«Modos del lazo entre analistas: efecto y afectación en la experiencia del análisis». Presentación Fanzine #2. Por Gabriela Odena.

El 31 de mayo de este año tuvo lugar en Nempla, barrio de Chacarita, la presentación del Fanzine #2 de En el margen, revista de psicoanálisis, Modos del lazo entre analistas: efecto y afectación en la experiencia del análisis. Gabriela Odena, Sebastián Salmún, Laura Gobbato y María José Colombo estuvieron a cargo de dicha presentación. En esta oportunidad compartimos las palabras de Gabriela Odena.

Delegación editorial


Desde En el margen delegación editorial le dedicamos esta presentación a Nora Cortiñas, quien nos dejó el 30 de mayo de 2024. 

Bienvenidos y muchas gracias por la compañía. Nos encontramos reunidos para bienvenir también a nuestro Fanzine No. 2: Modos del lazo entre analistas. Efectos y afectación en la experiencia del análisis.

Les cuento quienes integran la delegación editorial que conforma En el margen, revista de psicoanálisis: Helga Fernández quién dirige la revista, Gerónimo Daffoncchio, Mariana Castielli, Marisa Rosso, Yanina Marcucci, Gisela Avolio, Leticia Gambina, Patricia Martínez, Amanda Nicosia, Viviana Garaventa, Agostina Taruschio, Valeria González y quien les habla, Gabriela Odena.

Agradecemos la presencia de las presentadoras y sus presentaciones, autoras entre otros de este Fanzine y que nos acompañan hoy acá, a Laura Gobbato que vino especialmente desde Rosario y a María José Colombo que viene desde La Plata a celebrar esta puesta en público del fanzine. Lamentamos que Sebastián Salmun no pueda estar presente por un tema de gripe, pero nos dejó su texto, que agradecemos y que nos transmitirá Gerónimo Daffonchio.

También agradecemos al ilustrador, José Carmona y a Ever Román, el diseñador.

Los textos que conforman el fanzine son: La editorial  por Helga Fernández y Gabriela Odena; La institución imposible por Agostina Taruschio y Sebastián Salmún; ¿Como leer a Lacan y no convertirse en un «lacaniano»? por Juan Pablo De Arriba; No ceder ante las instituciones por Leticia Gambina; El psicoanálisis baja a la calle por el colectivo Psicoanálisis a la calle; Derivas de transferencias por Gabriela Odena; Una fecunda intemperie por Laura Gobbato; Pulsar clínico, rondó en transferencia de trabajo por María José Colombo y Recursos simbólicos: algunos textos bibliográficos orientadores respecto al tema del fanzine.

Ya que estuve en la hechura del fanzine, les cuento que realizarlo fue una aventura, también como todo trabajo colectivo tiene sus alegrías y dificultades y, por supuesto están las monetarias, pero cualquier cuesta arriba lo vale, ya que poder ver realizado en artículos en fusión con las ilustraciones, el diseño y la materialidad del papel, un tema que no fue una proposición, sino que se coló en los intersticios del colectivo, es una alegría para nosotrxs y la queremos compartir con ustedes.

Los pasos que hicieron a la hechura del fanzine fueron la circunscripción del tema, la convocatoria abierta, la edición de los textos en intercambio con los autores que consideramos tocaban el tema que nos interesó poner a trabajar, la ilustración, el diseño, la maquetación y la impresión. Y finalmente, el deseo cumplido de tener uno en la mano.

Al pensar un modo de introducir el fanzine y atravesada por este momento político de devastación de los lazos y de destrucción de lo construido en la lucha y en el ritmo de una historia que nos reúne al interior de una frontera, el tema del fanzine me hace pensar más en los modos de vivir, que en los conceptos. Un autor que leímos bastante, entre otros, en el tiempo en que nació la idea de este fanzine, fue a Peter Pal Pelbart, autor brasilero, en su libro Filosofía de la deserción. Nihilismo, locura y comunidad. Ahí dice algo que me parece un punto álgido del tema que tratamos, y es que la filosofía, yo diría también el psicoanálisis, no pone en cuestión si un pensamiento es verdadero o falso, sino qué tipo de vida pide pasaje, que tipo de vida se está afirmando junto a un pensamiento.

Esto es, el modo de los psicoanalistas de juntarnos, de compartir experiencias, de dar lugar a la otredad, de dar una instancia al vacío, a la letra que lo circunscribe, al no saber, que en contraste con lo que se muestra como un todo saber, la identificación filial, o un funcionamiento semejante al de una secta, puede generar efectos y afectos de otro orden que el establecido. Los ordenadores, con su capacidad de producir y viralizar sentidos únicos, restringen el modo de contacto con otros, transformando un orden en hordas cautivas. La palabra ordenador tal como la conocemos y que adquiere un uso común en 1955 en Francia tiene su etimología, en la entrada de un diccionario littré que alude al significado teológico de “un Dios que ordena el mundo”. Pero no solo la tecnología y sus algoritmos pueden capturar la subjetividad. La alienación se produce en tanto una reunión de personas diluye la potencia creadora del significante, y se erigen en representantes de la representación, y no en representantes representativos, que sería un representante que es solo una representación posible entre otras, dice Lacan en el seminario 17, sin convertirme en lacaniana, que no es sin una trama de censura y ansias de poder que se tejen en la oscuridad, entre otras cosas.

