«Imborrables». Presentación del libro/álbum. Por Luis Gusmán y Laura Malosetti Costa.

El jueves 2 de noviembre se presentó en el Espacio Historieta y Humor Gráfico de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno Imborrables. Álbum ilustrado de personajes y temas de la literatura del Río de la Plata. Con edición y cuidado de Luis Gusmán y Salvador Gargiulo. Pintado, dibujado e ilustrado por Marcela Motta, María Pinto y Noemi Spadaro. En el que escriben más de 40 escritores y escritoras, entre ellos críticos: Luis Chitarroni, Eugenia Almeida, Hernán Ronsino, Ana Arzoumanian, Vicente Battista, Rafael Bielsa, Jorge Consiglio, Maximiliano Crespi, Esther Cross, Matilde Sánchez, Estefanía Di Meglio, Diego Erlan, Fernando Fagnani, Betina González, Eduardo Grüner, Carlos Piñeiro Iñíguez, Mercedes Güiraldes, Jorge Jinkis, Noé Jitrik, Silvana López, María Moreno, Paula Puebla, Beatriz Pustilnik, Juan Ritvo y otros. Con mediación editorial de 17grises editora.

En el margen, tiene la alegría de poner a disposición del lector los escritos leídos en el marco de esa oportunidad, por Luis Gusmán y Laura Malosetti Costa. Presentación de la que también participó Eduardo Stupía.

El libro/álbum Imborrables es un acontecimiento simbólico en sí mismo puesto que reconoce la existencia de personajes, temas y figuras, que andan con cierta independencia después de haber sido arrojados al mundo por autores y autoras rioplatences, y continúa acrecentando sus andanzas por estos sitios.


Isidro Parodi, el perspicaz detective sedentario ideado por Borges y Bioy Casares

Presentación de Luis Gusmán

Quiero parafrasear una frase de John Berger de su libro sobre Picasso: “Lo que les ocurrió a esos cuerpos al ser pintados es el equivalente imaginativo de cuánto sintieron en la carne. Se nos hace sentir su dolor con nuestros propios ojos”.

Berger se refiere a los cuerpos dolientes en el Guernica. En muchos de los “cuerpos” pintados en este álbum: Ema Zunz, La maga, Erdosain, Tabaré, el lector que mira también se encuentra con el dolor. Así como también en otros personajes hay amor, coraje, cobardía, risa, picardía, cinismo, locura. Quiero decir: marcas de pasiones imborrables.

El álbum es como un imán que, como el bello título de Levi Strauss, convoca a: Mirar, escuchar, leer. Sí, porque escucho la voz que le imagino a Renzi y me evoca la de Ricardo. En la mano que dibuja o pinta en el silencio de la tela, escucho el ruido de la tinta. En la de boquita pintada de Nené, miro los ojos de Manuel cuando la sonrisa le iluminaba la cara. Leo y releo cada silueta como si fuera la primera vez.

Los textos acompañan a las pinturas, a la manera de las Siluetas de Mansilla o de Luis Chitarroni. Imborrables es como un símil de aquellos libros iluminados de la Edad Media, hechos a mano; pero a la vez tan profano en su ejecución cooperativa como si hubiera salido de Eloísa Cartonera.

Quiero contar la manera cómo se trabajó.

Nosotros, Marcelo Gargiullo y yo, les sugeríamos a las pintoras un personaje y éstas hacían lo suyo.

Para los que escribíamos, disponíamos de distintos recursos. Elegíamos una escena de un personaje que no quedaba reducida a una descripción. Estaban los personajes de siempre, los de antes. Los de la escuela primaria y secundaria: Rosaura, de Rosaura a las diez, Facundo. Incluso, aquellos que nos leyeron en la infancia: Martín Fierro, Juan Moreira. Después los personajes que fuimos descubriendo en cada edad de la lectura: Maldoror, Erdosain, Funes, Amalia, La condesa sangrienta.

La diagramación de Paula Ripessi le dio al libro un movimiento que impidió que se petrificara en un formato estereotipado.

Personajes, fue el núcleo duro a partir del cual se fue hilvanando y deshojando el libro. El epilogo de esa sesión termina con un epígrafe de Calvino: “Yo creo que los nombres de los personajes son muy importantes!”. También figuran los alter ego de Saer, Piglia, Juan Martini: Tomatis, Renzi y Minelli. Y hasta Cortázar que marcha enmascarado detrás de Morelli.

