PASIÓN POR LA EXACTITUD. POR GISELA AVOLIO.

Ilustración: Refik Anadol @refikanadol

Cuidado editorial, Yanina Marcucci


Que la inteligencia artificial, sustentada por políticas económicas, se imponga como reveladora de La Verdad indudable, no sorprende tanto como que los humanos procuremos, incluso nos esforcemos en nuestra adecuación con ella.

Si desde el psicoanálisis -sin hacer de éste un campo cerrado, sino como discurso- nos preguntásemos qué es lo tan seductor de esa verdad –aletehia algorítmica como la llama Eric Sadin- tal vez una respuesta posible sea la pasión por la exactitud que nos habita.

De entrada podemos decir que la exactitud y la verdad se presentan como opuestas para el sujeto del inconsciente, efecto de las formaciones del inconsciente, del síntoma, del lapsus, del sueño. Por un lado, porque están hechas de pura discordancia, ya sea situacional, empírica, de costumbres, etc.; es en el tropiezo acontencial que otro sentido puede advenir. Esto aleja al ser parlante de la exactitud, del ajuste completo que esta implica, o dicho a la inversa la ausencia de equívoco lo aleja de la verdad. 

Por otra parte, la verdad como lugar en el discurso a la que el sujeto -supuesto a un saber- puede aspirar, no se hallaría en el “dato” insustituible, sino que es gracias a la verdad -en tanto algo no sabido, como enigma- que se sostiene el relato y sin el cual no habría sustituciones significantes. De allí que la ficción, o lo que equivale a decir el relato -por ejemplo en la sesión, en las teorías sexuales infantiles- es necesaria para que la verdad pueda ser bordeada o se rodee. 

El archicitado “la verdad tiene estructura de ficción” [1] enuncia que la ficción (como los mitemas de Juanito) tiene el propósito de simbolizar lo que siempre quedará como una parte irreductible a toda simbolización, lo real del sujeto cuya dimensión traumática nunca es eliminable y que no es otra que ser un viviente sexuado [2].

Por eso en el trabajo del análisis no es que a más desarrollo del saber éste progresa, sino más bien que en el instante (corte) que un saber cae, algo de lo reprimido viene a su lugar quedando siempre algo por decir. De modo tal que lo falso y lo verdadero no constituyen un binomio opuesto, sino que uno puede ligar al otro. 

El cristal de la lengua con el que Lacan introduce sus ideas, le sirve para situar lo falso, falsus en latín, como «caído» que es su sentido etimológico. “Es justamente como falsa, digamos bien caída, que una interpretación opera” [3].  

Así la verdad en psicoanálisis no sería una palabra determinada que la condense, porque no hay un significante que la represente. Tampoco se trataría de lo que no se ha esclarecido lo suficiente. Es decir que la verdad estaría en las antípodas del dato. 

Es sabido que los sistemas de inteligencia artificial evalúan múltiples situaciones de todo orden: las necesidades de las personas, los anhelos, los estados de salud, los modos de organización entre ellos, su imagen, etc. El efecto de esos análisis no sólo es reproducir ecuaciones exactas, sino también presentarse como conclusiones cerradas bajo un valor de verdad sostenida en esa exactitud, y a partir de las cuales se inician acciones. 

“La Aletheia agorítmica procede de un poder de revelación que promete ejercer su ingenio a lo largo de un continuum sin costuras que va desde el menor detalle de nuestras existencias hasta las situaciones colectivas como ninguna otra instancia tutelar simbólica lo había podido hacer hasta ahora” [4].

Volvamos a nuestra pregunta, ¿qué nos podría cautivar de esta exactitud que se ha vuelto La Verdad? 

Hace 77 años en el marco del escrito «Acerca de la causalidad psíquica» [5], Lacan con certidumbre anticipada escribe “El arte de la imagen podrá actuar dentro de poco sobre los valores de la imago, y un día se sabrá del encargo en serie de ideales a prueba de crítica; entonces habrá adquirido todo su sentido el rótulo de garantía verdadera” [6]. He aquí una pista que nos orienta: la imago. Sabemos que en la discordancia constitutiva del Yo la coincidencia ilusoria de la realidad con el ideal en el juego de espejismos de las primeras elecciones identificatorias del niño, se gesta esa “locura gracias a la cual un hombre se cree un hombre” [7]. De allí en más se volverá siervo de la pasión del alma por excelencia, la pasión de ser, el narcisismo. 

Como no fascinarse con la sensación de unidad, incluso de utilidad, que puede otorgar encontrarse en el “diseño de sí mismo” [8] configurado con “error cero”, y más aún si luego de haber sido comparados -en los desfiladeros, ya no del significante, sino del dato- somos elegidos. Match!

