Por Gisela Avolio.
Editorial, Helga Fernández.
-¿Cómo y cuándo descubrió el psicoanálisis ?
-Soy psicóloga y mis primeros años de carrera los hice en la Universidad de Columbia, Nueva York. Allá, Freud prácticamente no existía y si se nombraba era alguien tan lejano como propio de la época cavernícola. No puse atención a más y dejé pasar cualquier texto que me llevase al psicoanálisis. Hice dos años en esta Universidad y regresé a la Universidad de Costa Rica a continuar mis estudios. No me atraía para nada la psicología cognitivo conductual y en mis veintes me resonaba más algo que resistiese o que se rebelase contra el sistema, contra el patriarcado, contra los destinos asignados y centralmente, el mío. ¿ Pero qué?
Los profesores en general me aburrían pero no los libros, siempre mi hoyo de existir residía en ellos. Decidí como estrategia de sobrevivencia, inventarme los cursos, es decir cumplir pero proponerle a los profesores trabajos alternativos con los temas o autores que me iba temporalmente enamorando. En esta resistencia, inconformismo o sufrimiento ante un conocimiento que no me despertaba chispa, llegué a la antipsiquiatría, Cooper, Laing y Basaglia, me gustaban sus análisis, su absoluta criticidad sin embargo…
Una noche de hace ya muchos años, la profesora no pudo darnos la lección y me quedé con una amiga quien sufría del mismo inconformismo ante la transmisión del saber en nuestra universidad. Ella me contó lo que estaba leyendo y la librería donde podía comprarlo: The Child, his Ilness and the Others, de Maud Mannoni. Al día siguiente, me aventuraba a descubrirla. El libro aún lo guardo y lo toco mientras escribo estas letras. Leerlo fue para mi una revolución, -era crítica, le interesaban algunos puentes con la antipsiquiatría, pero había una teoría y había una dirección de cura-. Qué pasión recorrer estas páginas. Mis muros de desconcierto se transformaban en pequeñas rendijas o ventanitas con celosías donde respirar y caminar hacia allá. El deseo de conocer los textos de Jacques Lacan se instaló en mi, empecé con el glosario que se encuentra detrás del libro de Mannoni y luego, sobre el psicoanálisis lacaniano, con lo que podía y me caía en las manos y gradualmente iba leyendo las obras de Freud. Busqué un analista, con el me quedé cuatro años y en este primer proceso agarré la fuerza para irme a París; solicité una beca a la Universidad de Costa Rica para hacer un doctorado y como ya era profesora y porque tuve suerte, me dieron la beca y salí rumbo a la Universidad París VIII. En esa ciudad me analicé diez años, una experiencia que permitió mi deseo de ser analista. Terminé mi doctorado y heme aquí, en Costa Rica, soy psicoanalista, profesora universitaria y agradecida por el camino y por los libros que me lo abrieron.
–¿Qué considera que el psicoanálisis puede aportar a nuestra contemporaneidad?
-¿Tiene algo que decir el psicoanálisis en el tiempo actual? Nuestros síntomas de época tales como, las adicciones, el goce mortífero al servicio de la sed del instante (Maffesoli), el populismo creciente apoyando sistemas totalitarios, el consumismo infinito, la imagen como instancia predominante en el encuentro con el otro, invitan al psicoanálisis a servirse de su saber y ser una herramienta, -herramienta no toda-, herramienta incompleta, fallida pero posible para pensar el sujeto contemporáneo atravesado por nuevos discursos y nuevas modalidades de goce.
El dispositivo analítico puede contribuir a ejercer una lectura que trascienda un más allá de las luces, es decir que bordee oscuridades (Agamben), enceguecimientos, ensordecimientos, enmudecimientos o diferentes modalidades anesteciamientos.
El psicoanálisis es una teoría subversiva. El sujeto desde su preexistencia queda capturado por el lenguaje, prisionero del enunciado, y en la lucha por romper algunos barrotes de su prisión. El sujeto del psicoanálisis es un sujeto dividido entre el enunciado y la enunciación y esta división se denomina Spaltung. Lacan parte de la fórmula de Saussure y a su vez le aporta: se da una primacía del significante y lo subversivo se encuentra precisamente en la división. Con la barra separadora, el significante es resistente a la significación, la barra impide el cierre de la significación y en este hiato entre el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación, se encuentra la posibilidad que el sujeto pueda pasar del deseo del Otro, del deseo de reconocimiento a la búsqueda del propio deseo: «El deseo, lo que se dice el deseo, basta para que la vida no tenga sentido si produce un cobarde»(Lacan).
