Apertura de sección: La piel del mundo*. Por Gerónimo Daffonchio

Imagen de portada: Accidente en el barrio 2025. Juan Travnik

Cuidado editorial: Marisa Rosso


“Me dije que uno escribe siempre sobre el cuerpo muerto del mundo,

 y también sobre el cuerpo muerto del amor. 

Que es en los estados de ausencia donde se hunde el escrito, 

no para reemplazar nada de lo que ha sido vivido o

 supuestamente ha sido, 

sino para consignar el desierto dejado por ello.”

Marguerite Duras[1]

En esta nueva sección nos proponemos tomar la palabra y en ese acto hacer lugar a la palabra del otro. En ese movimiento que no es diferente a aquel que ocurre en un análisis. Hacer lugar a cierta producción escrita que Allouch nombró literatura gris en su libro Erótica del Duelo en tiempos de la muerte seca

A nosotros nos gusta llamarla también literatura marginal, aquella que dice acerca de la experiencia del duelo. Marginal porque solo tiene posibilidad de realizarse en los márgenes, en las orillas del establishment literario, o incluso en el margen del discurso mismo. 

Pensé que la literatura podía alcanzar cualquier cosa pero no, 

esto la delimita. Ni escribir ni leer me sacan de acá.”

Guadalupe Faraj [2]

Dar lugar a textos en los que se escucha hablar o decir acerca de ese estatuto particular que adquiere, por ejemplo, la realidad por momentos en el transcurso de un duelo. Esa realidad que ya no logra apantallar ese “algo” de lo real que se cuela, a veces, por todos lados. 

Hacer pasar, parafraseando a Marguerite Duras, esos escritos hundidos en estados de ausencia, en ese desierto en el que se ha convertido la misma existencia del deudo. 

Textos que han sido escritos por las mismas entrañas, allí, en el barro, en el límite, donde no hay, no se encuentran, no acuden justamente, muchas veces, las palabras. Escritos que señalan, de alguna manera, siempre tan singular, aquella conjetura de Lacan sobre el origen de la escritura, eje de su elaboración de las relaciones del Sujeto con el significante y el objeto.

“Hay golpes en la vida, tan fuertes…

yo no sé!”

César Vallejo. [3]

Eso que sabíamos se hace añicos y con ello, y sobre ese cuerpo muerto del mundo, se escribe. 

“Escribo. Escribo porque hemos vivido juntos.

Escribo porque ellos han dejado en mí su marca indeleble

y porque la huella de eso es la escritura.

La escritura es el recuerdo de su muerte y

la afirmación de mi vida.”

George Perec. [4]

En su libro Contra la eternidad Allouch vuelve a señalar, -esta vez apoyándose en Philippe Ariès- que en Occidente se asiste, hace ya tiempo, a una posición cada vez más acentuada en relación a la muerte, donde la característica principal es la ausencia de, o la radical desaparición de los rituales o de los signos del duelo. Es lo que llamó “muerte seca” o “pérdida a secas”. Hace un tiempo, hablando con mi padre de 80 años y que vive en la provincia de Buenos Aires, me decía en referencia a los muertos que trasladaba el servicio fúnebre desde el comienzo del velatorio hasta el lugar de reposo en el cementerio: “Cada vez los llevan más rápido”.

Hay en el libro de Allouch, un llamado al psicoanálisis a pronunciarse de otro modo en relación al duelo. Sostiene que cada caso al que nos enfrentamos como analistas constituye un duelo propiamente dicho. “La histeria de Anna O. es un duelo por su padre; al igual que la obsesión del hombre de las ratas o la locura de Ofelia; la de Marguerite Anzieu es un duelo por su hermana muerta; la impostura de Louis Althusser, es duelo por su tío Louis, etc. La clínica analítica es duelo. (…) Lo hacen a su manera. ¿Y cómo podría ser de otro modo desde el momento en que ya no existe ningún ritual de duelo? ¿Qué otra posibilidad les queda, sino de inventar cada uno una manera de duelo?[5]. A este llamamiento de Allouch podríamos agregarle además, y así ampliar el espacio de la hospitalidad, aquellas otras modalidades del duelo como  podría ser, por ejemplo la pérdida de una amistad, la pérdida del cuerpo infantil, o el dolor por el mundo que ya no es, por la juventud que se fue. Esos diferentes cambios de piel, eso que cae, velo del objeto, esos duelos diversos por los que uno va atravesando en un análisis.

“Adiós juventud, 

el cuerpo ya no responde, 

adiós juventud a dónde,

voy a ir si no estás.”

Jaime Roos [6]

Hacer pasar entonces, a través de esta nueva sección, escrituras que digan por ejemplo acerca de ese modo tan particular del tiempo… el “¿hasta cuándo?”. Esa pregunta que se repite, como mantra una y otra vez.

“No hay ningún dolor que

el tiempo no apacigüe.

Autor desconocido y seguramente muerto.

Qué pena.

Yo habría querido preguntarle:

¿Cuánto tiempo?”

Anny Duperey [7]


*El nombre de la sección: La piel del mundo, es una frase de Davi Kopenawa, chamán y líder de la comunidad yanomami del Amazonas:

«Las cosas que los blancos extraen con tanto empeño de las profundidades de la tierra, oro y minerales (…) son los fragmentos del cielo, la luna, el sol y las estrellas que cayeron en el comienzo del tiempo. (…) Estas son entidades peligrosas y malignas, saturadas de toses y fiebres, que los espíritus escondieron muy profundo para que no nos enfermen. Esa es la razón por la que deben permanecer enterradas. Pero los blancos, ignorantes de las palabras de los xapiri, ignoran que la selva que ellos excavan como armadillos gigantes es en realidad la piel del mundo. Esa ignorancia es la razón por la que los extranjeros continúan incansablemente excavando la Tierra como armadillos gigantes, pese a que ya posean suficientes mercancías. Pese a eso, no saben que terminarán igual de contaminados que nosotros (…). Cavando tan profundo destrozarán incluso hasta las raíces del cielo (…) y el cielo caerá de vuelta, y cada uno de nosotros será aniquilado.»[8]

La selva es la piel del mundo, me pareció tan hermoso como letal la verdad que señala Kopenawa.

En ese libro imprescindible de Michel Nieva, -donde se cita al líder chamán- también se dice que mientras el capitalismo imprime una relación a la Naturaleza (con mayúscula) como si fuera “una fuente de mercancías muertas, potencialmente extraíbles e intercambiables entre sí, para el pueblo yanomami el Amazonas es un ser viviente, único e irrepetible. Y quienes lo dotan de vida son los xapiri, espíritus que protegen de enfermedades a la selva y a cada uno de sus habitantes, y que regulan los ciclos climáticos.”[9]

Además, y por si fuera poco, agrega: “Los xapiri son la verdad de la selva, pero el hombre blanco no puede verlos, porque piensa que la selva está muerta.» [10]

¿Cuál es entonces, -podríamos preguntarnos- la relación de occidente y de esta fase del capitalismo: neoliberal, tecno/anarco financiero/especulativo de occidente con la muerte, el duelo o con las distintas versiones posibles de la pérdida? 


Referencias:

  1. Marguerite Duras, Las conversadoras. Editorial El cuenco de plata. 2005.
  2. Guadalupe Faraj, El año reptil. Bajo la Luna. 2025
  3. César Vallejo, Los heraldos negros. Editorial Terramar. 2015.
  4. George Perec, W o el recuerdo de la infancia. Editorial Lom. 2022.
  5. Jean Allouch, Contra la eternidad: Ogawa, Mallarmé, Lacan. Cuenco de plata. 2009
  6. Jaime Roos “Adiós juventud” canción del álbum “Siempre son las cuatro”. 1982
  7. Anny Duperey, El velo negro. Editorial Cielo Invertido. 2024.
  8. Michel Nieva, Ciencia ficción capitalista. Anagrama. 2024
  9. Ibid. (pág. 98).
  10. Ibid. (pág. 98).

Gerónimo Daffonchio es Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Psicoanalista.

Realiza su práctica en consultorio particular desde hace más de veinte años. Es editor de ENELMARGEN Revista de psicoanálisis, desde finales del año 2018.

Realizó la concurrencia en psicología clínica en el Servicio de Consultorios Externos del Hospital José T. Borda. Su práctica siempre estuvo ligada al ámbito de la salud pública, en diferentes contextos de mayor o menor vulnerabilidad: hospitales, cárceles del área metropolitana –en el Área de Salud Mental de la Procuración Penitenciaria de la Nación, dentro del Poder Legislativo de la Nación-. Ex coordinador del CPA de la provincia de Buenos Aires.

Fue participante de la Escuela Freudiana de la Argentina.


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