Escribir, editar y publicar psicoanálisis: Una erótica de pasaje. Por Gerónimo Daffonchio

Imagen de portada: Voyage au bout de la noche – óleo y tiras de metal. Anselm Kiefer


Buenas tardes, muchas gracias por estar, quería decirles que estoy muy contento y agradecido de formar parte de esta mesa, con queridas compañeras.

Me gustaría empezar diciendo, o contándoles, que como bien se dijo ya, este año la revista En el Margen cumple una década, y que una de las maneras que elegimos para celebrarlo es presentarnos hoy acá, en este Congreso, para compartir con ustedes parte de ese recorrido que se inició allá por el año 2015.

¿Por qué digo parte del recorrido? Bueno, me gustaría que se escuche algo de eso, en el devenir de esta presentación. Presentación que tiene que ver con el hecho de hacer pasar algo de una experiencia, de una errancia.

Quiero hacer pie, en este punto, en la palabra celebración, en ese ofrecimiento vital. Muchas veces escuché decir: “el psicoanálisis será divertido o no será”. Y a mí, siempre me gustó suponer, que es en alusión a lo diverso, a la di-versión, en contraposición diría al deber de b(i)en-decir-escribir el psicoanálisis.

 Marguerite Duras, al final del primer capítulo de su libro Escribir, dice:

“Escribir. 

No puedo. 

Nadie puede.

Hay que decirlo: no se puede.

Y se escribe. 

La escritura es lo desconocido.

Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos- (…)

La escritura: la escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito y pasa, como nada pasa en la vida, nada excepto eso, la vida.”

Recuerdo, hace ya tiempo, en una de las reuniones que tuvimos, el trabajo que nos tomamos para pensar, articular y hacer pasar un nombre. Queríamos encontrar algo que dijera acerca de la labor editorial que veníamos realizando con los textos que llegaban a la revista para ser publicados. Comité, fue uno de los nombres con el que nos reímos mucho, enseguida lo asociamos a cierto modo de bajada de “línea editorial”. Después de varias y variadas vueltas acerca del tema, apareció “el cuidado” como aquello que lograba decir algo acerca del modo en el que nos proponíamos llevar adelante la tarea. Nuestra apuesta de trabajo.

De esa manera, también apareció el nombre “Delegación editorial”. Modo de nombrar ese gesto de recibir, de alojar, de hacer pasar con cuidado, de una mano a otra mano –pero no por demasiadas-. Un hacer pasar, que no es un dejar pasar. Es tener en cuenta a un humano parlante, al hablante-ser, al parlêtre. Y eso, requiere de un esfuerzo, de un retomar; requiere del gusto, parafraseando a Freud, por atravesar una dificultad.

Hubo antes, y sigue habiendo hoy, un modo del lazo que se practica entre quienes hacemos la revista. Yo lo llamaría de pasaje: una práctica/erótica del hacer pasar. Pero ojo, una práctica, erótica que no hace estándar, que no hace del acto, profesión ni academia. Hacer lugar, diría, para hacer pasar, a veces incluso, aquello que se resiste, que pulsa… lo informulado, dice Anny Duperey en El velo negro. Un hermoso libro sobre el duelo.

En relación con lo que se viene diciendo, por ejemplo, de la escritura como re-escritura de la falta. O incluso de pensar la publicación en relación con el neologismo que inventa Lacan: “poubellication”, uniendo la palabra “publication”, que podríamos traducir por publicación, publicar, o incluso hacer público; con la palabra “poubelle” que significa tacho de basura, o basurero. Y, sobre todo, en relación con ese gesto, en el que venimos insistiendo, del hacer pasar; en eso de tomar la palabra y el lugar para, en ese mismo movimiento, darle la palabra al otro, recuerdo un apodo con el que Lidia Ferrari, una asidua colaboradora de la revista, se refirió a Helga Fernández, y que a mí me había parecido, en aquel momento, un apodo extensible a la labor que hacemos cotidianamente en la revista, Lidia dijo: es una máquina de guerra para la paz.

