Entre la posibilidad y el agotamiento, entre la apertura y la obturación, nuestra época parece estar asediada por una multiplicidad de crisis que no hacen más que anunciar una pérdida definitiva del mundo y sus coordenadas tal cual las conocíamos. En medio de este diagnóstico decadente, aparece con fuerza una pregunta por la ficción y la imaginación, por el sitio destacado que ocupan hoy en la teoría, como operadores que permiten intervenir en el presente. Una marcada tendencia a reflexionar sobre la confluencia entre teoría y ficción y una pregunta en torno al mundo contemporáneo y lo que queda de él.
Se trata además de un tiempo –categoría también puesta en cuestión– definido por una diseminación de teorías y una acumulación de discursos que, en la mayor de sus partes, intentan revisar, desde múltiples perspectivas, ciertos presupuestos en torno al lenguaje, o mejor, cierta distancia respecto del giro lingüístico y su deriva constructivista. Y este no es un aspecto menor cuando lo que nos convoca aquí es la relación entre psicoanálisis y ficción o, dicho de otro modo, sobre la brecha irreductible que hay entre una teoría construida por el lenguaje y lo real que pretende captar. Una crítica al lenguaje que se traduce como consenso en torno a una búsqueda insistente de nuevos vocabularios críticos y modos de nombrar las tensiones de un presente en crisis.
Acaso una vuelta más en esta escena, enunciada rápidamente, sea, como precisa esta ocasión, una exploración de los intersticios entre psicoanálisis, ciencia ficción y literatura weird. No es casual en una época que, si bien anuncia un agotamiento alrededor a las formas de narrar y las historias que nos contamos, la teoría insiste en interrogar y experimentar con la forma de la narración, como vía posible y potencia ante esta crisis generalizada.
La forma, en este sentido, se vuelve central porque tiene que ver con un modo de relación y también con un modo de inscripción, de rastro y de trazo. Y es algo en lo que me interesa reparar en el libro que escriben a cuatro voces Fernando Barrios, Helga Fernández, Helena Maldonado Goti y Roberto Marín Villalobos. «Un viaje weird a los confines del psicoanálisis» arriesga, en primer lugar, algo en su forma, ya sea acaso porque el propio problema que lo convoca se filtre en su escritura, por muchos momentos provisoria, tentativa, todavía por hacerse; o por su misma composición, esto es, por los apartados que ordenan el conjunto de textos, que intentarán iluminar algunas coordenadas de navegación en el recorrido que propone. La ficción extraña, su tema central, será nada más ni nada menos que el modo de nombrar el estado del mundo actual.
Leemos en este libro que la ciencia ficción se gesta en una zona liminar, y abre un espacio privilegiado para cuestionar la vigencia del término humano, punto que no resulta nada ajeno al psicoanálisis, de allí que compartan un suelo común. El psicoanálisis se enfrenta, entonces, al enorme desafío de repensar sus construcciones teóricas en un mundo actual donde las fronteras de los dualismos ontológicos de la Modernidad se tornan más difíciles de sostener.
Decíamos, entonces, que este libro propone pensar, y esa quizás sea su apuesta, el lugar del psicoanálisis en un mundo cada vez más extraño y la ficción especulativa como vía para pensar lo impensable. Propone un modo de lectura que opera por desplazamientos, a contrapelo de la práctica dogmática, para abrir al propio campo de su cristalización de doctrina cerrada. Escrito a cuatro voces que se multiplican y reaparecen a lo largo de sus páginas, el libro está dispuesto en tres partes llamadas Dislocaciones: la primera trata sobre ciertos temblores que la ficción extraña produce en torno a las concepciones de lo real y lo humano; la segunda sobre los vínculos entre psicoanálisis y literatura weird en el marco de reflexiones sobre el tiempo; y la última sobre las formas de la especulación ante la crisis.
La ciencia ficción se vuelve aquí, para quienes practican el psicoanálisis, una herramienta, un lente o prisma a través del cual ver y leer desde otra perspectiva. Los efectos de esta práctica se advierten en cierta apuesta por la hibridez weird. El weird, como sabemos, desborda su propia concepción de género literario, para situarse en la actualidad en una zona expandida que propone nuevos modos de saber. Ya que interroga, desarma y transforma ciertos protocolos de legibilidad vinculados al conocimiento y la ciencia.
