“Y, antes de que la ciencia se pusiera al día con la leyenda, la leyenda se había tragado a la ciencia y a todo lo demás.”
Soy Leyenda, Richard Mathenson.
- ¿Hay un lugar extraño para psicoanálisis?
Ángel Faretta, crítico de cine, escritor, especialista en el fantástico, cuenta, jocosamente, que E.T.A. Hoffmann asistió a las clases de filosofía de Kant, “Y -dijo Ángel- lógicamente se aburrió”. Frente al idealismo kantiano, más bien en contra, escribió, entre otras cosas, su cuento “El hombre de arena”, una narración fundante del género fantástico y una crítica a la atosigadora sociedad moderna.
Este colectivo de psicoanalistas weird, nos pone al tanto, en uno de sus escritos recién comenzado el viaje, que Kant también tuvo que ver con el inicio de este ¿género?. Si para Kant el fenómeno es lo único que podemos llegar a conocer por medio de nuestra razón, uno de los precursores de la filosofía posthumanista, ciberpunk, weird, del horror, Nick Land, se lanzará hacia lo nouménico, corriendo del centro al humanismo ilustrado.
Tenemos una articulación directa entre el psicoanálisis y lo fantástico, a través del célebre texto de Freud Das Unheimlich, en el que trata directamente el cuento de Hoffmann, para rescatar de allí ese escurridizo término (palabrita, citando a los viajeros) que remite a la sensación de lo siniestro, ominoso, inquietante. Un texto ordenador para la crítica, pero también decepcionante, como Mark Fisher declara en su introducción de Lo raro y lo espeluznante, justamente por la explicación edípica que Freud utiliza como matriz interpretadora.
Pero antes que Fisher, el psicoanálisis ya había sido fuertemente criticado por un contemporáneo de Freud y quien, según Ramiro Sanchiz, es el escritor del weird, H.P. Lovecraft. En su cuento Del más allá, un científico construye una máquina que estimula la glándula pineal, permitiendo ampliar la percepción humana y ver realidades ocultas. Cito a Crawford Tillinghast en su experimento: “Me río de los superficiales endocrinólogos, colegas de los embaucadores y advenedizos freudianos. Esa glándula es el principal de los órganos sensoriales… yo lo he descubierto”. La estructura edípica puede encontrar la causa de lo siniestro en el fantástico, pero frente a un horror que traspase lo humano, se encuentra inquietado.
También se interesó por la cuestión del sentido de los sueños –provocativamente me gustaría decir– en el cuento Más allá del muro de los sueños. Lovecraft imagina una máquina telepática para que un médico se comunique con los sueños de su paciente, en los que el ficticio psiquiatra logra viajar a otros reinos de luz y maravilla. En el inicio parece desafiar directamente a la pregunta freudiana sobre el significado de los sueños. Así comienza:
Con frecuencia me he preguntado si el común de los mortales se habrá parado alguna vez a considerar la enorme importancia de ciertos sueños, así como a pensar acerca del oscuro mundo al que pertenecen. Aunque la mayoría de nuestras visiones nocturnas resultan quizás poco más que débiles y fantásticos reflejos de nuestras experiencias de vigilia -a pesar de Freud y su pueril simbolismo-, existen no obstante algunos sueños cuyo carácter etéreo y no mundano no permite una interpretación ordinaria, y cuyos efectos vagamente excitantes e inquietantes sugieren posibles ojeadas fugaces a una esfera de existencia mental no menos importante que la vida física, aunque separada de ésta por una barrera infranqueable.
De nuevo, la práctica de la interpretación de los sueños freudiana, no podría alcanzar la propuesta de lo no mundano, lo etéreo. Parece que entre el wierd y el psicoanálisis, al menos freudiano, existe una barrera infranqueable.
- Fuera del locus
“Un viaje wierd a los confines del psicoanálisis” lo leo como una propuesta NO de psicoanalizar lo weird, sino más bien de, cito: “weirdificar el psicoanálisis”, o de “hacer una lectura extrañada”. De una u otra manera, el término que eligieron fue “dislocar”. Su uso más coloquial refiere a los huesos y articulaciones, específicamente al desplazarse de su lugar asignado para cierta anatomía.
