Néstor Braunstein y las huellas del psicoanálisis en Costa Rica. Por Ginnette Barrantes Sáenz y Lilliam Garro León

A continuación podrán acceder a un libro, publicado en papel en el año 1993 en Costa Rica: “La clínica psicoanalítica: de Freud a Lacan”, de Néstor Braunstein. Se trata de la transcripción y edición de un seminario a cargo de este analista, que tuvo lugar en la Clínica de Psicología Dinámica en el mismo país, en 1986. Quienes en aquella ocasión organizaron y coordinaron el seminario, Ginnette Barrantes Sáenz y Liliam Garro León, hoy, 36 años después, escriben un posfacio que también es la puesta en acto de un homenaje a la transmisión de Braunstein y, junto con éste pero también más allá, una anotación del trazo unario de la historia del psicoanálisis.

Desde “En el margen” agradecemos la generosidad de Ginnette por poner a disposición este libro y el posfacio para la lectura abierta de todo aquel y aquella que se interesen por los mismos; por la marcación de las huellas (también del exilio argentino), y, por la oportunidad de que la revista oficie de intercesora entre este don y lxs lectores.

Helga Fernández, editora.


Posfacio, 36 años después.

Por Ginnette Barrantes Sáenz

En la década de los setenta, durante mi formación académica en la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica, leímos “Psicología, ideología y ciencia”, de Néstor Braunstein, Marcelo Pasternac, Gloria Benedito y Frida Saal; una referencia ineludible al buscar el nunca encontrado “objeto de la psicología” (con Silvio Rodríguez, le denominamos el “unicornio azul”). No solo las referencias epistémicas poblaron esa época, también con estos autores se hicieron presentes las huellas del exilio argentino (1976-1986), en la Psicología Dinámica, con la cual el freudomarxismo devino una primera marca de una psicología liberadora del vínculo alienante de la ideología, que requerían de un sujeto en lucha por su autonomía y liberación.

En 1984, el desexilio casi había llegado a su fin. Quedaban las marcas de una psicología rioplatense (que no habíamos leído antes), también las empanadas, la nueva trova (por ejemplo, la visita de Mercedes Sosa), el vino y las masitas que habían hecho coexistir los saberes con los sabores, en un aire centroamericano revolucionario y no tan lejano de las dictaduras, entre ellas, la rara pretensión de hacer de la psicología una ciencia experimental, pura y dura.

Así, cuando en 1985, por sugerencia de Lilliam Garro León, invitamos a Néstor Braunstein, quien había sido su profesor en la Universidad Autónoma de México (UNAM), no sabíamos que iniciaría una nueva década, en la cual la Clínica de Psicología Dinámica (1980-1993) como institución, participó activamente en lo que sería su propia disolución y transformación, para dar paso a la nueva década del “freudolacanismo”, el cual, tal y como lo atestigua el nombre de la transcripción del seminario de 1986, que hoy compartimos como una de las tres vertientes del psicoanálisis que ese mismo año ingresaron al país, a saber: “La clínica psicoanalítica: de Freud a Lacan”, que se introducía junto con el Etnopsicoanálisis y la Hermenéutica crítica. Se trataba del regreso de aquel Jacques Lacan –más teórico y academico que clínico– que también Carmen Gola (otra exiliada argentina) ya había enseñado en sus cursos y que me había hecho correr, frente a la universidad, donde el librero también argentino Dante Polimene, hasta la librería Macondo, en pos de los Escritos (1966).

La clínica psicoanalítica y este recorrido propuesto fue una pretensión que no separaba a Freud de Lacan, ni daba cuenta (en sus pasajes) de las discontinuidades entre uno y otro. En 1989, Frida Saal, otra cordobesa exiliada en México, también marcó este modo de recorrer a Lacan con el seminario, “La pulsión de muerte: de Freud a Lacan”, para el cual Leticia Retana realizó un afiche artesanal, donde la muerte sostiene su guadaña. 

Lo que no sabíamos todavía (otro sueño totalitario de la Historia: saber de antemano sus efectos y llamarle luego futurología) era que la conferencia “Psicología, ideología y ciencia, doce años después”, auspiciada por la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica y dictada ante un gran público en el Auditorio de Física-Matemática, vendría a generar una discordia entre unos y otros: no quedamos bien con la Psicología, que no esperaba a un lacaniano, ni con la Psicología Dinámica, que no previó el final de una década y que, probablemente, en 1993, cerraría sus puertas para dejarle su lugar a un nuevo sintagma que se instalaba con una fuerza tropical arrolladora.