La teoría, escribe Helga Fernández (pág. 42), no será ni la duplicación de ni la mímesis de nada, sino una construcción y es desde allí que el psicoanálisis reconoce su naturaleza de ficción teórica. La especulación funcionará entonces como dispositivo de extrañamiento, en el ejercicio de leer la ficción que anida al interior del psicoanálisis. Ya que trasciende la correlación sujeto-objeto que determina el conocimiento. Nociones tales como sujeto, humanidad, saber, difuminan sus distinciones a la luz de esta lectura. La práctica del psicoanálisis, sugiere Helena Maldonado (pág. 83), mantiene un lazo problemático con el paradigma del cual proviene: el sujeto, uno de sus fundamentos más importante.
En la búsqueda por trazar un campo a partir de ciertos problemas comunes entre ciencia ficción y psicoanálisis comienzan a aparecer: el horror como potencia, la hiperstición y su vínculo de indistinción con la verdad y la ficción; lo importunado y lo desencajado como prácticas de análisis; la interacción, la cita y el fragmento; lo espectral que impugna lo vivo y lo muerto; el zombie como figura para pensar formas de vida. Fernando Barrios escribe que “por todo lo que el psicoanálisis haya importunado hoy es objeto y materia de la ciencia ficción contemporánea” (pág. 149). O Roberto Marín Villalobos que explora los antiguos regímenes en los que se juega la oposición vivo-muerto y el umbral fantasmal que se abre allí, se pregunta “cuál es la debida función del muerto que, sin aparecer vivo, ¿aparece vivo?” (pág. 158).
Hay entonces una porosidad de lo weird que se filtra en la conformación de este libro. Un libro que pone en un lugar fundamental al fragmento (esquirlas provenientes de la ciencia, del psicoanálisis, de la literatura se mezclan en sus páginas) para dejar que emerjan allí, en sus zonas de contacto, distintas formas de interacción. La literatura aquí, en su deriva y potencia especulativa, viene a abrir un camino de exploración posible, al disponer otra perspectiva, a proponer un método que toma forma a partir de la ficción. Una pregunta que persiste a lo largo de los textos es qué tipo de articulación propone el psicoanálisis para pensar la ficción y la verdad, ya que la relación entre ambos se da en el corazón mismo de la experiencia del análisis.
Esta pregunta también estará condicionada por ciertas inquietudes y riesgos que la rodean. Se tratará, cada vez, de inventar un cruce posible, un procedimiento para conectar ambos mundos. Helga Fernández propone algunas figuras para pensar los peligros que contrae un procedimiento todavía por hacer: extractivismo, ilusión, eclecticismo, colonialismo. Riesgos teóricos de un método tentativo. Allí se pregunta: “¿cómo reconocer la especificidad de cada práctica sin aislarla en una singularidad inconmensurable?” (pág. 174) intentando trazar puntos de contactos entre prácticas linderas.
Quisiera detenerme en un gesto teórico-crítico que aparece en el libro. Tiene que ver con el lugar destacado que ocupa la cita en él. Hay algo en exhibir y mostrar un proceso de formación en torno al problema planteado. Son muchos los ensayos que comienzan con un conjunto de citas, como si para explorar los cruces entre literatura weird y psicoanálisis sólo fuera posible hacerlo exponiendo la forma de un hacer, o mejor, el carácter tentativo que guarda la práctica de este hacer. La cita en muchas ocasiones se revela como una experimentación de la forma, una radicalidad de montajes que yuxtaponen teoría, psicoanálisis, literatura, cultura, dejando entrever la convivencia de lenguajes disonantes.
Una deriva en torno al fragmento como forma de acceso a un saber que se sabe en proceso. Para saber hay que imaginar, supo decir Didi-Huberman (2004), arrojando luz sobre el carácter inventivo que es constitutivo de toda teoría y modo de conocimiento. Esto no significa que toda teoría se levante sobre la arbitrariedad y el mero relativismo, sino que su validez finalmente será medida en sus efectos, “en la capacidad de hacer legible aquello que bordea” (Fernández, 2025: pág. 43). Aparece también el matiz como figura que asedia la teoría, como mirada oblicua que cruza y atraviesa la diseminación de construcciones teóricas que –el libro enfantiza– no va en detrimento de la rigurosidad: esto es, la ficción. Aquella que aquí se releva por fuera del estricto ámbito de la ficción literaria.
