Cuidado editorial Gerónimo Daffonchio
Hoy publicamos las palabras de Claudia Prado quien, junto a Miguel Balaguer editor de Bajo La Luna, fueron los encargados de bienvenir el libro El año reptil de Guadalupe Faraj. La presentación tuvo lugar el día viernes 5 de septiembre en Espacio Emé, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Decidimos publicar los textos de la presentación en la sección La piel del mundo.
Cada lugar, el equivocado
Leí más de una vez este diario, lo leí en diferentes versiones. El texto fue cambiando y yo fui, cada vez, una lectora distinta. De algunos de los primeros apuntes que me mostró Guadalupe recuerdo la lucidez, la contundencia, la tristeza profunda de muchas frases que atravesaron los años y forman parte de este libro:
¿Qué será lo hermoso de ahora en adelante? ¿Esta ausencia?
De otra lectura, me quedaron imágenes que en la última versión aparecen en bastardilla, como poesía y como sueño:
Cerca del sauce y del olivo está Lluvia, la yegua que da vueltas por el campo cosechado. Miro las repeticiones, como ella arriba de la moto, nosotros al lado del fuego, las seis agujas que unen puntos y dejan una lana extensa y colorida. Miro sus pelos largos que bien podrían ser la lluvia, la casa apretada de gente. Afuera, en el silencio descampado, los árboles hablan conmigo.
Recién ahora, que leo El año reptil, en la edición de Bajo la luna, presto atención a una palabra que me resulta muy poco familiar. Antes no estaba o yo no había reparado en ella. En la entrada del 11 de mayo, la narradora dice:
Vivo como un río excedido en aguas, un planeta en precesión
Imagino algo que retrocede, mengua, colapsa, pero el diccionario explica que precesión es el movimiento de rotación del eje inclinado de giro.
Como el de un trompo —dice—.
Como una vida corrida de su eje por un hecho fortuito, pienso.
un planeta en precesión que desconoce la línea recta. Así se completa la frase.
Me detengo en el presente de ese verbo: desconoce, un presente tan amplio que, aunque la nota corresponda a una fecha precisa, ese desconocimiento abarca y resignifica el pasado y se extiende desde el yo de la narradora hasta nosotros, quienes leemos, en un lugar y un día también precisos, también planetas que desconocen la línea recta.
Cada lugar, el equivocado, anota la narradora el 14 de julio. Y recuerdo, por supuesto, uno de los poemas más conocidos de Diana Bellessi, que comienza con estos versos: He construido un jardín como quien hace / los gestos correctos en el lugar errado. Errado, no de error, sino de lugar otro.
La narradora mira a su alrededor todo lo que gira, se repite y en la repetición se transforma: la yegua que da vueltas en el campo cosechado, las manos que tejen, la nena que va y viene en moto. Con esfuerzo intenta sumarse ella misma a esa repetición que es movimiento, vida. Dice: nosotros junto al fuego. En la ciudad, va a escuchar a una escritora admirada y le da su primera novela; en el campo, se anima a andar a caballo alrededor de la casa; se deja llevar en moto por la sobrina que conduce y, mientras aceleran, se sujeta del cuerpo pequeño como si ella fuese, de las dos, la más niña.
Pero pierden el equilibrio y se caen en el camino de tierra.
Expulsada del presente, giróscopo en precesión, trompo que pierde fuerza y se bambolea.
Más claro y más poético que el diccionario de la RAE me resulta el antiguo Quillet de mi mamá, que explica con un gráfico que este fenómeno de la precesión del planeta provoca, entre otras cosas que, año tras año, se corra imperceptiblemente el inicio de las estaciones y, que la ubicación actual de las constelaciones zodiacales no sea la misma que en siglos pasados. Dice que, por esta causa, un día, después del 2600, si todavía existimos para nombrar las cosas, la expresión “estrella polar” tendrá que pasar a designar otra estrella.
Pensar en grandes espacios y grandes duraciones, ¿consuela?
16 de mayo
Es la primera vez que escribo la palabra hijo y no lloro.
“El mundo es más grande que lo que ves”, dijo alguien.
20 de junio
Los árboles se están deshojando en varias partes del mundo.
En mi patio un ficus y un papiro. Con paciencia llegaré al invierno.
30 de julio
El tiempo se desliza lento igual que un reptil. No quiero comer ni cocinar ni hacer la cama. Es invierno y llueve. Lo dije muchas veces. Habrá otras personas que no reparen en esto: sus hijos han nacido y cuidan de ellos.
16 de agosto
Fue el invierno con más intención de invierno que conocí.
La otra definición de precesión es retórica y es la decisión de no completar una frase, de no decir sino en parte, dejar abierto el sentido. Aposiopesis o reticencia se llama también a este recurso.
¿Qué será lo hermoso de ahora en adelante?
¿Esta ausencia?
¿La muerte?
En ese tanteo que no es miedo de decir, sino decisión de no completar lo que está incompleto; en esa reticencia, a veces suave y otras veces furiosa; en ese respeto por el propio dolor que se sacude tanto las fórmulas ajenas —¿Cómo se le ocurre decir eso?— como el empeño de la ciencia; en ese aferrarse solamente a las imágenes que se sienten certeras y después soltarlas para volver a tomarlas de manera distinta; en esa necesidad de avanzar con las palabras, la panza pegada al suelo, porque lo que funciona acá, allá se desarma, lo que funciona allá, acá explota, es ahí donde yo, una lectora de este libro, en este planeta en precesión, encuentro y agradezco la belleza.
Claudia Prado nació en Puerto Madryn, Argentina. Escribió los libros “El interior de la ballena” (Nusud, 2000 – 3er Premio del Fondo Nacional de las Artes), “Viajar de noche” (Limón, 2007), “Primero” (Caleta Olivia, 2020) y “Aprendemos de los padres”, un libro de poesía y collages con el artista plástico Víctor Florido. En el año 2024, se publicó “El interior de la ballena / The Belly of the Whale” con traducción de Rebecca Gayle Howell (Texas Tech University Press) y “Nada brilla en los rincones”, una antología de Editorial La Coz. Codirigió los documentales “Oro nestas piedras”, sobre el poeta Jorge Leonidas Escudero y “El jardín secreto”, sobre la poeta Diana Bellessi. Entre el 2006 y el 2011, participó en la coordinación del taller de poesía del proyecto Yo no fui, en la cárcel de mujeres de Ezeiza. Durante 2019 y 2020, llevó a cabo el proyecto Inquietud / Disquiet como becaria del programa Fellowship for Utopian Practice de Culture Push y con el apoyo de New York Council on the Arts. Desde el 2003, coordina talleres de poesía y narrativa para adultxs y adolescentes. Actualmente, realiza talleres online, en forma independiente y también para diversas organizaciones de Estados Unidos, en algunos casos, con el apoyo de Poets & Writers. Vive en Buenos Aires y es una de las organizadoras del ciclo de lecturas, fotografía y música Había una vez un nombre.
Esta revista se sustenta gracias a la publicación, la difusión y la edición, sin ánimo de lucro, de cada uno de los miembros que la componen. Agradecemos la colaboración económica que el lector o la lectora quiera y pueda para lo cual dejamos nuestros datos.
CVU: 0000003100078641018285
Alias: enelmargen.mp
Mercado Pago
Desde el exterior: https://www.paypal.me/flagelodelverbo