Cuidado Editorial: Gabriela Odena y Valeria González.
Imagen de portada: Katsushika Hokusai. Pesca con antorchas en la provincia de Kai.
Este texto fue editado, revisado y autorizado por el autor.
«Los dichos más insensatos y las más raras posturas y actitudes de estos enfermos se han podido entender e insertar en la trabazón de la vida anímica desde que aquellos fueron abordados con premisas psicoanalíticas (…). Algo en un todo semejante vale para los delirios y alucinaciones, así como para los sistemas delirantes de diversos enfermos mentales. Donde antes parecía reinar sólo el más extravagante capricho, el trabajo psicoanalítico ha puesto de relieve una ley, un orden y una trabazón; al menos, ha permitido vislumbrarlos, puesto que ese trabajo aún no ha culminado.»
(Freud, S, [1913] 1975, p.177)
Las ideas que plasmaré en este escrito son una respuesta a la invitación recibida por haber sido testigo presencial de la conferencia pública de Jean Allouch, titulada Enséñame a dejar atrás mi locura, realizada en San José de Costa Rica, en el año 1995.
Desde la convocatoria misma al seminario “El imposible objeto del deseo”, el título de la conferencia que daría apertura al seminario operó como causa, esto es, movilizó el deseo de saber, a qué se refería esa demanda que contenía el título, qué sujeto la dirigía y a quién.
Al desarrollarse la misma, se veía que se refería a la histórica exclusión de la locura en occidente, y a la demanda solicitada por algunos sujetos que son “atacados” por ella y a cómo es respondida de múltiples maneras por el aparato pedagógico, jurídico y psiquiátrico.
Ahora, al revisar mis notas de la conferencia y del seminario en general, también encuentro que en mis notas incluía la pregunta, sobre cuál era el nexo entre el asunto de la locura y el asunto, que trataría Jean Allouch como “El imposible objeto del deseo”. Pregunta, que, en mi recepción tanto de la conferencia como del seminario, me remitió al texto de Freud Duelo y melancolía ([1915] 1975), en el que Freud diera a entender que cuando se está verdaderamente de duelo, pues no toda pérdida es un duelo, puede suceder que la frontera entre lo que llamaba duelo normal y duelo patológico se difumina y algunos sujetos pueden ser, como escribiera Erasmo de Rotterdam, atacados por la locura, y diríamos con Freud, específicamente por un tipo de melancolía. Aunque la dimensión persecutoria, la locura de tipo paranoide, también suele estar presente en algunos duelos, aquellos en donde el muerto aparece en sueños, en alucinaciones o como se dice en algunos pueblos colombianos, en forma de espantos.
De otro lado, al tomar la tesis central de la conferencia, que planteaba que la locura tiene razón, recordé que Freud tenía unos planteamientos similares en su escrito El interés por el psicoanálisis (1913 [1975]), específicamente aquellos que decidí ubicar como epígrafe de estas líneas. En dicho texto, Freud se anticipa a la invitación que luego hiciera Lacan ante el público de su seminario, de no retroceder ante la locura, pues en los delirios y alucinaciones se puede encontrar una ley y un orden, una lógica.
Al respecto, también encontramos estas ideas de Freud sobre la locura y la razón, en Duelo y melancolía ([1915]1975):
Tanto en lo científico como en lo terapéutico sería infructuoso tratar de oponérsele al enfermo que promueve contra su yo tales querellas. Es que en algún sentido ha de tener razón y ha de pintar algo que es como a él le parece. No podemos menos que refrendar plenamente algunos de sus asertos (…). También en algunas otras de sus autoimputaciones nos parece que tiene razón y aun que capta la verdad con más claridad que otros, no melancólicos. (p. 244)
Con este escrito pretendo entonces dar testimonio de los efectos de esa conferencia, escribir algo de lo que pude escuchar y asociar, como también dar luz pública a algunas de las ideas que plasmé bajo la forma de notas de dicha conferencia del seminario.
Como cualquier testigo, plantearé lo que me llamó la atención de lo que pude escuchar en la conferencia, de acuerdo con las notas que tomé; enseguida diré qué relación encuentro entre la conferencia sobre la locura y algunos de los planteamientos sobre el duelo que Allouch planteó en su seminario, y por último, concluiré mencionando los efectos de esta experiencia como participante de la conferencia, en mi ejercicio del psicoanálisis, tanto en su dimensión clínica como en la teórica y en la transmisión de éste.