En el álbum nunca imperó una retórica uniforme. La brevedad no respondió sólo a la obligación de la cantidad de caracteres. Todos los textos tienen la marca de estilo de cada autor o autora. Nunca hubo un servilismo a la fijeza de los rasgos físicos o morales del personaje, tampoco una tipología de época; ni se trataba de contar el argumento, ni una semblanza del personaje. No hubo copia, tampoco ilustración. Muchos menos, una analogía mecánica entre escritura y pintura.

Nos cruzamos correos con sugerencias, pero nunca hubo un manual de instrucciones, ni una finalidad pedagógica. Sí, podemos decir, una epifanía, un encuentro, una revelación.

La pintura de la tapa del libro es de María Pinto. Se trata de Rebeca Linke, heroína de la novela de la escritora uruguaya Armonía Somers. Fantástica, en la doble acepción del término.

La primera imagen que encontramos es la de Cortázar jugando a la rayuela. Regalo de Felipe Noé.

En el prólogo quedamos prendados de la miniatura de Liliana Porter; después, en el recorrido del álbum de una orilla a la otra, aparecen dos hojas escolares. En la primera, Ana Tiscornia y su Tabaré esta vez camuflado; en la segunda, Alicia Gazcue con la bandera uruguaya y su sol flameando.

La primera protagonista del álbum es Ema Zunz, de Borges. Aparece pintada dos veces, como si la pintora, Noemi Spadaro, hubiese captado en la duplicación de la imagen los dos hechos decisivos en la vida de la protagonista.

A continuación, Alias Gardelito, el personaje de Bernardo Kordon, pintado por Marcela Motta, está en un paisaje porteño de otro tiempo junto a un buzón y un pucho le cuelga de los labios.

Quiero terminar este comienzo del álbum con un párrafo de las: Memorias de Baltus: “Nadie piensa en lo que realmente es la pintura: un oficio. Hace falta cierto esfuerzo físico, que corresponde a la meta que te has marcado”.

El álbum no fue un delicado equilibrio, quizás en eso reside su mayor mérito.

En el Bestiario vuela la mosca verde de Olivari y los donguis de Wilcock, se esconden en las alcantarillas del Parque Lezama.

En Invenciones esta la máquina demoníaca de Morel y la ciudad de Russell. También el neocriollo inventado por Xul Xolar, un injerto entre idiomas que van del español, el portugués, al guaraní.

Entre los Detectives, Etchenique es un personaje que anda por el mundo, leyendo Las memorias de Simenon. Isidro Parodi, es el primer detective que tiene su agencia en una celda.

En Desiertos está la topografía que, desde Facundo, funda el desierto político, y la división irreconciliable: civilización/barbarie. El buscador de oro de Arlt, uno de los locos que se va al desierto y el desierto entra en la ciudad.

En Figuras: Niños, niñas, está el proletario, el carapalida, el hijo judío, Tini, Poliya, Agustín, Celestina, Beatriz, Blanca, La hermana del medio, y en el final del juego: La niña estatua.

Los héroes: el señor Galindez, Zama, Lucho Maidana, el Pollo, Funes, Castelli, Jordán, Toni Pollax.

Las heroínas: Jacinta, Fedora, Marta Riquelme, Lola, María Muratore, Dolores, Sandra Opaco, Rabadilla, Maria Teresa, Rosario, Amalia, Kitty, Yuda y Rafaela Baroni. Y “su séquito de vírgenes distraídas”, del Polaco Chejfec.

Los dúos: Fierro y Cruz, Andrés Galván y Tony Rocha, Tucho y María, Stauton y Charni.

Finalmente, la muerte: Adán Buenos Ayres y su cortejo, Molina, El pasajero de Noé Jitrik, Elena BellaMuerte, el viejo Vizcacha. Laprida y el íntimo cuchillo en la garganta.

Es posible, de hecho, es así, siempre hay protagonistas que faltan. Suele suceder. El diccionario está hecho entre otras muchas cosas para evidenciar omisiones.

El libro está dedicado a Luis Chirarroni y a Noé Jitrik, que escribieron sus siluetas en este álbum.

Como un graffitti, como una escritura pública, como una pintada en la pared, este álbum, ya mítico, lo podrían continuar los que tuviesen ganas de agarrar un pincel o apretar una tecla. La literatura no tiene propiedad privada, no es de nadie, y es de todos.