Recuerdo muy vívidamente cuando a mis 7 u 8 años me disloqué la muñeca. Más allá de los detalles horrorosos, por haber visto la mano en un lugar que no le correspondía, lo más doloroso fue la maniobra que utilizó el médico para volverla a su lugar. Con mi muñeca arreglada, hoy me pregunto qué otras funciones, más que las anatómicamente normalizadas, podría haber alcanzado con la mano deformada.
Me gustaría compartir algunas dislocaciones que este viaje realiza por la anatomía, mejor el corpus, psicoanalítico.
El despegue, de este mundo y el comienzo de la extrañeza, parte de unas frases, bastante enigmáticas, quizás más que otras, de Lacan. En las que dice cosas como: “La única ciencia verdadera es la ciencia ficción”[1], o “la ciencia ficción es el misterio del ser hablante”[2]. Enunciados que dieron lugar a poder pensar no sólo el psicoanálisis en la ciencia ficción, sino la proliferación e interés por la ficción especulativa o ficción weird –no son equivalentes pero sí son formas de la transformación actual de ciencia ficción clásica mezclada con el horror lovecraftiano, o algo así– que se da en latinoamérica. Pero la frase lacaniana que más deja articular al psicoanálisis y encontramos en estos textos, desde mi perspectiva, es: “la ciencia ficción no (se) consiste sino de lo que desconstituye, es decir, de un inconsciente del que no sabemos nada, excepto que está estructurado como un lenguaje”. Entonces, un viaje weird, promete deconstituir lo constituido.
- Especulaciones
Podemos pensar que la teoría sería lo más cercano a un saber constituido, instaura saberes, domestican prácticas y ordenan narrativas. Por otro lado, está la audacia de la especulación, que nos permite estar apegados al descubrimiento, en este caso freudiano, soportar lo perturbador del encuentro con el medio desconocido. Hay una relación nominal entre la ciencia ficción y la ficción especulativa, esta última intenta abarcar no sólo las ciencias “duras”, sino también las derivas temporales e incluso la posibilidad de pensar otros mundos.
Los momentos en la obra de Freud en los que se lanza a especulaciones están llenos de advertencias, avisos, descargos, cito: “Lo que sigue es especulación, a menudo de largo vuelo, que cada cual estimará o desdeñará (…) es un intento de explorar consecuentemente una idea, por curiosidad de saber adónde lleva”. En este viaje, esas derivas, están muy bien señaladas.
Por ejemplo, en Más allá del principio de placer, Freud especula sobre células germinales que, “laboran en contra del fenecimiento de la sustancia viva y saben conquistar lo que no puede menos que aparecérsenos como su inmortalidad potencial”, sigue, “bajo ciertas condiciones favorables son capaces de desarrollarse en un nuevo individuo”. Algo así como la transmigración de almas, arriesga nuestro colectivo, apoyado por la nunca abandonada transferencia de pensamientos. Idea que permite hacer un diálogo entre Freud y Ghost In the shell, un anime cyberpunk al que volveremos.
Podemos aportar otro ejemplo de ficciones freudianas, esta vez una ciencia ficción más clásica. Aunque al leerla desde esta perspectiva, no pasa desapercibida la posición que el autor adopta y, como toda especulación, deberá ser contrastada con la época. Para apoyarse en la primera de las teorías sexuales infantiles, aquella que descuida la diferencia entre los sexos, la llamada premisa universal del falo, el punto de partida de Freud es al menos raro, cito:
Si pudiéramos considerar con ojos nuevos las cosas de esta Tierra, renunciando a nuestra corporeidad, como unos seres dotados sólo de pensamiento que provinieran de otros planetas, acaso nada llamaría más nuestra atención que la existencia de dos sexos entre los hombres, que, tan semejantes como son en todo lo demás, marcan sin embargo su diferencia con los más notorios indicios.[3]
Podríamos continuar con esa fábula de la mirada extrañada del alien que viaja a la Tierra. Por primera vez se encuentra con maravillas naturales, las montañas, el viento, el calor del sol. Incluso las construcciones humanas, las ciudades, las pinturas, los libros. Podemos concluir que hay que ser extraterrestre para sostener la teoría sexual así como la concibió Freud. O pensar de manera especulativa, más cerca del descubrimiento. Porque llegar a instituir la teoría llevó al mismo padre del psicoanálisis a declarar sobre el Complejo de Edipo: “su reconocimiento ha pasado a ser el shibbólet que separa a los partidarios del análisis de sus oponentes”[4].