El sujeto dividido, mientras repite su síntoma, fijación de goce, encuentra, desde su pequeña franja de libertad, pero libertad con responsabilidad ética, la posibilidad de elegir saber o interrogarse (propiamente hablando, no elegimos, lo que hay es una elección forzada como lo fue el caso de Spinoza). Elige. Se trata de elegir la desconstrucción de este goce por medio del dispositivo psicoanalítico, y pasar, según las palabras de Freud, de la miseria neurótica al infortunio ordinario. Este pasaje bien puede ser un acto de libertad, bien puede ser denominando como una lógica emancipatoria. Gracias a esta subversión dentro de la división misma del sujeto, se encuentra su posibilidad de creación para sí y para-con los otros .
Pensar lo oscuro de la contemporaneidad con el psicoanálisis permite la defensa por una ética de la singularidad que compone la heterogeneidad del lazo social. Ruta que posibilita el cuestionamiento de las repeticiones sintomáticas, contradictorias (anti cartesianas: allí donde soy no pienso) y de todo aquello que va del lado opuesto de un proyecto vital. Justo por esto, el psicoanálisis no es una psicología, no hay sujeto total, solo sujeto dividido. Sujeto debatido entre el goce y el deseo, entre las imposiciones del poder y sus frágiles posibilidades de resistencia.
Asimismo, el psicoanálisis como una antifilosofía permite aceptar que el inconsciente es justo la deconstrucción de sentido y la no búsqueda de sistemas totales explicativos. El psicoanálisis defiende una episteme donde la comprensión de lo real, es la no comprensión o mejor dicho, es lo que escapa a toda representación, de toda significación. Lo real es la resistencia a lo simbólico, y continúa (no cesa de no escribirse) presente en la repetición de lo sintomático o de lo forcluído. Al ser una antifilosofía toda verdad es no toda; no hay Otro del Otro y no hay relación sexual. Su posición antifilosófica permite un abordaje del uno al uno, autoriza la desconfianza de las pretensiones universalizadoras propias de la historia de la filosofía e invita a pensar en un lazo social donde la libertad de pensamiento no quede sometida a los totalitarismos. En el abordaje del uno por uno, en cada sujeto se encuentra la contingencia de luchar por su deseo, o en su defecto, encontrar una suplencia, symthome, que reinvente la propia estética de existencia (Foucault). Es sólo una posibilidad. La comunidad no es lo dado es lo que está siempre por darse (Espósito).
Sobre devenir del psicoanálisis, ¿nos encontramos en proceso de extinción? Sí. Sí no nos permitimos andar con los dígitos del reloj, si nos petrificamos en los narcisismos de las pequeñas diferencias, en la anulación del pensamiento, en la no resignificación de los mundos que nos habitan. Si nos congelamos en la ardiente necesidad de reconocimiento sobre la base de la repetición de discursos cien mil veces repetidos, si el gueto es nuestro proyecto junto a la pureza disciplinaria y el no intercambio entre los diferentes saberes y los diferentes tiempos que nos penetran.
El psicoanálisis nació ante el deseo de deconstruir lo que se resistía a lo simbólico, que no muera por no poder leer lo que hoy busca resistir.
Laura Chacón Echeverría. Psicoanalista. Profesora catedrática universidad de Costa Rica. Investigador instituto de investigaciones sociales universidad de Costa Rica. Presidenta Fundación Fundamentes. Miembro de la FED. Profesora invitada universidad de Toulouse , Francia. Profesora invitada universidad de Pernambuco , Brasil. Autora del libro, Maternidad y Psicosis.
Avolio, actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, y miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse. Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). Dicta clases en las actividades de la Efmdp, y allí coordina el dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes, desde 2010; actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Y dicta clase anualmente en Centre IPSI de Barcelona. Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado.