DOS PREGUNTAS A DANIEL OLIVIER

Responsable sección, Gisela Avolio

Dirección editorial, Helga Fernández

Traducción: Silvia Wahl

Cuidado editorial: Agostina Taruschio

– ¿Cómo y cuándo descubrió usted el psicoanálisis?

– Descubrí el psicoanálisis detrás de una puerta, hace exactamente 50 años. 

Cierta pereza escolar, anticipo de futuras pausas sabáticas, me hizo posponer el paso al siguiente curso al final de la escuela secundaria. Es así que mis compañeros se hicieron emisarios de infamias escolares, pero también permitieron algunos encuentros luminosos.  

Ya hacía algunas semanas que habían comenzado las clases, y mis amigos no paraban de elogiar una nueva asignatura: la filosofía. 

Dos horas de clase para comenzar las cuatro jornadas de la semana, más valía hacerse amigo de esta materia. 

Con malicia, me hacían degustar estos nuevos conceptos recientemente aprendidos, para excitar mi curiosidad y burlarse de mis carencias. Ofendido, envidioso, celoso, no recuerdo exactamente qué sentimiento prevalecía entonces, mi decisión fue rápidamente tomada, no era cuestión que pasaran los meses para esperar el comienzo de un nuevo año escolar. 

El hecho de repetir el año, que mucho más adelante comprendí que fue una bendición, me dio como un colchón de comodidad para sacrificar a escondidas algunas de las materias, y así ponerme detrás de la puerta de las clases de filosofía. 

Sentado, acurrucado detrás de la puerta, al acecho del movimiento de docentes o alumnos que me habrían pescado en flagrante delito de impostura, yo aguzaba el oído (¡ya!). 

Fue una experiencia curiosa, escuchar sin ver. Por el fraseo y la prosodia del profesor, imaginaba que no leía sus notas, sino que asociaba libremente a partir de un plan, y con un conocimiento profundo de los temas.

Platón, Aristóteles, Kant, todos estos autores, brevemente presentados por supuesto, fueron el lecho de un curso grabado en mi memoria, y del que sin embargo conservo muy poco contenido.

Llegó el turno de FREUD, o más precisamente de su invención: ¡el psicoanálisis, su descubrimiento del inconsciente! Supe más adelante que ya otros se habían acercado a este nuevo continente. ¿Cómo no evocar el «conócete a ti mismo» de Sócrates, o más cercano a nosotros, el «yo soy un otro» de Rimbaud?

El inconsciente, la resistencia, la transferencia, los sueños, la primera infancia, la constelación familiar, tantos temas y conceptos totalmente nuevos para mí, y que sin embargo constituyen un recuerdo muy vívido (que entendería mucho más adelante), una sensación sorprendente que se instaló, e incluso se impuso: todas esas rarezas me resultaban familiares.

Estos nuevos conocimientos eran más bien un re-conocimiento. Me sentía conmovido. Hacía resonar en mi interior una especie de revelación, pero que venía desde adentro. Más tarde, mucho más tarde, dos frases, una de Freud y una de Lacan, dieron sentido a esta íntima y confusa convicción.

Ante interlocutores que le preguntaban lo que hacía con sus pacientes, Freud respondió: «los enriquezco con lo que llevan en sí».

En circunstancias muy parecidas, pero unos quince años después, Lacan hizo esta observación con respecto a sus pacientes; «no sabiendo que sabían, creían ignorarlo».

– En su opinión, ¿cuál puede ser el aporte del psicoanálisis a nuestra contemporaneidad?

– Habría que distinguir tal vez entre lo referido a la experiencia de la cura y los aportes de la teoría analítica. 

Cualquier respuesta sería reductora, por la vastedad de los campos de despliegue individuales y colectivos. Hay tantos puentes con otras disciplinas, tan preciosos de definir, tan ricos de articular…

Uno de los retos del psicoanálisis, si desea desempeñar un papel en la civilización contemporánea, será, me parece, desplegarse en la sociedad, salir del consultorio, del microcosmos de las escuelas psicoanalíticas e incluso de sus conflictividades. 

