Colectivizar, desestabilizar, testimoniar. Apuntes sobre los colectivos de psicoanálisis en Brasil. Por Carolina Besoain Arrau.

Imagen de portada: Playing de Chee Keong Lim.

Cuidado editorial, delegación.


Colectivo Trenza, Chile

Programa de Pós Graduação em Teoria Psicanalítica,

Universidade Federal do Rio de Janeiro

“Abrir la imaginación honrando las invenciones.

Se trata de multiplicar mundos, no de reducirlos a los nuestros”.

Vinciane Despret

El psicoanálisis está vivo y crea mundos en Sudamérica. En estos seis meses de investigación he descubierto que está proliferando en prácticas, ideas y vínculos que inventan espacios. Me he propuesto inventariar las maneras de hacer mundos desde el psicoanálisis, esto es, registrar y analizar las invenciones que están naciendo en los encuentros y desencuentros entre el movimiento psicoanalítico y otros movimientos desacatantes de nuestra región sudamericana. 

El movimiento psicoanalítico, como lo llamó el mismo Freud en 1914, ha inventado diversas formas de transmisión y asociatividad a lo largo de su historia. O más bien, la historia del psicoanálisis es la historia de los esfuerzos de les psicoanalistas de hacer apropiación y transmisión de una práctica y de un sistema teórico en diversos territorios. Las historiografías del psicoanálisis han dado cuenta que el psicoanálisis es un objeto múltiple que se ha ido transformando y reinterpretando a lo largo de sus recorridos por diferentes regiones. En latinoamérica, la recepción del psicoanálisis siempre fue un proceso de apropiación activo, que ha incluido combinaciones y sincretismos con otros sistemas de ideas, que fueron más allá del canon y lo transformaron en lo que Plotkin y Ruperthuz  (2017) llamaron  “un saber que desborda”. 

La última ola de politización feminista latinoamericana alcanzó una capacidad de convocatoria multitudinaria inédita, que también ha tenido impacto en el movimiento psicoanalítico sudamericano. En Argentina el discurso psicoanalítico ha sostenido una relación de influencia mutua con el movimiento Ni una menos y la “marea verde”. El trabajo de Garibotto (2023) ha mostrado hasta qué punto la noción psicoanalítica de deseo fue crucial en la legalización del aborto en el año 2020. Los argumentos de psicoanalistas feministas argentinas fueron utilizados por diversos legisladores en sus discursos previos a la votación de la ley. Por otro lado, la producción de teoría psicoanalítica también se vio impactada por lo que Ana María Fernández (2022) llamó el “feminismo-multitud”. Los desbordes de la “marea verde” y sus corporalidades insumisas han dado lugar a reconceptualizaciones de las nociones psicoanalíticas de deseo, poder y cuerpo desde la lógica colectiva de las multiplicidades (ver Fernández, 2022). 

En Brasil los movimientos anti bolsonaristas también tuvieron gran impacto en el medio psicoanalítico local. La movilización feminista Ele Não contra Bolsonaro fue la mayor concentración popular durante la campaña presidencial de 2018. En mis viajes y entrevistas descubrí que la elección de Bolsonaro en el 2018 fue un factor decisivo en el surgimiento de nuevos colectivos de psicoanálisis. Si bien algunos de estos colectivos reconocen orígenes previos, en las iniciativas de Psicanalise na Rua (Psicoanálisis en la calle) que nacieron en São Paulo en los comienzos de los 2000, fue en el año 2018 que estos y otros colectivos se multiplicaron a lo largo de todo el territorio brasileño. En palabras de una entrevistada, “ante la impotencia de la violencia bolsonarista, nos preguntamos, ahora ¿qué vamos a hacer? Bueno, esto fue lo que hicimos”.

Los colectivos de psicoanálisis que han proliferado en Brasil los últimos 5 años son independientes de las instituciones freudianas y lacanianas tradicionales vinculadas a asociaciones internacionales de psicoanálisis. Muchos de ellos sí mantienen vínculos con universidades (1) y reconocen como antecedente para su formación, la política de cotas raciais implementadas bajo las administraciones de Lula y Dilma desde 2012 (2).