Así pues, “La clínica psicoanalítica: de Freud a Lacan”, que se instaló como una nueva práctica, ahora sí, con las cartas de navegación bien autorizadas para denominarse psicoanálisis lacaniano, podía exhibir lo que no pudieron hacer los psicólogos dinámicos del exilio, porque en sus cartas de ruta todavía no existía el psicoanálisis, como sí ocurrió en México. En Costa Rica, aquellos dos exilios se tomaron de la mano para dar su nuevo relevo a otras instituciones que recibieron la bandera de esa clínica, sus estructuras clínicas muy diferenciadas y sin contaminaciones, su desprendimiento de la psiquiatría y su psicopatología. Lo anterior fue un bálsamo para aquellas instituciones que nacieron durante el primer exilio y que ya tenían un recorrido clínico y la orfandad del desexilio, pues se habían instalado las supervisiones, los grupos de estudio y algunos análisis en curso como prácticas de esa psicología dinámica. 

El interés de compartir esta huella histórica del psicoanálisis, no es solamente dar a conocer el recorrido de Néstor Braunstein en su transmisión, en Costa Rica. Sabemos que una huella no es un archivo, que requeriría contrastar estas tres huellas que entraron en ese mismo año y que marcaron, desde sus inicios un territorio diverso; sino también porque hoy día, en los intensos homenajes, algunos se disputan el caos de los orígenes o prefieren una claridad contundente, con fechas y datos fuera de contextos históricos, para apropiarse del trazo unario, como de los Fundadores. Lugar que solamente deberíamos dar con justeza a Freud.

Las banderas de las lacanizaciones (casi ochenta seminarios en una década, con invitados de este segundo exilio y otros a los que ellos les habían transmitido, en México, y con los que proliferaron los nombres de Clínicas del amor, del goce, de lo real, etc.) no han permitido darle el lugar merecido a la transmisión que llevó a cabo Néstor Braunstein y que se extendió hasta el arte y las letras, con “Hamlet”, en la Facultad de Letras, sobre el goce y la ley, en la Facultad de Derecho, y, por supuesto, en el psicoanálisis y la psicología. Su erudición era la de un maestro, no con un humor encantador, sino agudo e incisivo, incluso irónico. No tenía el murmullo de la flauta de Hamelín para acarrear ratoncitos danzantes al bosque; pero sí, un humor y una palabra performativa. Durante un coloquio del Instituto 17, muchos años después, me preguntó: “Ginnette, ¿cómo van las guerras intestinas en Costa Rica?”. Su pregunta me hizo ir al baño inmediatamente y desentrañar los efectos de esa indigestión en mi análisis.

Su mirada penetrante daba cuenta de un pensamiento acucioso, el cual se vertía en libros que dan cuenta de su posición en esos lacanismos que serían la marca posterior de otra década de la cual no hablaremos aquí. Con miedo y con cierta astucia de alumnos ignorantes, una vez le preguntamos si aún seguía siendo psiquiatra. La pregunta tenía detrás una aspiración purista: desprenderse de todo el recorrido anterior para adueñarse, prístinamente, de las causas primeras y únicas. El maestro Braunstein, al estilo socrático, blandió su espada lenguajera valleinclanesca y con ironía respondió: “¿Cómo dejaría de serlo, aunque hoy sea psicoanalista?”. 

Hoy tomo sus palabras: ¿Cómo dejaría de agradecerte, Néstor, aunque ya no esté en esa misma ruta de tu enseñanza? Gracias porque sin ese recorrido no estaría hoy aquí. Mucha agua ha pasado bajo y sobre el puente en este país de guerras silenciosas y nombradas solo por esa melancolía lluviosa de octubre. Hoy llueve tanto como hace treinta y seis años, durante ese septiembre en el cual llegaste y que ahora conmemora este otro en el que te fuiste definitivamente con tu perfomance que me recuerda tanto a una ópera.