En Imborrables no hay una jerarquía entre Introducciones, prólogos, y epílogos.

El libro no hubiera sido posible sin la convicción de Gisela Fabian y Maxi Crespi, editores de: 17 Grises.

Me valgo de una indicación borgeana de 1925: “La prefación es aquel rato del libro en que el autor es menos autor. Es ya casi un leyente y goza de los derechos de tal alejamiento: sorna y elogio. La prefación está a la entrada del libro, pero su tiempo es de posdata y es como un descartarse de los pliegos y un decirle adiós”.

Amalia, el personaje de la novela de José Mármol, retratada por María Pinto.

Presentación de Laura Malosetti Costa

Dos amigos, cuatro amigos, una red de amigos aislados en una rarísima y sobrecogedora pandemia. Uno de ellos, además de un gran escritor, es psicoanalista.

Antes se juntaban en un bar a charlar y evocar sus personajes favoritos de libros que escribieron sus escritores admirados.

Y empezó el ping pong virtual, sanador y salvador que involucró (hasta ahora) nada menos que 42 autores y tres artistas visuales, además de otro artista que escribió (Eduardo Stupía) y algunas sutiles intervenciones de artistas invitadas como Liliana Porter, Ana Tiscornia, Alicia Mihai Gazcue y Luis Felipe Noé.

Y cada vez que recorro sus páginas encuentro más guiños, claves secretas compartidas, complicidades, parentescos, redes de afectos que hilan y enhebran sus evocaciones y –sobre todo– sus amores literarios. Amores en las dos orillas del Río de la Plata que nos separa y nos une, y todas sus ramificaciones planetarias.

En realidad son tres libros (o álbumes, o algo que no es fácil definir): el primero de Personajes; el segundo de Figuras: niños y niñas, detectives, dúos y personajes secundarios; y el tercero de Temas: desiertos, invenciones, bestiarios, pasiones y muertes. O sea: una clasificación tan rigurosa como aquella de los animales fantásticos que encontró Borges en una antigua enciclopedia china de conocimientos benévolos.

Este es un libro extraño, raro.

En primer lugar es un libro pensado para ser raro. Para que sea difícil de encontrar, de comprar, de consultar en una biblioteca. Creo que está pensado para circular de mano en mano, como secreto compartido, ampliando la red de cómplices. Y eso me encanta. Bueno, me encanta porque me siento un poco cómplice de ese mundo extraordinario de grandes escritores y artistas, aunque sea un poquito de colada, como doble agente rioplatense con mi Tabaré.

Pero esa red de complicidades hace de este libro algo indescriptible e inagotable.

Personajes y figuras, etimológicamente son muchas cosas: en primer lugar personajes, personae, las máscaras con que el teatro griego dio lugar al concepto de persona, como ser único que se enmascara y se completa con las prendas con las que cubre su cuerpo cada día y cada noche de su vida. En segundo lugar figuras: refiriendo al arte de modelar, dar forma, plasmar una forma que remite a un ser o una cosa del mundo real: representar, retratar, crear imágenes.

Esas etimologías nos remontan al origen de una de las obsesiones de los seres humanos, la que alimenta tanto el origen de las imágenes como todas las tecnologías que se siguen desarrollando para que seamos cada vez más Narcisos: el retrato, y en particular el propio retrato, el del mito de Narciso y el de las selfies.

Este es un libro de retratos, pero también de autorretratos. Escritores, artistas, que escriben, dibujan e interpretan personajes creados a su vez por otros escritores y artistas admirados, amados, venerados, recordados a la distancia, con las deformidades que la distancia impone, y tal vez ocupando las horas largas de la pandemia, volviendo a leer las bibliotecas, hurgando en ellas siguiendo el hilo de Ariadna de los retratos recordados.

Son retratos literarios, hechos de palabras y transcriptos a imágenes en una sucesión que adivinamos que va a seguir, como en un laberinto borgiano, invitando a nuevas miradas e interpretaciones.

Seguro va a seguir.

Juan José Castelli, héroe revolucionario y personaje de Andrés Rivera, por Marcela Motta.

2 comentarios en “«Imborrables». Presentación del libro/álbum. Por Luis Gusmán y Laura Malosetti Costa.

  1. Muchas gracias por este envío, que comparto, dufundo, con otros: para que se sepa!!!
    Estuve ese día, «imborrable»… también ❤️
    Un cordial y cálido Sdo. Marta de Toro.

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