Si bien cada colectivo es diferente en sus formas de trabajo y énfasis, comparten un compromiso contra la violencia colonial, racial, de clase y de género. Por una parte, promueven ampliar el acceso a la escucha psicoanalítica, implementando dispositivos de atención individuales y grupales gratuitos o de bajo costo para la población favelada y para grupos habitualmente discriminados, como, personas LGBTQ+, personas con VIH, mujeres migrantes y personas en situación de calle.  Por otra parte, de forma más o menos explícita, todos los colectivos han desarrollado una crítica a las formas de transmisión y de asociación del psicoanálisis. Sus tomas de decisión promueven lógicas horizontales, sostienen prácticas de escritura colectiva y realizan formación teórica y supervisión clínica entre pares. También revisan autores que están fuera del canon psicoanalítico, en particular, vinculados al pensamiento decolonial, antiracista, feminista, queer y marxista. Algunos de ellos reivindican, además, la incorporación de saberes no hegemónicos en la formación de psicoanalistas, vinculados a las cosmologías afrobrasileñas. Una referente fundamental para la mayoría de los colectivos es la activista afrofeminista brasilera Lelia Gonzalez, quién realizó una significativa producción intelectual dentro del pensamiento decolonial, interseccional y psicoanalítico durante los años setenta, ochenta y la primera mitad de los noventa. Además, tuvo una activa participación en organizaciones afro feministas y en las discusiones sobre la constitución de Brasil de 1988. 

Los colectivos de psicoanálisis también se vieron fuertemente impactados por la transformación de las condiciones de trabajo que impuso el distanciamiento social durante la pandemia de COVID 19. La introducción de la virtualidad les permitió desarrollar sus actividades a pesar del encierro. En muchos casos ésta fue experimentada como una oportunidad para crear. No sólo mantuvieron sus actividades de atención clínica de manera virtual, sino que las restricciones para la presencialidad fueron utilizadas como una oportunidad para inventar espacios de transmisión, formación y encuentros de psicoanálisis online abiertos y gratuitos, con personas de distintas ciudades y regiones de Brasil.

Colectivo en acto

El sábado 5 de noviembre de 2022 participé de un conversatorio online organizado por el Coletivo de Psicanalise Margem (https://youtu.be/XuBfASh16UE). Este fue parte de un ciclo de conversaciones abiertas, online y gratuitas, de frecuencia quincenal que se realizaron entre septiembre y noviembre de 2022. El título de las conversaciones, Psicanalise e(m) coletivo (Psicoanálisis y/en colectivo), propuso un juego significante que sugiere el colectivo no solamente como un interlocutor para el psicoanálisis sino que lo ubica en el núcleo mismo de sus prácticas. 

Mi primer pensamiento delante de este conversatorio fue advertir sus geopolíticas. El domingo anterior al encuentro Lula había sido reelecto presidente de Brasil en las que fueron, quizás, las elecciones más tensas de la historia latinoamericana reciente. Las diferencias en las votaciones fueron muy estrechas y muy claras: Lula le ganó a la ultraderecha gracias al voto del nordeste de Brasil. Me pareció significativo que el colectivo organizador del evento fuera de Fortaleza, uno de sus grandes centros urbanos. 

Ese día fueron invitadas a conversar en torno a “Democratizar, colectivizar y decolonizar” dos psicoanalistas de colectivos de psicoanálisis en Brasil: Linnikar Castro del Colectivo Psicanálise Periférica y Mariana Mollica del Colectivo Ocupaçao Psicanalitica. Para el evento se sugirió la lectura del libro Psychoanalysis in the Barrios: Race, Class, and the Unconscious de la psicoanalista argentina, radicada en Estados Unidos, Patricia Gherovici.

¿Qué es colectivizar? ¿Cuál sería la dimensión de lo común en el lazo entre psicoanalistas? Se preguntó la presentadora Carol Leão, miembro del Coletivo Margem. Y luego añadió: colectivo se hace, colectivo es en acto. Colectivizar implica una tarea incesante de revisar nuestras políticas de reconocimiento y nuestra relación con “lo extranjero”. A continuación, retomando el texto de Patricia Gherovici, se preguntó: ¿Cómo ese acto puede incluir también el odio al extranjero? Porque la periferia y el centro se están siempre refundando. Entonces tenemos que repensar la formación y la transmisión del psicoanálisis, en torno al territorio, tensionar la relación con el centro, puesto que una respuesta única a la pregunta qué es el psicoanálisis corre el riesgo de ser colonizadora. 