Septiembre, 2022

Por Lilliam Garro León

Un camino iniciado en 1986 con el Dr. Néstor Braunstein.

Desde la Clínica de Psicología Dinámica se gestó la visita de Braunstein, a quien había tenido como profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México, para que impartiera un seminario. La invitación fue recibida con gran entusiasmo y se propuso como tema del seminario: “La clínica psicoanalítica: de Freud a Lacan”.

Este encuentro representó un punto de inicio en la profundización del texto lacaniano en nuestro país. No sin tropiezos.

Aquí se conocía al Néstor de “Psicología, ideología y ciencia” y el que llegó fue un psicoanalista lacaniano, quien había tomado distancia de su texto original. Como era de esperarse, esto provocó diversas reacciones, las cuales conllevaron a la discusión de temas teórico-clínicos.

En su momento, mientras fue nuestro maestro –alguien de una gran escucha– pudimos trabajar con las inquietudes surgidas, por no decir reclamos, y plantear algunas reflexiones. La que recuerdo con mayor fuerza fue pensar lo acontecido como una reacción ante el temor de enfrentarse a la radicalidad que implica la posición freudiana y, en particular, la lacaniana, de cara a un auditorio con una posición, fundamentalmente, ecléctica frente al sujeto. Como sabemos, nos enfrentamos a la impotencia cuando del inconsciente se trata.

Con el tiempo confirmé que el debate surgido entre la expectativa y lo vivido fue de suma importancia. Nuestro espacio de reflexión se enriqueció e inició, formalmente, un recorrido que nos permitió profundizar la propuesta lacaniana.

Creo no equivocarme al decir que fue un encuentro muy significativo, el cual dirigió el proyecto clínico de las personas involucradas, puesto que nos obligó a repensar un quehacer.

Iniciamos un camino lleno de seminarios, grupos de estudio, ateneos y supervisiones. Todo un aprendizaje de la teoría y la clínica en sus diversas modalidades.

Con gran compromiso asumimos nuestros espacios clínicos. Nos identificamos y, a la vez, nos diferenciamos de otras lecturas psicoanalíticas. 

Tener una posición en la clínica es fundamental.

En este reposicionamiento, construimos y deconstruimos tanto la teoría como la práctica. Cuando una palabra circula es porque hay una escucha que le da un espacio. Al final, nada queda igual.

La huella de este encuentro se palpa en muchos de los que estuvimos ahí. Es un pedazo de historia que asumo como un pasado, que se presentía entonces y me permite visualizar un mañana.

Hoy, al compartir la transcripción que realizó la Clínica de Psicología Dinámica de  este seminario, resignificamos una parte del tejido elaborado hace ya muchos años, a razón de la partida de un gran Maestro.

Se cierran caminos y se reencuentran otros.

Gracias Néstor por lo transmitido.

Septiembre, 2022.



Ginnette Barrantes Saénz. Miembro de la école lacanienne de psychanlyse. Practica el psicoanálisis en San José , Costa Rica, desde 1980. Fue miembro de la Clínica de Psicología Dinámica, por invitación de su fundadora Elsa Alocco, desde 1980 hasta su disolución, en 1993. Directora de “Claroscuro. Cuadernos de Psicoanálisis”.

Lilliam Garro León. Psicoanalista de niños y adultos, en San José Costa Rica. Fue miembro de la Clínica de Psicología Dinámica desde 1982, cuando regresa de México, donde estudió con Néstor Braunstein hasta su cierre en 1993. Participó junto con Ginnette Barrantes, 1994, en la creación de la revista “In$cribir el psicoanálisis”, de la Asociación Costarricense para el Psiconálisis, (ACIEPs) y fue presidenta de la misma.

2 comentarios en “Néstor Braunstein y las huellas del psicoanálisis en Costa Rica. Por Ginnette Barrantes Sáenz y Lilliam Garro León

  1. El día anterior a la partida de Nestor, me encontré en una cafetería con Ginette y comenzamos a hablar de como fue creciendo el psicoanálisis en Costa Rica y de los que empujaron ese crecimiento, lista en la que no podía faltar nuestro querido Nestor
    Lo sorpresivo de su ausencia me conmueve y me lleva a recordar los innumerables encuentros de formación con lo que su partida no deja un vacío sino una presencia enriquecedora y afectuosa.

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