EL CUERPO Y LA IDENTIDAD*. POR ALEJANDRA RODRIGO


Cuidado editorial: Patricia Martinez y Gabriela Odena


Historias clínicas

Dar cuenta de la clínica, pensar qué hacemos con lo que hacemos, abrir interrogantes y por qué no hipótesis, nos concierne. Es el intento que un analista realiza cada vez al escuchar ahí lo que busca su lugar entre palabras. Alejandra Rodrigo –a quien agradecemos la generosidad de compartir su texto que tituló “Una lectura posible de la problemática del cuerpo y la identidad”– lo dice aquí, y toma la palabra para producir una lectura que no se ampara en la patologización de las cuestiones relativas a las identidades en lo que nombra: diversidades de existencia.

Patricia Martínez


A veces, cuando el cuerpo se hace presente, el dolor y la desesperación no cesan. 

De eso se trata esta presentación.

Para comenzar vaya una aclaración obligada de dos cuestiones.

Freud, en “Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis” (2), planteará el problema de la concepción del universo, de la Weltanschauung, si el psicoanálisis conduciría a ella y a cuál concepción.

La definición del término alemán es la de una construcción intelectual que resuelve de modo unitario, sobre una hipótesis superior, todas las cuestiones de nuestro ser. Allí entonces no hay lugar para la interrogación pues todo lo que fuera de nuestro interés estaría determinado. Dirá Freud que se entiende, a partir de ello, cómo para algunos sería ésta una elección obligada de fe, pues de esta manera se estarían asegurando qué aspirar en la vida y cómo orientarse adecuadamente según los intereses y afectos. Cuestión que desatiende indudablemente la especificidad del psicoanálisis, que tendría entonces que adoptar a la ciencia como su campo de pertinencia, aunque de un modo particular extendiendo la investigación al campo de lo psíquico.

Ahora bien, el discurso del psicoanálisis no pretende de ningún modo ser una concepción del universo, pues no da verdades universales. Es desde ya una práctica de lo particular que conlleva a lo singular, lo cual no nos exime de teorizar sobre cuestiones que hacen al modo de concebir la experiencia del inconsciente.

Será también Lacan, quien reafirmará que el psicoanálisis no es ni una weltanschaunng ni una filosofía y su objetivo es la noción nueva de sujeto dependiente del significante. (3)

Por otra parte, en los términos de la estructura, Ricardo Rodríguez Ponte decía que la estructura tiene un carozo, la castración en Freud, no hay relación sexual en Lacan, por lo que será esencialmente desarmonía fundamental.

Mencionaba que Lacan nunca habló de estructuras clínicas y que la pregunta que habría que hacer no sería respecto de neurosis, perversión o psicosis, porque dice sería tonto cuestionarlas, sino sobre qué estatuto le damos a esos nombres, qué realidad, qué tipo de existencia le atribuimos y qué consecuencias para la dirección de la cura. (4)

Entonces precisemos, no hay Otro del Otro, como no hay universo de discurso, pues la estructura es incompleta y el sujeto un abierto entre significantes que puede condensar goce.

Si no hay psicogénesis y si en el hueso de la estructura está el agujero, allí van a parar operaciones constitutivas del sujeto. 

En las Conferencias de EEUU, en 1975, propondrá para el inconsciente el término parlétre, pues lo simbólico hace lazo con el lenguaje para que un cuerpo consista porque es de la palabra como surge. Palabra y cuerpo se despliegan en su referencia a los registros para  situar que la trinidad la encontramos todo el tiempo, “…especialmente en el dominio sexual. No es solo un individuo quien los fija sino también otro; eso está marcado en la experiencia del análisis por las relaciones clínicas (clínicas, el analizante está sobre un diván, se trata de un cierto clinamen, conforme Lucrecio y los epicúreos en su nominalismo)”. (5)

La teoría del clinamen (derivada de clinare, inclinar) asignada a Epicuro, es el nombre que dio Lucrecio a la Física de Epicuro, en la que se establecen como impredecibles las desviaciones que sufren los átomos. Interesante la referencia a Epicuro para las relaciones clínicas.