Más adelante en la conversación Linnikar Castro afirmó: tenemos que pensar cómo hacemos formación periférica, para que el margen pueda producir saber para pensar en su propio sufrimiento. Tenemos un instrumento y ese es la clínica. El psicoanálisis no puede explicarlo todo, por eso tenemos que pensar desde nuestra propia clínica: tenemos derecho a nuestra propia diferencia. Y pienso aquí en todas esas minorias que son mayorías y que son colocadas en varios no-lugares: negros, pobres, periféricos, lgbtqia+, mujeres e innumerables otras intersecciones que marcan diferencias en nuestros cuerpos, nuestra cultura y nuestros saberes. Entonces, quiero confiar que con la reciente elección estamos asumiendo una posición de aquilombamiento, entendiendo ese aquilombar como una forma de hacer resistencia como cuerpo político a través de nuestras diferencias (3). Para aquilombarse no dependemos de un territorio fijo, cada cabeza, cada cuerpo puede ser un quilombo y eso tiene una potencia gigantesca.

Mariana Mollica inscribe la conversación en una temporalidad: en Brasil se están produciendo otras formas de escritura, otras formas de formación y otras formas de atención desde la era Lula-Dilma. Las políticas de cuotas del PT para democratizar el acceso a la universidad para población negra y marginalizada están cambiando todo, porque el saber cambia cuando cambia el sujeto del saber. La universidad pública puede ser una tecnología potente para enfrentar el colonialismo y el imperialismo internacional. No podemos descuidar el hecho de que las instituciones psicoanalíticas son privadas y formadas por la misma élite colonial. Así como Lacan tuvo que volver a Freud para rectificarlo, nosotrxs debemos hacer un nuevo retorno al inconsciente para rectificarlo, desde la periferia y entre todes. ¿Cuáles pueden ser las metodologías para esa rectificación? Una entrada interesante puede ser la idea de hacer escritura de las brechas, o eso que Conceição Evaristo coloca como propio del estilo literario de las mujeres negras, quienes hablan por los agujeros, por los orificios de la máscara del silencio (4).

Cuando se abrió el espacio para intervenciones del público María Gabriela Guedes da Costa pidió la palabra (min. 1:12:27). Dijo que estaba nerviosa, se presentó como estudiante y celebró el espacio de conversación porque significaba un rompimiento en los habitualmente instituidos como espacios de formación en psicoanálisis. Dice: Ustedes están pensando más allá de esta división tradicional entre supervisión, análisis personal y formación teórica que presenta la institución en la que estudio. Estar aquí, con ustedes, pensando estas cuestiones ha sido un rompimiento agradable y subversivo. Luego agregó: cuando ustedes se preguntan ¿cómo podemos hacer esto? Yo les digo, ya lo están haciendo.  Aquí estoy yo hablando, una mujer, pobre, del Nordeste, negra. Por mucho tiempo negué que era negra, porque el odio racial no es algo que venga sólo desde afuera, también es algo interno e inconsciente. Ustedes no saben lo difícil que fue encender la cámara en este encuentro. Cuando Mariana habló sobre los orificios me tomó tiempo comprender que estaba hablando de los orificios de la máscara. La primera cosa que se me vino a la cabeza fue el orificio anal. Son cuestiones que todavía están impregnadas y que ahora es posible dialogar, con la cámara abierta: estos espacios de palabra están abriendo posibilidades para eso y eso es muy importante para mi como mujer y estudiante entusiasta de psicoanálisis.

Más adelante en la conversación Mariana retomó la palabra y dijo: Empezaré con Maria Gabriela Guedes da Costa. De hecho, su discurso desgarró, hizo un desgarro. Creo que su discurso y su inconsciente también, «hablar desde los orificios de la máscara» y luego viene la asociación con el orificio anal. ¿Será que la persona negra siempre va a hablar de ese lugar? Esta palabra orificio me parece muy interesante para el psicoanálisis. Tiene que ver con el borde, con las zonas erógenas. Es a partir de ahí que hablamos, no hay otra manera. El orificio también tiene que ver con la dimensión del resto, que la propia Lélia nos enseñaba cuando dijo «O lixo vai falar» (5). Tenemos que ir hacia María Gabriela, hacia Lelia González, hacia Conceição Evaristo para desde ellas releer a Freud y a Lacan. ¿Cómo hacemos que el psicoanálisis efectivamente sea una acción descolonizadora? Porque la experiencia psicoanalítica, cuando se da, es decir, cuando un sujeto habla y escucha el deseo en su propia palabra y en sus propios equívocos, no es colonial. Es entonces cuando la experiencia analítica se vuelve liberadora, en esa praxis. Entonces, desde mi punto de vista, la cuestión es más bien sobre la institucionalización y la transmisión del psicoanálisis. ¿Será que las instituciones psicoanalíticas, que forman parte de ese malestar en la cultura que también podríamos llamar malestar-colonial, están haciendo inviable la propia ética psicoanalítica? A veces esa ética puede estar más en el quilombo o en la periferia que en la institución. Quizás podremos encontrar ahí los descentramientos que el psicoanálisis pretende hacer.

