La afonía es un síntoma, definido médicamente como una pérdida más o menos completa de la voz, causada por una lesión o una parálisis del órgano de fonación. Pero, más allá de toda patología, la voz fluida
“Hay heridas blancas. Os ocurren, no se sabe cuándo. Es un agujero que os viene de adentro, y que crece invisiblemente: el hueco del hueco, en cierta forma. Un día todas las palabras pasan por allí; otro, toda la sombra del tiempo; y otro, usted mismo” (2) BERNARD NOËL, EXTRAITS DU CORPS.
La afonía es un síntoma que se manifiesta entonces en dos vertientes: la inscripción en el cuerpo de una patología vocal —con disfunción del gesto vocal— y la inscripción, en el discurso, de una falsa nota vocal. No debe confundirse con las “disfonías”, en que la voz, al igual que un tachón en un escrito, viene a agregar “ruido”a la palabra. En la afonía, solamente las consonantes son ruidosas; el silencio toma entonces el lugar de las vocales, reduciendo el discurso a un esqueleto consonántico, privado de su carne vocálica. La afonía silencia la voz de quien quisiera inscribirse en la polifonía social. Su discurso es subvertido por el silencio, su voz se reduce a un cuerpo que gesticula: ya no es más que cuerpo desertado por el lenguaje; lenguaje agujereado por el cuerpo que se rehúsa a hablar. Es el lazo social mismo el que queda detenido [en souffrance],fragilizado por una voz que deserta el discurso. Una voz que sufre [souffrante] hace entonces una escucha que sufre, a riesgo de enquistar un malentendido en pleno lazo social. Al haber literalmente “usado su voz hasta el límite”(4), el sujeto que sufre ese síntoma emblemático se dice víctima del dispositivo institucional. A menudo se presenta como habiendo “sacrificado su voz en el altar de su profesión”, antes de que una escucha clínica no lo invite a revelar “otra queja” que habría permanecido muda, si, paradójicamente, la afonía no la hubiera “hecho escuchar”. Es entonces cuando el lamento del paciente se hace réquiem: “mi voz me abandonó”, “si no dispongo de mi voz, ya no soy nada”, “hablo y nada sale”, etc.
“El peligro para la voz le viene siempre del cuerpo. Su único lugar realde ejercicio es entonces también su único peligro” (7) ALAIN ARNAUD, LES HASARDS DE LA VOIX
La mayoría de los escritos sobre la fisiología vocal evocan el placer (¿goce?) cenestésico de la fonación en el bebé polígloto que “chupa” los fonemas, placer repetitivo que toma a la oralidad por objetivo. Ese parloteo es ya portador de características de la lengua y se extiende aproximadamente entre los 8-9 meses y los 2 años, hasta la aparición del lenguaje. Alain Delbe (10) bautizó “estadio vocal” a este período que sería el de la comunicación preverbal, y que marcaría una castración del estadio oral , donde el lazo vocal reemplaza el lazo de la boca con el seno. El niño ingeriría la voz de su madre así como ingirió el alimento, y luego la palabra haría las veces de “castración” de la voz. Agregamos a esto que el impulso vocal se someterá entonces a hábitos sociales, a reglas lingüísticas; ganará en calidad de destreza lo que corre el riesgo de perder a costa de ese control. Tras esa primera mutación vocal, el adolescente aportará una segunda muda. Es “la muda” tan bien descrita por Pascal Quignard: “la voz masculina se rompe ahí en dos pedazos […]” (11), “[A los hombres] se les puede definir a partir de la pubertad como humanos a los que la voz ha abandonado en forma de muda” (12). Pero el cuerpo puede rehusarse a la muda, acarreando una conservación de la voz de niño llamada “voz eunucoide”. Se habla también de muda falsa o incompleta. En la muda prolongada, el muchacho persiste en “mantener la mayor distancia” entre la tesitura aguda y la tesitura grave. En ausencia de toda patología es difícil hacer que un sujeto escuche la evidencia de una perturbación de origen psíquico que da un sello vocal exento de legibilidad. Esos pacientes son a menudo orientados hacia una reeducación ortofónica. Ocurre igualmente que algunas mujeres conserven su voz de “niñita”, pero rara vez es resultado de una causa orgánica. En cambio, un psicoanálisis puede levantar ese “puente levadizo” que cae sobre la voz para intentar conservarle su virginidad.
