En 1938, Lacan propone que «la folie à deux no es una entidad clínica entre otras, sino la forma clínica que pone al desnudo las condiciones determinantes de la psicosis». Razón por la cual sostenemos que es necesario continuar su estudio para seguir avanzando en uno de los caminos que el mismo Lacan nos indicó: el tratamiento de la psicosis.
Considerando lo antes dicho y, también, el hecho de que Lacan varias veces a lo largo de su enseñanza toma la transmisión de la experiencia como analista de Helene Deutsch, consideramos valioso este texto. En tanto en él se desarrollan varios casos clínicos de la llamada folie á deux, más allá de la psiquiatría.
Se trata de un artículo traducido por primera vez al español por Gabriela Odena, quien lo tradujo* desde el inglés a nuestra lengua.
Los integrantes de En el margen celebramos que hoy contemos con la posibilidad de leer en español una porción del acervo de la historia del psicoanálisis y agradecemos, por tanto, el trabajo de la traductora.
Violeta Atadía y Helga Fernández, editoras.
*Publicado como «Folie a Deux,» en Psychoanalytic Quarterly, el 7 (April 1938).
Entendemos, por “folie á deux”, en el sentido más preciso del término, la transferencia de ideas delirantes desde una persona psíquicamente enferma hacia otra persona psíquicamente sana, la cual entonces acepta el sistema delirante de la persona enferma asimilándolo al contenido de su propia conciencia. No queda aún lo suficientemente esclarecido para nosotros qué interviene en la génesis psicológica de la inducción, además de los factores predisponentes, el vínculo estrecho, y todos los demás factores mediante los cuales se conoce el surgimiento de la folie á deux. Los mecanismos psicológicos más profundos que resultan en la dependencia psíquica e identificación con la persona principalmente enferma deben aun ser sometidos a análisis en cada caso.
Observamos el proceso de la adopción individual de los contenidos psíquicos que toma una persona de la otra, también en los fenómenos de masa, en los cuales grupos enteros de personas psíquicamente sanas se dejan llevar por miembros del grupo psíquicamente enfermos: reformistas mundiales y paranoicos, por ejemplo. De hecho, grandes movimientos nacionales y religiosos de la historia y revoluciones sociales, experimentaron más allá de sus motivaciones reales, determinaciones que se asemejaban al proceso patológico de la folie á deux.
En esta presentación, me limité exclusivamente a las observaciones clínicas. Elegí entre un número de casos, algunos a través de los cuales podré especialmente intentar esclarecer las diferencias entre las formas histéricas y psicóticas de la folie á deux.
I
Hace muchos años, cuando estaba asociada a la Clínica Psiquiátrica de Viena, publiqué un resumen de un número de casos de folie á deux[1], y tomaré de esta publicación un caso que afectó a un grupo de tres miembros de la misma familia:
En 1918 fue admitida en la Clínica Psiquiátrica de Viena, una familia compuesta por la madre, una hija y un hijo, todos los cuales padecían del mismo complejo de síntomas. El marido, padre de los hijos, había partido al frente en 1915. Desde 1917 no se habían tenido noticias de él. Según una notificación, no del todo verificada, había sido asesinado. La incertidumbre y ansiedad en torno al destino de su marido, a quien ella guardaba suma devoción, le había causado gran confusión y una severa depresión. Estas reacciones fueron también manifestadas por sus dos hijos, con quienes ella guardaba una entrañable relación.
Durante varios meses, la mujer declaraba obstinadamente, que su esposo estaba vivo y que pronto volvería al hogar. Afirmaba que él tenía una posición en el consulado sueco, desde la cual ella recibía frecuentemente comunicaciones por escrito: aseveraba además, que una familia aristocrática adinerada cuidaba de ella, preparándole una residencia de vacaciones, y que le comprarían un auto. Ella tenía conexiones con todas las autoridades a través de esta familia, contaba con grandes provisiones de comida, y estaba por mudarse a un elegante departamento preparado por esta familia en su propia casa para ella. Su esposo disfrutaría todo este bienestar a su regreso. Un hijo de esta familia adinerada, se casaría con su hija, y su hijo sería acreedor de un futuro promisorio. Los hijos de la paciente, compartían cada detalle de los delirios de su madre. Los familiares de la madre, al reconocer el carácter delirante de estas ideas, hicieron que los tres fueran traídos a la clínica.