El cuerpo se vuelve testimonio

Los colectivos de psicoanálisis en Brasil han desencadenado un proceso de interpelación al psicoanálisis, de sus formulaciones teóricas y de sus prácticas, que al mismo tiempo lo transmiten y relanzan. El conversatorio al que asistí, propuso hacer colectivo de psicoanálisis, no como un saber específico o un ideal, sino como una conversación que nos puso a trabajar y permitió la emergencia del colectivo-en-acto. Este proceso provocó una desestabilización del saber y llevó el encuentro hacia líneas de fuga no anticipadas.

Este acto-colectivo, en específico, hizo aparecer la violencia de género como estructura elemental de la violencia colonial (Segato, 2020). La asociación con el orificio anal no sólo hizo aparecer el cuerpo, en tanto zona erógena, sino que introdujo el fantasma de la escena de violencia sexual sobre el cuerpo de las mujeres, en particular de las mujeres negras. Fue esta escena la que el colectivo-en-acto hizo aparecer por los orificios. La intervención de Maria Gabriela hizo visible que el cuerpo de las mujeres y niñas racializadas ha sido territorio de apropiación colonial. El proceso de esclavización del pueblo afroamericano implicó prácticas sistemáticas de violencia sexual. La sodomía funcionó como dispositivo de dominación tanto para hombres como para mujeres negras (Lamonte, 2018). Las memorias de estas violencias coloniales emergieron en el conversatorio, a través de una cadena asociativa que se hizo explícita cuando Maria Gabriela arriesgó la palabra. 

La escucha de violencia contra las mujeres fue clave para la emergencia del psicoanálisis. No olvidemos que una de sus escenas fundacionales, que permitió a Freud el desarrollo de su concepción del inconsciente, fueron narrativas de abuso sexual perpetradas por un varón, habitualmente el padre, a niñas. Freud descubrió tempranamente que la eficacia subjetivante de estas reminiscencias no radicaba en que realmente hubieran ocurrido en tanto acontecimiento fáctico. Sin embargo, este genial descubrimiento de la naturaleza fantasmática de la vida psíquica, fundamental para el desarrollo de toda la teoría psicoanalítica, implicó también a la teoría freudiana en una ambivalente complicidad con el pacto social patriarcal. La violencia traumática que Freud descubre como organizadora de la fantasmática histérica, comparte la misma célula violenta, o violencia elemental como la llamara Rita Segato, que es fundamento del orden político patriarcal: el mandato de violación como acto de apropiación violento, cuyo primer territorio es el cuerpo de las mujeres. Tal como ha señalado Rivera (2023) seguir llamando escena de seducción a esa escena de violación implica al psicoanálisis en un eufemismo que desmiente el componente abusivo sobre la que está sostenida la ley del padre y la función paterna. En palabras de Rivera (2023) la violencia de la ley del padre no es sólo aquella implicada en el acto civilizatorio de la creación de un límite delante del asesinato del padre, sino que implica también una violencia anterior, la cual si bien estaba implícita en la narración mítica del origen de la civilización que escribe Freud en Totem y Tabú, no fue realmente problematizada por él: esto es, la cosificación abusiva de la mujer por parte del padre perverso. Así, si bien la investigación freudiana nos entrega una metodología para una disección de las operaciones del patriarcado en el psiquismo (Rivera, 2023) los esfuerzos de Freud por salvar al padre y su ley, lo hicieron vacilar sobre el estatuto real de dicha violencia en el pacto social mismo. Así, la escucha de las violencias que el dispositivo analítico y las teorías psicoanalíticas hacen posible, no garantizan que estas consigan reconocimiento (Benjamin, 1995), tal como le ocurrió al mismo Freud en el caso Dora (Rivera, 2023). Su reconocimiento va necesitar de un movimiento adicional que nos implica como sujetos situadas en esa escucha y a nuestra disponibilidad a revisar el lugar que nos ha sido ofrecido a performar en ese pacto.

