Dos preguntas a Alicia Hartmann.

Por Gisela Avolio.

Editorial, Helga Fernández.


-¿Cómo y cuando descubrió el psicoanálisis?

-A pesar de haber transitado una infancia muy plena en estímulos intelectuales y cultura en mi familia, entre los años 50 y 60, el psicoanálisis, que estaba en mi biblioteca en los dos tomos de López Ballesteros y algunos volúmenes de editorial Tor, no era una práctica aceptada por la gente vinculada a la izquierda en ese tiempo. Ese era el contexto donde crecí.

Mi primer encuentro con el psicoanálisis fue con la crítica de Politzer que creaba la psicología concreta y ¡denostaba al psicoanálisis! Y el concepto de inconsciente.

La reflexología en la Facultad en los años sesenta tenía un lugar muy importante y entré a la Facultad causada por escuchar teóricos de un famoso y brillante reflexólogo, el doctor José Itzigsohn.

La noche de los bastones largos hace que todo el plantel de profesores ligados a la A.P.A y otras instituciones renuncien. La Facultad de ese tiempo (1966) se convierte en un cúmulo de propuestas fenomenológicas y existencialistas cristianas y humanistas, y queda una única cátedra de psicoanálisis a cargo entonces del brillante profesor universitario León Ostrov. Allí se produjo mi primer encuentro con el psicoanálisis y sus textos.

Siendo maestra normal nacional surge mi interés por la infancia y empiezo a pensar que mi deseo se orienta a la cura de niños, esto lo defino al cursar las cátedras de Evolutiva de la Facultad y a partir del encuentro con Florencio Escardó, con Natalio Fejerman y Blanca Tarnopolsky, en el Hospital de Niños. La última materia que curso fue Psicología Diferencial, en 1971.

Me recibo en el 71 y en el 73, en ese corto período de democracia, entré en el Centro de Docencia e Investigación creado por la Federación Argentina de Psiquiatras, había comenzado en el 72 mi primer psicoanálisis personal y desde ahí hasta 2012 seguí analizándome. Es el encuentro con Santiago Dubcovsky, gran analista de ese tiempo, que me introdujo en el placer de una verdadera lectura freudiana. Puedo afirmar entonces que en ese tiempo mi deseo y mi causa estaban jugados.

-¿Qué cree que el psicoanálisis puede aportar a la contemporaneidad?

-El psicoanálisis y especialmente la enseñanza de Lacan pueden seguir aportando al ser hablante en tiempos venideros, no tengo duda de ello, y esa es la genialidad de Lacan, que se adelantó al embate que se hace en esta época que nos toca vivir con la globalización y el neoliberalismo donde es difícil que quien consulta pueda preguntarse por su posición subjetiva en relación a sus goces que implican su propia división.

La pregunta que se hace Han, el coreano, sobre qué discurso aporta al lazo con el otro muestra la debilidad de su lectura, ya que tiene su respuesta rápida en el discurso del psicoanálisis.

La enseñanza de Lacan y sus desarrollos posibilitan una perspectiva futura para el psicoanálisis. Así como Freud llevó su deseo a que esta práctica llegue a los hospitales, a las clases más necesitadas, Lacan nos dejó la posibilidad de pensar cómo posicionarnos frente a esto, que sin duda es una política que no es totalitaria ya que el discurso capitalista elude el amor y la castración. Hablar es política, dice Jean-Claude Milner. Hay una política que es del inconsciente y la palabra da cuenta de ella.

Lacan nos dio la entrada para trabajar el goce que implica el supuesto amor al prójimo, para cuestionar los discursos totalitarios fundamentalistas que enarbolen los fenómenos de masas, que reniegan de la lógica del no-todo, que destruyen la división del sujeto.  Siempre hubo resistencias históricas a la práctica del psicoanálisis, pero Freud nos predijo que iba a producirse la posibilidad de sostener una práctica que pueda llevar su eficacia al punto de poder tratar grandes masas de hombres, en los Nuevos caminos de la terapia analítica avizora que se crearán sanatorios o lugares de consulta a los que se asignarán médicos de formación psicoanalítica, quienes aplicando el análisis volverán más capaces de resistencia y mas productivos a hombres que de otro modo se entregarían a la bebida, a mujeres que corren peligro de caer quebrantadas bajo la carga de las privaciones, a niños a quienes sólo les aguarda la opción entre el embrutecimiento o la neurosis. Cuando esto suceda se nos planteará la tarea de adecuar nuestra técnica a las nuevas condiciones.