El verticalismo, la segregación, el pensar que el otro no cuenta con su propia historia, que no porta su propio saber codificado, no por máquinas, sino por la determinación psíquica de lo inconsciente que es también material y que se historiza en cada rincón de nuestro país y del mundo, conducen tanto en la vida cotidiana, como en la experiencia del análisis, a la interrupción de una escucha sensible. La posición asimétrica en el análisis, entre analista y analizante, no implica el poder de uno sobre otro, ni la imposición de un ideal, ya sea este el de un puro deseo, que sabemos que no existe en tanto tal, aunque a veces termina siendo un ideal irrefrenable, sino construir en el entre-dos, donde uno escucha y otro habla, cartografías que dibujen en la repetición su novedad. Lo inconsciente, topología del tesoro de los significantes, da lugar a otra materialidad. A los fenómenos marginales que tanto las psicosis como las neurosis nos dan a leer: sueño, síntoma, lapsus, chiste, delirio, alucinación.

Ello puebla el tiempo que nos damos. Los significantes gestan lo real y no a la inversa. Ello gesta un universo simbólico. Es por ello que cada palabra gesta un mundo y un modo de estar en él.

¿Cómo podremos construir, junto al analizante, o al compañero, amiga, colega, el preludio de una luna nueva, si nos creemos portadores de la verdad? Lo real prima sobre lo verdadero, no puede decirse toda, y solo existe como sabida en el inconsciente, en tanto este permanezca en tanto tal.

Los efectos de algunas prácticas o postulados mencionadas antes son en detrimento de la libertad; el afecto, la tristeza de no hallar un lugar en el mundo. Un silencio intemperie, que ya no encuentra su refugio para existir, si no hay alguien dispuesto a escucharlo.

Tanto en la historia de la humanidad, como en la historia del psicoanálisis, se pueden leer los efectos que el modo de estar con otros tiene en la dignidad de cada persona que habita el mundo.

Que el lazo se entrame en modos abiertos a las noches estrelladas, a las barriadas, a las noches noveladas, a los días que aman las sombras o se extasían con la luz del sol. Sin la palabra y su escucha, y la acción consecuente o sincrónica que se abre a la novedad del otro, a sus necesidades, deseos, penas, alegrías, gestos, solo resta una saqueadora escasez, fría, que detiene la vida y sustrae, devalúa, menosprecia el trabajo del analizante, y del ciudadano. La dificultad de dejar al cuerpo afectarse por la alteridad, por las afecciones, por los estímulos que provienen de afuera, está en relación con lo amenazante del mundo, la violencia, la represión, y el dolor que causa todo esto. Por ello, poder decirlo en un encuentro con otros, resistir junto a otros, es un modo del lazo que permite extirpar, elaborar lo más destructivo, para hallar pasiones alegres, impensadas, que no reduzcan el pensamiento a los límites de una conciencia forjada en la alienación. El modo de practicar esta política de reunión, modo diverso de llamar al lazo, tiene sus dificultades, pero es necesario transitarlo, hablar sobre los malestares y andarlo con otros como decía antes.

Por último, una pregunta que me insiste y tiene que ver con el trabajo que hacemos los analistas fuera del consultorio, respecto a la transmisión, y sobre lo cual nos preguntamos con Helga Fernández en la editorial: ¿en qué colaboramos para apagar la verdad que el psicoanálisis trae al mundo? ¿En qué contribuimos para que siga diseminándose? Aquella verdad que es efecto de un saber fallido, de un saber que trastabilla. La misma pregunta me hago respecto a la sociedad. ¿Qué hacemos o no hacemos para no constituirnos en garantes de un poder que se erige como verdad absoluta y que conduce a la destrucción masiva?

Creo que ambas preguntas se imbrican en la potencia que implica cada pequeño encuentro, política de reunión, que busca desarmar cualquier dogmatismo y da lugar a la fuerza del deseo que es anónima, abierta y errante y en continuo movimiento, tal como consideraba Freud al psicoanálisis: un movimiento, agrego, vivo. 

Foto: Marisa Rosso

Gabriela Odena. Psicoanalista. U.B.A. Actualmente editora y columnista de En el Margen, Revista de Psicoanálisis. Realizó un postgrado en psicoanálisis en el Hospital Alvear, fue coordinadora de grupos de trabajo en diversas comunidades terapéuticas e instituciones. Amante y escritora de la poesía.


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