Se trataba de una excepcionalmente vívida pseudología fantástica por triplicado, la elaboración de una folie á trois, a través de la cual cada uno podía satisfacer sus propios deseos. En cuanto uno de los miembros de la familia estaba listo para corregir un error, otro introducía sus ideas y perpetuaba el ciclo. Durante el tratamiento de los tres, observé que si yo tenía éxito en corregir las ideas de un paciente, él o ella tendían muy pronto a permitirse nuevamente a entramarse en el delirio, pero sólo en ciertas vías. El hijo, por ejemplo, abandonó la fantasía de un casamiento próspero para su hermana, pero no así la fantasía en la que él lograría alcanzar la “alta posición” de su padre. Lo mismo le sucedía a los otros que compartían el delirio.
II
Una chica de 17 años se acerca para un tratamiento psicoanalítico con un diagnóstico de una incipiente esquizofrenia. Su padre decía que su hija siempre había sido rara, plena de preocupaciones e insociable. Su madre había fallecido cuando la niña tenía diez años. Sin asistencia alguna, el padre asumió la tarea de su crianza, y a menudo se lo alejaba de la niña. Durante el transcurso del último año había conocido a una joven mujer habiéndole contado a su hija sus intenciones de casamiento. La hija, había aceptado esta propuesta con gran placer y comenzó a sentirse muy unida a su futura madrastra. Después del casamiento, la chica empezó a sustraerse progresivamente de la realidad, y a mostrar cambios en su personalidad. Se sentaba por horas, sin moverse, riéndose frecuentemente sin que causa alguna pudiere serle atribuida a su risa, fue perdiendo contacto con otras personas, y de vez en cuando se descargaba dando rienda suelta a violentos estallidos de ira, especialmente contra su padre.
El verano anterior, la familia había pasado sus vacaciones en una pequeña villa tirolesa, en dónde habían tenido una casa de veraneo algunos años antes. Esta era la primera vez que el padre había vuelto allí desde la muerte de su madre. En esta pequeña villa, había vivido por muchos años un hombre psicótico, quién aseveraba ser el archiduque Rudolph, precedente heredero al trono austríaco, quién había muerto trágicamente siendo un hombre joven. Un rumor, cobraba fuerzas de tanto en tanto entre los pobladores de Austria. Este consistía en que el archiduque Rudolph no había muerto y que volvería algún día. El delirio del paranoico tenía sus fuentes en este rumor.
La chica empezó entonces a abandonar su mutismo, y se alió con el hombre mentalmente enfermo, afirmando que estaba completamente convencida de que él era el Archiduque Rudolph, y que de ahora en más dedicaría su vida a ayudarlo a dar por cierta su reivindicación. No había argumento capaz de producir efecto alguno en ella, y los doctores consultados recomendaron su internación en una institución.
Durante seis meses de análisis conduje a la paciente al punto en que renunció a su idea delirante. A pesar de ello, tenía la impresión de que ella era esquizofrénica. Su padre no estaba de acuerdo con este diagnóstico, aseveró que la paciente estaba curada e interrumpió el tratamiento. Escuché recientemente que la idea delirante de la paciente no había vuelto a aparecer, pero que la paciente permanecía en un estado de estupor.
Nuestro interés se centra únicamente en los fundamentos psicológicos de la inducción de su idea delirante. El análisis condujo directamente a una “novela familiar”[2] (famllienroman) que la paciente creó en el transcurso de su infancia. En la aldea tirolesa donde usualmente pasaba sus vacaciones de niña, había un antiguo castillo que pertenecía a una familia aristocrática. Durante su infancia, ella había albergado una fantasía, bajo la modalidad típica de elaboración de fantasías, de que ella era la hija de esta familia. La interpretación analítica de tal “novela familiar” es ya conocida por los psicoanalistas y no necesita ser discutida en detalle aquí. Era una reacción a su decepción en su amor por su padre. Al regresar a este escenario de su infancia algunos años después, el abandono por parte de su padre atribuible al hecho de su casamiento, se transformó así en una cruel realidad. La paciente deseó en principio, hallar amparo en el amor de su madrastra, pero desilusionada una vez más, se retrajo hacia un estado de introversión, encontrándose ya en un estado completamente autista al arribar al lugar de veraneo. Las memorias asociadas al lugar, reanimaron su antigua fantasía de la ”novela familiar”. Su primitiva fantasía infantil se había conservado en un mundo interno de relaciones objetales, si bien en un estado de introversión. Mas tarde, esta fantasía también fue sepultada en el ocaso (weltuntergang) de su vida emocional. Entre estas circunstancias y las características de la trama familiar, retoños de la fantasía infantil fueron repetidamente revividos, pero ahora a modo psicótico. La primitiva fantasía, más tarde sepultada, era ahora reconstruida a modo de un delirio en el mundo exterior. Este mecanismo no respondía ni a la influencia por sugestión que ejercía sobre ella el hombre mentalmente enfermo, como tampoco a una identificación con él. Esta identificación y la creación delirante se hallaban apenas relacionadas, debiéndose esta exigua relación a que el contenido del delirio del hombre era muy parecido a los contenidos de su fantasía original. La interpretación analítica del contenido del delirio ha de leerse: “Si es cierto que alguien puede ser el hijo no reconocido de padres pertenecientes a la nobleza y reclamar con justicia el derecho a ocupar el trono, entonces también sería verdad que yo soy injustamente no reconocida y tengo derecho al antiguo castillo de mis antaños sueños diurnos.”