El psicoanálisis debe trascender los espacios de educación, de enseñanza y de salud. 

Freud lo plantea muy tempranamente, en el prefacio del libro de Aichorn(1): «Si el educador aprendió el psicoanálisis experimentándolo sobre su propia persona, y si se encuentra en situación de emplearlo en casos límites y mixtos para apuntalar su trabajo, es claro que hay que autorizarlo a ejercer libremente el análisis y no impedírselo por razones de estrechez de miras». 

Esto era en 1920, pero más cercana a nosotros, Françoise Dolto articuló educación y psicoanálisis. El mejor ejemplo de esto fue la creación, a fines de los años 1970, de la Maison Verte (la Casa Verde), en enero de 1979, en el distrito 5 de París.  

No es ni guardería, ni centro de día, ni lugar de entretenimiento, ni mucho menos de consulta, sino un lugar de encuentro y ocio para niños menores de 4 años acompañados por un adulto a cargo. Una iniciativa que continúa hasta hoy, y que se ha extendido en París, a las provincias, al mundo entero.

Se trata de una experiencia que articula teoría y práctica, en una praxis de la acogida del «en crecimiento, haciéndose grande»(2) de un niño.

Este dispositivo, dado que no se ha fijado objetivos terapéuticos ni de apoyo a la paternidad, contribuye a estos efectos.

Al igual que la ética del psicoanálisis, propone una ética del sujeto, una promoción de su singularidad, un respeto por su alteridad.  

Al sostener desde el inicio la complejidad que representa la comprensión de los vínculos tempranos entre padres e hijos, este dispositivo da valor a la autonomía psicoafectiva del sujeto, ya sea niño o padre.

Podría resumirlo como un lugar donde todo está implementado para que la palabra sea lo más libre posible, invitando a adultos y niños a escucharse mutuamente, a hablarse sin tener soluciones prefabricadas, a soportar no poder hacer nada por el otro, pero sí estar ahí para él. Es un lugar que prepara al bebé humano para las pruebas de la vida.

«La prevención es no evitar el sufrimiento a un niño, sino poner en palabras el motivo por el que sufre. Querer evitarle su sufrimiento es cubrirlo con una zona de sombra que le producirá un traumatismo»(3).

No desarrollaré aquí los soportes teóricos que están en el origen de los puntos fundamentales en el marco del dispositivo de la Maison Verte. Los remito a dos conceptos fundamentales de la obra de Françoise Dolto:

– la imagen inconsciente del cuerpo, 

– las castraciones simbolígenas humanizantes. 

No obstante, recordaré que la comprensión del marco de este dispositivo requiere tener en cuenta premisas teóricas sin las cuales un proyecto de esta índole no habría podido pensarse. 

Por participar activamente en la aventura de las Maisons Vertes desde hace 40 años, por vivirlo y reconocer los efectos tanto con respecto a los equipos de acogida, como a los niños y los adultos que los acompañan, me autorizo a afirmar que estos lugares representan islotes simbólicos de resistencia a los ataques que sufren los sujetos en su deseo de hacer valer sus disparidades subjetivas. 

Identifico a estos lugares como promotores de una lentitud que se opone a una efervescencia pulsional al servicio del tener, en detrimento, como decía Spinoza, de nuestras cantidades de Ser.

Notas:

(1) August Aichhorn. Juventud desamparada.

(2) Françoise Dolto. La causa de los niños.

(3) Françoise Dolto. Diálogos en Quebec.


– Comment et quand avez-vous découvert la psychanalyse?

– J’ai découvert la psychanalyse derrière une porte, il y a tout juste 50 ans !

Quelques paresses scolaires initiatrices de prochaines pauses sabbatiques me firent différer le passage en classe supérieure à la fin du collège. C’est ainsi que mes amis ont filé en émissaires dans les turpitudes lycéennes, mais également vers quelques rencontres lumineuses..