Con su intervención María Gabriela desestabilizó el dispositivo de saber-poder y produjo una asociación que hizo memoria a través de un pensamiento desde el cuerpo en-acto-colectivo. Sus asociaciones con el orificio anal pusieron en marcha un proceso de reversamiento de violencias implicadas tanto en el pacto social patriarcal como en la razón colonial esclavista. Reversar, del latin reversāre, refiere al proceso de devolver o regurgitar, esto es, venir a la boca el sabor de lo comido (RAE, 2022). Las violencias patriarcales y coloniales fueron regurgitadas en el significante orificio y consiguieron reconocimiento en la conversación. El dispositivo conversacional colectivo permitió que la palabracuerpo de María Gabriela se transformara en testimonio. La testigo hace una tarea imposible, ya que habla de una ausencia, una laguna dice Agamben (2020). Sin embargo, es en esa laguna imposible donde el testimonio aparece. No como un cúmulo de hechos, cercana a la narración o al relato detallado, sino como un balbuceo, como una fractura en la que se habla en nombre de otra cosa, que ya no está. Y eso de lo que se habla es de la experiencia de haber sido desprovista de la condición de sujeto. 

En el conversatorio el reversamiento de la palabracuerpo orificio realizada por Maria Gabriela fue reinscrito por Mariana en una cadena significante en la que quedó emparentada a las palabras de Conceição Evaristo y Lelia Gonzalez. Evaristo plantea su noción de escrevivência para describir la escritura desde el cuerpo que hacen las mujeres negras como resistencia ante la dominación colonial esclavista. A partir de la aglutinación de las palabras escribir y vivenciar, Evaristo describe un acto en el que la que la experiencia de género y etnia se vinculan “para despertarnos de los sueños injustos” (Evaristo, 2020). Las escrevivências hacen memorias de la experiencia en el cuerpo de las mujeres negras esclavizadas y se suman a la lucha política afrofeminista que Lelia Gonzalez (2020) propuso como una batalla de la lengua. El trabajo de Lelia González hizo de la lengua un espacio de resistencia cultural y política para el feminismo afro-brasileiro. Para ella el desafío político para el pueblo y especialmente las mujeres negras, ubicadas en el basurero de la sociedad brasileña, es llegar a tomar su propio lugar de fala. Esto es, pasar de ser hablados por otros, a asumir su propia posición de enunciación. Lelia anunció O lixo vai falar, e numa boa (la basura hablará, y será bueno.) En este colectivo-en-acto o lixo falou, al modo del testigo.

Los colectivos de psicoanálisis en Brasil están desarrollando prácticas que desestabilizan los dispositivos de saber-poder patriarcales y coloniales, hacen testimonio y construyen memoria colectiva de las violencias coloniales de raza y género. La revisión crítica de los conceptos psicoanalíticos, de las prácticas de transmisión y de formación en psicoanálisis están siendo el vehículo para hacer testimonio. Este trabajo conceptual colectivo está expandiendo los conceptos y amplificando el derecho a la palabra, al reconocimiento y a la memoria. ¿Qué consecuencias políticas y teóricas tendrá esta apertura para el psicoanálisis? 

Por ahora cierro con las palabras de Linnikar Castro: Estamos creando, inventando dispositivos. Si el colectivo se hace en acto, se trata de una apuesta sin garantías, como todo acto. Si intentamos prever, predecir entramos en la lógica del síntoma y eso es inhibidor. El acto alcanza su significación en retrospectiva. No estamos en tiempos de concluir, sino de elaborar e imaginar.


(1)El Proyecto Clínicas de Borda reúne 22 colectivos de psicoanálisis a lo largo de todo Brasil. Este es dirigido por. Andrea Guerra, psicoanalista y académica de la Universidade Federal de Minas Gerais, quien además es una de las fundadoras del Coletivo Ocupação Psicanalitica.

(2) Aprobada el año 2012, esta ley reserva por lo menos el 50% de las vacantes en las instituciones federales en educación superior y técnica para estudiantes de escuelas públicas, las cuales son cubiertas por candidatos autodeclarados negros, pardos e indígenas en una proporción equivalente a su presencia en la unidad federal (www.portal.mec.gov.br).