Creo que en definitiva, “la clínica” interroga al analista mismo pero lo hace como objeto. (6) Pues en su función, no está allí como sujeto.

Porque lo que se juega en transferencia es un hacer que concierne a cada analista y a cada analizante , imprimiendo allí lo esencial de una experiencia de lo particular, ya que no hay en lo que respecta al goce, más que lo singular de una relación.

Entonces delimitemos, ni déficit ni patologización sino un transcurrir diferente, en el devenir de diversidades. Pues “lo diverso” es el modo en que se presenta el sujeto mismo en tanto su demanda concierne a lo particular, si no haríamos de ella un universo de discurso.

Es desde esta posición que partiré para desplegar el tema que hoy presento.

Asimismo llamaré situación clínica al hecho clínico, como prefiero decir sobre lo que acontece en la experiencia analítica. Entendiendo el hecho a partir de como Lacan lo refiere durante la sesión del 4/12/68. (7)

Allí especificará que lo que hacemos los analistas opera porque el sufrimiento no es el sufrimiento sino que es un hecho, lo cual no es lo mismo. El sufrimiento es un hecho, agrego clínico, en tanto encubre un decir y por ello es que quiere ser síntoma , al velar una verdad. Hacer del sufrimiento un decir es nuestra apuesta para que en eso que se escuche pueda ser extraído el sujeto, aprisionado en un goce que enmascara el deseo. No olvidemos que cuando hablamos de topología del goce se trata de la topología del sujeto y que el goce es esencialmente masoquista. (8)

Pues bien, vayamos ahora al cuerpo. 

Eso tan inmediato en nuestras vidas porque se lo lleva como se lleva la vida, silenciosamente, pero cuando se presentifica ya nada será lo mismo porque algo habrá ocurrido.

Ahora bien, podría suceder que esa proximidad, la del tiempo y el espacio en la que se constituye la inmediatez del cuerpo, estuvieran imposibilitadas por un impedimento. Habitada por un cuerpo extraño, impropio, de una inminente ajenidad tal, que incitara a la búsqueda incesante donde aposentarse.

Para así poder detener, aunque sea temporariamente o no, un deambular que no logra ni el asentamiento ni el asentimiento de lo verdadero. Como quien decanta de un fluir para permanecer y que se sosiegue el alma. 

A veces se logra, a veces no.

Llamaré “dislocación” a este fuera de lugar del cuerpo, de un cuerpo que no encuentra su lugar como su hogar, porque allí algo se hallaría en él “dislocado”, impedido de disponer de la articulación para que pueda ser incorporado como propio y la vida transcurra en su devenir. 

Por lo que será el cuerpo mismo el que deberá devenir para encontrarse con una vida que sea vivible, pues lo que estará en juego será la verdad del sujeto.

La situación clínica que plantearé será una aproximación de lectura que intenta hacer pasar algo del saber analítico a lo real. Allí está nuestro desafío cada vez y nuestra apuesta, trabajar con eso que resiste del saber en pasar a lo real.

Para poder abordar lo relativo a la identidad y al devenir de existencias, tomaré algunas puntuaciones de diversos textos para situar una topología y una lógica que puedan dar cuenta de ello.

Comencemos por Freud, recordemos su conceptualización del narcisismo en 1914, en tanto lo define como el complemento libidinoso del egoísmo, del instinto de conservación. Se trataría de una carga libidinosa primitiva del yo que subsiste aun habiéndose cargado los objetos, tal como conocemos a la libido objetal. 

Ahora bien, Freud nos ha enseñado que el yo debe ser desarrollado,  o sea que el autoerotismo es primordial, pero para constituir el narcisismo será necesario que venga a agregarse un nuevo acto psíquico, un acto fundador del yo. (9)

La autoestima será subsidiaria de la libido narcisista y para que ésta devenga investidura requerirá de la instancia del yo a la que luego llamará proyección de una superficie en 1923 (10)  a partir del Ello.

El yo será por ese acto, primeramente, un ser corpóreo.