Este caso evidencia un particular mecanismo de inducción de una idea delirante que se erige como completamente independiente del objeto de la inducción, y que tiene su origen en una situación psíquica ya existente.
III
El tercer caso trata de una folie á deux entre una madre y su hija. En este caso, no hubo tratamiento psicoanalítico. El material se extrajo de un historial clínico de este país, resguardado por una trabajadora social muy aplicada y meticulosa. Esta trabajadora social era particularmente inteligente, intuitiva, bondadosa y afortunadamente sin conocimientos del psicoanálisis o de la terminología psicológica. Esta falta de conocimiento hace que el caso sea especialmente objetivo y valioso.
Esta trabajadora social se hizo cargo de una niña al tener esta diez años de edad, luego de la muerte de su padre en un accidente. Era evidente que la madre padecía paranoia, pero lo disimulaba tan hábilmente, que nunca fue institucionalizada. Y dado que a lo largo de doce años había cuidado muy bien de su hija, no había sido necesario separar a la madre de su hija.
El delirio de su madre consistía en la presencia de enemigos que querían separarla de su hija. Ella debía salvar a su hija de los peligros y regresar al hogar de su propia infancia, el de su madre en Holanda. Su vida entera se hallaba construida en torno a este plan de regresar a Holanda con su hija. Los enemigos impedían su misión, estas conspiraciones de sus enemigos daban cuenta de una modalidad típicamente paranoica. Argüía razones de falta de dinero como motivo de que el viaje debiera posponerse. Cuando conseguía juntar el dinero, se excusaba diciendo que tenía que hacer ciertos arreglos en la tumba de su marido y proveer lo necesario para el futuro cuidado de la tumba. Obviamente, tenía un delirio adicional, que no le permitía dejar América, o sea, a su marido.
Vivía en estado de continua preocupación. Temía que la gente, hombres y mujeres se llevaran a su hija, y de este modo impedir que regresara a Holanda con ella. De hecho, esto significaba: destruir el lazo erótico entre ella y su hija. Resultan interesantes las dos funciones que se evidencian en el curso de su homosexualidad. Los enemigos eran mujeres, sobre todo trabajadoras sociales. El peligro actual de la hija, sin embargo, lo atribuía a los hombres. Su ansiedad principal se centraba en torno a un hombre casado con varios hijos, con quién su hija tenía un romance. Pero, era la madre de él, quién hacía uso de este romance para quitarle a su hija. El romance que su hija tenía con este hombre era en efecto real, pero pronto había terminado con esta relación por el bien de su madre y la moralidad.
Se puede ver a la hija a veces, especialmente luego de discusiones con su madre, en un estado de aturdimiento, introversión y deambulando por las calles de la ciudad, en busca del hombre casado, el hombre tabú. Regresaba siempre a su madre, con profundos remordimientos, para retomar el plan delirante referente al viaje y hacer todo lo necesario para que la partida fuera posible, pero al mismo tiempo, para prevenirla, siguiendo el mismo patrón de la idea delirante de su madre. Finalmente, ella se comprometió con un hombre más joven, posponiendo este matrimonio por cuatro años, en el intento de no frustrar con su matrimonio, las obsesiones delirantes de su madre. Por momentos, ella daba la impresión de estar haciendo concesiones a estas ideas delirantes de su madre bajo la presión de severos sentimientos de culpa hacia ella. Una vez más, aceptaría los delirios de su madre como la realidad, especialmente luego de cualquier impulso particularmente intenso por liberarse de ella.
