Notas  de “Un viaje weird a los confines del psicoanálisis” [1]. Por Gabriela Odena.

Imagen; Foto de un desarmadero en la ciudad de Centenario, provincia de Neuquén,  manipulada por la IA, G. Odena

Cuidado editorial: Andrés Hofman y Gisela Avolio.


No quitemos valor al hecho de que nosotros mismos, espíritus libres, somos ya una transmutación de todos los valores, una declaración viva de guerra y de victoria a todas las viejas ideas de verdadero y no verdadero.

F. Nietzsche, El anticristo

Un viaje weird a los confines del psicoanálisis se asemeja a un desarmadero, como el paisaje de aquellos autos en desuso cuyas carcasas evocan la noción de ruinas, de vestigios, de fin.

Es un día gris, la niebla apenas deja entrever los colores paralelos de lo que resta de los autos en algún tiempo. La gomaespuma de los asientos yace en rincones de la ciudad alojando cuerpos en el afuera. Una bandada de pájaros negros, que no pudo emigrar debido a la pérdida de coordenadas por el cambio climático, se acomoda en los huecos de un consumismo esteril. El calor es agobiante, las cisternas vacías solo amparan con su sombra. El desguazadero arranca a los motores vencidos, la inquietud de otra existencia posible. Un caminante extraerá, en secreto, tras circunvalar el cementerio durante cuarenta días y sus noches, el sueño de una cuarentena: exilio paranormal de metales preciosos en estado bruto…

Desarmar en contraposición activa a armar. Se actualiza en el mundo la carrera armamentística, la potencia de destrucción de las guerras evidencian el tema de La Verdad y La Posverdad,  la creencia en alguna verdad absoluta, mayormente de carácter religioso. Estas se ejecutan de maneras brutales, como en tiempos pasados y actuales,  y  de formas hipersticionales (concepto arduo de captar), en su acepción de verdad sintética, es decir, aquella usada para el sometimiento de los pueblos,  y no por ello menos violentas. La destrucción y asesinato de lo diferente alcanza nuevas formas, cada vez mas difíciles de detectar o explicar.  La hiperstición no opera mediante los mecanismos tradicionales de construcción social de la realidad, sino a través de una <conjuración algorítmica>: una convocatoria a otro modo de existencia mediante la acelaración y reproducción de narrativas simples.[2]

La hiperstición,  podría pensarse, en su arista de verdad sintética, al modo de una plataforma  que se actualiza en el anonimato. En este caso, no se trata de hacer de la  autoría un lugar vacío para que el lector u oyente tome la palabra, sino de que circule en una viralidad hyper-extasiada,  de la que no sería necesario dar cuenta. Una vez lanzada al ciberespacio, (cualquiera sea la hiperstición en cuestión) y con la participación necesaria de los “espectadores”  viralizadores, se facilita que se propague una falta de discernimiento respecto a su origen y a su devenir. Esto, a su vez, conduce a la extinción del sujeto, en tanto aquel que lee algo que se declama verdadero, en un armado que opaca, silencia y encubre su proceso de constitución. Desarmar estas verdades hipersticionales requiere de una arqueología de deconstrucción, pieza por pieza, momento por momento, lugar por lugar. La arqueología disloca aquello que sale a la luz.

En el ensordecedor mundo cibernético, la hiperstición precisa de los humanos tanto en su ingeniería como en las realidades que pretende crear y, que van de la mano, para instalarse como verdades totalizantes. Es por ello, que podemos intervenir el mundo.

La ficción especulativa atraviesa umbrales cerrados por la <ciencia verdad>, en tanto no fuerza la adecuación con la Cosa. Es esa deriva especulativa su distinción esencial.  Es quizás allí donde encontramos su  parentesco con el psicoanálisis, práctica en que una verdad surge de la libre asociación a través de las formaciones del inconsciente —sin censuras autoimpuestas o impuestas por la misma teoría— que también podríamos nombrar como especulación. Si bien la ficción especulativa discurre por nuevas formas de explorar el presente e imaginar un futuro, que no transita la realidad cotidiana, mientras que la libre asociación lleva hacia el determinismo de los conflictos psíquicos, ambas dan  lugar a lo impensado. ¿Podríamos entonces relacionar, a través de este método que inventó Freud, la ficción especulativa y el psicoanálisis? ¿Cómo acercar el psicoanálisis a lo wierd? Hace falta distinguir la hiperstición, de la ficción especulativa, y del psicoanálisis como ficción, estas últimas como potencias que hacen surgir, cada vez, una nueva subjetividad.

Freud, en su momento, trajo alivio a muchos pacientes. Y nos legó un pensamiento disímil al anatómico reinante en las ciencias de su época, que algunos quieren subsumir en un pensamiento biologicista. Nada más diverso a lo que proponía Freud. Él descubrió en su invención una anatomía hecha de palabras.

