Por Gisela Avolio
Editorial Gabriela Odena .
¿Cómo y cuándo descubrió el psicoanálisis?
Hubo una pregunta bastante iniciática que mi abuela paterna me hacía ¿qué soñaste? Era algo así como una invitación a la palabra, y a partir de ahí, a un devenir de asociaciones que nos encontraba narrando deseos y anhelos no sólo de un porvenir incierto sino de un pretérito aguerrido. La dignidad de una lengua en la que se enhebran los recuerdos de un pueblo, de sus costumbres, canciones y ficciones, fábulas y leyendas, se presentaban en esa escena sin tiempo, mejor dicho, fuera de tiempo. Noches blancas donde me relataba historias de gente que no conocía pero que eran parte de mi linaje. Ficciones donde se entramaban sexualidad y muerte. Historias sucedidas en otro lugar, incluso en otras tierras. Su pregunta me abrió al descubrimiento de otra escena donde los sueños portaban un valor enigmático que íbamos de manera lúdica deshilvanando. Así una palabra, por más absurda que se presentara nos desplazaba a alguna ocurrencia, o nos arrimaba a algún sentido que nos proponía alguna orientación. Recuerdo algunos. Una palabra era un puente para el relato de un cuento y entonces de repente nos encontrábamos haciendo alguna labor, me enseñó a enhebrar, a cortar y coser, a enlazar bijouterie, a trabajar la arcilla.
El encuentro con el psicoanálisis fue temprano pero hizo falta tiempo para que pudiera advertirlo. Siendo desde un relato que se aventura como construcción es que puedo dar cuenta de un inicio, que como tal será ficcional.
Fue en la infancia, cuando esa pregunta cual Ábrete Sésamo sembró un campo de imaginación y fantasías. Inconmensurable compañía, la de sus palabras y sus creativas narraciones.
Muchos años después empiezo la carrera de psicología en la UNLP, asistía a un centro de niños y jóvenes donde el desasosiego y lo “down” se torno inquietud. Entré a la carrera en aquel momento porque me interesaba ocuparme de eso, o buscaba hacer algo con eso. Cursar la materia Teoría Psicoanalítica fue la posibilidad de encontrarle una lógica a esas elucubraciones y teorías infantiles. Ahí conocí a Sigmund Freud. Fue conmovedor. Recuerdo haber tenido la posibilidad de leerle a mi abuela La interpretación de los sueños y Psicopatología de la vida cotidiana. Estábamos implicadas en cada uno de sus párrafos. Resultaba que el inconsciente participaba en aquello padecido. Y que por tanto, una dolencia en el cuerpo, un acto sintomático, eran posibles de deletrear, porque esos productos que Freud llamó formaciones del inconsciente estaban estructurados como un lenguaje, al decir de Lacan. Entré al psicoanálisis a través de la lectura de Freud y de Lacan. Que alguien se haya interesado en la angustia, que un padecimiento condensara la singularidad de una trama subjetiva, que una letra accionara un deseo. Me arrojé a esa noche, me sumergí en la aguas del psicoanálisis. Empecé a analizarme, descubrí la incesante e indeclinable posición analizante que apuesta en la iteración en persistir en declararme amante del inconsciente. Lo “down” se torno un pasaje, en un devenir inagotable que no se cree paraje cuando la letra en tanto materia estalla otorgando movimiento a una existencia.
¿Qué considera que el psicoanálisis puede aportar a nuestra contemporaneidad?
Esta pregunta no puede comenzar sino con otra pregunta: ¿Qué entendemos por contemporaneidad? Al decir de Roland Barthes lo intempestivo y que Giorgio Agamben refiere como una relación singular con el propio tiempo. La contemporaneidad se nos presenta como una spaltung donde estando adheridos a un tiempo, a la vez, estamos distantes. Proposición sostenida en una coherencia lógica con el discurso analítico, posición éxtima, ya que esa distancia es efecto de lo imposible de aprehender de un real en el cual estamos inmersos. Esto nos plantea una relación a una temporalidad donde nos enlazamos a través de un desfasaje y un anacronismo. Es decir, incluirnos en lo contemporáneo es aceptar mojar la pluma en las tinieblas del presente.
¿Qué aporta el psicoanálisis a lo contemporáneo? Freud abre un surco, un intervalo donde no reducir lo viviente a la demanda que impera. Le ofrece un trato a lo opaco, convierte lo que “no anda” en un error inherente a la existencia de un sujeto. Preserva lo nocturno de donde nace lo inédito y lo insólito.
La experiencia del análisis transforma, porque hace del error un lapsus que irrumpe para dar inicio a otra cosa. No solo labora y elabora el corte, o la caída de aquellas fijaciones que dieron existencia a cada uno, sino que opera un estallido que disuelve y dispersa esa materia palabrera en fragmentos, partículas en movimiento que ponen en marcha nuevamente la recursividad pero desprendida del goce mortífero.
El psicoanálisis, un análisis, propone la posibilidad de una experiencia. El acceso a una existencia, otra que la del designio rígido de un destino. “A un análisis le es dada la invención de una vida”, dice Anne Dufourmantelle en su libro En caso de amor.
Sin claudicar en su efecto terapéutico, sufrir lo menos posible, el discurso del psicoanálisis injerta un bien decir y con ello la apuesta a un nuevo lazo. Que el psicoanálisis persista depende de la transmisión de esa experiencia.
¿Qué aporta a la contemporaneidad el psicoanálisis? La posibilidad de una renuncia al imperativo de goce, la declinación de lo fálico que hace falta disminuya para encontrar en la soledad un nuevo júbilo. Un presente anacrónico. Una experiencia de viraje, de la cual no volvemos los mismos. Un Dépaysements. Un trayecto a la pulsión donde devenir errantes y extranjeros en un incesante flujo donde la materia ignota y desconocida puede no ser hostil.


Gisela Avolio, actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, y miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse. Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). Dicta clases en las actividades de la Efmdp, y allí coordina el dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes, desde 2010; actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Y dicta clase anualmente en Centre IPSI de Barcelona. Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado.

Gabriela Odena
Psicoanalista. Actualmente trabaja como analista en consultorio particular.
AP (analista practicante), de la Escuela Freudiana de la Argentina. Actualmente responsable de la secretaría de difusión de la misma.