Lacan al introducir el concepto del Otro planteará no solo la instancia discursiva para el inconsciente estructurado como un lenguaje, sino que será allí mismo en esa zona de relación al Otro, que a partir de diferentes operaciones un sujeto podrá advenir como deseante. Por lo que ese acto fundante de un cuerpo será asunto inherente de ese encuentro primordial con el Otro, de cuyo relevo deberá hacerse responsable el otro con minúscula, oficiante en cada caso, para que ello suceda.

Desde el estadío del espejo como formador del yo del año 1949 (11), tal como lo presentara pasando por el esquema del ramillete invertido durante el Seminario 1, Lacan no cesó de referirse al yo a través de grafos, esquemas, escrituras topológicas y lógicas.

Estadío en primer lugar que supondrá una identificación, “en el sentido pleno” de la asunción de una imagen asumida jubilosamente ante la prematuración originaria del infans. Constituyéndose la matriz simbólica imaginaria determinante para el yo, desde donde se entramarán las relaciones con los otros.

Durante el Seminario 1, en 1954 (12) Lacan retoma lo ya antecedido por el estadío y le dará una escritura conforme a los requerimientos de la óptica, con el esquema del ramillete invertido y dirá que será por la palabra y su relación a lo simbólico que entrará lo imaginario, definiendo al sujeto como vidente. 

Pues bien, la palabra en definitiva definirá el mayor o menor grado de perfección de la imagen, de completitud aproximada en lo imaginario. También será allí que la tensión yo ideal-ideal del yo “dirigirá” las relaciones con los otros que se desprenderán de la relación al Otro estructurante. 

Se preguntará Lacan, de qué otra cosa hablamos sino más que de la realidad oral, anal, genital que hace surgir la imagen del cuerpo humano fundada en el narcisismo como carga libidinal de objeto. Pero también va a plantear que para que la imagen tenga consistencia y que el cuerpo se arme será necesario que sea “verdaderamente” una imagen.

Que los rayos converjan de tal manera, que el juego de  los espejos cóncavo y plano produzca una ilusión de realidad de la imagen. Si bien un sujeto no es un ojo será desde el Otro como se ajustará una posición determinada para ser visto como amable, instaurándose dos narcisismos.

Primer narcisismo, imagen real que organiza el Umwelt, la realidad, el segundo, la relación al otro, a los otros. Pero este otro es un otro cautivador, es ese otro yo alrededor de la figura del semejante, que soportará una relación dialéctica reflexiva. 

Relación que investirá, si así sucediera, fálicamente a los objetos y al yo con la consecutiva relación al ideal del yo, haciendo pasar la realidad sexual a la vía deseante. 

Ahora bien, estas operaciones constitutivas podrían verse afectadas, tal como todo en la vida, de contingencias y significaciones complejas. Desde la ausencia de la instancia ordenadora hasta el desacomodamiento en la imagen, que sería captada en toda su diversidad que la estructuración yoica permita. No obstante, recordemos, que nunca el ojo se ve donde el otro lo mira, y como se trata de una imagen virtual, el sujeto será virtual en tanto se reflejará en un ojo mítico.

Entonces, el otro que somos se habrá constituido por fuera nuestro, haciendo visible la extrema dependencia del Otro que allí se representará por el espejo plano, haciendo entrar lo simbólico por la voz.  Para que el asentimiento generador pueda hacer de lo reflejado imagen unificada, será necesario que el sujeto se ubique en un punto preciso. Compleja y delicada sincronía que en los tiempos lógicos debería estar más o menos calibrada. 

Ahora bien, supongamos, como decía antes, que esa localización se viera afectada por lo que he llamado dislocación de la imagen, generando un impedimento tal, que a veces suscite una errancia buscando alojamiento para el yo. 

La dislocación, ha sido definida como una lesión en una articulación que la trastoca e inmoviliza, pudiendo producir un trauma grave. Aclaremos que de esto no se deducirá necesariamente irreversibildad, ya que una renovada articulación permitiría restaurar el daño proveyendo algún recurso supletorio.

