Imagen: Nubografías x Guillermo Franco, Ig.: sobre.nosotros.solo.el.cielo
Cuidado editorial: Viviana Garaventa y Marisa Rosso
Esos contra-espacios, esas utopías localizadas, los niños(**) la conocen perfectamente. Evidentemente, se trata del fondo del jardín, del altillo o de la carpa de indios levantada en el medio del altillo o es el jueves a la tarde, la cama grande de los padres. Sobre esa gran cama, descubrimos el océano porque podemos nadar entre las colchas; y después ella es también el cielo, porque podemos saltar y rebotar sobre los resortes; es el bosque, porque podemos escondernos, es la noche porque nos transformamos en fantasmas entre las sábanas, es el placer, finalmente, porque al regreso de nuestros padres, vamos a ser castigados(1).
Las utopías localizadas son, entonces, esos contra-espacios que los niños pero también los poetas conocen desde siempre. Foucault inventó el neologismo “heterotopía” para designar ese tipo de contra-espacio.
El 7 y el 21 de diciembre de 1966, Foucault da dos conferencias radiofónicas en France Culture. Esas conferencias: una sobre «El cuerpo utópico» y la otra sobre «Las heterotopías», forman parte de una serie consagrada a la utopía y la literatura. La conferencia sobre las “heterotopías” será publicada, luego de su muerte, en Dichos y escritos, bajo el título «Des autres espaces». Pero esas conferencias fueron también publicadas independientemente, junto con una presentación de Daniel Defert, bajo su título original. Nosotros utilizaremos esta última publicación.
Esas dos conferencias son contemporáneas de Las palabras y las cosas (1966) donde, recordemos se trata del cruce entre el espacio y el lenguaje en la constitución discursiva de un orden de las cosas. Pero el modo en el que Foucault habla del espacio en estas dos conferencias es diferente. En efecto, si en Las palabras y las cosas “utopía y heterotopía” son puestas en relación con la literatura, en estas conferencias, esos espacios se alejan de lo literario para acercarse a una dimensión propia a la experiencia vivida. Así, la ‘heterotopía’ no será únicamente aquella de la poesía o la literatura sino que designará un lugar concreto en el espacio de la realidad material.
Aquello que nos interesa abordar aquí son esos contra-espacios que pueden tomar una forma lenguajera o bien pueden tomar la forma material de un espacio de la realidad. Esas dos modalidades de heterotopía entran en correspondencia con la diferencia entre el espacio literario y la escena lúdica. Así, si Les mots et les choses (donde se trata del cruce entre espacio y lenguaje) comienza por la enciclopedia de Borges, la conferencia sobre Les hétérotopies (donde se trata de un lugar material) comienza por una referencia a los juegos infantiles.
¡Cosa extraña esa referencia al juego infantil de parte de Foucault! Tan extraña como la referencia al espejo en «El cuerpo utópico». Hay quienes consideran que esas dos conferencias pueden leerse en forma conjunta. Así, «Le corps utopique» se enlaza al espacio de adentro y «Les hétérotopies» al espacio de afuera. Pero, ¿el espejo y el juego entran verdaderamente en la serie enumerada de heterotopías? Intentaremos esbozar una respuesta posible.
Heterotopía
“Heterotopía” es entonces el término inventado por Foucault para nombrar espacios que relevan de la utopía pero cuya huella es localizable sobre un mapa. Si la utopía es el lugar ideal, la heterotopía es un lugar bien real. Ella implica la materialización de la utopía, su realización efectiva. Esta noción atrae la atención sobre ciertos aspectos de la ciudad, espacios que toda sociedad organiza y que conservan la característica de estar en el corazón de esa sociedad y en sus márgenes como por ejemplo la cárcel, el cementerio, la biblioteca, el museo, el teatro, los jardines, el barco, etc.
Nombremos tres características principales :
1) Las heterotopías tienen como regla yuxtaponer en un lugar real varios espacios que normalmente serían incompatibles. En la escena teatral, por ejemplo, se suceden una serie de espacios de forma ficticia.
2) Las heterotopías están ligadas a un recorte singular del tiempo como las heterocronías. El cementerio, por ejemplo, donde el tiempo no pasa, los museos o las bibliotecas donde el tiempo se acumula. Puede estar relacionado con el tiempo en su modo festivo: las vacaciones o los parques de diversión.
3) Las heterotopías tienen un sistema de apertura y de cierre que los aísla del espacio que los rodea. Sobre ese punto podemos agregar que ese sistema los aísla pero los hace penetrables. Por ello, son posibles las trayectorias espaciales, los pasajes de un lugar a otro que instituyen fronteras y bordes.
