Fotografía. Tina Modotti.
Editorial, Helga Fernández.
El designio de ser felices que nos impone el principio de placer es irrealizable; más no por ello se debe -ni se puede- abandonar los esfuerzos por acercarse de cualquier modo a su realización…La felicidad es meramente un problema de la economía libidinal de cada individuo. Ninguna regla al respecto vale para todos…Ya aquí desempeña un papel determinante la constitución psíquica del individuo, aparte de las circunstancias exteriores» Sigmund Freud. «El malestar en la cultura»
Quién lo hace? ¿De qué modo? ¿En qué lugar? ¿Qué es lo que lo desencadena?
¿Desde dónde centellea aquello que no será sino un arrebato, con el cuerpo y sin saberlo, lo que se apodera del ser hablante, conduciéndolo al acto mismo de creación?
Preguntas, las que anteceden, que operarán de carta de guía en el trayecto del escrito.
Ser hablante: el individuo que forma parte de la especie humana especificado por el hecho de que habla. Afectado de un SIR primordial, del cual es imposible no estar afectado, porque es así como está hecho, por el Lenguaje.
De ese SIR digo: es un nudo de tres anillos donde S es el LENGUAJE, I es LA LENGUA, R es LALANGUE.
EL LENGUAJE, que se ubica en lo Simbólico, siendo el territorio apto para el Todo representación, en buena lógica se dice Universal, falla. Porque, mordido por lo Real, hay lo irrepresentable (sexo y muerte), por lo tanto es alcanzado por el no-todo. Y porque hay la descoincidencia radical entre la palabra y la cosa es alcanzado por el vacío de la representación.
Da existencia a la lengua, lo que quiere decir que sólo porque está el lenguaje una lengua puede componerse.
LA LENGUA, que se ubica en I. En lógica corresponde a lo Particular. Ella está apremiada por una demanda: que no sea equívoca, que no se manifieste como malformación y que sea capaz de aproximar hasta la asfixia palabra y cosa. Y que pueda representarlo todo, por lo tanto que no haya lo irrepresentable.
Falla. Porque está Lalangue.(1)
LALANGUE (lalengua, todojunto), que se ubica en lo Real. Lógicamente corresponde a lo Singular.
Es lo que de ella práctica inconsciente, prestándose a todos los juegos, el juego. Para que la verdad, como efecto, en el movimiento de las palabras, «hable».
Lalangue infecta la lengua. Soporta, dentro de su forma de borde, lo ilimitado que destruye toda universalidad.
En Lalangue estas fallas son el sustrato donde relampaguea el deseo y donde se asienta el goce. (2)
Lalangue, el propio vocablo, un neologismo, escupido por Lacan en su seminario, es un acto de creación. Luego lo nombró parlëtre (hablaser, todo junto).
Y es el Lenguaje el que inmixiona el cuerpo de sustancia gozante hecha de resonancias, porque el Lenguaje está mordido por lalangue, y que ha de ser situado como lo Real del Inconsciente. No es que el cuerpo hable sino que es del inconsciente que cobra voz. Toda vez que la voz, objeto, no esté demasiado pegada al cuerpo.
Hice este escueto desarrollo para hacer sentir cuánto es que el ser hablante está constreñido por esas cuerdas que se ciñen haciendo nudo borromeano.