Freud no fue el único psicoanalista que se adentró a las especulaciones respecto de la biología. En su obituario a Sandor Ferenczi, Freud escribe sobre el texto Thalassa, Ensayo sobre una teoría genital: “Ese opúsculo es más bien un estudio biológico que psicoanalítico (…), de los puntos de vista e intelecciones que el psicoanálisis había producido: es quizá la más atrevida aplicación del análisis que se haya intentado nunca”.[5] Puede parecer una crítica que lo ubique como un estudio perteneciente al campo de la biología, pero por otro lado, es una audacia de la que sabemos por Ferenczi que Freud “no tenía vergüenza por extraviarse durante excursiones en medio de lo desconocido”[6]. El húngaro se autoriza, por medio del vienés, a extraviarse en la idea fantástica –según su propio criterio–: que la vida intrauterina no es sino la repetición de una forma de existencia acuática de antaño, y el nacimiento representaría de manera individual la gran catástrofe de la desecación de los océanos que obligó a nuestros antepasados animales a abandonar la vida acuática.
Esta primera dislocación ferencziana, leída desde la extrañeza, resulta congruente con una de las ideas de la filosofía posthumanista. Me arriesgo a tal definición a partir de la propuesta de Ferenczi al prologar la versión húngara de los Tres ensayos de Freud, cito: “es un retorno al animismo, pero a un animismo que ya no será antropomorfo”[7]. El corrimiento de lo humano lo hace pensar en unas categorías que lo acercan a lo ancestral. Llega a referirse, en otro texto[8], a las neurosis de especie, producida por el rechazo a lo geológico ancestral.
- Contra la eternidad
Profundizar la crítica y revisar lo que Freud llamó “fantasías fundamentales”, parece una forma que obtura la pluralidad y potencia, sobretodo en un sentido temporal. Al pensar el inconciente como “lo que no conoce el tiempo”, se constituye el mayor punto ciego del psicoanálisis freudiano: el amor al padre como servidumbre. La fantasía de asesinato del padre hace su presencia ahora absoluta, una eternización.
Especulando sobre unas formas de eternidad, o de trabajar como fantasma, nos encontramos con el terror que causa incluso en Ghost in the shell, el anime antes nombrado, en donde una cyborg teme que destrocen su cuerpo, trasladen su sistema a otro cuerpo y pueda seguir trabajando eternamente para la seguridad estatal. O en el capítulo de Black Mirror “Vuelvo enseguida”, en el que el hombre de la pareja muere repentinamente y lo replican en base a sus datos subidos a las redes. La viuda no tarda en horrorizarse. Podemos agregar el cuento de China Mieville Cimientos, en el que un médium escucha los restos sufrientes de almas sobre las que se construyeron edificios.
Encontramos al menos dos antídotos contra la eternidad en este viaje. Uno de ellos es el que parte de cuestionar lo fundamental de las fantasías freudianas, advirtiendo el riesgo de su vertiente patológica y a la fijeza. Entre otras autoras, se toma el término “incomposibilidad” de Nyong`o y la operatividad de la fabulación especulativa de Donna Haraway, en donde mundos o eventos que no podrían coexistir lógicamente son reunidos en el espacio fabulativo. Entonces, la diferencia entre lo simultáneo, en donde el instante en donde todo coincide conduce a la noción de eternidad, y la sincronía, que sería una forma de relación temporal donde los distintos momentos no están ordenados y arman una trama de influencias mutuas.
Algo de esto ocurre en la película recientemente estrenada Sinners, de Ryan Coogler, que comienza con el siguiente epílogo narrado por una voz femenina:
Existen leyendas de aquellos que nacieron con el don de crear música tan auténtica, que atraviesa el velo entre la vida y la muerte. Conjuran espíritus del pasado y del futuro.
En la antigua Irlanda, se les llamaba filly.
En la tierra de los choctaw, se les llamaba guardianes del fuego.
Y en África Occidental, se les llama kriyats.
