¿Hay nombres del incesto? Por Gisela Avolio.

Imagen: Nathalie Campana

Cuidado editorial: Marisa Rosso y Mariana Castielli


*Este artículo es un extracto de la intervención en Congreso  FEP en París, Octubre 2023 “La violence, le sexuel, l’interdit de l’incest” .

A partir del descubrimiento del psicoanálisis y su práctica podría, decirse que la psicopatología de la vida cotidiana está hecha de las consecuencias psíquicas más o menos logradas de la interdicción del incesto, ya que las mismas son condición para que los síntomas sean una formación sustitutiva de la satisfacción sexual. Sin embargo, en estos tiempos, algunos hechos de la clínica hacen pensar que este fundamento de la doctrina psicoanalítica se convierte en un tema necesario de retomar. 

Esta prohibición de carácter universal –como demostró Levy Strauss- y que ha funcionado sin apelar a las normativas jurídicas por estar inscripta en lalengua, ¿podría estar siendo cuestionada por la cultura misma? Y si esto es así, ¿sería legítimo decir que ocurre por falta de una regulación jurídica que sancione el incesto? Veamos el porque de plantearse éste y otros interrogantes. 

Un hecho que ejemplifica dicha cuestión se constata en Francia, allí en el año 2021 fue modificada, ampliada y precisada una ley  sancionada a los fines de proteger a los menores de crímenes, delitos sexuales y de incesto, en dicha reforma se incluye el umbral del no consentimiento sexual. En esta ley, si bien se mencionaba la palabra incesto, condenándolo, no nombraba su “prohibición; es decir, no se enunciaba la “prohibición del incesto”. A partir de esto, especialistas en historia de la justicia y el crimen junto con profesionales de la salud mental propulsaron su modificación basados en la necesariedad de que la prohibición se encuentre nombrada e inscripta en la constitución nacional de dicho país, por un lado como un modo de no amparar a quienes argumentaban, por ejemplo, ignorar la existencia de dicha prohibición, y por otro lado también con la confianza en que de este modo la ley se “asimilara”(1).   

Que en este caso la redacción de la ley buscara cernir al máximo con palabras precisas las condiciones de la prohibición, además de ampliar su alcance, nos conduce a una de las cuestiones sobre la que vale volver y son las diferencias del discurso jurídico y el del psicoanálisis en tanto que la relación del ser hablante con el sexo es un ámbito que siempre implica algo de lo incalculable del goce, y en esto el psicoanálisis se diferencia de la lógica de la ley jurídica cuya aplicación en cierto modo supone una regulación de la distribución del goce. Así, aquello que en el ámbito jurídico encuentra figuras para la inculpación y su respectiva condena, no acaba de asegurar que esta prohibición opere en el ser hablante como una legalidad psíquica, dicho de otro modo: siempre faltan las palabras porque éstas no recubren La Cosa, del mismo modo que la impartición de la normativa fracasa al pretender regular la pulsión.  

Siguiendo este sentido de la cuestión y tratándose de la palabra encarnada y su efecto sujeto, el psicoanálisis cuenta con los conceptos para hacer un aporte al respecto, entonces, ¿qué podemos decir los psicoanalistas acerca de la interdicción del incesto que no nos desvíe en una moral en términos del bien o el mal, sino que se sostenga en su ética?

Lacan dedicó un seminario entero en el año 1959 para referirse a la ética en psicoanálisis, una ética que como todas intenta plantear cuál es la medida de nuestras acciones en la práctica, para el psicoanálisis esa medida inconmensurable, ese número de oro es el deseo; un deseo muy poco platónico porque no es algo ideal y tranquilo, no obstante eso, por estar causado por lo que falta es guardián de la vida, una especie de cámara de aire, resguardo del sujeto cuando éste se lanza más allá del principio de placer donde es capaz de encontrar la satisfacción en el malestar. Siguiendo a Freud aprendimos que el deseo se inaugura como incestuoso, y su interdicción es el fundamento mismo de la civilización. 

Los elementos del mundo humano que nos permiten hablar de la existencia de una cultura pertenecen a un universo estructurado en palabras que supone una dimensión simbólica, somos hijos del lenguaje, un lenguaje que también opera en los animales, en los aparatos de la cibernética o incluso en la inteligencia artificial(2), pero lo que nos diferencia como humanos, como precisó Lacan, es la posibilidad de borrar con lo que se dice e intencionalmente las marcas de nuestras huellas(3). 

Es decir que no podríamos pensar la civilización sin un orden simbólico, y lo que el psicoanálisis aporta sobre este orden simbólico es que se cifra en momentos constitutivos del viviente en los que la urgencia de la vida, la necesidad de un Otro y las vivencias placenteras y displacenteras, son instituyentes de la vida psíquica. Más aún, la fuente de todas las motivaciones morales del hombre, se hallan en su indefensión original(4), esto significa que no hay otra causa de la angustia social que no sea el temor a la pérdida del amor del Otro.  