¿Qué significa la demanda de curar la locura?
¿Qué es la locura?
¿Qué relación hay entre locura y duelo?
¿Qué implicaciones para la práctica psicoanalítica y para la teoría sobre el duelo?
Al inicio de la conferencia, Jean Allouch relata un episodio conocido en un hospital psiquiátrico en París, en que una mujer desesperada tira y rompe objetos de la casa, porque su madre y el aparato jurídico en nombre del bien de su hijo y su hija, le quieren quitar la custodia de éstos, así como el reconocimiento de su ser de madre por parte de ellos. Interrogaba, después de situar las coordenadas de ese acto, dónde estaba ahí la locura, y cuál era la razón que había detrás de ese acto.
En ese sentido, mencionó también un texto de Thomas Bernard, El imitador específicamente uno de sus relatos llamado “Locura” y otro, El Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam, para indicar que, para el psicoanálisis, la literatura funciona bien como una rejilla, un punto de referencia fructífero, de la cual podemos servirnos para leer lo que, como humanidad, nos está pasando. Es decir, en ella, encontramos con frecuencia que en lo que denominamos locura puede rastrearse una visión subjetiva de lo que está aconteciendo, de tal manera que podemos concluir que la locura enseña, muestra, da a ver.
¿Qué es entonces lo que la locura nos enseña?
Que ella es una manera de abrirse camino la subjetividad, objetando la forclusión que el discurso dominante hace del sujeto, en nombre de un bien universal, de la creencia en la relación sexual que no existe, del sometimiento al cuantificador universal del para todos y de un principio de realidad, que se torna significante amo en algunos discursos y prácticas del psicoanálisis.
¿Qué articulaciones es necesario hacer entonces entre duelo y locura, a partir de lo escrito por Freud y de lo desarrollado por Allouch en su conferencia y en su seminario?
Entre muchos de los planteamientos de este último, mencionaré aquellos que encontré en mis notas y que tienen que ver con el duelo y la locura.
Por ejemplo, los comentarios que se hicieron en el seminario sobre Hamlet, quien en un acto de locura se arroja a la tumba de su querida y difunta Ofelia. Es que él, no está loco sin razón. La razón de su locura es que está de duelo por la pérdida de Ofelia, a quien despreció por estar inmerso en el duelo por su padre asesinado y por estar ocupado en descifrar y denunciar la locura familiar.
Aquí cabe anotar que en el texto freudiano que se convirtió en el paradigma del duelo para muchos psicoanalistas, psiquiatras y psicólogos, Freud relacionó de varias maneras el duelo con la melancolía, uno de los tipos de locura de ese tiempo. En alguna parte del texto, los opuso diciendo que, en el trabajo psíquico del duelo, la libido puesta en el objeto perdido se vuelve hacia el yo, y de ahí se desplaza nuevamente hacia otro objeto, mientras que en la melancolía ese trabajo no acontece y el sujeto identificado al objeto perdido, se pierde él mismo, no puede libidinizarse y mucho menos a otro objeto.
Allouch, revisa esta erótica del duelo, y presenta una nueva versión del duelo, en la cual tal oposición no existe, o al menos de forma tan clara y radical, diciendo que la diferencia puede establecerse más bien en que, en la efectuación del duelo (no en el “trabajo” de duelo, ya que después de los campos de concentración nazis, en cuya entrada se leía que el trabajo libera, deberíamos interrogarnos por la utilización de ese término en el psicoanálisis), a la pérdida del objeto se añade otra pérdida, una graciosa pérdida de sí (Allouch,2006). Pero, precisa, no se puede, al menos desde el psicoanálisis, prescribir cómo sería la manera adecuada de hacer ese sacrificio de un pedazo de sí, y si eso es así, la locura no está por lo tanto proscrita de eso que llamaba efectuación de un duelo.
Así las cosas, tal como lo enuncia Freud en las afirmaciones que tomé para el epígrafe, y como lo formulara Allouch en la conferencia, el psicoanálisis, al ubicarse más allá del estoicismo, nos presenta una locura que tiene la razón, ante lo cual no hay respuesta a la demanda “enséñame a dejar atrás mi locura”, pues nadie conoce mejor a la locura que la locura misma. Fórmula que resuena con el hecho de que no existe un proceso de elaboración de duelo. No existe proceso y mucho menos uno que sea el correcto. No hay, por lo tanto, un control de las pasiones como etapa final de un circuito trazado de antemano por no se sabe quién. Cada duelo representa una erótica singular, pues la mayoría de las veces, como lo escribe Freud para caracterizar el estado melancólico, el sujeto que está de duelo sabe a quién perdió, pero no sabe lo que perdió con él.
De todo esto, Allouch concluía que la enseñanza de la locura para los analistas es que no hay razón para que alguien se ubique en el lugar de la respuesta a esa demanda de crecer y dejar atrás las pasiones. Así como no se le puede enseñar a alguien a dejar atrás su locura, al pensar el duelo más allá de la lectura de Freud de la desinvestidura y la reinvestidura de objeto, pasando por la investidura narcisística, tampoco se le puede enseñar al enduelado a dejar atrás su dolor por la pérdida y a continuar su vida tal como era antes de la pérdida.
Tales enseñanzas, cambian la perspectiva psicologizante, romántica y positiva del duelo y nos permiten recibir las diversas manifestaciones de la locura y el duelo, como expresiones tanto de la singularidad como de las particularidades de cada época, más allá del estoicismo en que cierta lectura de Freud las puso en la teoría y la práctica del psicoanálisis.
En palabras de Allouch, en la segunda y cuarta conferencias del seminario del que esta conferencia fuera su apertura, Lacan mostró que el hallazgo de Freud fue que el síntoma tiene que ver con un decir, por lo que el análisis es un acto que pone al analizante en su palabra, en la propia, no en la palabra, idea o teoría del analista. El analista lacaniano no tiene idea de cómo debe ser el analizante, su acto consiste en permitir que éste, por la asociación libre, se inscriba en su propia palabra.
En síntesis, lo que la locura y el duelo enseñan sobre sí mismos y que el analista debe recoger para su ejercicio, en las dimensiones teórica y clínica, es que si se les da la palabra al loco y al enduelado, lo que suele ocurrir es que emerja la razón que habita en ellos; asimismo, que no existe un proceso de duelo que culmine en una elaboración estoica, sino que los duelos se efectúan o no, sin que ello excluya la locura; el psicoanálisis se ubica más allá del estoicismo por lo que, en el lugar de las ideas un poco ambiguas de Freud en 1915 sobre el duelo, gracias a Lacan y a Allouch contamos con una nueva teoría, con otra erótica del duelo, que plantea que la efectuación del duelo se produce, si es que ocurre, agregando otra pérdida a la pérdida del objeto; y que así como no hay razón para responder cómo dejar atrás la locura, tampoco hay razón para decir cómo se hace dicho agregado.
Y concluyo con estas ideas, con las cuales finaliza Freud su texto:
Pero aquí, de nuevo, será oportuno detenernos y posponer el ulterior esclarecimiento de la manía hasta que hayamos obtenido una intelección sobre la naturaleza económica del dolor, primero del corporal, y después del anímico, su análogo. Sabemos ya que la íntima trabazón en que se encuentran los intrincados problemas del alma nos fuerza a interrumpir, inconclusa, cada investigación, hasta que los resultados de otra puedan venir en su ayuda. (Freud, S, [1915] 1975, p. 255)
Bibliografía
Allouch J. (2006). Erótica del duelo en tiempos de la muerte seca. Buenos Aires. Argentina. Cuenco de plata.
Conferencia de Jean Allouch: Enséñame a dejar atrás mi locura. In$cribir el psicoanálisis. Año 3. Nro 5. Enero-Julio. Costa Rica, 1996. Asociación Costarricense para la Investigación y el Estudio del Psicoanálisis (ACIEPs). Costa Rica, 1995.
Conferencia publicada en versión digital. En el margen, revista de psicoanálisis. Buenos Aires, 2024. https://wordpress.com/post/enelmargen.com/13431
Freud, S. ([1913] 1975). Obras completas Vol. 13. “El interés por el psicoanálisis”. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu Editores.
Freud, S. ([1915] 1975). Obras completas Vol. 14. “Duelo y melancolía”. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu Editores.