En este historial clínico constaba que la madre había dejado a su marido en América cuando la niña tenía dos años, y había vivido luego en Holanda con la niña durante cuatro años. Resulta evidente, que había deseado separar a la niña de su padre para poseerla completamente, probablemente repitiendo el primitivo vínculo con su propia madre. Se constata, que ella había regresado con su marido, elaborando luego de su muerte, un conflicto ambivalente a través de un delirio. Transformó el vínculo homosexual con su hija en una idea delirante de contenido persecutorio, y luego, en un movimiento de perpetua escición, deseó separar a la niña de su padre muerto, representado este específicamente en este caso, por su tumba en América y, además por el hombre casado de quién su hija estaba enamorada.
Tengo conocimientos de la madre sólo por el historial del caso. A la hija, la conocí personalmente. Ella me relató una infancia muy feliz con su madre en Holanda. No recordaba haber pensado alguna vez en su padre, sí recordaba perfectamente que al llegar a América a sus seis años, fue la primera en reconocerlo en el muelle, “fue como si siempre hubiera estado conmigo”.
A menudo, había visto a su madre molestar a su padre con sus ideas. Frecuentemente este tomaba su sombrero al partir, y la paciente temía que abandonara a su madre, pero permanecía con ella, “tal como yo lo hago ahora”. Esta identificación con su padre en relación a su madre, fue expresada por ella en distintas ocasiones. Era particularmente clara al decir que sabía que si dejaba al hombre con el cual estaba comprometida y partía con su madre, entonces siempre se sentaría a fantasear que lindo sería ir hacia él, para concebir a su hijo. Ella ya tenía el sentimiento de que prefería la fantasía a la realidad. “No debo reprocharme el haber dejado a mi madre”
Se evidencia cierta similitud entre el proceso psicológico de este caso y el precedente, que consiste en lo siguiente: la creación delirante de la madre y la vida de fantasía de la hija siguen la misma dirección. En este caso, sin embargo, y a lo largo de un período de 12 años, la madre no logró que su hija quedara completamente atrapada en su delirio. Las relaciones objetales de su hija no fueron destruidas, como sí lo fueron en el caso precedente. Por un lado, la sublimación de sus tendencias homosexuales puestas de manifiesto a través de su relación con la trabajadora social, y por el otro, su continuo intento por mantener una relación heterosexual, la preservaron de la inducción psicótica. No obstante, lo que aún la unía a su madre, y que no le permitió liberarse de la influencia de su delirio, fue el hecho de que el delirio de su madre así como la represión de su fantasía, su histeria, poseían un contenido similar. El hecho de que el delirio de la madre se correspondiera con las fantasías edípicas de la chica, condujeron a este vínculo patológico. Se gestaba así el peligro de que a causa de la dependencia neurótica de la chica pudiera irrumpir en algún momento, una folie á deux psicótica.
IV
Dos hermanas atrajeron la atención psiquiátrica, luego de que ambas intentaran suicidarse con gas. La hermana mayor murió casi inmediatamente, la menor sobrevivió y pudo pasar por la experiencia de una exhaustiva exploración psicoanalítica.
Después de acontecida la muerte de sus padres, ambas hermanas vivieron juntas. La mayor de ellas, teniendo 15 años, tomó el lugar de la madre para con su hermana. Entre ambas había un compromiso mutuo basado en un intenso cariño. La mayor era “peculiar”, insociable, desconfiada y se mantenía aislada de la sociedad. Motivos económicos obligaron a la menor a trabajar en otra ciudad como gobernanta de un hombre viudo, casándose luego con su empleador. Estaba “satisfecha” con su matrimonio del cual tuvo dos hijos. Sin embargo, nunca tuvo sentimientos tiernos por su marido o hijos. Había perdido asombrosamente la conexión con su hermana. Durante años no la había visitado escribiéndole en contadas ocasiones.
Habiendo recibido noticias de que su hermana se hallaba gravemente enferma, sólo entonces, se decidió a visitarla. Aseveraba que al estar al pié de las escaleras que conducían a la casa de su hermana, escuchó voces que decían: “Allí viene la segunda” “Ahora dormirán juntas nuevamente” “Ella la ayudará”. Y pensaba: “Mi pobre hermana, como debe sufrir aquí!” Cuando su hermana la vinculó a ella, con su antiguo sistema persecutorio, la hermana menor no dudo ni por un instante de su veracidad. Pasaron un par de semanas miserables juntas y luego tomaron la decisión de morir juntas.
