Por Gisela Avolio, responsable de la sección.
Edición: Ricardo Pereyra
– ¿Cómo y cuándo descubrió el psicoanálisis?
Mi encuentro con el psicoanálisis es como siempre en estos casos, un reencuentro con algo que siempre estuvo allí, en el aire. En mi casa había muchos libros firmemente divididos entre aquellos que estaban a mano y otros del sector “prohibido”, los estantes altos. Tenía que subirme al ropero para alcanzarlos y para evitar la desobediencia había encontrado que la mejor manera de leerlos era allí, arriba del ropero. Por eso fueron lecturas robadas, subrepticias, veloces y golosas.
En esos estantes, efecto de la apresurada censura doméstica, convivían en alegre montón el Marqués de Sade, Zola, Lautréamont y Freud. También unos textos mimeografiados de Trosky y algunos del Centro Editor de América Latina. Masotta, no. Masotta estaba a disposición de cualquiera, junto a los libros de estética. Esta censura se repitió en mi colegio de Flores, donde, con una coherencia por entonces inexplicable, también en los estantes altos estaban los libros del Centro Editor de América Latina, El Capital, Freud y casi toda la literatura romántica del Río de la Plata: Echeverría y Moreno. Era difícil por aquellos años comprender qué extraño hilo unía a estos autores, que mi necesidad solidarizó para siempre.
Finalmente, a los 16 años, todos esos libros fueron una puerta de salida a los callejones en los que me había encontrado, pero Freud, muy por sobre todos los otros, fue luminoso. Porque gran parte de no encontrar la salida se manifestaba perdiendo llaves. Y Psicopatología de la vida Cotidiana tenía una explicación para todo eso. Así que, en ese momento, comencé un análisis.
Ahora pienso que eso de leer tan incómoda allá arriba, en cuclillas sobre el ropero, fue parte de entender lo que valoro y aprecio del análisis, hacer aparecer otra dimensión, que es la única manera de no quedar encerrado ni adentro ni afuera.
– ¿Qué cree que el psicoanálisis puede aportar a la contemporaneidad?
Esta segunda pregunta es más problemática. Podría contestarse con la primera: siempre está a advenir ese encuentro con el análisis, para la época y para cada sujeto. Es decir: a cualquier contemporáneo y aún a cualquier contemporaneidad bien le viene ese encuentro con un lazo social tan singular como es el del análisis, un discurso que no nos cansamos de decir es el único que puede leer sus propias condiciones de producción.
No creo que el análisis pueda ser prescindible, y hasta locamente creo, en los momentos de calma y también en los de furor, que toda la historia tiende a que este lazo exista. Así, al menos, parece leerse cuando se sigue la historia de la confesión en Michel Foucault. Sin embargo, nada de eso hubiera tomado la forma, la importancia que tiene sin todo lo que Lacan trabaja sobre esas huellas, constituyendo ese descubrimiento en un discurso.
Es con lo que Lacan leyó ahí que podemos decir que aunque es un lazo frágil – siempre asediado por la demanda de colmamiento que solicita el mercado y la neurosis misma – es también uno de los lazos más fuertes en cuanto a la posibilidad de formación y autorización del analista. Como práctica de la palabra es una – hay otras – que permite lidiar con el malestar de una manera no religiosa pero tampoco neutra o higiénica.
A veces los analistas nos preguntamos qué se puede hacer en el contexto de una contemporaneidad que hace tan difícil las condiciones de posibilidad de aparición del sujeto. Creo que podemos hacer – no sé si es eso a lo que apunta la pregunta – lo que hacemos, mostrar esa otra dimensión, por la cual la única salida no es ni matar ni matarse.
En ese sentido, mantener la práctica viva, es decir, no censurada por las conveniencias o el status social, es lo que alivia. Cierta franqueza, no inocente, que hace al nombrar las cosas por su nombre, se oferte un lugar en el que cada uno pueda leer en el aire, en lo que pasa, en lo que está, y a la vez, tener los pies bien en la tierra.
Clelia Conde AME EFA / AE 1997-2000 / Miembro del Consejo FCL / Actual Directora EFA
Gisela Avolio, actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, y miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse. Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). Dicta clases en las actividades de la Efmdp, y allí coordina el dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes, desde 2010; actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Y dicta clase anualmente en Centre IPSI de Barcelona. Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado.
Ricardo Pereyra. Participante de la EFA desde 2006.Escritor; actualmente guionista y conductor del programa radial La Musa Equivocada (AM 770 Radio Cooperativa).
Nada más lindo que el psicoanálisis.
Mi amigo viudez , me hizo dar un salto ..enorme .
Nada más Humano , fortalecerse
Conocerse uno mismo .
Felicitaciones .!!
Slds cordiales
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