Gisela Avolio, responsable de sección.
Editorial Helga Fernández y Amanda Nicosia.
¿Cómo y cuándo descubrió el psicoanálisis?
Era cuarto año del secundario, 1999, me encontraba muy bajoneada por un problema familiar. Quería hablar con un o una profesional. Así me encontré con el psicoanálisis.
Con mi analista de aquel entonces pude pensar la angustia como motor y la necesidad, no sin dificultad, de implicarme en lo que estaba contando para no repetir. Fueron varios años de ese análisis, pero en el primero ubiqué que era esa misma práctica la que quería para mi quehacer futuro.
Aquel año cursé la materia psicología de quinto año, ahí me encontré con Freud. Cuando la profesora nos mandaba a leer un capítulo de La interpretación de los sueños, de pronto me encontré leyendo todo el escrito. Habrá sido la juntura de mi encuentro con el inconsciente en la silla del escritorio de mi analista mientras me escuchaba en voz alta y los sueños para Freud, la que me motivó a seguir.
Así entré a la carrera de Psicología y renové mi orientación por Freud, me convocaba su modo de escribir, que reparaba en los errores de su teoría y avanzaba modificando algo de lo antes teorizado. Y en la carrera me dediqué a seguir sus huellas, así llegué a Lacan.
Llegando al final, decidí comenzar un nuevo análisis. Allí, descubrí que el psicoanálisis no se trataba de una práctica solitaria que se restringía al consultorio, ni que era individualista -como se decía entre el movimiento estudiantil-docente organizado de la Facultad. En aquel entonces, habíamos vivido los piquetes y cacerolas del 2001, así que muchos nos encontrábamos agrupados y repensando las prácticas psi al servicio del pueblo. El individualismo ya me hacía ruido porque mi interés estaba en ser un agente de cambio en lo social y político a favor de los vulnerados. Pero el psicoanálisis era otra cosa, era una práctica colectiva que tenía sus múltiples aristas: el consultorio, una escuela – el cartel y el pase-, y los encuentros entre escuelas. En esos dispositivos, volví a reencontrarme con él y así a reelegirlo. Desde ese momento comencé a practicarlo como analista en mi consultorio, en la Escuela y en el Hospital.
¿Qué considera que el psicoanálisis puede aportar a nuestra contemporaneidad?
Entiendo que el psicoanálisis es una manera de resistencia al status quo. Aporta una posición política y ética sobre los seres hablantes y sobre el malestar cultural. Precipita un lazo social y la posibilidad de un modo de estar en el mundo menos sufriente.
Estamos atravesando un momento en el cual la política del individualismo y el odio ha ganado terreno, la muerte del otro no tiene valor; la ciencia ha creado tecnologías que permiten evadir poner el cuerpo, retirarse de la relación con el exterior y realizar los anhelos no importa cuales sean.
Creo que es la época de la sobremedicalización, acallar la palabra, eludir los duelos, la tipificación infinita de diagnósticos para que desaparezca lo propio de cada quien y la patologización de la vida cotidiana, la preeminencia de la imagen, no angustiarse.
Freud en El Malestar en la Cultura va a decir que el ser hablante para conformar la cultura tuvo que renunciar a satisfacer las pulsiones más primarias, lo que conllevó a una frustración cultural.
Diferentes agrupamientos políticos creen que si tuviéramos libertad e igualdad sexual o satisfechas las necesidades básicas no habría más sufrimiento; o a través del autoconocimiento o si volviéramos a estados preculturales, el hombre sería feliz. Si bien esto causa padeceres importantísimos, el sufrimiento forma parte del tener- cultural, la felicidad no es más que episódica, y negarlo podría provocar aún mayor malestar. Como dice Caetano Veloso: tristeza não tem fim felicidade sim.
El psicoanálisis, en cambio, apuesta a la palabra y a que el analizante hable sobre lo que lo aqueja. Otorga tiempo para decir y que surja lo singular y distinto. Intenta armar una relación a lo imposible, al malestar, a que uno no es sin el otro, y a lo imperfecto que el lazo social es. Es decir, que construye un modo más advertido de habitar el mundo.
El analista pone su voz y cuerpo para hacer de caja de resonancia de las letras de quién se analiza, para que resuenen y se escuchen en la trama que va tejiendo con lo que va diciendo sobre su historia singular, familiar y social de su época; puesto que uno por sí mismo no es posible hacerlo. El inconsciente es el sujeto de lo colectivo, y aparece como pulsación allí, y ese será el lugar donde se pueda leer al sujeto, para que advenga como efecto de ese decir, y para ubicarse en relación al deseo. Lacan dice que hablando se hace el amor.
Alexandra Belnicoff
Psicoanalista. Miembro de la Escuela Freudiana de la Argentina, donde realiza su formación desde el 2011. Se recibió en el 2008 en la Universidad de Buenos Aires de Licenciada en Psicología. Del 2008 al 2010 hizo un posgrado clínico en el Hospital General de Agudos Narciso López de Lanús en el servicio de psicopatología. Del 2011 al 2016 realizó la concurrencia en el Cesac 10, Área Programática del Hospital General Dr. José Penna, en el equipo de Salud Mental. Actualmente trabaja en consultorio privado y en el equipo de peritos del Fuero Penal y el Contensioso del ministerio público de la Defensa de CABA.
Gisela Avolio
Actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, y miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse. Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). Dicta clases en las actividades de la Efmdp, y allí coordina el dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes, desde 2010; actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Y dicta clase anualmente en Centre IPSI de Barcelona. Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privado.