Comentario de «Mandíbulas autómatas. La palabra en estado viral y los huéspedes precarizados», de Helga Fernández. Por Gabriela Odena.


Foto de portada: Amanda Nicosia


El título que propone Helga Fernández, Mandíbulas automátas, esta vez en formato plaqueta, extrae y explora un estado de inhabitabilidad de la palabra coaptada por la viralización de palabras «que no se anudan a la significación», palabras pululantes, informatizantes, desencarnadas, y que ya no remiten a ninguna escritura que tenga algún parentesco con la escritura de lo inconsciente.

En su desarrollo da cuenta, de cómo se inscribe la escritura en el aparato psíquico desde Freud, y de la torsión que le imprime Lacan, con la banda de Moebius. Una diferencia, que no deja de hacer una admisión fundamental: la de la inscripción de lo inconsciente, el sujeto y su compromiso en tal modo de escritura.

Este escrito es fundamental para entender los modos en que opera el tecno-capitalismo, reproduciendo en serie seres que han perdido toda posibilidad de ser agentes de su decir, sin saberlo quizás. Han perdido y hemos perdido, podemos decir con Helga, ya que todos somos arrojados de un modo u otro a una digitalidad que no es anónima pero que sí anonimiza, “al ser traza sin traza”.

La importancia de este escrito radica en el modo en que desanda, desarma, y hace una arqueología de las vías de una viralización que forcluye la historización, haciendo posible por ello, que algo otro, acontezca. Armando y desarmando un rompecabezas orquestado por los poderes establecidos, en una trama “atópica y distópica” que busca una humanidad carente de un pensamiento propio, encarnado, responsable de su propio decir.

Invito a leer esta plaqueta, breve y contundente, en la que cada uno quizás pueda pensar su propia relación a la digitalidad, en el discernimiento de un malestar que pone en “jaque” el discurrir de lo inconsciente y su escritura. “¿Cómo soportar un discurso en las antípodas del discurso?»


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