Cierto psicoanálisis sigue apegado a un dogmatismo que no da lugar a la ficción. Y la ficción es aquello que da lugar a ex-cavar lo inconsciente. Sin ficción no hay inconsciente posible a descifrar, no por ello el inconsciente deja de existir. Ficción e inconsciente se encuentran en un tiempo sin lógicas determinadas, en un sin tiempo que puede crear el propio e introduce la alteridad. Es decir, la vida no común en coexistencia pacífica. Me cuesta creer que nos haya llevado tanto tiempo a quienes decimos practicar el psicoanálisis, e intentamos repensarlo críticamente, darnos cuenta de lo que la cantera de la llamada Ciencia Ficción podía aportarnos. A su vez no me llama tanto la atención que el psicoanálisis en tanto discurso se proteja de aquello que lo pone en cuestión; todo discurso deriva del discurso Amo, dirá Lacan,  no es sino en la confrontación de su discurso,” con sus condiciones”, con aquello que lo causa, que se hará lugar para el discurso analítico.[3]

El psicoanálisis se constituye en lo extraño, lo extranjero nos divide, y hace lugar a lo íntimo, a lo impensado. También se constituye al filo de la época. Si bien, sigo escuchando en la práctica el amor al padre como servidumbre,  La fantasía de asesinato del padre hace su presencia ahora absoluta, una eternización.[4] La severidad y violencia de un padre genera estragos. Utilizo esa palabra generalmente asociada a la madre de manera intencionada. Las  familias ya no son lo que eran en la época freudiana, con ese sello heteropatriarcal que nos remonta a la época victoriana. El sexo ahora es una x en la gran llanura planetaria. Amantes son aquellos que se profesan amor. La extrañeza, ante formas históricas consolidadas, forja la escucha. Los analistas tradicionales aún conservan un apego sintomático a teorías psicoanalíticas que creen deben propagar en su analizantes, y no permiten la creación de nuevos mundos latentes y existentes, que en la asociación libre se encuentra, en estos casos, con la censura de aquello considerado  normativo para este psicoanálisis conservador. 

Que la ficción, me refiero a su faz significante de creación ex-nihilo, esté presente en la práctica de la escucha, es ética ineludible.

Así como Freud hizo lugar a un universo que no existía, en su teorización que se gestó y materializó en la escucha flotante de la asociación libre, es nuestra tarea hacer que  tal asociación se extrañe del psicoanálisis como dogma, aquel que abona de la idea de una verdad sin sujeto, en un retorno a los juicios sintéticos a priori kantianos. El capitalismo así como la epistemología kantiana, reconocen la otredad, pero no la aceptan, todo lo contrario la doblegan hasta aniquilarla.[5]

La psicología cognitiva, en las antípodas de un psicoanálisis ficcional, es una práctica utilizada en su gran mayoría, y no sólo, por quienes comienzan su atención en consultorio, y muchos potenciales analizantes piden terapias cognitivas conductuales. Si no se les brinda un esquema armado a seguir, nada quieren saber.  Según relatos de quienes pasaron por alguna de estas terapias, estas consisten en ejercicios de respiración, anotar objetivos, y tomar nota de los pasos requeridos para llevarlos a cabo, entre otras normativas. Lo que no podemos soslayar es la demanda generalizada: “decime lo que tengo que hacer, vos sos el especialista”.  No responder a ello es hacer lugar al decir de los analizantes, hacer ficción de un decir.

La intervención del analista es una dirección posible, no una sobreimposición de lo que debiera ser o no el deseo, hacia qué universos este se dirige. Allí hay un gran movimiento a realizarse.  Salir del atolladero de aquello que la corriente de la época instaura como hegemónico, y abrir las puertas a una escucha sin anclas anti-ficción. De lo contrario, formamos parte de la cyberlización[6] del mundo, que no hace lugar a la palabra, más bien la silencia, para mantener estados de opresión y adaptación forzosa a los cánones instituidos por el sistema que gobierna al occidente: un tecno-capitalismo financiero neoliberal, cada vez más extremo y feroz.

Ser críticos con cierta hegemonía instalada en el psicoanálisis no es fácil pero sí necesario, ya que este, tal como en sus orígenes, sigue siendo atacado. Y tienen razones para atacarlo. Es que el psicoanálisis desvela, en el lazo que arma, en la libertad de decir, que requiere de la ficción de la escucha, la servidumbre involuntaria.

Los fantasmas, como estructura psíquica fundamental del deseo y la falta, orbitan en torno a lo que la época dispone, tanto en su imposición de dominio como de los recursos a los que se tiene acceso o no. En ese sentido, la sección Dos preguntas[7] me parece fundamental. La intensión y extensión, son dos conceptos que han perdido la hiancia que los separa. La extensión crea la intensión. Y, no pocas veces,  la anula en un corpus que señala como herético cualquier pensamiento que no se atenga a sus principios. Lo viví en gran parte de mis análisis y en los años de circulación por una escuela de psicoanálisis. Cada unx es responsable de salir o no,  de esta institucionalización progresiva del psicoanálisis.

Rescato la creación de este libro  que hace del psicoanálisis un viaje y no una estadía. Es un viaje que reafirma lo que venía pensando: lo que me causa a escuchar en la práctica cotidiana es el advenimiento de nuevos mundos posibles.