Por otra parte, tomaré el impedimento, en el sentido que Lacan lo trabaja durante la sesión del 14/11/62. (13)

Estar impedido dirá, es un síntoma, por lo tanto, agreguemos, que el analista ahí, podrá tener lugar. Mencionará la trampa de la captura narcisística referida al límite del investimento de objeto, mientras que el falo lo estará autoeróticamente. No obstante, la fractura de la imagen especular le ha dado soporte a la articulación significante, introduciendo en el plano simbólico la castración. El impedimento surgirá en ese círculo generado por el movimiento del sujeto avanzando hacia el goce más allá de él, al encontrarse con esa fractura, tan cercana y tan íntima, diríamos, pero extraña en algún sentido, pues se ha dejado atrapar en ese camino por su propia imagen. 

Trampa estructural entonces, que a veces podría detener las vías del deseo cuando se hubiera producido la dislocación haciendo surgir un impedimento.

Ahora bien, a la altura de las Pascuas de 1960, Lacan retomará su famoso esquema del ramillete, pero no obstante dirá: …la estructura no es la forma…y la cuestión es avezar el pensamiento en una topología, que solo la estructura necesita…(14)

Pues bien recojamos el guante y avancemos con la topología en primer lugar.

Recordemos que Lacan dirá que somos tóricos, que el universo es tórico porque se soporta del agujero irreductible de la estructura.

A la altura de su Seminario 24 afirmará que la identificación es lo que cristaliza en una identidad, después de mencionar las tres identificaciones freudianas, que consistir implica hablar de cuerpo, cuerpo de lo imaginario, cuerpo de lo simbólico- la lengua- y un cuerpo de lo real-del que no se sabe de dónde sale-. (15)

En un excelente texto “Identificación y cuerpo”, Mariana Trocca se pregunta por qué recurrir a la topología del toro, porque como dice Carlos Ruíz, precisa Mariana, la estructura como superficie se nos presenta como el sostén escritural de la operación de corte sobre la que se pueden trazar líneas de corte. (16)

Ahora vayamos a lo que Clara Cruglak conceptualiza con gran rigurosidad y precisión clínica sobre la serie de las identificaciones. (17) En lo primordial de la estructura entre el sujeto y el Otro se realizarán operaciones de retornamiento decisivas sobre el toro.

Para la topología del yo, se hallarían comprometidas la serie de las identificaciones freudianas retomadas por Lacan, como tiempos lógicos de inscripción de la estructura subjetiva.  En el toro retornado, que funda un cuerpo, se podrán situar dos maneras distintas en el procedimiento: por corte, donde se contará con la línea de cierre, conservando así su estructura agujereada. Mientras que por agujereado, siendo este un corte trivial que no involucraría la línea estructural del toro, no se podrían contar con el agujero. (18)

Efectuación que restará a cuenta del sujeto para localizarse en la estructura, en el primer caso se podrá disponer de la marca de la falta del Otro en lo real, mientras que en el segundo, esa localización se hallaría comprometida.

Entonces, sigamos el paso por estas tres identificaciones que van a conformar sucesivos tiempos y retornamientos, por agujereado y por corte, dejando consecuencias decisivas para el sujeto. Verificando la operatoria pulsional de la cupla adentro- afuera, afuera- adentro del viviente para que la expulsión de goce haga posible, gracias a lo simbólico, consistir el cuerpo propio. 

Identificación primera a lo real del Otro Real, llamada primordial, necesaria para la incorporación del vacío fundante, la segunda,  a lo simbólico del Otro Real, al rasgo unario. La tercera, a lo imaginario del Otro Real, al deseo del Otro.

Veamos en la segunda identificación, con detenimiento, lo siguiente, como un destino posible: si la operación de retornamiento del toro en el Otro es por agujereado y en el sujeto por corte, este no podrá localizar el rasgo orientador porque el Otro no soportaría la marca de la falta propia, en el sentido que se haga soporte donador.

Ubico allí, que también podría darse una situación combinada: que se produzca en el Otro, además de lo antedicho, una desmentida tal que introduzca un plus como respuesta a la hora de hacer con la marca de la falta (19). Por lo que entonces podría conjeturar, que dicha desmentida del Otro retornaría en lo real del cuerpo del sujeto debiendo este necesariamente redoblar el mecanismo, negando lo que fuera percibido, pero denunciando allí una verdad.

Se produciría, de este modo, lo que Freud ha llamado magistralmente una escisión en el yo, desgarro profundizable con el tiempo, pudiendo abrir en algunos casos un verdadero boquete en lo imaginario. 

