Paspartú. Esquizia #6: Los del puente. Por Silvana Tagliaferro.

Editorial: Gerónimo Daffonchio.

“La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso” Nietzsche, Así habló Zaratustra, 1885

“El psicoanalista no siente sino raramente el incentivo de emprender investigaciones estéticas, aunque no se pretenda ceñir la estética a la doctrina de lo bello, sino que se la considere como ciencia de las cualidades de nuestra sensibilidad” Freud, Lo siniestro, 1919

Die Brücke (1905) es la tendencia vanguardista de un grupo de artistas alemanes expresionistas que se desarrollará en Dresde. Contemporáneos de Sigmund Freud, con Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) a la cabeza, este grupo busca las raíces de un arte nacional con estridentes colores, pinceladas dramáticas, trazos caóticos y angulosos. Toman elementos de Van Gogh, Munch, Ensor y Gauguin, concibiendo el lienzo como un rectángulo donde cambian el punto de mira. Hasta aquí el artista pintaba el trayecto de la experiencia de la mirada desde el exterior. Con el expresionismo la experiencia  implica meterse desde el interior, para arrojar un oleaje de emociones.

Ernst Ludwig Kirchner, Fränzi ante una silla tallada, 1910. Museo Thyssen Bornemisza

Este movimiento nace como protesta a un positivismo ofrecido como antídoto hedonista a la crisis social que atraviesa Europa en el preludio de la Primer Guerra Mundial.

Tres estudiantes de arquitectura Kirchner, Heckel y Schmidt-Rottluff, arman este colectivo, viendo en la pintura una forma de liberación. Un año después se le unen Nolde y Pechstein. Y ya en 1910 Otto Mueller. También se sumará Van Dongen que había expuesto su obra junto a Matisse abriendo la comunicación con los fauvistas. En la carta con la que el grupo invita a Nolde a sumarse expresan: Uno de los objetivos de Die Brücke es el de atraer a sí a todos los elementos revolucionarios y en fermento, y esto lo dice su mismo nombre: Puente. Aquello que los mantuviera reunidos debía ser el acto transformador, subversivo. Kirchner plantea que el pintor transforma en obra de arte la concepción de su experiencia (…). No hay reglas fijas para esto.

Para apreciar este movimiento es necesario entender el contexto en que surge. Hasta fines del siglo XIX Alemania era una Confederación Germánica, no era una nación aún, sino la reunión de 39 estados, entre los que estaba Prusia, uno de los gobiernos más fuertes, autoritarios y militarizados del mundo. Bajo el reinado de Guillermo I de Prusia, su canciller Otto von Bismark y el General Moltke, jefe militar mayor, llevarán adelante tres guerras, la última conocida como la Guerra Franco Prusiana, donde Prusia llega hasta Paris. A diferencia de otras unificaciones basadas en la cancillería, como la italiana, la unificación de Alemania como nación, será un proceso coercitivo, bélico, de imposición de la lengua y de la religión. Aspiraban extenderse y convertirse en una gran potencia. 1870 es un tiempo de huída del impresionismo de Paris buscando refugio en Londres. Los estragos de la guerra francoprusiana llevarán a algunos artistas como Pisarro, Sisley y Monet a exiliarse.

Alemania vive en conflicto, una agónica historia de expansión y restricción. La tragedia, opresión, penuria convulsionan un sentimiento pesimista de la vida y una gran insatisfacción. En el vórtice de esta turbulencia surge esta Vanguardia que plantea un retorno a un nuevo romanticismo, a lo exótico y primitivo en un mismo movimiento.

“Aunque me había hecho a la idea de ver cosas extrañas, – escribe Joseph Roth (1894-1939) acerca del clima de la época del inicio de la Primera Guerra en su libro «La Cripta de los Capuchinos» – incluso cosas sorprendentes y lejanas, todo lo que veía ahora me parecía familiar y agradable. Luego, mucho más tarde, mucho tiempo después de la gran guerra llamada “Guerra Mundial”, y con razón, creo yo, no precisamente porque tuvo lugar en todo el mundo, sino porque, como consecuencia de ella perdimos un mundo, nuestro mundo; como decía, mucho más tarde comprendí, que incluso los paisajes, los campos, las naciones y las razas, las cabañas y los cafés, están sujetas a una ley natural más fuerte que les permite convertir la lejanía en algo cercano, hacer que lo que es ajeno a uno se convierta en algo familiar, unir lo que tiende a disgregarse.”