Creo que ese modo de nombrar ubica muy bien algunas cuestiones que venimos pensando y realizando, en términos de edición y de publicación. Sobre todo, me parece que da una muy buena referencia, acerca del ámbito en el cual tiene lugar.

Por un lado, podemos pensar el espacio de lo digital y la viralidad, que en ese espacio tiene lugar, y cómo allí entra a jugar el vi(r)opoder con sus algoritmos –(«performando la ilusión narcisista» como sostiene Gisela Avolio: «de un ser sin fallas», esa «pasión por la exactitud»)-. Por otro lado, entrar a jugar, en ese mismo ámbito y contra efectuar ahí, con escrituras que hacen a la comunidad de la pérdida, con escrituras que neutralicen, de alguna manera, cierta inercia que impone el algoritmo. Escrituras hechas de los retazos, de los restos que escapan, justamente, de la lógica arrasadora, propia del extractivismo a escala planetaria.

Insisto en la escritura como la re-escritura de la falta. Me animo a pensar este poubellicar de Lacan, como una apuesta a un poubellicar cada vez mejor, al modo de un fracasar cada vez, mejor. Un hacer, que dé lugar no, a la imposibilidad de escribir/editar y publicar, sino que haga pasar y dé lugar a la escritura/edición y publicación de la imposibilidad. Lacan, al inicio de uno de sus seminarios dice allí estamos, pues, unos cuantos reunidos en el mismo cubo de basura…

Diré que el psicoanálisis trabaja con lo que incomoda, con los restos, con lo que resta, con aquello que hace falta, que pulsa, con el defecto, diría. Me gusta pensar la relación que podría ex-sistir por ejemplo, entre la abstinencia del analista y cierta práctica de la abstinencia del editor… pero esto último, quedará como causa, para una nueva escritura, siempre porvenir.

Para terminar, quisiera nombrar a quienes hacen la revista y que no están hoy presentes en la mesa: Helga Fernández, Gisela Avolio, Mariana Castielli, Marisa Rosso, Yanina Marcucci, Valeria González, Gabriela Odena, Andrés Hoffman, Leticia Gambina y Ariadna Mieres.

¡Muchas gracias!


Referencias: 

• Marguerite Duras «Escribir». 2006. Ed. Tusquets. Argentina. 

• Anny Duperey «El velo negro». 2024. Cielo Invertido Ediciones. Córdoba. Argentina. 

• Jean Allouch «Erótica del duelo en tiempos de la muerte seca». 2024. El cuenco de plata. Buenos Aires. Argentina. 

• Jean Allouch «Contra la eternidad – Ogawa, Mallarmé, Lacan -». 2009. El cuenco de plata. Buenos Aires. Argentina. 

• Roberto Calasso «La marca del editor». 2015. Anagrama. Argentina. 

• Jacques Lacan «Seminario XVI. De otro al otro. 2006. Paidós. Argentina. • Sección «Vuelta al Porvenir». 2024. En el Margen revista. Argentina. 

• Fernando Barrios «Poubellicar psicoanálisis o tirar el psicoanálisis al tacho de la basura pública Yo acuso (recibo)». https://e-diccionesjustine-elp.net/wp content/uploads/2020/06/Poubellicar.pdf 

• Helga Fernández «Mandíbulas autómatas. La palabra en estado viral y los huéspedes precarizados». 2024. En el Margen revista. Argentina. 

• Helga Fernández «La Hiperstición. La más nueva de las letosas». 2024. En el Margen revista. Argentina. 

• Sigmund Freud «El porvenir de una ilusión». 1998. Amorrortu. Tomo XXI. Argentina. 

• Sigmund Freud «El malestar en la cultura». 1998. Amorrortu Tomo XXI. Argentina. 

• Gisela Avolio «La confianza en el equívoco». 2025. En el Margen revista. Argentina.

 • Gisela Avolio «La pasión por la exactitud». 2023. En el Margen revista. Argentina.


Gerónimo Daffonchio es Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Psicoanalista. Realiza su práctica en consultorio particular. Es editor de EnelMargen Revista de psicoanálisis. 


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