Además, tanto la desmentida: “no es verdad”, la desestimación: el no reconocer deudas como también el acto de negarle al otro lo que le corresponde y la Verleungung o sea la renegación: “ya lo sé pero aun así…”  (20) perpetúan “per se” el exceso de goce. 

 Ahora bien, si esto sucediera, siendo el rasgo el operador simbólico que orienta y designa un lugar para el sujeto, podría surgir en su lugar una dislocación de la imagen, un estar fuera de sí, produciendo “un doblez” en el ser. Quedando de este modo afectada la identidad ya sea por razones contingentes o no, que debería entonces ser asumida de otra manera. 

Segunda identificación, sobre la que operará la tercera, como dijéramos, según los tiempos lógicos.

Entonces, en la constitución del yo y del cuerpo converge una triple identificación: la simbólica, la imaginaria y la real.

Quisiera para terminar plantear una lógica que considero pertinente para esta topología tal como fuera presentada.

Para ello quiero agradecer muy especialmente el trabajo que vengo realizando con Pablo Amster quien me introdujo con su enseñanza al maravilloso mundo de las lógicas no binarias. Entiendo que es desde estas que es posible, insisto, concebir una lectura despatologizante de las cuestiones relativas a las identidades en lo que respecta a las diversidades de existencias. 

Se trata de las lógicas paraconsistentes e inconsistentes y las lógicas difusas o borrosas.

Respecto de las paraconsistentes, son aquellas que admiten las paradojas, sin que por ello el sistema se vuelva trivial.

Recordemos por ejemplo la paradoja de Russell, la imposibilidad de plantear el conjunto de todos los conjuntos que no pertenecen a sí mismos, subvirtiendo lo planteado por Cantor, haciendo tambalear los fundamentos de las matemáticas. (21) O la de Epiménides que podríamos enunciar con el miento, cuando miento digo la verdad, tal como la retomara Lacan. Las paradojas se presentan como un “síntoma” de la inconsistencia, pues un sistema es consistente cuando de él no se puede derivar ninguna contradicción.

Las lógicas inconsistentes admiten la contradicción, en tanto algo puede ser al mismo tiempo verdadero y falso en un movimiento de pliegue y de repliegue. En las lógicas paraconsistentes, hay mundos posibles e imposibles con incompatibilidades lógicas que se reflejan y transmiten. 

Se pueden concebir para diferentes discursos. Las narrativas que adhieren a estas lógicas, por ejemplo, están inmersas en una cultura replicante, donde se podría enunciar lo siguiente ¿es la cita parásita del texto o será el texto parásito de la cita? somos nosotros que hacemos el lenguaje o el lenguaje nos hace a nosotros? 

El universo resuena de este modo, en un extravío recursivo, el caos desde esta perspectiva es un espacio mítico donde reina lo híbrido, la fusión de los contradictorios. La paradoja exhibe claramente la unidad de dos momentos, su equivalencia y reciprocidad (22) y se mueven, la mayoría de las veces, con sistemas autorreferenciales.  

Respecto de la lógica difusa o borrosa, es una lógica del intervalo, que transcurre en un continuo, entre cero y uno. Si allí asignamos a un término lo verdadero y al otro lo falso, o sea en el lugar del cero y el uno, respectivamente, sería posible determinar conjuntos disímiles, grados de pertenencia sin hacerlo plenamente en ninguno.

La lógica difusa o borrosa incluye la posibilidad de multivalencias, la multiplicidad de pensamientos más complejos donde los sistemas, siguiendo por analogía a Prigogine, los subsistemas o cuerpos están permanentemente en orden-desorden-auto-organización.  (23)

La lógica difusa entonces, no es dicotómica y la pertenencia a un conjunto sucede de manera gradual, como si fueran diversos matices en ese transcurrir del intervalo. Sería perfectamente válido decir, que p es en parte verdadero y en parte falso. 

Para terminar.

Si la estructura converge hacia lo imposible, será en esa convergencia que pretenderá alcanzar lo real, aunque solo sea abordable por un paso al límite. Pues ese real resultará, en definitiva, siempre cercado fragmentariamente por sus bordes.

