Imagen: Gowland Moreno, Luis (Portugal, Funchal, 1902 – Argentina, Buenos Aires, 1971)
Cuidado editorial: Marisa Rosso, Yanina Marcucci
I
Hace un tiempo Rodrigo Varscher un amigo profesor de lengua hebrea y apasionado de la misma, al que le debo la mayoría de las explicaciones sobre los términos hebreos, hizo un comentario y dejó planteado un interrogante sumamente interesante: “Qué loco, ‘relatar’ y ‘cortar el cabello’ se dicen igual en hebreo: lesaper. Me pregunto por qué serán homónimos”.
El término lesaper, homónimo en lengua hebrea para “relatar” y “cortar el cabello” tiene origen en la raíz sefer que significa libro. De la misma raíz sefer derivan varios vocablos: “contar” (lispor), “cuento” (sipur), “escritor” (sofer). Ahora bien, como puede observarse no hay relación de sentido entre los términos que puedan explicar la homonimia ni tampoco la derivación del término lesaper que remite a “cortar el pelo” de la raíz sefer (libro).
La primera idea que me surgió fue la de un capítulo del libro El silencio del nombre de Esther Cohen titulado Derramar la sangre de las lenguas. La circuncisión como figura del lenguaje en la cábala de Abraham Abulafia. La circuncisión me fue evocada por “cortar el pelo”, que al igual que la caída de un diente o de cualquier tipo de pérdida, sea corporal o no, son símbolos de la castración. A su vez hay en ambos casos una relación directa con el lenguaje, tanto en el término lesaper como en la expresión hebrea brit milá para la circuncisión. Esa relación con el lenguaje queda evidente en lesaper con los términos “relatar”, “cuento”, “contar” y su propia derivación del vocablo “libro”. En la circuncisión lo vemos a través de su expresión hebrea brith milá (מילה) que también significa “pacto de la palabra”. En este segundo caso el vocablo milá para significar “palabra” ( מלה ) se escribe sin la letra hebrea iod, pero ambos términos milá ya sea para uno u otro caso suenan igual, es decir son homofónicos. Algo se pierde, en este caso la letra iod -como en la circuncisión- para acceder a la palabra, al orden del símbolo.
Llegado a este punto, con la idea de que habría algo similar que pudiera explicar la homonimia del vocablo lesaper utilizado tanto para “relatar” como para “cortar el pelo”, vino en nuestro rescate un rabino -no recuerdo su nombre- para darnos a conocer que el primer corte de pelo en un niño judío es tradicionalmente a los 3 años de edad cuando el niño comienza su “educación formal” y su padre empieza a “contarle” lo relacionado con el sefer Torá. Un corte para empezar a contar, agregaba el rabino.
Se puede observar entonces como el corte de pelo aparece como rito para acceder al libro, al relato, a la palabra tal como se da con la circuncisión. En otro texto Moisés entre el lenguaje, la palabra y la Ley abordé la dificultad en el habla de Moisés quien duda de ser la persona elegida por Dios para enfrentarse al Faraón. Las expresiones de Moisés donde expone su dificultad han sido traducidas como “siendo yo torpe de labios” (en hebreo el término para «labio» al igual que para «lengua» se usan en el sentido de «lenguaje»), también como «soy torpe de palabra». La traducción más afín al espíritu de la ley sería «soy de labios incircuncisos» ya que el término hebreo utilizado es arel que significa tanto “torpe” como “no circuncidado”. El oscuro pasaje del Exodo 4:24-26 donde Tzipora, siguiendo la ley de Dios, ejecuta la circuncisión y salva a Moisés de ser muerto, nos muestra como la castración, simbolizada por la circuncisión, abre a Moisés al mundo de la palabra para poder ejecutar su misión.
Esta parece ser una relación estructurante en el interior de la tradición hebrea: la de un vínculo inseparable en el que el pacto con Dios y con su Ley a través del libro y del relato supone un corte, una marca, que abre al mundo del símbolo. Como nos lo recuerda Leopoldo Müller en un texto fascinante: “Pactar en hebreo se dice ‘cortar un pacto’. El dilema de las palabras es precisamente su remisión antitética”(1). Agreguemos que junto a la expresión brit milá para la circuncisión encontramos repetidamente en el texto bíblico la expresión ot brit que muy bien podría traducirse como “el pacto de la letra” o “la letra del pacto”(2). Esta relación en el interior de la tradición hebrea parece estructurar la lengua misma, estableciendo relaciones significantes que no tienen un vínculo lógico desde el punto de vista del significado. Estas nuevas relaciones simbólicas dejan su impronta, como toda lengua, en la organización de la cultura y por ende, en el sujeto inmerso en ella.