Claro que, cuando el ser hablante efectúa el acto de creación, no siempre habla. Tal vez «habla» no obstante. Sin embargo hace el acto sin llegar a despojarse de ese apretamiento. No tan desprovisto.Tampoco se despojará de la incidencia sobre sí de la tensión de lo uno y la otredad. Parecería que produce alivio la percepción de lo uno, porque lo uno es lo inteligible. Lo Uno postula la clausura y la salvaguarda de la identidad exorcizando las turbulencias que provienen de lo diferente, intentando desconocer los avatares de una existencia abierta a la existencia de los otros, los semejantes, del otro extraño, extranjero, incluso intruso de lui-meme. No se despojará de «la incurable otredad que padece lo uno»(3). La ex-sistencia del ser hablante pide el pasaje por los otros, por el otro, y por el extraño íntimo. Atravesar lo imprevisible, lo discontinuo que no ofrece garantías, habitando su propia casa que es el lenguaje, no sin la articulación a la lengua y lalangue, lo que declina hacia la dit-mensión.La frase entrecomillada del párrafo precedente es dicha por Antonio Machado. Va otra de Soledades, galerías y otros poemas: «El alma del poeta se orienta hacia el misterio». Vale. Un poeta es ante todo un ser hablante a quien le sucede hallarse transportado hacia el misterio. Aunque es diáfana subsiste la dimensión de enigma y su secreto. El hacedor de arte y en el extremo, del acto de creación que se le ofrezca para ser hecho, lo hará según su modo, valiéndose de los instrumentos que ha hecho suyos. No habrá de buscar esa cosa enigmática ni en los cielos ni en la tierra porque está en ti. Déjate empujar hacia el enigma. Anda hacia eso, aunque no habrás de llegar-.
Se ha despojado de las ligaduras propias del fantasma. Sitio adecuado para el emplazamiento de las representaciones. Lo que quiere decir que el sujeto barrado por el significante no participa en este salto. Tampoco el objeto en la función causa de deseo. Es que el deseo inconsciente no cabe allí, en el salto. Lo que de inconsciente relampaguea es lo Real del inconsciente. No el deseo.
Se ha despojado del saber. Ese salto es sin saberlo…al salto como así tampoco nada, algo sobre lo posible de saberse. Es sin carta de navegación, sin carta de guía porque nada hay que lo pudiese hacer necesario, tal vez porque el territorio inherente al salto es tan íntimo que hasta lo ajeno ahí mismo adherido resulta ni conocido ni no conocido, ni sabido ni no sabido, ni recordado ni olvidado….sino… ya experimentado, con el cuerpo. Ese sitio, Lacan lo nombró extimidad
Se dirige hacia lo Real. Busca re-encontrar, el objeto perdido, que nunca se tuvo.
Siendo que lo relevante es que nunca se tuvo; que se llamará perdido por preferirse hacer de eso una carencia. Re-encontrar…para que vuelva a suceder el encuentro real siempre imposible. O lo que es igual: el encuentro con la inadecuación (entre lo esperado y lo obtenido). Lo que seguirá será una falta que posibilitará que siga el juego del tal vez, del aún…Los puntos suspensivos es la vida que no rechaza el más allá del principio de placer, por lo cual aunque no debo encontrarlo busco más allá, y no cesaré de buscarlo Ese juego, la vida, el regreso de las ligaduras, lo hallaremos próximo al final del trayecto.
Hay una demasía que empuja hacia lo Real y que busca alcanzar un corte, que se efectúe. Siempre, cada vez, en cada acto de creación, que se reedite la forclusión estructural.(4) Eso llega a la altura de la represión primaria. Implica también que se re-edite la «intención de sujeto» por querer hacer su entrada en el Otro (lugar del tesoro del significante). Esa «intención de sujeto»confronta con la consecuencia de la forclusión estructural, es decir que al mundo del lenguaje le falta un significante; también hay que decir que no se trata tanto de que falte un significante como Del hecho mismo de la incompletud, a la cual no le falta nada.(5)
De esta operación queda un resto: el objeto a. Precisando: a corte, lo que queda «a los pies del Otro», tombé, caído en el campo del goce, determinando un punto de vacío dentro del campo del goce, cercando, interdictando, la infinitud inminente puesto que porque se cava ese punto de vacío, éste será un sitio apto para la captura de goce. Para que ello se opere habrá que aguardar a que allí acuda el Trieb.