En este tiempo dramático y apocalíptico el expresionismo alemán impacta en una gran variedad de disciplinas. Si hasta acá París era el centro de cuanto acontecimiento artístico sucediera, a partir de este momento Alemania empieza a liderar la vanguardia artística.

Así como podemos reconocer las referencias a un arte singular de lo intimo, abierto por el trazo de Van Gogh, Munch, Ensor y los impresionistas, también podemos encontrar el efecto del teatro de Wedekind (1864-1918), el psicoanálisis de Freud  y el pensamiento del filósofo prusiano Nietzsche (1844-1900). La influencia de Nietzsche en el expresionismo fue muy grande, específicamente en Die Brücke. Críticos de la política de “sangre y de hierro” que usó Bismark, consideraban la necesidad de recurrir a las fuerzas caóticas, a lo intempestivo que busca abrirse paso en el hombre, para sobreponerse a las catástrofes de la coyuntura así como a las propias tempestades.

Los del puente se destacarán por una paleta cromática de gran intensidad y la distorsión de las formas como recurso para acentuar la expresión de sus emociones. El retorno a un primitivismo conjugado con la sofisticación técnica, se enhebra a un simbolismo enigmático. Una fuerte resistencia y rechazo de sus contemporáneos colaboró para darle consistencia a esta vanguardia. El público de arte no entendía y hasta vivía con irritación, no que se trastocara la naturaleza, sino que se prescindiera del ideal de belleza. Para los expresionistas la armonía y la belleza no manifestaban de manera honrada los hechos de la existencia humana. Sentían profundamente el sufrimiento, la pobreza y la violencia de las guerras.

El tiempo que permanecieron reunidos, de 1905 a 1913, establecieron una modalidad de trabajo muy activa. Se reunían con el propósito de sostener una comunidad de artistas. Lo hacían semanalmente en el taller de Kirchner y discutían temas estéticos y sociales. La obra que presentaban tenía que tener el consenso del grupo pues creían en la eficacia social del arte. Ser creador en ese momento se entendió como rompedor e incluso destructor. Pero el programa de este colectivo se sostenía en una tríada: Crítica, para poder realizar un cambio; Destrucción, tener la plena libertad para crear; Nuevo comienzo, la posibilidad de pasar de los viejos valores a escalas nuevas.

El pasaje y la transitoriedad encuentran en El Puente una poética y resonancia con Zaratustra:

«Más Zaratustra contempló al pueblo y se maravilló. Luego habló así:

El hombre es una cuerda tendida entre el animal y el superhombre —una cuerda sobre un abismo.

Un peligroso pasar al otro lado, un peligroso caminar, un peligroso mirar atrás, un peligroso estremecerse y pararse.(…)

Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que pasan al otro lado.

Yo amo a los grandes despreciadores, pues ellos son los grandes veneradores, y flechas del anhelo hacia la otra orilla.(…)

Yo amo a quien no reserva para sí ni una gota de espíritu, sino que quiere ser íntegramente el espíritu de su virtud: avanza así en forma de espíritu sobre el puente.(…)

Yo amo a quien justifica a los hombres del futuro y redime a los del pasado: pues quiere perecer a causa de los hombres del presente. (…)

Yo amo a todos aquéllos que son como gotas pesadas que caen una a una de la oscura nube suspendida sobre el hombre: ellos anuncian que el rayo viene, y perecen como anunciadores. Mirad, yo soy un anunciador del rayo y una pesada gota que cae de la nube: mas ese rayo se llama superhombre.-«

NIETZSCHE, Así habló Zaratustra, Prólogo, Epígrafe 4

Adentrarnos entonces en este Movimiento pionero del siglo XX es necesario ya que en sus telas asoma y resuena también la obra freudiana, así como el clima bélico de la época, expresado en una paleta cromática intensa y de trazos virulentos. Tomaremos algunas de las obras de los artistas más destacados de este movimiento expresionista alemán, contemporáneos de Freud.