Un comentario final que agregó Rodrigo Varscher en cuanto a que una sola letra diferencia en español las palabras “contar” y “cortar” me hizo pensar lo que pudo haber sumado a que nosotros -hablantes castellanos- quedáramos a su vez atrapados en el enigma de la homonimia del significante hebreo lesaper: tal vez hayamos captado que en él había algo en el orden de un saber sobre el corte, en tanto marca simbólica de la castración.
II
Ahora bien, también la lengua castellana establece relaciones significantes entre cortar el pelo y el libro. Cuando los pliegos del libro están enteros pues no han sido cortados se dice que el libro está “intonso”, término que significa a su vez que no está cortado el pelo. Se utiliza también el término “barba” para referirse justamente a los bordes sin cortar o mal cortados de las hojas de un libro.
La palabra “intonso” deriva del término latino “tonsura” con el que se hace referencia a la práctica de cortar o afeitar todo o parte del pelo de la cabeza, como signo de devoción religiosa. Era práctica ritual en el catolicismo medieval que los monjes llevaran en su cuero cabelludo una pequeña zona afeitada en forma circular. Se le dice intonso a ese peluquín que queda no cortado en forma circular en la cabeza.
El cristianismo en su versión católica ha utilizado la tonsura ritual de diferentes formas y una de ellas es para la preparación en las diferentes ordenaciones (hay cuatro órdenes menores y tres mayores), entre las que se encuentra la orden menor de los lectores, es decir aquellos jóvenes que entran en el clero para formarse como lectores de los textos bíblicos en las Iglesias. A pesar de ello, el rito eclesiástico no tiene una relación directa entre el corte de pelo y el libro como sí lo vimos en la tradición judía, cuando el niño comienza su educación, tiene más bien un valor de signo o marca de ingreso al mundo clerical.
Como se sabe, el corte de pelo ha sido utilizado con valor religioso en diferentes civilizaciones, así los sacerdotes egipcios se rasuraban la cabeza mientras los asirios se lo ofrecían a sus dioses. La propia Biblia hebrea lo muestra: “En aquel día rasurará el Señor con navaja alquilada, que está más allá del río, es decir, con el rey de Ashur, desde la cabeza hasta el pelo de los pies; y quitará también la barba.” (Isaías 7:20), y: “Y tú, hijo del hombre, tómate una espada aguda; como una navaja de barbero la tomarás para ti, y la harás pasar por tu cabeza y barba…” (Ezequiel 5:1).
El término tonsura viene de la raíz europea tem (cortar), de ahí el término tomos en griego que significa corte, trozo cortado, de donde también viene anatomía. De la raíz indoeuropea tem vienen: 1. el latin templum (templo – ese espacio sagrado), 2. el latín tondere (cortar el pelo), 3. el latín tonsoriae (tijeras)
Vemos entonces que al igual que la lengua hebrea la castellana establece relaciones significantes entre el corte de pelo y el libro, mostrando así la relación entre la escritura y la castración. Es interesante señalar que ambas lenguas llegan con sus matices propios a establecer dicha relación independientemente una de la otra pues, correspondiendo a familias lingüísticas diferentes, las raíces de los términos estudiados son unos de origen semítico y otros de origen indoeuropeo.
*La primera parte del texto fue publicado en Nueva Sión en https://nuevasion.com.ar/archivos/28478
1. Müller, Leopoldo: El falo, la castración, Dios y el nombre.
2. Remito al excelente libro de Diana Sperling La difherencia, y en particular para este punto al capítulo V, Nadie sabe lo que puede un texto donde cita fragmentos de un texto mío, inédito, que lleva justamente como nombre La letra del pacto.
BIBLIOGRAFÍA
-Cúneo, Pablo, Moisés. Entre el lenguaje, la palabra y la Ley. 2017.
-______, La letra del pacto (Inédito). 2012
-Dujovne, León -Konstantynowski, Manasés y Moisés, La Biblia, Sigal, Buenos Aires. 1973
-Müller, Leopoldo, El falo, la castración, Dios y el nombre. 1976
http://www.apuruguay.org/apurevista/1970/1688724719765509.pdf
– Roberts, Edward A, Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española, Alianza Editorial, Madrid.2013
-Sperling, Diana, La difherencia. Sobre la filiación y avatares de la ley en Occidente, Maño Divino, Buenos Aires. 2018
-Wikipedia, Tonsura. https://es.wikipedia.org/wiki/Tonsura
Pablo Cúneo. Psicoanalista. Psicólogo UDELAR (Universidad de la República – Uruguay). Trabajó en el Hospital Psiquiátrico Musto. Dictó cursos de Seminarios en AUDEPP. Miembro del Equipo Salud Mental ASSE del Centro de Salud Dr. Enrique Claveaux.
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