Resulta posible que los dichos de la hermana rescatada concernientes a haber percibido las voces persecutorias primero, o sea antes de ver a su hermana, consistieran en una falsificación de la memoria, y que el proceso de proyección sobreviniera únicamente a posteriori, al ser inducido por su hermana mayor. Si bien, me parece que esto introduce una diferencia no muy significativa.
Ella había arribado a la casa de su hermana repleta de temerosos sentimientos en un estado de ansiosa tensión. En estos sentimientos se expresaba, un antiguo vínculo homosexual y fuertemente ambivalente con su hermana. Es posible que el odio, que intentó descargar en la escalera, fuera ya una proyección del temor a la homosexualidad, temor que se traicionaba no obstante en el contenido de las “voces”. Resulta probable, de todos modos, que ella se hubiera apropiado del proceso paranoico de la hermana en un momento posterior, beneficiándose del mismo al ponerlo al servicio de su propia defensa.
El epílogo- suicidio conjunto- confirma nuestras conjeturas sobre la génesis de la “locura inducida”. Dado que el odio que sentía la una por la otra, no pudo ser suprimido mediante la proyección en la figura de los perseguidores en el mundo exterior, se asesinaron una a la otra, aduciendo un suicidio compartido.
Los fenómenos más vistos en la “folie á deux” son los pares paranoides de hermanos del mismo sexo En cuanto a la etiología, se piensa en la constitución predisposicional dada en ambos individuos, separados del resto del mundo, en una convivencia de estrecha cercanía , en la cual el más activo infecta al más pasivo con sus ideas.
Sin embargo, yo pienso por el contrario, que esta convivencia tan cercana y apartada de los otros, es desde el comienzo la manifestación de aquellos lazos inconscientes, que mas tarde conducirán a ambas partes a ideas delirante similares. Es probable que aquel que es el más activo en el delirio se lo imponga a la larga al otro.
Hemos descripto a través de estos casos, varias formas de la “folie á deux”. En el primer caso, una pseudología fantástica compartida, en la cual lo consciente e inconsciente pudo hallar las vías de cumplimiento de deseo en los tres miembros de la familia. La base de la enfermedad compartida, consistía en la relación libidinal entre las tres personas, y su reacción compartida ante la pérdida de la persona con la cual los tres guardaban la misma relación afectiva. En el segundo caso, vimos un proceso esquizofrénico de identificación, desprovisto de toda relación con el objeto de inducción. Sin embargo, era posible descubrir detrás de la idea delirante, trazos de antiguos lazos libidinales. En el tercer caso, se halló un proceso paralelo entre las ideas delirantes de una persona psicótica y la vida de fantasía de una persona neurótica, quién encontró en esta identidad una conexión hacia la inducción. En el cuarto caso, tenemos una real “folie á deux” paranoica, en la cual la distorsión de la realidad de las dos personas no surgió por la influencia de una hermana sobre la otra, sino por el hecho de que ambas ya portaban contenidos psíquicos reprimidos en común, que emergieron primero en una y más tarde en la otra.
Aún queda pendiente una pequeña discusión teórica en torno a estas observaciones clínicas. No quisiera entrar en una discusión sobre el problema de la proyección y el significado de las ideas delirantes como “un proceso de restitución”, en el sentido freudiano[3]. Sólo quisiera, en relación con el problema de la “folie á deux”, resaltar la presencia de un proceso psicológico más profundo, que ciertamente funciona en la forma psicótica de la “folie á deux”.
La tendencia a considerar un proceso intrapsíquico como percepción opera frecuentemente en nosotros. El sueño, es un típico ejemplo de esto en la vida cotidiana. Durante el proceso del soñar los acontecimientos del sueño adquieren la cualidad de las percepciones, y frecuentemente, por cierto período de tiempo que sobreviene al despertar, conservan esta cualidad sin modificaciones.
La adquisición de la capacidad de distinguir los contenidos internos de las percepciones es el resultado de un complejo proceso de desarrollo. El criterio más simple es: la percepción es aquello que otros aceptan como percepción. El contacto con el mundo exterior es indispensable para poder aplicar este criterio. Un individuo psicótico, no sólo ha renunciado a diferenciar el mundo interno de la realidad externa, sino que también ha renunciado a la necesidad de obtener confirmaciones sobre esta última, mediante la destrucción de la conexión entre él mismo y otros objetos. El ego toma entonces el delirio por la realidad y lo da como verdadero.