a corte no participa de ninguna de las tres consistencias del nudo RSI. Y aún si nos marea Lacan cuando dice que el nudo es lo real, a corte, agujero, es ectópico respecto del anudamiento: es lo real de lo cual el anudamiento aguanta, si aguanta el agujero. Y no la consistencia R, la cuerda R del nudo.Tal como ha escrito Sigmund Freud, al abordar las vicisitudes de la pulsión, luego de desplegar los primeros tres destinos, …»queda para el sujeto (el ser hablante) la vía abierta de la sublimación», ubicando en alguna relación a ella, la obra de arte. Lacan hace escansión y dice que la sublimación ha de ser situada en relación al objeto petit a, un montoncito de goce, haciendo de tapón, en el agujero a corte. Es ahí, un lugar apto para la captura de goce. Y es ahí mismo el lugar donde se juntan, se adhieren, lo íntimo a la radical exterioridad. Es una estructura de borde. La pulsión la interviene, se acomoda en ese borde, bordeando el agujero. Lo que constituye una suerte de logística de defensa respecto de la inminencia del goce. La sublimación opera con la pulsión y con el significante
Ya la dialéctica del placer que es de búsqueda y de evitación, procura hallar un límite justo, un umbral fundamental que haga zona interdicta. Lo que Lacan denomina «campo del goce».
El goce…no es otra cosa que la distribución del placer en el cuerpo. Inquietante dicho de este modo, el cuerpo colonizado por aquí por allá y acullá de placer! Pero su límite, el de esa distribución del placer, se emplaza en el sitio íntimo lo más próximo al lui meme, él mismo, siendo sin embargo exterior, como la «piel» del sujeto: lo éxtimo, lo prójimo que no es sino la inminencia intolerable del goce. El Otro…? no es más que el terraplén, terreno limpio de goce. Que es exactamente donde la intencionalidad de sujeto quiso hacer su entrada. Entrar y luego…la vida, que sin ligaduras es insoportable.
En ese sitio es hecho el salto, el arrebato, la obra misma en tanto acto de creación. Algunos artistas dicen que la obra ya fue hecha en un tiempo y espacio que no es el de su taller donde hace la obra que dará a ver, oír, leer, que llevará adosado un valor (de goce), no será el objeto sino la mostración del objeto.(6)
Ya tenemos a la pulsión haciendo borde del agujero, a corte. Y el retorno de las ligaduras del Fantasma velando lo Real de la pulsión. A la sublimación operando con la pulsión cuyo destino primordial es ponerse bajo algún significante. Se trata ahí de la emergencia misma de la exterioridad interna de lo Real de la pulsión surgiendo a partir de lo simbólico. En esta lógica una falta posibilita el juego de emplazamiento de lo que en la cultura se denomina obra de arte, literatura, poesía. Y no tan sólo eso.(7)
La sublimación, una vía abierta dice Freud, no le pide nada a nadie, puntualiza Lacan.
¿Qué no pide la sublimación? Ni la mortificación del síntoma, ni las ligaduras del fantasma.Esta obra el ser hablante la hace solo, no sin su objeto, del que decimos su estilo, por qué no su genius (tal como se lee en Giorgio Agamben)(8). Mientras juega su juego, busca capturar un goce más allá del principio de placer (la sal de la vida, que da sed de algo, otra cosa, porque no es eso). Prueba, hace un montoncito. Procura de ese montoncito hacer tapón. Prueba a ver si el agujero a corte aguanta. Y si aguanta, esa obra habrá hecho pasar lo que tiene que pasar: que lo irrealizable subsiste. Que tal vez, aún, todavía seguirá buscando «por acercarse de cualquier modo a la realización…de la felicidad”.
- Norberto Ferreyra – Seminario Practicar el psicoanálisis. Escuela freudiana de la Argentina.
- Jean Claude Milner – El amor por la lengua.
- Antonio Machado – Juan de Mairena. – Libro I -.
- Jacques Lacan – Seminario X La angustia.
- Guy Le Gaufey – El caso inexistente.
- Jacques Lacan – Seminario X La angustia.
- Jacques Lacan – Seminario XXI Los no incautos yerran.
- Giorgio Agamben – “Genius”.