La rentrée scolaire datait déjà de quelques semaines et mes amis lycéens ne tarissaient pas d’éloges sur une nouvelle matière: la philosophie.

Deux heures d’enseignement pour démarrer les quatre journées de la semaine, mieux valait se sentir en amitié avec cette matière…

Avec malice, ils m’abreuvaient de ces nouveaux concepts fraîchement abordés pour exciter ma curiosité et moquer mes carences. Vexé, envieux, jaloux, je ne me souviens plus précisément le sentiment qui prédominait alors, ma décision fut vite prise, pas question d’attendre que défilent les mois et une nouvelle année scolaire.

Mon redoublement, qui je le compris bien plus tard fut une bénédiction, me procurait un petit matelas d’aisance propre à sacrifier en catimini un certain nombre de mes cours pour me poster derrière la porte des cours de philosophie.

Assis, blottis derrière la porte, aux aguets d’un mouvement d’enseignants ou d’élèves qui m’auraient pris en flagrant délit d’imposture, je tendis l’oreille (déjà) !

Ce fut une expérience curieuse, écouter sans voir. Au phrasé et à la prosodie du professeur, j’imaginais qu’il ne lisait pas ses notes, mais associait librement à partir d’un plan et d’une connaissance profonde de ses sujets.

Platon, Aristote, Kant, tous ces auteurs, brièvement introduits évidemment, firent le lit d’un cours gravé dans ma mémoire et dont cependant je ne garde que peu de contenu.

C’était donc le tour de FREUD ou plus exactement avant son invention : la psychanalyse, sa découverte de l’inconscient ! (je découvris plus tard que d’autres s’étaient déjà approchés de ce nouveau continent. Comment ne pas évoquer le « Connais toi toi-même » de Socrate et plus près de nous le « Je est un autre » de Rimbaud.

L’inconscient, la résistance, le transfert, les rêves, la petite enfance, la constellation familiale, autant de thèmes, de concepts totalement nouveaux pour moi et cependant, et c’est mon souvenir le plus vivace (que je comprendrai bien plus tard), une sensation étonnante s’installa voire s’imposa ; toutes ces étrangetés m’étaient familières.

Ces nouvelles connaissances glissaient vers une re-connaissance. J’étais touché. Cela venait résonner à l’intérieur de moi comme une révélation, mais venue de l’intérieur.

Plus tard, beaucoup plus tard, deux phrases, une de Freud, une de Lacan, donnèrent du sens à cette intime et confuse conviction.

A des interlocuteurs lui demandant ce qu’il faisait avec ses patients, Freud répondait: « Je les enrichis de ce qu’ils portent en eux ».

A peu près dans les mêmes circonstances, mais quelques dizaines d’années plus tard, Lacan évoqua cette remarque concernant ses patients : « Ne sachant pas qu’ils savaient, ils croyaient l’ignorer ».

– Que considérez-vous que la psychanalyse peut apporter à notre contemporanéité ? 

– Peut-être faudrait-il distinguer ce qu’il en est de l’expérience de la cure, des apports de la théorie analytique. 

Toute réponse sera réductrice, tant les champs de déploiements individuels et collectifs sont vastes. Tant les passerelles avec d’autres disciplines sont nombreuses, précieuses à définir, riches à articuler. 

Un des enjeux pour la psychanalyse, si elle souhaite jouer un rôle dans la civilisation contemporaine sera, me semble-t-il, de se déployer dans la cité, sortir du cabinet, de l’entre soi des écoles psychanalytiques voire de leurs conflictualités. 

La psychanalyse doit perfuser les espaces d’éducation, d’enseignement et de santé.  Freud le pose très tôt dans sa préface du livre Aichornn(1): « Si l’éducateur a appris la psychanalyse en l’expérimentant sur sa propre personne et s’il se trouve en situation de l’employer dans des cas limites et mixtes pour étayer son travail, il faut de toute évidence lui autoriser l’exercice libre de l’analyse, et non vouloir l’en empêcher pour des motifs qui ne révéleraient que de l’étroitesse d’esprit». 