Sin embargo, también puede ocurrir, que una ligera adaptación a la realidad prevenga la irrupción del delirio. En este proceso, el ego sólo se libera de las catexias gradualmente y genera un cerco autista entre sí mismo y el mundo exterior sin lograr hacer uso del proceso de restitución psicótico en la creación delirante. Si bien, en este caso, un gesto afirmativo del mundo exterior, una confirmación, un estímulo alentador, es suficiente para inducir el desarrollo del delirio. Entonces, aquello que podría considerarse sugestión o inducción, no es más que la activación de un contenido interno que ya estaba allí, una incitación a la proyección que ya se hallaba latente.
Freud considera las ideas delirantes de la persona psíquicamente enferma como “la reconstrucción del mundo objetal abandonado”[4]. Yo pienso que la inducción tiene un rol preponderante en este proceso. En la “folie á deux” en psicóticos el delirio compartido parece ser una parte importante del intento de rescatar al objeto mediante su identificación con él, o con su sistema delirante. Lo cual, quedó suficientemente demostrado en el ejemplo de las dos hermanas paranoicas.
No estoy intentando explicar aquí la diferencia entre la sugestión histérica y la inducción esquizofrénica. Sin embargo, lo que ambas tienen en común es: en primer lugar, que ni en la sugestión como así tampoco en la inducción adoptará el sujeto algo que sea extraño a su ego; segundo, que la persona afectada por la sugestión, como así también la persona afectada por la inducción intenta mediante la identificación aproximarse al objeto, o reencontrar un objeto perdido. El fenómeno de la folie á deux antes descripto puede también ocurrir en un estado psíquico considerado universalmente humano como el estado de enamoramiento, del que no puede negarse su característica de “normalidad”. Dedicaré un trabajo sólo a este tema.
Para concluir, quisiera retomar las consideraciones de las cuales partí: este proceso que observamos en individuos puede también afectar a extensos grupos humanos, tal como a naciones y generaciones enteras. Debemos, sin embargo, distinguir aquí en lo concerniente a los individuos, entre las formas histéricas, las determinaciones libidinales por influencia de masas, de ideas esquizofrénicas compartidas. Asimismo, entre la liberación de los instintos en las masas bajo la máscara de los ideales y las proyecciones paranoicas, etc. Muchas cosas tienen lugar en las folies en masa, siendo la aprobación o desaprobación del mundo exterior, a menudo, el criterio único que determina la consideración de un hecho como un acto heroico o un acto de locura.
[1] Deutsch, Helene: Kasuistik zum `induzierten Irresein’. Wiener klinische Wochenschrift, 1918
[2] El término “novela familiar”, tal como es usado por Freud, es el nombre dado a fantasías de diversos y variados contenidos, que se relacionan entre sí por su invariante conexión con la ascendencia de la persona que las imagina. El contenido más común de la “novela familiar” es: “Yo no soy el hijo de mis padres”; o “no soy hijo de mi padre o (de mi madre)”. Esta declamación negativa es seguida por una afirmativa, en respuesta a la pregunta: “De quién soy hijo entonces?” Hay dos versiones típicas, que se repiten recurrentemente. La más común es: “mi nacimiento es de más alta alcurnia” o más excepcionalmente “mi nacimiento es de más baja alcurnia”.
La “novela familiar” es una fantasía extremadamente común, y prácticamente ningún niño deja de experimentarla en una u otras de sus versiones. Los motivos que originan dichas fantasías son muchos y variados. Son causadas siempre por una desilusión y la fantasía sirve para compensar al niño de esta privación que ha padecido. Cf. Freud: Familienroman der Neurotiker, Ges. Schr., Vol. XII. Deutsch, Helene: Ueber den Familienroman, Int. Zuschr. f. Psa., XVI.
[3] Freud: Der Realitätsverlust bei Neurose und Psychose. Ges. Schr., Vol. VI.
[4] Freud: Pyschoanalytische Bemerkungen über einen autobiographisch beschriebenen Fall von Paranoia. Ges. Schr., Vol. VIII.
Excelente aporte para seguir avanzando!! gracias.
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Gracias por la traducción del texto, Gabriela! Importantísimo trabajo para el estudio de la folie a deux. Excelente el trabajo de las editoras!
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Muy interesante la conexion con la homosexualidad y el empuje a la mujer , en los casos entre madre e hija o hermanas que cumplen una determinada «funcion»? Materna, para seguir trabajando, gracias Gabriela por tu traduccion .
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Reblogueó esto en ARTUCULACIONES COMPANY SOLUTIONS AND SERVICES bureaucratic.
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