CORRESPONSALES DE URGENCIA. POR ANALÍA MEDINA.

Hoy, en este contexto de confinamiento, aislamiento social obligatorio y amenaza de muerte a causa de un virus del que casi nada sabemos, vivimos con la sensación de que mucho de lo que fue dicho “antes de” está perimido o ahora, ya mismo, no es de  utilidad. Al desasosiego se le suma, por contraste, el requerimiento de representaciones que den cuenta de lo que pasa y nos pasa. Por estos días lo único que a algunos nos mantiene medianamente en paz es leer a quienes se animan a decir, aunque se equivoquen o sepan que lo que arriesgan es provisorio y hasta erróneo. Ante el espesor de la incertidumbre, se patentiza la necesidad de discurso, de ficción, de metáforas que nos ayuden a habitar un mundo que se parece mucho a un ultimátum.

En el margen inaugura, esta nueva sección. Nueva, no sólo porque es otra distinta a las que ya existen, también porque aquí no se hablará estrictamente de psicoanálisis. Esto último por dos razones:

Afirmamos fuerte que es necesario para la existencia, no sólo de las personas sino también de los discursos, entrar en contacto con lo otro. Más todavía, si lo otro también es lo que estamos atravesando.

De todos modos y pese a todo, continuamos dentro de la ética del decir. Una ética que lanza a la totalidad del Logos (el modo como Lacan mencionó a la comunidad en tanto soporte de la dimensión simbólica) otra cosa que datos,  y, a la vez que procura seguir diciendo, continúa tramando lo que urge.

Dadas las circunstancias, llamamos a esta sección Corresponsales de urgencia.

Analía Medina nació en 1976. Estudió Artes Combinadas en la Universidad de Buenos Aires. Fue alumna del taller literario de Juan Diego Incardona. Tiene cuentos publicados en diversas antologías. 

Dibuja desde chica pero desde hace poco estudia y practica para convertirse en ilustradora.

Le gustaría ser andaluza.

Trata de leer a Freud y Lacan. Sueña con soñar con Lorca y se lo pide a su inconsciente cada noche.

Editorial: Helga Fernández y Amanda Nicosia

Apenas arrancó el viruscentrismo me propuse no escribir sobre el tema, no llevar un diario, no mencionar ciertas palabras en escritos, redes, nada. No es por hacerme la linda ni la original, siento que no tengo mucho para decir. Quizás quiero decir miedos pero para eso tengo mi espacio de terapia. No sé si es una forma de liberarlos o encerrarlos. Es un tiempo en el que quiero permitirme no saber. Ya tengo una colección de miedos que son suficientes.

El viruscentrismo me movió hacia el margen, fue casi imperceptible. Un día apagué la tele, agarré mis hojas y marcadores y propuse un sorteo en Facebook: los participantes proponían un tema, yo lo dibujaba y cuando se pudiera, les daría el original. Los temas podían ser: películas, series, discos, etc.

Se anotaron varies y ganó Diego que me pidió la escena de la bicicleta volando de E.T. Nunca había podido dibujar una bici y me salió. Cuando subí la foto del dibujo me preguntaron si haría otro sorteo: me convencieron y al día siguiente ganó Julieta que quiso la chelista de la serie “Fama”. Así ya dibujé a Luis Eduardo Aute, Vincent Price, y a la Mujer Biónica, entre otros.

Un bowl violeta con tapa quedó al resguardo de los papelitos con los nombres de los participantes y ya hice más de treinta dibujos. Uno por día. Todos sorteos transparentes y en vivo, salvo dos adulterados para que ganaran mis sobrinas porque, como dijo Fernán Mirás,  el amor es más fuerte.

Hacía años que no dibujaba tanto. Estudio ilustración pero sólo trabajaba en clase. Era difícil que encontrara el momento para mí, en mi casa para hacerlo. Sí, medio que tengo la excusa del sorteo, de cumplir con otro para mantener esta nueva cotidianidad, pero ¿qué importa?

De chica dibujaba mucho, todo el tiempo, no había resma que me durara. Con los años perdí el hábito y me quedé con garabatos en los papeles cerca del teléfono mientras hablaba, o improvisaciones en los márgenes de las carpetas del secundario y la facultad.

Los papeles del costado y esos márgenes empujaron la realidad, por lo menos por un rato.

El sorteo no se llamó “dibujando en cuarentena/aislamiento”, esas nomenclaturas mejor que se las quede el periodismo. Prefiero llamarlos “Dibujos al tun tun”. Si esto se convierte en un libro, quiero que sea el título.

Me quedo con la realidad fantástica que nos saca del centro. Prefiero darle bola a mi Inconsciente que no traiciona y cuando lo hace me río o trato de reirme. Huir de la fuerza centrífuga.

Nos vemos en los márgenes.

2 comentarios en “CORRESPONSALES DE URGENCIA. POR ANALÍA MEDINA.

  1. Texto lúdico qué traza una apertura que permite , con la fuerza y la instantaneidad del relámpago «Huir de la fuerza centrífuga» gracias Analía Medina

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