Nous étions en 1920, mais plus près de nous, Françoise Dolto a articulé éducation et psychanalyse. Le meilleur exemple en a été la création à la fin des années 1970 de la Maison Verte (janvier 1979 à Paris 5ème). 

Ni crèche, ni garderie, ni lieu d’animation et moins encore de consultation, mais un lieu de rencontre et de loisirs pour tout enfant de moins de 4 ans accompagné d’un adulte tutélaire. Initiative qui demeure jusqu’alors, qui a essaimé à Paris, en province et dans le monde entier. 

Voilà une expérience qui articule théorie et pratique, dans une praxis de l’accueil de « l’allant devenant grand »(2) d’un enfant. 

C’est parce que ce dispositif ne s’est pas donné des objectifs thérapeutiques, d’un soutien à la parentalité qu’il participe de surcroît à ces effets. 

A l’instar de l’éthique de la psychanalyse, il promeut une éthique du sujet, une promotion de sa singularité, un respect de son altérité. 

En soutenant très tôt la complexité que représente la compréhension des liens précoces parents/enfants, ce dispositif valorise l’autonomie psycho-affective du sujet, qu’il soit enfant ou parent. 

Je pourrais résumer ce dispositif à un lieu où tout est mis en œuvre pour que la parole soit la plus libre possible : en invitant les adultes et les enfants à s’écouter, à se parler sans avoir de solutions toutes prêtes, à supporter de ne rien pouvoir faire pour l’autre, mais à être là pour lui, ce lieu prépare le petit d’homme aux épreuves de la vie. 

« La prévention ce n’est pas éviter à un enfant de souffrir, mais de mettre des mots sur ce dont il souffre. Vouloir lui éviter sa souffrance c’est la recouvrir d’une zone d’ombre qui va produire un traumatisme »(3). 

Je ne développerai pas ici les supports théoriques qui sont à l’origine des points fondamentaux du cadre du dispositif, (Maison Verte) je vous renvoie à deux concepts fondamentaux de l’œuvre de Françoise Dolto : 

– l’image inconsciente du corps, 

– les castrations symboligènes humanisantes 

Je rappellerai cependant que la compréhension du cadre de ce dispositif nécessite une prise en compte des prémisses théoriques sans lesquels un tel projet n’aurait pu se penser. Pour participer activement à l’aventure des Maisons Vertes depuis 40 ans, pour en vivre et reconnaître les effets régulièrement tant auprès des équipes d’accueil, que des enfants et des adultes qui les accompagnent ; je m’autorise à affirmer que ces lieux représentent des îlots symboliques de résistance aux attaques que subissent les sujets dans leur désir de faire valoir leurs disparités subjectives. 

J’identifie ces lieux comme promoteur d’une lenteur qui s’oppose à une effervescence pulsionnelle au service de l’avoir, au détriment de, comme disait Spinoza, nos quantités d’Être. 

Notes:

(1) August Airchornn – Jeunes en souffrance, Champ social. 

(2) Françoise Dolto – La cause des enfants, Ed Pocket.

(3) Françoise Dolto – Dialogues Québécois, Ed Seuil 1987.


Daniel Olivier. Psicoanalista. Cofundador de una Maison verte en Caen (1986). Presidente de la AFDIM (Association Françoise Dolto Ici et Maintenant – Asociación Françoise Dolto Aquí y Ahora). Miembro de Espace Analytique y de la FEP (Fédération Européenne de Psychanalyse – Federación europea de Psicoanálisis). Administrador en el IRAEC (Institut de recherche appliquée à l’enfant et au couple – Instituto de investigación aplicada del niño y la pareja). Obra publicada: De plus en plus de lieux d’accueil, de moins en moins de psychanalyse, Ères 2012 (Cada vez más lugares de acogida, cada vez menos de psicoanálisis). De próxima publicación: La psychanalyse dans les lieux d’accueil, on peut s’en passer à condition de s’en servir, l’Harmattan (El psicoanálisis en los lugares de acogida, se puede prescindir con la condición de utilizarlo). 


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