Este don puede traer sanación a sus comunidades, pero también atrae el mal.
Hay un chico que tiene este don de tocar música de manera auténtica, que es acechado por unos vampiros que, por supuesto, viven en la eternidad, sólo el que posee el don puede ayudarlos a dejar su eterno sufrimiento. En una escena situada en un bar del sur de los Estados Unidos en los años ´30, el guitarrista se pone a tocar un blues con su guitarra y voz. A medida que la canción se desarrolla, empiezan a mixturarse instrumentos de otros tiempos, ritmos africanos, baterías futuristas, guitarras eléctricas, toda una trama de influencias mutuas en sincronía.
La otra vía para terminar con la eternidad es la figura del analista que se hace el muerto. La potencialidad que implica la muerte, como en la Thanotosis, la defensa animal en la que se evade al predador. Al igual que el reflejo miotático, si queremos hacer un paralelismo con la elasticidad en la técnica, es un mecanismo de defensa del cuerpo que evita que los músculos se estiren demasiado y se rompan.
La cadaverización del analista no implica una injerencia fantasmal persecutoria y acusativa, sino una presencia que convoque o conjure. Toman lo que Vinciane Despret llamó la potencia comunicativa de los sueños. Para contar que la fuerza de las obligaciones que tienen los vivos, no tienen el poder que, en su ejemplo, un padre muerto aparece en sueños a dar un consejo. En vida hubiera sido desechado lo que muerto se torna una obligación.
Pero más aún el analista que deviene agonista, mínimamente vivo, porque no es un salto a la eternidad, es más bien lo que Jean Allouch en Fragilidades del análisis evoca como: “alguien que sabrá guardar para sí lo que ha oído hasta la tumba, esto es raro, excepcional, de gran valor en este tiempo que se quiere transparencia y trazabilidad”[9].
Para terminar quiero evocar por última vez a Sandor Ferenczi, simplemente para señalar la simpatía que tenía con las ideas no-humanas y de la existencia de otras realidades. En una entrada del Diario clínico, adjudicaba a los “enloquecidos de dolor”, la capacidad de experimentar fragmentos de la realidad inmaterial, inasequibles para los “sanos”. Aunque haya tenido la impresión de la eficacia real de sucesos como la trasmisión de pensamientos, recibidos con fuertes resistencias emocionales, a partir de tales exigencias, la propuesta del psicoanalista húngaro reza, especulativamente, de la siguiente manera:
«Acaso nos aguarde aquí una cuarta afrenta narcisista, a saber: que aún la inteligencia, de la que nosotros analistas estamos tan orgullosos, no es propiedad nuestra, sino que tiene que ser recogida o regenerada cada vez por derrame rítmico del yo en el universo, que por tanto sería el único inteligente.» [10]
[1] Disponible en: https://psicoanalisislacaniano.com/jacques-lacan-entrevista-por-la-revista-panorama-1974-12-21/
[2] Idem.
[3] Freud, S., “Sobre las teorías sexuales infantiles”, (1908), Obras Completas, Vol. N° IX, Amorrortu editores, Bs. As., 1990, pág. 189.
[4] Freud, S., “Tres ensayos de una teoría sexual”, (1905), Obras Completas, Vol. N° VII, Amorrortu editores, Bs. As., 1990, pág. 206.
[5] Freud, S., “Sandor Ferenczi”, (1933), Obras Completas, Vol. N° XXII, Amorrortu editores, Bs. As., 1990, pág. 227.
[6] Disponible en: https://www.alsf-chile.org/Indepsi/Selecciones-Ferenczianas-Tomo-III/Selecciones-Ferenczianas-Obras-Completas-Tomo-III-Thalassa-Ensayo-sobre-La-Teoria-de-la-Genitalidad-1924e.pdf
[7] Idem.
[8] Ferenczi, S: El sentido de realidad y sus estadías (1913).
[9] Alloch, Jean. «Fragilidades del análisis» (2014). Revista Ñácate 2025. Trads. José Assandri, Marie-Laurence Gleville y Marcelo Novas, pág. 5.
[10] Ferenczi, S.: Sin simpatía no hay curación. El diario clínico de 1932. Amorrortu. Buenos Aires. 1997, pág. 77.
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