Es una cuestión de autoestima y no en un sentido psicologizante, sino en relación a la causalidad psíquica misma que es la identificación. La imago en el complejo temporo espacial imaginario del viviente, tiene por función realizar la identificación resolutiva de una fase psíquica que determinará la metamorfosis de las relaciones del individuo con el mundo. Cómo no reconocer en ello la potencia unificante y su necesariedad.

¿Es que la exactitud del dato y su poder performativo pareciera resolver la pasión narcisista de ser sin falla, una «garantía verdadera«?

Para avanzar en este sentido resulta muy oportuno el trabajo de investigación de Helga Fernández en «La carne humana» cuando dice que “en la realidad digital el ser hablante está empantallado (…) esferizado. Entre el yo hipotético y la realidad digital se extiende una única dimensión, una sola dimensión imaginaria casi continua, sin ruptura, sin desgarraduras, esa que es provocada por el espacio de interfaz digital, pero también por lo uniano que absorbe a través de la esfera ocular” [9]. 

De la mano de las pasiones del yo, nos resulta más clara la seducción que la exactitud «artificial» representa, ésta en la medida que automatiza y coagula, aleja al sujeto de su relación al inconsciente y de la verdad que lo causa. Probablemente este sea un proceso indetenible fomentado por la comunidad entre el capital humano y la cibernética, pero como escribía Roque Farrán  “Las computadoras todavía no pueden programar nudos ni entrelazamientos indeterminados, afectarse a la distancia (temporal o espacial) vía la letra, o descifrar la subjetividad encriptada del deseo que nos habita” [10].  Y agrego: hay en el psicoanálisis aún algo de la dimensión de lo nuevo, del descubrimiento y la creatividad que desde sus orígenes se propone como resguardo de lo inconmensurable del sujeto, que es cristal (de la lengua) y no puro espejo. 


NOTAS

1- Lacan, J. Seminario IV. Las relaciones de objeto. Ed. Paidós. Bs As. 1999

2- Millot, C. en La verdad,entre psicoanálisis y filosofía. Ed Nueva Visión. Buenos Aires. 2020

3- Lacan, J. Radiofonía. pág 48. Ed. Anagrama. Barcelona. 1977.

4- Sadin, E. La inteligencia artificial o el desafío del siglo. pág 101. Ed. Caja Negra. Buenos Aires. 2020. 

5- Lacan, Escritos 1. Siglo XXI. México. 2000

6- Op cit pág. 178

7- Op cit. pág. 181

8- Boris G. Volverse público. Ed. Caja Negra. Bs. As. 2016.

9- Fernández, H. La carne humana. pág 223. Ed. Archivida. Bs. As. 2022.

10- enelmargen.com/2023/02/01/la-inteligencia-artificial-y-la-formacion-del-sujeto-por-roque-farran


BIBLIOGRAFÍA

– Boris G. Volverse público. Ed. Caja Negra. Bs. As. 2016. 

– Farrán Roque, La inteligencia artificial y la formación del sujeto. En el Margen revista de psicoanálisis. 2023

– Fernández, H. La carne humana. Ed. Archivida. Bs. As. 2022.  

– Lacan, J. Escritos 1: Acerca de la causalidad psíquica, Ed. Siglo XXI. México. 2000. 

– Lacan, J. Seminario IV. Las relaciones de objeto. Ed. Paidós. Bs. As. 1999. 

– Lacan, J. Radiofonía. Ed. Anagrama. Barcelona. 1977.

– Plon, M y Rey-Flaud, H. La verdad,entre psicoanálisis y filosofía. Ed Nueva Visión. Buenos Aires. 2020.  

– Sadin, E. La inteligencia artificial o el desafío del siglo. Ed. Caja Negra. 2020.


Gisela Avolio, actualmente trabaja como analista, es miembro fundadora de la Escuela Freudiana de Mar del Plata, miembro de Fondation Européenne pour la Psychanalyse; y miembro de Umbral (red asistencia) en Barcelona
Fue Residente de Psicología en el Htal. Subzonal especializado Neuropsiquiátrico Dr. Taraborelli (Necochea, Bs. As.). Dicta clases en las actividades de la Efmdp, y allí forma parte del dispositivo Práctica psicoanalítica con Niños y Adolescentes, desde 2010; actualmente es docente y supervisora de la Residencia de Psicología Clínica de los Hospitales Provinciales de Necochea y Mar del Plata. Y dicta clase anualmente en Centre IPSI de Barcelona. Desempeña la práctica del psicoanálisis en el ámbito privada.


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