En fin, estos tres principios están constituidos por una serie de oposiciones: sagrado-profano, aparición-desaparición, varios espacios en un lugar, recorte diferencial del tiempo, continuidad vs interrupción de la diacronía, apertura y cierre. Todo ello nos vuelve sensibles a un modo de funcionamiento que no es fijo, que cambia y que puede provocar un sentimiento de inquietud.
Foucault agrega una condición esencial y es que las heterotopías son una suerte de respuesta contestataria a los otros espacios de una sociedad. Esa contestación puede ejercerse creando una ilusión que denuncia el resto de la realidad como una ilusión (los prostíbulos) o al contrario, creando una ciudad perfecta como la ciudad ideal de los jesuitas en Paraguay que denuncia la imperfección de la sociedad.
En resúmen, las heterotopías permanecen en el margen de la vida cotidiana de una sociedad, funcionan en otro tiempo y según otras reglas. Pero están también en el corazón de la sociedad porque están en relación al espacio de afuera y a aquello que representan las normas legítimas de una sociedad. Están al margen del espacio social compartido. Pero están en una posición central porque cuestionan las representaciones del sentido común de ese mundo compartido. Ellas vuelven posible la relación a un otro lugar, a un «más allá» que interpela nuestro «aquí» y la relación a un «otro tiempo» que interpela nuestro «ahora». En fin, las heterotopías vuelven más opacas las evidencias de esos lugares cotidianos y del tiempo compartido, porque ellas atraen hacia la heterogeneidad de un otro recorrido no fantaseado sino efectivamente realizado.
Ahora bien, ¿espejo y juego pertenecen verdaderamente a la serie enumerada de heterotopías? Diríamos que espejo y juego parecen escapar a esa clasificación. En la primera conferencia, Foucault escribe: «Son el espejo y el cadáver los que asignan un espacio a la experiencia profunda y originariamente utópica del cuerpo (…) Es gracias a ellos, es gracias al espejo y al cadáver que nuestro cuerpo no es pura y simple utopía»(2). Así, el espejo queda casi como un antecedente que permite heterotopizar el cuerpo comprendido como el espacio íntimo. El juego, al contrario, es utilizado para definir esos contra-espacios pero no es retomado en la serie de heterotopías como el museo, la biblioteca, el cementerio, el teatro, etc… Si la sociedad organiza los espacios de juego para les niñes (parques, zonas de juegos, ludotecas etc..) sabemos que les niñes pueden transformar cualquier objeto y cualquier espacio en escena lúdica. Por lo que podemos decir que no es el fondo del jardín en sí, ni el altillo, ni la cama grande de los padres, aunque las connotaciones sexuales de esa cama tengan sus consecuencias, sino que es la actividad lúdica, la que al modo del espejo, heterotopiza esos espacios. Dicho de otro modo, es gracias al uso que les niñes hacen de esos espacios que esos espacios devienen otros aunque ello no está al alcance de todes les niñes.
Por otro lado, no es posible concebir el juego únicamente como un lugar empírico sino que esa experiencia del jugar está también ligada al lenguaje. De hecho la tesis de Sigmund Freud, según la que, juego y creación literaria proceden de la misma fuente, forma un zócalo consistente.
Diríamos entonces que el juego ocupa un lugar bisagra entre los dos tipos de heterotopías: las heterotopías del lenguaje y las de la experiencia vivida, la de la literatura y la que podemos localizar en un lugar preciso.
Recordemos la tesis freudiana sobre el lazo entre el juego y la creación literaria :
El niño diferencia muy bien de la realidad su mundo de juego, a pesar de toda su investidura afectiva; y tiende a apuntalar sus objetos y situaciones imaginadas en cosas palpables y visibles del mundo real (…) Y el lenguaje ha recogido este parentesco entre juego infantil y creación poética llamando “juegos” (“Spiel”) a las escenificaciones del poeta que necesitan apuntalarse en objetos palpables y son susceptibles de figuración, a saber: “Lustspiel” (comedia), “Trauerspiel” (tragedia), y la persona que los representa “Schauspieler” (actor)(3).
La niña y el creador en la escena establecen sus objetos imaginarios en el mundo real pero sin someterlos a él porque el juego y la creación poética permanecen del lado de un «hacer significante». Se trata de un estatuto que distingue el objeto susceptible de figuración en el sentido de Darstellung.
Retomando entonces la tesis freudiana, la niña acomoda esos objetos poéticamente creando de esa manera un espacio propio, articulado pero también emancipado del discurso parental y bien podría también conformarse en una forma de disidencia o de contestación de ese discurso. En ese sentido, Freud escribe: “Todo niño que juega se comporta como un poeta, pues se crea un mundo propio, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada”(4). Ese mundo propio, esa práctica crea un espacio concreto, un espacio vivido en donde van articulándose el cuerpo, la imagen y el lenguaje. Se trata de una práctica de repetición, no de simple reproducción de lo mismo. En esas vueltas, al modo del carrete que va y vuelve una y otra vez, se produce una experiencia viva que hace de la palabra una realidad efectiva. Y es allí que el juego ocupa ese lugar bisagra entre las dos formas de heterotopías.
Finalmente, si según Foucault, el espejo asigna un espacio a la experiencia utópica del cuerpo, podemos avanzar la hipótesis, según la cual, el juego ancla la experiencia utópica del espacio en un mundo subjetivo.
Dicho esto, recordemos la condición esencial, indicada por Foucault, sobre las heterotopías, a saber, el hecho de interpelar los otros espacios. En este sentido, la referencia al juego infantil de su parte era acertada. Porque la libertad de juego permite abrir nuevas perspectivas y heterotopizar los espacios, alterando el sentido común de las palabras, de los cuerpos, de los lugares.
Foucault termina su conferencia así :
El barco, el gran barco del siglo XIX, es un pedazo de espacio flotante, un lugar sin lugar, viviente por él mismo, cerrado sobre sí mismo, libre en un sentido… se comprende bien la razón por la que el barco fue para nuestra civilización… al mismo tiempo el más grande instrumento económico y nuestra más grande reserva de imaginación. La nave es la heterotopía por excelencia. Las civilizaciones sin barco son como los niños cuyos padres no tendrían una cama grande sobre la cual jugar, sus sueños entonces se callan, el espionaje allį reemplaza la aventura, y la fealdad de la policía, la belleza bronceada de los corsarios(5).
La nave, definida aquí como ese pedazo de espacio que se desprende y circula libremente evoca una exterioridad radical. La nave, como instrumento de civilización y el juego infantil que no puede desplegarse sino sobre la cama de los padres, nos recuerda esa articulación necesaria para el sujeto de “ligazón y separación” propia de la relación al Otro.
¿No es acaso en esa posición extrínseca que se inscribe la dimensión de la alteridad en la experiencia subjetiva? La relación al Otro ¿no implica un despliegue espacial de la experiencia que le es así dedicada?
Así, Foucault pone en paralelo la heterotopía de la nave y la escena lúdica. Son dos expresiones de una civilización que le concede un lugar a los sueños, a la aventura y a la libertad. Son formas de resistencia a los sistemas totalitarios. El film «Timbuktu» con la secuencia de adolescentes que se divierten mimando un match de football sin la pelota (la pelota estaba prohibida) ¿no nos da un ejemplo magnífico ?
* Una versión completa en francés de este artículo fue publicado en la revista Superflux, n° 10, Paris, L’unebévue éditeur, 2017, p. 19-26. Presentamos aquí una versión abreviada.
** Me tomo la libertad de hacer un uso personal del lenguaje inclusivo. Me interesa el efecto lúdico y la diversidad de formas que puede adoptar más que la adaptación a una forma única de clasificación identitaria.
1. Michel Foucault, Le corps utopique, Les héterotopies, Lignes, Europe, 2009, p. 24 (nosotros traducimos)
2. Michel Foucault, Le corps utopique, Les héterotopies, Lignes, Europe, 2009, p. 19 (nosotros traducimos).
3. S. Freud, “El creador literario y el fantaseo”, O.C. Vol. 9, Buenos Aires, Amorrortu editores, p. 128
4. Sigmund Freud, “El creador literario y el fantaseo”, op. cit., p.. 127
5. Michel Foucault, Le corps utopique, Les héterotopies, Lignes, Europe, 2009, p. 36 (nosotros traducimos)
Otras referencias bibliográficas:
– Ver Pierre Kaufmann, L’expérience émotionnelle de l’espace, Vrin, Paris, 1999.
– Abderrahmane Sissako, Timbuktu, France-Mauritanie, 2014
Verónica Diez ejerce la práctica analítica en París. Miembro de la École lacanienne de psychanalyse. Defendió su tesis de doctorado en Paris VII, L’Université Diderot-Sorbonne (2014).
Ex-residente del Hospital de Niños Ricardo Gutierrez, Buenos Aires. Egresada de la Universidad de Buenos Aires.
Esta revista se sustenta gracias a la publicación, la difusión y la edición, sin ánimo de lucro, de cada uno de los miembros que la componen. Agradecemos la colaboración económica que el lector o la lectora quiera y pueda para lo cual dejamos nuestros datos.
CVU: 0000003100078641018285
Alias: enelmargen.mp
Mercado Pago
Desde el exterior: https://www.paypal.me/flagelodelverbo
Interesante escrito de Verónica Diez, no cede en definir el juego como único lugar lógico de producción de subjetividad a la vez que sitúa gracias a la noción de heterotopía su dimensión ética.
Me gustaMe gusta
Interesante escrito de Verónica Diez, no cede en definir el juego como único lugar lógico de producción de subjetividad a la vez que sitúa gracias a la noción de heterotopía su dimensión ética.
Me gustaMe gusta