“La voz de los demás, la de la masa, la del grupo, es siempre peligro para su propia voz, abismo que intenta captarla y fundirla. Del anonimato de la voz fundida con la de los demás, al mutismo de la voz que resiste, una lucha por la identidad”(15). ALAIN ARNAUD, LES HASARDS DE LA VOIX
El cante gitano parece también emblemático de una condena a muerte de la voz. Es un verdadero “combate” de tauromaquia que conduce al cantaor presa de tensiones psíquicas paroxísticas, cuando va a “entregar” o más bien a “soltar” la voz de su glotis contraída. Se trata “de una técnica llamada el macho que consiste en forzar la voz en los últimos versos. Si se la interpreta correctamente, produce un estrangulamiento prolongado de la voz que evoca un estertor o una agonía: mientras el torero mata al toro, el cantaor ‘mata’ su voz” (27).
“¿Qué decir / cuando las palabras vibran en lo blanco y te sumergen / en el Vacío?” (35). AÏCHA ARNAOUT
pulsión, la pérdida, la falta y el juego presencia-ausencia. Es para dar cuenta de esta dialéctica “alejamiento-hallazgos”, que hemos rebautizado “apofonía” (de apo, lejos) a las patologías vocales que se emparientan con la afonía. Al abrir el asunto de la hipótesis de lo inconsciente, Freud nos permite pensar una “voz pulsional” —afiliada al cuerpo pulsional— que puede entrar en conflicto con la “voz orgánica” —tutelada por la anatomía—. Recordemos que «una pulsión es algo que “empuja” a gozar de su objeto, mientras que lo social […] participa al contrario de la resistencia a la atracción de dicho objeto» (41). Freud ubica y privilegiaun cierto número de objetos (oral, anal), concernidos por lo que él llama las pulsiones parciales: pero allí no figura la voz. Le corresponderá a Lacan, en los años sesenta, desmontar el concepto freudiano de pulsión, afiliándole el concepto de objeto a, y reforzando la dimensión de la “a-especificidad” del objeto ya ubicado por Freud. Completará la lista de los objetos parciales freudianos con “la mirada” (sobre todo) y con “la voz”, reservando el objeto voz para aproximarse a las voces alucinadas delos psicóticos. En Tótem y tabú (42), Freud plantea, como instancia de goce absoluto, “el padre de la horda”, promulgando un interdicto al que él mismo no se somete. Luego imagina el asesinato, la supresión de esta instancia; esto dejará huellas indelebles en los hermanos, en el origen de una ley pacificante que organiza familia y sociedad. Esta ley será interiorizada en cada cual por identificación y luego por incorporación de ese padre; en consecuencia, con la instauración de la conciencia moral y de la religión que perpetúan a ese padre cuyo “resto” no es más que el nombre. En tod aesta construcción freudiana, la voz no es desarrollada como tal, y sin embargo, se le da un lugar absolutamente importante con la figura sonora del shofar .En su seminario sobre la angustia (43), Lacan hará del shofar, apoyándose en los planteamientos de Reik (44), un “resto” del padre en su versión totémica, incorporado también. Le confiere así a la voz pulsional —presa en la alteridad y atravesada por“Otro”— su doble pertenencia a los registros de la oralidad y de la vocalidad. Es así como la voz se encuentra promovida por Lacan al estatuto de “resto” —de ese goce absoluto—, “objeto de desecho” u “hojas muertas” de esta voz objetalizada. La presenta también como “imperativos interrumpidos del superyó”, “cuya manifestación vocal puede culminar, en la patología, por ser en verdad obsesiva” (45). Lacan subraya asimismo su dimensión temporal que la voz hace presente en el continuo sonoro que sostiene la articulación significante. Pero agrega que si la voz parece vinculada con la cadena significante, no es evidente que pueda estar vinculada con el sujeto emisor que la enuncia, puesto que supone, en el psicótico, la existencia de “otro” al que atribuye “la voz vinculada con el propio mensaje del sujeto que lo produce” (46). Por lo demás, Lacan nos muestra, con el estadio del espejo (47), que entre los 6 y los 18 meses ,el niño, que ha nacido sin cuerpo, se constituye entonces un cuerpo (48). Agregamos que entonces va a “constituirse” un lenguaje por medio de su voz para pasar “de lo vocal a lo vocable” (49). Al encontrarse con la imagen especular, se desprende del “otro con minúscula”, precursor del “objeto a”. Se ve entonces hasta qué punto la voz y la palabra están en una relación ambigua, puesto que, como lo subraya Michel Poizat, “la voz es al mismo tiempo el soporte del significante, funda entonces a eserespecto el corte con el goce, pero es también huella de este goce primero para siempre perdido” (50). Más tarde Lacan hablará más «de la falta de objeto que del objeto perdido […] Esa palabra, “perdido”, es en efecto ambigua puesto que remite a la idea de que ese objeto fue adquirido en un tiempo y luego perdido. Remite también a laidea de que podría eventualmente volvérsela a hallar» (51).
