Por Gisela Avolio.
Edición Gerónimo Daffonchio.
¿Cómo y cuándo descubrió el psicoanálisis?
El primer encuentro con el Psicoanálisis fue en la adolescencia a partir de un libro de Freud, “Tres Ensayos para una Teoría Sexual” señalado por otro, un par. Había leído muchos libros, las excursiones a la biblioteca del pueblo eran algo bastante frecuente para mí, pero no encontré ese libro en ese lugar sino que eso fue posible porque hubo alguien que ya lo había encontrado y quiso compartirlo. Ese primer encuentro instaló la curiosidad, algo enigmático que, ahora lo pienso, no fue en cualquier momento sino que fue en el tiempo del segundo despertar sexual.
Además de suponer que allí podría encontrar algunas respuestas a lo que subjetivamente me encontraba transitando, se sumaba la pregunta acerca de cómo alguien podía atreverse a escribir acerca de ese real sexual y de ese modo. Siempre me ha interrogado la transmisión, no sólo en términos psicoanalíticos, sino ¿cómo se transmiten los mitos familiares, las historias, las costumbres, de una generación a otra y cómo en eso que se dice también, pasa el deseo?
Pero podría decir que el descubrimiento del Psicoanálisis es a partir de otra lectura, que no depende de los libros, sino que se produce haciendo la experiencia, siempre singular y que no es por acumulación, propiciada por la presencia y el deseo del analista en el marco del dispositivo analítico.
El análisis comenzó en la búsqueda imaginaria de que Otro podría brindar un saber acerca del padecimiento, pero en ese trayecto, varias cuestiones fueron tomando otra dimensión:
- El saber no es del analista, no obstante se hace necesaria su presencia para que se diga. Nos habita un saber inconsciente. La voz del analista en algún momento deja de resonar oracular.
- La Verdad es No – Toda, en tanto por la palabra no logra cernirse absolutamente lo Real. Aunque arribar a ese punto no es sin los significantes.
- El trabajo con los objetos pulsionales, los cortes, la redistribución de los goces, el cuerpo.
- El aprovechamiento del síntoma como recurso cuando se lo puede leer y hacer algo con eso, no quedar estancado en el goce que implica.
- El deseo disponible.
Recuerdo el impacto que me produjo, y las consecuencias que eso acarreó en el lazo social con los otros, percatarme de que en la queja de lo cotidiano se escuchaba – resonaba – otra cosa. Decir con palabras lo que imagino, para que en eso se recorte lo Real, lo que causa a la producción de algo nuevo. Creo que ahí comencé a escucharme. Si bien hacía mucho tiempo cronológico que estaba en relación al Psicoanálisis, ahí se inauguró una dimensión temporal y espacial diferente.
¿Qué considera que el psicoanálisis puede aportar a nuestra contemporaneidad?
En los tiempos actuales, en nuestra contemporaneidad, la tendencia es a tornarnos objetos consumidos por el consumo, donde el lazo social se ve dificultado por la infinidad de demandas que se renuevan de manera constante. Pensándolo mejor, tal vez el problema no esté en la diversidad de demandas sino en que las mismas son interrumpidas, no se permite que se desplieguen y eso, muchas veces, impide las respuestas o una toma de posición.
Lo que el psicoanálisis ofrece es un intervalo, un espacio y un tiempo diferentes, donde lo que se dice cuenta e involucra a quien lo dice, donde puede producirse un corrimiento de los espejismos cotidianos y situarse lo esencial al sujeto, su deseo. Es una apuesta al lazo social y a que las diferencias sean toleradas.
Escuchar, escucharse, hacerse escuchar no es algo que esté garantizado por el sólo hecho de ser seres hablantes. Con esto estoy diciendo que la experiencia del análisis habilita otro modo de hablar. Así como antes decía que se trata de otro modo de leer, ahora digo que se trata de otro modo de decir. En el dispositivo analítico hay otro que escucha y toma posición analista para propiciar la interrogación de los sentidos que cada uno se ha podido dar y que muchas veces, por la fijeza misma que implican, producen extremos padecimientos.
Considero que el Psicoanálisis, como experiencia, le da valor a la palabra y eso es una chance para interrogar y afrontar lo que en la vida de cada uno surja y, necesariamente, eso acarrea consecuencias en el lazo con los otros.
Gisela Avolio, actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, y miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse. Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). Dicta clases en las actividades de la Efmdp, y allí coordina el dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes, desde 2010; actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Y dicta clase anualmente en Centre IPSI de Barcelona. Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado.
Gerónino Daffonchio, analista. Participante de la Escuela Freudiana de la Argentina. Actualmente desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado. Editor de esta revista.