Hoy, en este contexto de confinamiento, aislamiento social obligatorio y amenaza de muerte a causa de un virus del que casi nada sabemos, vivimos con la sensación de que mucho de lo que fue dicho “antes de” está perimido o ahora, ya mismo, no es de utilidad. Al desasosiego se le suma, por contraste, el requerimiento de representaciones que den cuenta de lo que pasa y nos pasa. Por estos días lo único que a algunos nos mantiene medianamente en paz es leer a quienes se animan a decir, aunque se equivoquen o sepan que lo que arriesgan es provisorio y hasta erróneo. Ante el espesor de la incertidumbre, se patentiza la necesidad de discurso, de ficción, de metáforas que nos ayuden a habitar un mundo que se parece mucho a un ultimátum.
En el margen inaugura, esta nueva sección. Nueva, no sólo porque es otra distinta a las que ya existen, también porque aquí no se hablará estrictamente de psicoanálisis. Esto último por dos razones:
Afirmamos fuerte que es necesario para la existencia, no sólo de las personas sino también de los discursos, entrar en contacto con lo otro. Más todavía, si lo otro también es lo que estamos atravesando.
De todos modos y pese a todo, continuamos dentro de la ética del decir. Una ética que lanza a la totalidad del Logos (el modo como Lacan mencionó a la comunidad en tanto soporte de la dimensión simbólica) otra cosa que datos, y, a la vez que procura seguir diciendo, continúa tramando lo que urge.
Dadas las circunstancias, llamamos a esta sección Corresponsales de urgencia.
El texto que publicamos hoy es un poema de autoría de Rema Sanguinetti
Editorial: Helga Fernández y Ricardo Pereyra
estruendo y pasa
por sombra una curva de palomas
en la ventana. Borde más
que se mueve y aunque no es
frontera, tiene
algo de oleaje en el gesto. Movimiento
preciso del paisaje: querías un mar
y es esto, decías
otra ventana un mediodía, lo que ves
creciendo entre las rocas, otra forma
de vida. Borde más
que se mueve y aunque frágil
parece, toda orilla es lugar
donde un mar cede. Estruendo y vuelve
la curva de palomas como en ola, y afuera
otra frontera es novedad: hay
miedo en el lugar
preciso de los gestos. Movimiento
de vos en el paisaje: queda
pasar por esto y no sé
ahora
qué verás en tu ventana. Borde más
aunque frágil, mueva y calme: otra forma
de oleaje en el cuerpo. Sea dejo
después del estruendo y apacible
lugar. Así del mar
los restos, lo incontenible
Rema nació en Puerto Madryn, en 1989, y fue en Buenos Aires, a sus treinta años, donde halló su nombre. Desde 2019 estudia Artes de la Escritura en la UNA, lo que considera una suerte. A veces, cuando no lo piensa, escribe. En general, poesía.