Por Gisela Avolio.
¿Cómo y cuándo descubrió el psicoanálisis?
Cuando aún era una niña el menor de los hermanos de mi padre viajaba regularmente a Rosario, tenía cita con un médico. Mi querido tío era por entonces una suerte de sonámbulo, caminaba como en un sueño, tenía la mirada vacía, hablaba poco, pensaba y fumaba mucho. Se hablaba en casa de algo así como “mal de amores”. Así todo, para mí su visita era una fiesta. A la vuelta de su cita él y yo salíamos al cine; íbamos al Heraldo, un cine en el que solo se proyectaban películas para niños, a ver lo mejor de Walt Disney. Él se reía o lloraba tanto como yo, y al final de la película era infaltable su animado comentario. Mi conclusión fue definitiva: aquellas citas tenían que ver con tan asombrosa transformación; hice algunas preguntas y supe que aquel médico era un psicoanalista.
Luego de jovencita y a mi turno, recibí con dos libros las primicias de aquel mal. Tenía una cita con un flamante estudiante de filosofía del que me había enamorado. Resultó que su intención era sólo reclutamiento político y yo volví a mi casa con Escritos Militares de Mao Tse Tung de regalo y con Freud en préstamo. Le pedí prestado La interpretación de los Sueños y me volví con aquellos dos pesados restos de una esperanza rota. Los leí de cabo a rabo.
La Interpretación de los Sueños me fascinó. Por empezar, la atmósfera que creó para mí la pasión por los libros y las bibliotecas de las que allí hablaba Freud resulto imborrable; tal vez de ahí viene mi inalterable predilección por el sueño de la monografía botánica. Y sobre el final, aquello de que el deseo es indestructible resultaba cuanto menos alentador.
En el interín teniendo ya la experiencia de la angustia y de la tortura de algunas ideas, inicié un análisis fortuitamente con quien había sido mi maestra de primer grado. Resulta que me analicé con quien me enseñó a leer y a escribir, ¡vaya repetición! En aquel diván los sueños se encargaron de mucho de todo aquello que me afligía. Aprendí que el sueño por ese modo de tratar a las palabras, a contrapelo del sentido tiene algo de sanador, como el delirio. Al menos así me lo hicieron saber a la salida de la Universidad, en el loquero de Rosario, la Señora Ema, quien quebrantaba su estado de estupor para exigirme “acomódeme el cuerpo”, y la señora Teresita, amada de Julio Iglesias, rescribiendo aquella famosa canción del susodicho que repite “me olvidé de vivir”.
De esta suerte el psicoanálisis entró en mi vida y yo entré en su discurso, al día de hoy sin vuelta atrás. Es quizás el hecho de que uno es más testigo que actor de esas circunstancias lo que agrega cierta nota de nostalgia en mi respuesta.
¿Qué cree que el psicoanálisis puede aportarle a la contemporaneidad?
La pregunta es compleja, lleva implícita otras. Se dejan ver en esta pregunta la pregunta por la vigencia y la utilidad del psicoanálisis en esta época.Ciertamente las cosas han cambiado mucho; por caso, respecto de la sexualidad. Hoy se dice en plural y sin siquiera tener que recurrir a la voluminosa Historia de la sexualidad de Michel Foucault asistimos a como lo que se llama normalidad de una época desaparece en la normalidad de esta otra. Si, las épocas cambian, pero sólo para una y la misma especie, la de los seres hablantes.
Mientras se siga hablando, y el hecho es que se sigue hablando, entre dos sujetos no hay sino la palabra o la muerte -eso le dijo Lacan a Safouan-. Elegir la palabra a la muerte es dejar que lo Real insista y si lo seguimos a Lacan, todo depende de ello porque la verdad se olvida.
Desde el momento en que Freud hace suya la cura por la palabra inaugurada por Anna O, el psicoanálisis ha tenido una función decisiva en la constitución del sujeto moderno; y hoy por hoy, el sujeto está en juego.
Jean Claude Milner en La política de las cosas lo dice de modo esclarecedor: Para el ideal humanista del Siglo XXI ser verdaderamente hombre es obedecer como cosa al gobierno de las cosas. Entonces, en “el bazar de las cosas evaluables” el sujeto está en juego. Hoy por hoy no se lo puede decir mejor: en juego; y es el sujeto lo que el psicoanálisis pone en juego.
Yo creo que lo que el psicoanálisis puede aportarle a la contemporaneidad es su insistencia sobre el sujeto y su perseverancia en el método de Freud. Insistencia y perseverancia no determinan su vigencia, sino que hacen al hecho de que el psicoanálisis exista. Y si el psicoanálisis existe no se puede hacer como si el Sujeto no existiera.
Analia Battista. Psicoanalista en Rosario. Miembro de R’si escuela en construcción. Inscripta en la Fundación del Campo Lacaniano.
Gisela Avolio, actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, y miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse. Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). Dicta clases en las actividades de la Efmdp, y allí coordina el dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes, desde 2010; actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Y dicta clase anualmente en Centre IPSI de Barcelona. Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado.
Muy interesante y muy necesaria la respuesta de Analía, sobre todo ante la pregunta acerca de la necesariedad del psicoanálisis en esta epoca tan diferente,sin embargo queda en evidencia que la interpelación del Psicoanálisis,no deja de insistir y hace que emerja la media verdad del Sujeto, evidencia del inconsciente, poniendo en vigencia en este tiempo de violencias, de falta de metáfora ,el amor.
Amanda
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