Se trata de una nueva vuelta a descentrar el pensamiento: la práctica del psicoanálisis sin dudas nació en los confines de la ciencia, y la desheredó para inmiscuirse en el labrado de la dignidad del sujeto, con los límites ineludibles que impone pertenecer a cierta época, lo cual no supone quedar atrapado en ella.

Ahora, es nuestro horizonte, desmembrar y dislocar[8] una tradición conservadora de un psicoanálisis que se pretende único a través de sus transmisores, de los cuales no podemos no escuchar  la censura que imponen. 

La otredad es el elixir de psicoanálisis.  Lo real no está en un principio ideal o conjetural, se constituye en lo inasible, en el vacío que la misma ficción del hablante que lo habita, crea en su decir. Lo cual será posible si hay alguien dispuesto a escuchar aquello que difiere de su mismidad, y también que pueda hacer de la teoría, una orientación y no un dogma. Una praxis que se enriquezca del otro, que fogonee los mundos que lo habitan.

Frente al imperio de la verdad de nuestra época, la tarea es inmensa. Cada gesto, cada escucha que da lugar a lo impensado y despatologiza, es verdaderamente como el título de este libro tan valioso, un viaje a los confines del psicoanálisis. Una liminalidad que evoca lo inevocable.

Internarse en este libro es mucho más de lo que pude haber transmitido. Por eso no dejen de hacerlo. Se llevarán una sorpresa. Es un viaje cuya lectura me llevó de la mano de la ciencia ficción, la literatura fantástica, del género weird a través de este colectivo de enunciación, al hallazgo de líneas mágicas donde la potencia está en el olvido del sí-mismo, en el alojamiento de la sinrazón, en el descubrimiento de aquello que habita los márgenes, en el dejarse extrañar por otros discursos, en el abonar una multiplicidad infinita, palabra proscrita para cierto psicoanálisis, ya que no conlleva el concepto de castración, podemos suponer. Lo que intento decir es que la teoría recubre lo decible y no decible, y entonces el metalenguaje obtura la producción de otredad. Veamos; lo infinito, en tanto potencia de lo que podría ser. ¿Acaso que advendría en una asociación libre si tantas palabras no fueran desechadas por no ser cosecha del psicoanálisis?: lo infinito latió como un presagio del fin, un ejemplo de un devenir de la palabra proscrita. Ocurre que hay ciertas palabras  que pertenecen al diccionario de las palabras censuradas en y por el psicoanálisis dogmático.

Para dar idea de hasta dónde puede llegar la transferencia, cuando no opera la censura, transcribo este párrafo del libro: 

Adjudicaciones transferenciales no humanas han estado en el psicoanálisis muy desde el comienzo. Freud como analista-lobo del cual el hombre de los lobos temía que saltara encima para devorarlo (episodio del reloj de pared); con Hans, quien, vía sofisticada fobia, crea una caballo paternalismo, al tiempo que entabla una transferencia múltiple que colapsa en el señor profesor Freud… entonces la anatomía de la tercera persona, siguiendo a Guy Le Gaufey, tampoco tendría que ser humana,  si acaso humanoide pues tampoco la inhumanización  es puerto seguro.[9]

Una sacudida de la in-mundicia del mundo —de lo que no encaja— para quienes estamos al ras de la escucha.


[1]Fernando Barrios – Helga Fernandez – Roberto Marían Villalobos – Helena Maldonado Goti, Un viaje Weird a los confines del psicoanálisis, impreso en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2025, Editora En el Margen Y E-dicciones Justine, Segunda Edición, corregida y ampliada. El libro se consigue  en: enelmargen.mitiendanube.com. .

[2] Ibid, Helga Fernandez, Dislocaciones 2, Anatomía de la hiperstición, pág. 91 (El concepto de hiperstición lo extraigo de este apartado, concepto que investiga Helga Fernandez).

[3] Ibid, Fernando Barrios, Dislocaciones 1, Ficción de la Ciencia. Especulación y colapso en el psicoanálisis, pág. 15,16.

[4]https://enelmargen.com/2025/11/18/presentacion-un-viaje-wierd-a-los-confines-del-psicoanalisis-por-andres-hofman/

[5] Ibid 1.  Helena Maldonado Goti, Dislocaciones 1, El horror como potencia, pág.43.

[6]https://enelmargen.com/2021/01/21/presentacion-seccion-el-malestar-en-la-cyberlizacion-el-analista-y-las-letosas/, Sección en la revista digital En el margen a cargo de Helga Fernandez. Aquí se subraya esta condensación que Yanina Marucci halló en civilización y ciber.

[7] Dos preguntas es una sección de la revista digital En el margen, creada por Gisela Avolio y Helga Fernández actualmente responsables junto a Yanina Marcucci, una de las  preguntas es por como y cuando el entrevistado descubrió el psicoanálisis, y la segunda es sobre qué podría aportar el psicoanálisis a nuestra contemporaneidad.

[8] El libro “Un viaje weird a los confines del psicoanálisis” se divide en Dislocaciones 1 y Dislocaciones 2

[9] Ibid 1,   Roberto Marin Villalobos, Discolaciones 2, AngustiaAgoníA, pág. 68,69


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