(3) Quilombo es el nombre que recibieron los espacios de resistencia que construyeron las y los esclavos negros en Brasil antes de la abolición de la esclavitud en 1888. En sus versiones más contemporáneas refiere al movimiento de lucha por la tierra y la reivindicación de la historia cultural afrobrasilera (Fiabani, 2007).

(4) Máscara del silenciamiento fue uno de los dispositivos de conquista, dominación y esclavización que fueron implementados en el territorio brasilero como parte del proyecto colonial europeo. Esta máscara era una pieza de metal colocada dentro de la boca de las personas negras esclavizadas, instalada entre la lengua y la mandíbula y fijada detrás de la cabeza por dos cuerdas, una alrededor del mentón y la otra alrededor de la nariz y la frente, para evitar que les esclavos comieran caña de azúcar o cacao. Grada Kilomba (2019) señala que la principal función de las máscaras era implementar, a través de la violencia y el miedo, el silenciamiento de las voces y hablas negras, especialmente de las mujeres.

(5) Expresión elaborada por la activista e intelectual afrobrasilera Lelia Gonzalez cuya traducción al castellano sería: “La basura hablá, y será bueno”.

Referencias Bibliográficas

Agamben, G. (2005). Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III. Valencia: Pre-Textos

Benjamin, J. (1995). Like Subjects, Love Objects: Essays on Recognition and Sexual Difference. New Haven, CT: Yale University Press.

Despret, V. (2022). Habitar como un pájaro. Modos de hacer y de pensar los territorios. Buenos Aires: Cactus.

Evaristo, C. (2020). A escrevivência e seus subtextos. En C. Lima Duarte & I. Rosado Nunes (Orgs.) “Escrevivência: a escrita de nós – Reflexões sobre a obra de Conceição Evaristo”. Rio de Janeiro: Mina Comunicação e Arte.

Fiabani, A. (2007). O quilombo antigo e o quilombo contemporâneo: verdades e construções. Apresentado em Associação Nacional de História – ANPUH XXIV Simpósio Nacional de História: http://snh2007.anpuh.org/resources/content/anais/Adelmir%20Fiabani.pdf

Freud, S. (1914). Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. En S. Freud Obras Completas. Tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu.

Fernández, A. M. (2022). Psicoanálisis. De los lapsus fundacionales a los feminismos del siglo XXI. Buenos Aires: Paidós.

Garibotto, V. (2023). The Desiring Woman: Psychoanalytic Discourses of Abortion in Argentine Feminism (2005-2020). Psychoanalysis, Culture and Society. https://doi.org/10.1057/s41282-022-00367-0

Gherovici, P. &  (2019). Psychoanalysis in the Barrios: Race, Class, and the Unconscious. New York: Routledge.

Gonzalez, L. (2020). Por um feminismo afro latino americano. Rio de Janeiro: Zahar.

Kilomba, G. (2019). Memórias da plantação. Episódios de racismo cotidiano. Rio de Janeiro: Cobogó.

Lamonte, A. (2018). Slavery Unseen: Sex, Power, and Violence in Brazilian History. Durham: Duke University Press.

Plotkin, B. y Ruperthuz, M.  (2017). Estimado Doctor Freud. Una historia cultural del psicoanálisis en América Latina. Buenos Aires: Edhasa.

Rivera, T. (2023). A gramática fálica e a violência sobre o corpo feminizado uma leitura feminista da «sedução» e do fetiche. Lacuna: uma revista de psicanalise, Sao Paulo, n. -14, p. 2. Disponível em: https://revistalacuna.com/2023/06/06/n-14-2/

Segato, R. (2020). Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Buenos Aires: Prometeo Libros.


Carolina Besoain es Doctora en Psicología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Practica el psicoanálisis de manera privada, es docente, supervisora e investigadora. En el año 2018 fundó junto a otras psicoanalistas chilenas el Colectivo Trenza (www.trenzacolectivo.cl) en el que desarrollan un trabajo en las intersecciones entre la clínica psicoanalítica, el feminismo, los estudios cuir y las humanidades. Ha dirigido diversos proyectos de investigación con financiamiento de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) y actualmente está realizando una investigación postdoctoral en el Programa de Posgraduación en Teoría Psicoanalítica de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ).


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