Viro-poder en el capitalismo tecno financiero del Siglo XXI. Por Agostina Taruschio.

Imagen de portada: Aschenblume, de Anselm Kiefer


En este apartado nos proponemos retomar y bordear la pregunta que quedó resonando de la presentación: ¿Qué permite la praxis entre la escritura y la publicación en psicoanálisis en relación a lo que desborda epocalmente? Para intentar responder a esta pregunta acaso sea preciso indagar en la coyuntura social e histórica en que se inscribe y en las estrategias de poder contemporáneas sobre las que la propuesta del Congreso invita a reflexionar.

 Hagamos un breve recorrido por la historia de la incidencia del poder en la vida.

Con el nacimiento de la modernidad, la vida natural empieza a ser incluida en los mecanismos y cálculos del poder estatal y el cuerpo viviente de los sujetos se convierte en blanco de las estrategias políticas del Estado. Si el soberano ejercía el poder sobre la vida del lado de la muerte (hacer morir o dejar vivir), el poder estatal gobierna a través de un «hacer vivir» asociado a un «dejar morir» que opera en una doble dirección: por una parte, hacia el cuerpo, articulando lo que Foucault denomina una anatomía política y, por otra, al conjunto de la población, al hombre-ciudadano en tanto que miembro de una especie que nace, se reproduce, habita, trabaja, enferma, sana, muere, a lo que Foucault da el nombre de biopolítica.

«Hacer vivir» se convierte en la implementación de un conjunto de estrategias y técnicas sobre los ciudadanos a través de un conjunto de instituciones (ejército, escuela, cárcel, hospital, fábrica) que mediante la reproducción pautada de un orden previamente fijado y una vigilancia continua, organizan la vida garantizando la adaptación a la norma. Aquellos que no se adecuan a la normativa disciplinar son en cambio arrojados a la muerte, el exilio, la desprotección. La biopolítica se transforma en tanatopolítica cuando la decisión sobre la vida se convierte en decisión sobre la muerte, categorizando entre vidas que valen la pena ser vividas y vidas en condiciones de indignidad.

Este modelo del biopoder fue puesto en cuestión sucesivamente a lo largo de la historia en la medida en que se fueron redefiniendo y transformando las relaciones de poder y su modo de incidencia en la vida.

En Tecnología y Barbarie, el escritor argentino Michel Nieva denomina la especificidad de la biopolítica de las periferias globales, dentro del capitalismo tecno-financiero del Siglo XXI, bajo el nombre de vi(r)opolítica. El pasaje de la biopolítica europea a la viropolítica tiene lugar en la gestión coextensiva del virus COVID-19 y el capital financiero: mientras la maquinaria neoliberal extrae y gira ganancias destruyendo a su paso ecosistemas enteros, pone a circular virus desconocidos para lo humano, que desecha a las periferias del mundo. De este modo, el autor da cuenta de que el virus del capital ya no funciona tanto por su aplicación directa sobre el cuerpo, cuanto por la vehiculización de una gestión extractiva que nos transforma en «huéspedes precarizados», soportes decisivos para la reproducción y multiplicación del capital. La gran paradoja es que mientras estos huéspedes garantizan la «salud del mercado» a nadie le importa que ellos sobrevivan: deben ser extirpados o dejados en el camino si no pueden adaptarse a los cambios requeridos por el mercado (Helga Fernández, 2024). Esta maquinaria es una fábrica de residuos humanos, vidas precarias, vulnerabilizadas, viralizadas, arrojadas a la indigencia.

La precarización se volvió la base de la vida y nueva biopolítica de poder invadiendo el campo de la experiencia y afectando todos los aspectos de la vida humana generando un efecto de devastación y colapso también en la dimensión de la palabra y la transmisión del lenguaje.

Habitamos un tiempo que podríamos llamar junto a Joan-Carles Mèlich de desempalabramiento del mundo o con Viviana Garaventa -a quien enseguida le doy la palabra para conversar sobre estos y otros asuntos-, de desmetaforización del lenguaje.

Tal como Helga Fernández releva en su ensayo “Mandíbulas autómatas” (2024) en nuestra epocalidad una nueva relación a la palabra entra en puja con la palabra encarnada: la transmisión digital o la palabra en estado viral. Se trata de una palabra sin sujeto, sin pasaje por la escritura del inconsciente, que adolece del estatuto significante y no se anuda al modo de la significación. En palabras de la autora: “Una pasión por ser hablado, donde lo que se reproduce ni siquiera se repite y mucho menos se articula o modula. No es dicho por nadie, ni dirigido a nadie, no cuenta ni con objeto ni con sujeto (…) Es reproducido por mandíbulas autómatas, desposeídas del hábitat del inconsciente”. Por el contrario, la palabra encarnada a la que hicimos alusión previamente: “se asienta en la narración, en el decir, en la palabra plena. Se inscribe, no sólo en el cuerpo simbólico de quien habla, sino también en la carne: dejando marca, mella, huella. Enraiza en aquello mismo que compromete, a quien dice con su decir. Hace lugar al otro, conversa: supone la otredad y la falta. Se trata de aquella palabra a la que apostamos en la experiencia del análisis (…)”, y a la que apostamos en la experiencia de trabajo en la revista, agregamos, como modo de conjurar esta tendencia epocal arrasadora.

Para hablar del sostenimiento en acto de esta apuesta invito a mis compañerxs de la delegación a dar algunos rodeos y a resonar sobre estos asuntos.


 Textos y referencias para este escrito:

Fernández, H (2024). Mandíbulas autómatas. La palabra en estado viral y los huéspedes precarizados. Editorial En el margen..

Mèlich, Joan-Carles. La fragilidad del mundo: Ensayo sobre un tiempo precario.  Barcelona : Tusquets Editores, 2021.

Mendiola, I. Habitar lo inhabitable. La práctica político-punitiva de la tortura. Barcelona : Edicions bellaterra, 2014.

Nieva, M. Tecnología y Barbarie. Barcelona : Anagrama, 2024.


Agostina Taruschio es Licenciada en Psicología (UBA). Trabajadora de la salud mental y practicante del psicoanálisis en el Hospital Público y en el ámbito privado. Fue docente de la UBA, de la UNTREF, de la Institución Fernando Ulloa. Forma parte de la Delegación editorial de la revista digital En el margen. Revista de Psicoanálisis. 


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