En ese hiato que la estructura impone, si recogemos la apuesta a leer de otro modo, podrán surgir, a veces, escrituras posibles.


  (1)  *El presente texto es parte del presentado en junio de 2021, en la Escuela Freudiana de Buenos Aires, en ocasión de una invitación al ciclo “Posición del analista ante las consultas de este tiempo”. Cioran, E.M: “En las cimas de la desesperación”. Ed. Tusquets.    

 (2) Freud, S : “Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis”, lección XXXV : El problema de la concepción del universo. Tomo III. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid.

(3) Lacan, J : Seminario 11, “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. clase VI.

 (4)  Rodríguez Ponte, Ricardo: “Sobre las estructuras clínicas”. Intervención en el Foro de Psicoanálisis de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Mayo de 2010. Biblioteca de la EFBA:

 (5) Lacan, J: Conferencias  y charlas  en Universidades Norteamericanas”. Traducción Ricardo Rodríguez Ponte. Biblioteca de la EFBA 

(6) Allouch, Jean: “El cuerpo Queer”. Ed. Letra Viva

(7) Lacan J,: Seminario 16 “De un Otro al otro”. Clase del 4 de diciembre de 1968. Ed Paidós

(8) Lacan J, : Seminario 16 “De otro al otro”,  pág 103. Ed. Paidós.  

(9) Freud, S : “Introducción al Narcisismo . Tomo II. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid.

(10) Freud, S : “El yo y el ello”. Tomo III. Ed. Biblioteca Nueva. Madrid.

(11) Lacan,J : “El estadio del espejo”. Escritos I. Ed Siglo XXI.

(12) Lacan, J : Seminario I “Los escritos técnicos de Freud”. Ed. Paidós.

(13) Lacan, J : Seminario 10 “La angustia”. Ed. Paidós

(14) Lacan, J : “Observación sobre el informe de Daniel Lagache”. Escritos 2. Ed. Siglo XXI

(15) Lacan, J : Seminario 24 “L´insu…”. Clase 16/11/76. Traducción de Ricardo Rodríguez Ponte. Biblioteca de la EFBA.

(16) Trocca, Mariana: “Identificación y cuerpo”. 13/10/2000. Texto on line. Biblioteca de la EFBA

(17) Cruglak, Clara:  “Clínica de la identificación”. Tercera Edición. ED De  la Escuela Freudiana de Buenos Aires

(18) Ibid. pág

(19) Para ello me he servido de los textos de:

Mannoni,  O: “La otra escena”. Capítulo  “Ya lo sé…pero aun así”. Amorrortu  Editores.

Rabant, C : “Inventar lo real”. Capítulo “Construcciones en análisis”. Ed. Nueva Visión.

Freud,  S: “La escisión del yo en los mecanismos de defensa”. Tomo III. Ed. Biblioteca Nueva.

(20) Rabant Claude : “Inventar lo real”, pág. 110. Ed. Nueva Visión.+

(21) Según lo que Pablo Amster  refiriera en nuestras conversaciones.

 (22) Vásquez Rocca, A : “Lógica paraconsistente, paradojas y lecturas parasitarias : Del virus del lenguaje a la lógica difusa (L. Carroll, B.Rusell, K.Godel y W. Burroughs)”. Universidad Católica de Valparaíso. Universidad Complutense de Madrid.

(23) Fisher Pfaeffle, Amalia : “Devenires, cuerpos sin órganos, lógica difusa e intersexuales”. En “Sexualidades migrantes. Género y transgénero”. Diana Maffia, compiladora. Ed. Feminaria.


Alejandra Rodrigo. Psicoanalista

AME, analista miembro de la EFBA, y actual vicepresidenta.

Publicó trabajos en Cuadernos Sigmund Freud- Co autora junto a Ana Casalla, Silvia García Espil y Adriana Wenger del libro: Fantasma y posición del analista.

Dicta seminarios de Formación en la EFBA, y participa de Jornadas y Congresos, como así también de la Reunión Lacanoamericana de psicoanálisis y de Convergencia-Movimiento Lacananiano por el psicoanálisis Freudiano.


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