más rápida y se modifica hacia signos abstractos. Escritura en piedra, por pintura o incisión.
La forma de escribir y leer determinan la forma del libro.
Alfabeto: de los egipcios en el 2000 AC a los fenicios que le agregan consonantes, entre el griego y el arameo, entre dos direcciones
de izquierda a derecha
de derecha a izquierda
Técnicas de registro, incisiones y aplicación de sustancias coloreadas.
El Papiro en Egipto, 3000 AC extendió su uso en época de Alejandro Magno, s IV AC y se dejó de usar en el XI DC , enrollados sobre conos de madera y guardados en vasijas, las letras esperan la lectura en voz alta. Se tardó siglos en perder la oralidad.
El papiro de Ani, Libro de los muertos del 1300 AC., mide aprox 24 metros, decorado con dibujos sobre el juicio de Osiris, o Juicio del alma.
Escribir en el mejor de los casos es imaginar, no se trata solo de las voces sino también de las imágenes. Entre lo visto y lo oído, entre esos restos de lo que pasó tantas veces sin suceder pero ocurriendo, escribimos sin ser dueños y mucho menos sujetos.
Más locatarios que locadores, más secuestrados que libres, la escritura es una práctica material. Lo otro de la esclavidud no siempre es la libertad. Asociar libremente se parece más a tartamudear simulacros para componer en la flotación de una escucha de un posible modal: dónde, cuándo y cómo, se bocetan en la construcción que la escucha acredita.
Escribimos en papiros y pergaminos, entre la clorofila y el cuero, en la arcilla, en lo que falta, en lo que sobra, con lo que hay. En el viento, en el agua con Cage, escribimos mails, whatsapps, en servilletas, en lápidas, escribimos nuestros teléfonos de línea en las manos de los pretendientes, escribimos a oscuras, trazamos las memorias del horror y nos jugamos la vida ya jugada para ponerla a salvo más allá de nuestros contornos, escribimos los olvidos, nos escriben los lapsus cálami y ficcionamos el remitente.
Victoria Larrosa. Psicoanalista. Lic en Psicología,UBA, 1996. Practica la escucha clínica desde entonces. Dirige el Hospital Municipal de Salud Mental y Adicciones “Papa Francisco” de Escobar. Escribió: diapasón. entre lo oído. Ed. archivida; escrituras cl{ínicas. Con H. Fernández, H. Medina, F.Montañez. Ed. archivida, 2020; cartas de navegación. Con H. Medina y F. Montañez. Ed. archivida, 2019. Curandería. Escucha performática, clínica y gualichera Ed. Heckt, 2018. Coautora en: Estancias en común sin comunidad, La Cebra, 2018. Ensambles, EUDEBA, 2011. Dirige la editorial archivida junto con Helga Fernández. Horacio Medina y Fernando Montañez. Editora integrante de En el Margen papel de Ser sin orillas, Macarena Trigo y V.V.A.A., 2019. Y Mi nombre es viento, Marcelo A. Sánchez y V.V.A.A., 2020. Fue curadora en la misma revista de imágenes. Curadora editorial de Infierno, Miss Bolivia, ed. Alto Pogo, 2020. Curadora editorial de El Deseo Nómade, Adriana Zambrini. Versión revisada por Vagantes Fabulae. Editora integrante de Revista Transversales I y II y autora de numerosos artículos, 2010/2013. Trabajó en el Hospital José T. Borda entre 1997 y 2001. Supervisora del servicio 2010/14. Es docente en diversos equipos de residentes en C.A.B.A. y prov. de Buenos Aires, hasta la actualidad. Jefa de Trabajos Prácticos en la Materia Problemas Antropológicos en Psicología, UBA, desde 2001. Dio clases en Teoría y Técnica de Grupos II, titular Marcelo Percia y Psicología Institucional. En Extensión Universitaria, seminarios sobre Deleuze/Guattari/Nietzsche entre 1997 y 2005. En la Facultad de Cs. Sociales (UBA) en Psicología Social e Institucional, titular Gregorio Kaminsky; en la Universidad de Lanús y en el Posgrado del Instituto Universitario del Hospital Italiano. A cargo del espacio Corte y confección, dicta clínicas de obra en escrituras clínicas y seminarios desde 2005.
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