La obra de Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) se puede considerar estructurada en dos etapas. Antes y después de pasar por la guerra. La primera parte marcada por una exaltación y fascinación por la infernal metrópolis, sus edificios, paisajes, las figuras y angulosas interpretaciones, donde un detalle de un sombrero, una mano mutilada en homenaje a Van Gogh, o una punta de zapato pueden ser los narradores inesperados de la escena. Su paso por la guerra y las consecuencias traumáticas en su vida lo llevan a enfrentarse con algo más monstruoso aún, el nazismo. Lo señalan como un “artista degenerado” y destruyen  más de 600 de sus obras. Presionado se marcha a Suiza donde podríamos ubicar una segunda etapa, un tiempo de búsqueda de equilibrio. Se sumerge en paisajes alpinos tratando de estabilizar sus tormentos de guerra.

E. L. Krchner, Potsdamer Platz (1914) Nueva Galería Nacional. Berlín.
E. L. Kirchner, Autorretrato como soldado (1915). Allen Memorial Art Museum. Ohio.
E.L.Kirchner, Davos y la Iglesia, Davos en verano. (1936- 1938).

Erich Heckel (1883- 1970) con una fuerte formación en arquitectura cumplió un papel muy importante en la cohesión del grupo Die Brücke. Durante la Primera Guerra Mundial participó en la Cruz Roja como voluntario y a partir de la década de 1920, ya disuelto “El puente”, se manifiesta en su obra la influencia del movimiento “Nueva Objetividad” que supo combinar con el expresionismo de sus primeros tiempos. Con la llegada del nazismo son confiscados de los museos alemanes más de 730 de sus cuadros, y parte de su obra es expuesta en la tristemente famosa exposición Entartete Kunst (Arte Degenerado). En los bombardeos a Berlín de 1944 fue destruido su estudio y gran parte de su obra. Fue un artista muy prolífico que, de tener una pincelada vibrante y enérgica, luego de la guerra y el nazismo su pintura pasó a ser sustituida por una de composición naturalista. Pintó hasta su muerte.

E. Heckel, Molino de viento, Dangast (1909). Museo Wilheim- Lehmbruck. Duisburgo.
Erich Heckel.

Emil Nolde, (1867- 1956) nacido en Dinamarca, Hans Emil Hansen cambió su nombre incluyendo su localidad natal Nolde. Participó un corto tiempo del grupo Die Brücke aunque de manera muy activa. Era muy marcada su diferencia generacional. Admiraba a James Ensor de quien toma el estilo de los rostros que aparecen como máscaras. Sus obras son de un fuerte cromatismo y de temáticas simples que viran a cuestiones religiosas. Tendencia que le trajo problemas por sus interpretaciones de la biblia poco tradicionales. Sus cuadros muy empastados y de un dibujo torpe le daban un tono dramático y grotesco. Nolde llegó a simpatizar en un comienzo con los Nazis, hasta que le prohibieron pintar e incluso le impidieron cualquier manifestación artística. A pesar de esto nunca se fue de Alemania.

Emil Nolde, Naturaleza muerta con máscaras III (1911). The Nelson- Atkins Museum of Art, Kansas.
Emil Nolde, Crucifixion (1912).

Y para concluir, en este pasaje incompleto y parcial por algunos de los artistas de esta primera vanguardia del siglo XX, Otto Müller (1874- 1930). Nacido en Polonia, de padre alemán y madre gitana. Estudia en la Academia de Bellas Artes de Dresde. Es de los pintores más líricos, conoció al austríaco Rainer Maria Rilke, litógrafo, ilustrador, es de los últimos artistas en incluirse en Die Brücke.