Este juego de aparición y desaparición de la voz en su materialidad sonora no deja de evocar el “juego del carrete”, llamado juego del fort-da (52), denominación “difónica”, notémoslo. Puesto que ese nombre de fort-da está construido con dos interjecciones ,lo llamamos el juego del “ch…t-da” —tratándose de la afonía— que le da así a ese “chito” (53) su versión a-vocálica, es decir, θτ en trascripción fonética. Michel Poizat precisa que “es así toda una escansión presencia/ausencia que se engendrará en torno a este elemento vocal relacional. […] La voz es planteada en esta construcción como objeto de esa experiencia primera de goce que se borra desde que la significación entra en juego”. Esto permite a Jacques-Alain Miller (54) definirla como “todo lo que del significante no concurre al efecto de significación” (55). En La voix sourde, Michel Poizat se pregunta qué sucede para quienes la voz falta en lo real (56); en Vox Populi, Vox Dei, agrega esta afirmación que hacemos nuestra aquí: «De tal modo la pulsionalidad dela voz se manifiesta al “opacarse”, al dejar de ser transparente, en el efecto resultante de abolición del sentido» (57). En sus
Independientemente de las divergencias epistemológicas que dividen las corrientes psicoanalíticas, todas reconocen que el grito, en su función misma de llamado al Otro, se organiza en par significante dentro del psiquismo: el segundo grito despertará no e lprimero, sino el recuerdo del primero que el Otro habrá dotado de una significación. Si esta dimensión fue problematizada ampliamente por Michel Poizat, Solal Rabinovitch llama la atención sobre los riesgos que corre “la parte de goce” de la voz: “Una voz se raja, se hace callar, se rompe, puede estar plena de sentido, puede hacer gozar,puede hacer emerger un sujeto. Se requiere que la parte de goce de la voz se apague para que se pueda escuchar qué dice. Espero, decía Lacan, que vengan tantos por loque digo, no por mi voz” (73). Habitado por ese síntoma, el sujeto escucha dentro de él su propia voz, cuando “nada sale”, de la misma manera que no se percibe nada de las voces alucinadas del psicótico. Tanto para el uno como para el otro, abrigar en sí esta voz extraña es dar hospitalidad a una extrañeza; esta voz alterada es la de la alteridad,la del Otro. Esto implica cuestionar este escabullirse de la voz ante la palabra, ese flatus vocis, que se reduce a un solo “soplo de voz […] sin valor alguno” (74), que hace escuchar una voz marchita, que se vuelve detumescente en el momento de darse al otro. En el seminario Les Non dupes errent , Lacan escribe: [la voz] concierne menos a la demanda que al deseo del Otro. […] La materialidad del sonido estará, a partir de ahí, irremediablemente velada por el trabajo de la significación. […] La voz del Otro invoca al sujeto, su palabra lo convoca. […] La voz es ese real del cuerpo que el sujeto consiente perder para hablar, es ese “objeto caído del órgano de la palabra”
Notas.
Acerca de la autora.
Analista Miembro del Espacio Analítico (AMEA)
Miembro de insistencia y afiliarse a Convergencia
Miembro del CIAP (Círculo Psicoanalítico Internacional de Antropología)
Miembro de la AFA (Asociación Francesa de Antropólogos)
Investigación asociado en CRPMS (Centro de Investigación Psicoanálisis Sociedad de Medicina)
Excelente artículo…pienso que también se da la afonia social ,cuando regímenes totalitarios y represivos silencian las voces y perdemos nuestra voz ,al no poder expresar con libertad lo que pensamos y sentimos .
Me gustaLe gusta a 1 persona
Magnolia, recién hablaba con una amiga y me recomendaba un libro que ahora te recomendamos a vos, por esto que comentas: HACIA EL HABLA (TRES NIÑOS AUTISTAS EN PSICOANALIsis)Laznik Penot, Marie Christine. Un saludo.
Me gustaMe gusta
Gracias Cristine ,voy a buscarlo para leerlo ,me encantaría leerlo y luego comentar sobre el .
Saludos .
Magnolia.
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en ARTUCULACIONES COMPANY SOLUTIONS AND SERVICES bureaucraticy comentado:
Piensalo …
Me gustaMe gusta
Se inscribe en el ánimo colectivo una afonía social encubierta (desde que no hay conciencia cabal de que se la padece) cuando se silencia al Otro adversario y se lo estigmatiza como enemigo a acallar consumándolo por dos vías: la censura y la manipulación de la información. Así lo lleva a cabo el actual gobierno de la Argentina
Me gustaMe gusta