Vuelvo a los movimientos que traza el libro: la práctica de la cita y el ejercicio de lectura aparecen como tareas tendidas a la especulación. Aparecen además ejercicios de escritura, de excritura, de reescritura, intervenciones materiales sobre lo ya dicho. En ocasiones asistimos a reemisiones de citas de textos anteriores, como si la escritura buscara construir una escena abierta, la de un diálogo inconcluso. Se trata de un libro lleno de ecos y resonancias donde la cita opera como método de lectura. Y también de un libro que todavía excava en las profundidades del psicoanálisis, que remueve el polvo de viejas máximas y citas célebres que constituyen el corazón del psicoanálisis. No olvidemos que se trata de un libro que explora los intersticios entre psicoanálisis y weird así que esta revisión significará, cada vez, trazar un desvío, hacer una torsión sobre lo ya dado para encontrar aquello inhumano que resplandece tenue al fondo de un fragmento.
Una cita de Lacan sobrevuela como un espectro el libro e interroga aún sobre modos de leer este cruce: la única ciencia verdadera es la ciencia ficción. Qué lugar ocupa la imaginación en ese enunciado enigmático que todavía dice, qué hay de insostenible aún en esa frase. Helena Maldonado dirá que la ficción especulativa es la verdadera ciencia de nuestros días. Como el reino de lo espectral, la cita se actualiza, descubre un aspecto en potencia, una vida inacabada que se dirime entre la variación y la insistencia. La vida de las formas, aquella capaz de atravesar los viejos paradigmas para volver, para torsionar y flexionar, para dar vuelta las preguntas y obstinarse en aquellos caminos largamente transitados.
Citas, textos, teorías se desplazan a tientas en este libro, se articulan y también contaminan entre sí. Porque en el contagio pareciera gestarse una extraña potencia de pensamiento, aquella que refulge en torno a cómo leer en la incomodidad de ese cruce, bajo qué procedimientos traficar campos de problemas disímiles y cómo asumir los riesgos de una correpondencia que en ocasiones roza lo imposible. No en vano, entonces, se vuelve a la ficción. Aquella que es nombrada, hacia el final, como un poder ancestral, ante el deseo de colocarla en otro lugar, de rodearla de otros interrogantes y de sacarla del lugar marginal que supo tener en ciertas construcciones teóricas.
Un tráfico que va de un sitio a otro. En ese movimiento este libro apuesta, no en restituir sino en habilitar invenciones, en hacerlo cada vez. Por ello, la ciencia ficción ocupa un lugar central, por momentos magnético, ya que habilita la pregunta por qué imaginaciones nos vamos a dar y para quiénes serán en este mundo en crisis. Por el tipo de producción de verdad que condiciona nuestra época, por qué figuraciones y materializaciones seremos capaces de levantar y construir.
Este libro, entonces, propone un viaje, un recorrido descentrado que se detiene en lo que no encaja. Como el weird que da lugar a un tipo específico de perturbación que involucra una sensación de inadecuación y extrañeza. Y lo hace dibujando ciertos movimientos: incrustaciones y reminiscencias, ecos, resonancias, giros, zigzags. Contaminaciones y tráficos son los movimientos teóricos que ensaya el cruce de estos mundos. Conjuga los límites a los que se enfrenta, pero también sus potencialidades. Me detengo por última vez en el gesto con el que cierra el libro: la tarea de construir un psicoanálisis como práctica que va del acto de creación al acto de subversión. Especular, será entonces imaginar formas del porvenir, indagar en formaciones y procesos en curso, resistir.
Referencias
Barrio, F.; Fernández, H.; Maldonado Goti, H.; Marín Villalobos, R. (2025). Un viaje weird a los confines del psicoanálisis. En el margen editora, Buenos Aires.
Didi-Huberman, G. (2004). Imágenes pese a todo. Memoria visual del Holocausto. Paidos, Barcelona.
Ana Neuburger (Córdoba, 1988) es docente, doctora en Letras e investigadora postdoctoral de CONICET. Es co-editora de los libros Imaginación y materialismos. Ficciones teórico-críticas ante la crisis (2024) y Figuras de la intemperie. Panorámica de estéticas contemporáneas (2019). Participa en distintos grupos de investigación sobre estética, filosofía, literatura y artes contemporáneas. En la actualidad, su trabajo explora los cruces entre residualidad, crisis y territorios en la literatura contemporánea.