O. Müeller, Tres desnudos en el bosque (1911) Sprengel Museum, Hanover, Alemania.

Sus pinturas de armoniosas formas y colores tratan la unidad de los hombres y la naturaleza. Se lo conoce como un gran maestro del arte universal por sus pinturas de desnudos y mujeres gitanas. Su impronta signada por el grafismo y el interés en conseguir un resultado mate en sus obras, lo llevó a experimentar con el temple, influyendo profundamente al grupo. “Mi objetivo principal es expresar mis sentimientos por los paisajes y los hombres con la mayor simplicidad posible”. A diferencia de sus compañeros su estilo y trazo no se vio modificado por la afectación de la trinchera, si bien estuvo casi dos años combatiendo.

O. Müller, Autorretrato.

En 1937, a siete años de su muerte, su obra es también confiscada y declarada “degenerada” por los nazis al igual que la de tantos otros expresionistas que generaron con su movimiento la posibilidad de poner al desnudo el pathos de la condición humana. Los cuerpos con líneas sinuosas, contorsionadas y retorcidas, posturas desafiantes y tonos vibrantres, transportan la intensidad de la emoción, causando escándalo e incluso, su aniquilación.

Al igual que Freud renuentes a renunciar a su obra y a su país, se vieron atravesados por lo monstruoso y tanático del nazismo y de la guerra. Pero a diferencia de estos artistas, Freud pudo ser ayudado. La influencia del embajador americano en Francia y su presidente Roosevelt, la intervención de la Princesa Marie Bonaparte, psicoanalista francesa, que pagó un rescate llamado “impuesto del fugitivo”, permitieron que no confiscaran la biblioteca y  pertenencias del fundador del psicoanálisis.

En la misiva que Freud escribe a Einstein en 1932, unos años antes de su forzado exilio, podemos leer al amigo de la Humanidad intentando reflexionar sobre la pregunta: ¿por qué de la guerra?

Desde tiempos inmemoriales, dice Freud, se desarrolla en la Humanidad el proceso de evolución cultural. Prefiere llamarlo cultural en distinción al término civilización. “A este proceso debemos lo mejor de lo que la humanidad ha alcanzado y también buena parte de lo peor, lo que ocasiona nuestros sufrimientos. Sus causas y orígenes son inciertos, su solución dudosa, algunos de sus rasgos fácilmente apreciables”. Las modficaciones psíquicas que acompañan la evolución cultural son notables y afectan a lo pulsional, con desplazamientos y variaciones. Estas modificaciones intervienen domeñando lo pulsional y agresivo en el ser hablante. Y esto trae consigo, señala Freud, nuevos ideales éticos y estéticos que se ven negados con la guerra. La repulsa y aversión a lo bélico puesto que trae un rebajamiento Estético, dice Freud, contribuye a nuestra rebelión en grado no menor que sus crueldades.

“…Por ahora sólo podemos decirnos: todo lo que impulse la evolución cultural obra contra la guerra.” Sigmund Freud, 1932- El porqué de la guerra.

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Silvana Tagliaferro, Psicoanalista. Licenciada y Profesora en Psicología de la UNLP. Desde el cuarto año de la carrera comenzó su formación psicoanalítica. Integrante de la Cátedra de Clínica de Adultos y Adolescentes de la UNLP de 1998-2004. Trabajo en Clínicas Neuropsiquiátricas durante 8 años. En el 2004 fundó junto con otros colegas la Escuela Freud-Lacan de La Plata. Ha participado en la Comisión Directiva fundadora y en el cargo de Presidente de la Escuela durante la gestión 2011-2013. Despliega su práctica clínica en La Plata y en Bs. As. Supervisora de la Residencia de Psicología de PRIM Moreno, del HIGA Hospital San Martín de La Plata, Hospital Alejandro Korn de Romero. Ha presentado trabajos en diversas revistas del ámbito psicoanalítico y participado en los Congresos de Convergencia, Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Freudiano y en la Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis. Desarrolla en el espacio de seminario en la EFLA y en varios grupos de convergencia su investigación clínica.

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