Freud piensa ya en un discurso que atraviese la subjetividad de su época y su propia práctica de consultorio y de investigación que en ese tiempo reducía el espectro de trabajo a partir del corpus teórico del psicoanálisis. El psicoanalista en esta época ya no interpreta como en la belle époque.

Los axiomas lacanianos: “el inconsciente esta estructurado como un lenguaje”, “la importancia del deseo de Otro en la constitución subjetiva”, la posibilidad de producir un sujeto escuchando lo efectivamente pronunciado y dividirlo adviniendo su propio decir abre una dimensión que resiste a los embates del psicoanálisis clásico y permite que en este mundo contemporáneo pueda pensarse un voto esperanzado de la relación a la palabra, desde el que podríamos seguir operando con eficacia.

Lacan tuvo el mérito de pensar, pese a las dificultades que ofrecen sus tesis teóricas, que se puede sostener una práctica que puede abordar a cualquiera por el sólo hecho de  que esté afectado por un padecimiento que le afecte el ser o por lo menos pueda poner en duda un saber sobre él o sobre su verdad por el solo hecho de que hable. El ser hablante, dice en su texto El triunfo de la religión, es una manera de expresar el inconsciente, un hecho completamente imprevisto y totalmente inexplicable de que el hombre es un animal parlante, saber lo que es, con qué se fabrica esa actividad de la palabra, eso tiene que ver con la sexualidad. A partir de esta cita, pensaría que la pregnancia en nuestro tiempo de la diversidad sexual que le hace tantos embates al psicoanálisis no logra aprehender la importancia de la relación del inconsciente con la palabra ni la dimensión que tiene el falo, no como pene, sino como la escritura de una ausencia que es inherente a la estructura del lenguaje.

Hablar es propio de lo humano, tal vez con eso baste para que el psicoanálisis sobreviva, para que haya un porvenir desde esa temporalidad del aquí y ahora de la palabra -que conlleva la actualidad del presente de lo que se dice ahí-.

El psicoanálisis es una práctica del síntoma de un padecimiento actual, que tiene su eficacia en un lazo que es social en el encuentro con un Otro que es el del lenguaje y que lo causa aquél que ocuparía el lugar del analista. Es muy simple y mientras al hombre no se lo haga callar (por efecto de los totalitarismos) yo pienso que el psicoanálisis va a seguir teniendo un lugar en la historia de la subjetividad humana.


AH Detal_1217bAlicia Merajver de Hartmann es psicoanalista, Dra. en Psicología. A.M.E. de la Escuela Freudiana de la Argentina. Autora de En busca del niño en la estructura, Editorial Letra Viva (1993); Amor, sexo y fórmulas, Editorial Manantial (1995); Adolescencia, una ocasión para el psicoanálisis, Editorial Miño y Dávila (2000); Aún los niños, Editorial Letra Viva (2003); No se vuelve loco el que quiere, Editorial Letra Viva (2011); El malentendido de la estructura (A.Hartmann et al.), Editorial Letra Viva (2014); El escrito es el lenguaje del ausente. Apuntes sobre sexuación, Kliné (2016). Supervisora externa del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez – Residentes, concurrentes y rotantes en Psicopatología Infantil, área 0 a 5 años. Docente del Doctorado y Maestría en Psicoanálisis (UBA). Participa en espacios de Maestría y Doctorado en universidades del interior. Es autora de artículos publicados en revistas nacionales y del extranjero. Analista Miembro de la Escuela Freudiana de la Argentina, A.M.E. y A.E. Inscrita en la Fundación del Campo Lacaniano.


gisela avolioGisela Avolio, actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, y miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse. Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). Dicta clases en las actividades de la Efmdp, y allí coordina el dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes, desde 2010. Actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Y dicta clase anualmente en Centre IPSI de Barcelona. Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado.

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