Siguiendo la lectura que Lacan hace del texto freudiano a esta altura de su enseñanza, hay una elaboración que va de una significación del mundo a una palabra que puede ser dicha, que se inscribe entre cuero y carne(5); esto explica porqué para el psicoanálisis la facultad de pensar nace apoyada en un concepto límite entre lo psíquico y lo somático: la pulsión. No hay otro modo de subjetivar el mundo que no sea pasando por el tamiz de lo que será hostil o amable para el Yo, y por este atributo placentero siempre vuelto a buscar. 

Aunque múltiples sean los rodeos para el reencuentro del objeto cuanto mucho hallaremos las coordenadas del placer que éste produjo y nunca el objeto, lo impactante es que en estado de anhelarlo cualquier “acción específica” (Freud) que orienta el principio de placer apunta a esa experiencia de satisfacción imposible, y por esto alucinada. Así el paraíso que remitiría a ese estado de reunión con el objeto, podría volverse muy peligroso para el viviente pues ahí ya no hay ni percepción, ni esfuerzo. No hay trabajo psíquico.  

Es por esto que la relación del sujeto al Otro –lugar que puede ser ocupado por el Otro maternal, la lengua materna, el cuerpo simbólico–, requiere una distancia óptima, porque si el deseo por la madre fuese satisfecho sería el fin, la abolición de toda demanda, o para ser más precisos de toda articulación posible de la palabra; cabe decir que esa distancia es condición para no enmudecer a causa del goce aplastante de la satisfacción alucinada. 

En este sentido, los fenómenos fóbicos y algunos trastornos del habla pueden ser una clara expresión clínica de lo acuciante que resulta la pérdida de esa distancia óptima con el Otro, ya sea transformándose en el temor al encierro o a las multitudes; o bien cuando el mutismo selectivo o tartamudear es el único modo en que alguien puede crear un intervalo entre los significantes, distancia entre uno y Otro.  

Es por todo esto que para el psicoanálisis el objeto del incesto (la madre o lo que funcione como tal) es un bien interdicto, y esto no sólo por estar prohibido en la civilización mediante el mensaje dirigido al niño que transmite no te acostarás con tu madre, así como el que es transmitido a la madre no reintegrarás tu producto, expresión de la forma más primitiva del “instinto maternal”: la reintegración oral. Entonces está interdicto no sólo por estar prohibido (dimensión simbólica) sino también por el carácter imposible  (dimensión real) que la reintegración del producto implica, no es posible volver al lugar del que se salió(6). 

Empero, como el sujeto es epocal no podemos desconocer las coordenadas de esta época, sabemos que si hay algo que el neoliberalismo promete es la completud alucinada en imágenes cada vez más vívidas, no sólo promete esa ilusión sino que pretende realizarla cada vez que nos arroja al servicio de los bienes, a condición de no encontrar lo que verdaderamente nos causa(5),  y que se vuelve tan palpable hoy en la anestesia generalizada de muchos individuos. Desde luego que la noción de causa, objeto y deseo al que nos referimos está en las antípodas del espejismo inherente a la función mental que sería suponer que un sujeto se dirige progresivamente hacia un objeto con una intencionalidad al encuentro del objeto adecuado. 

La revolución de sentido que el psicoanálisis aportó, es que el objeto está detrás y no delante del deseo. El objeto (que es falta) antecede al sujeto y es con esto mismo que él se construye, es teniendo en cuenta esto que los bienes, los objetos del mercado, aquellas fabricaciones que encontramos al salir en cada rincón o tras las vidrieras, esos objetos hechos para consumir prometen que todo es posible al mismo tiempo que ocultan que el deseo no se agota en ellos.

Entonces y teniendo en cuenta las condiciones del discurso epocal ¿podríamos afirmar que la comunión del capitalismo con la biotecnología no promete franquear la dimensión imposible del incesto? 

No sólo no podemos afirmarlo, más aún quizá no tome mucho tiempo ser testigos de un invento de la ciencia para que el hombre vuelva al lugar de donde salió; mientras tanto ya sí lo somos de situaciones que nos interpelan, y en las que cabe la pregunta: ¿qué transmisión de un deseo inconsciente (de una falta, de un imposible) puede producirse, cuando la función simbólica condición de la civilización, se saltea?

La función de aquello que oficia como agente de la prohibición del incesto, interdicción que podríamos entender también como cuestionamiento de la univocidad de la significación –en tanto ésta se efectiviza a nivel discursivo–, el psicoanálisis la nombró padre (imaginario) , y así como no es el patriarcado(7) tampoco va asociado a un género. Una función cuya dimensión simbólica, imaginaria y real puede operar sólo en articulación a otra función que es llamada deseo de la madre

Precisamente es la estructuración de estas funciones las que sostienen “la familia conyugal en la evolución de la sociedades…{que}… resalta lo irreductible de una transmisión perteneciente a un orden distinto al de la vida adecuada a la satisfacción de las necesidades, que es {en todo caso}la de una constitución subjetiva que implica la relación con un deseo que no sea anónimo”(8). 

Ahora bien, si esta función que propicia la transmisión de un orden en el linaje es rechazada, ¿cómo sería posible la transmisión de una ascendencia, de una pertenencia?

Porque nacemos en la lengua es en ella misma donde encontramos los modos en que esta función interdictora se suprime. ¿Cuántas veces escuchamos algunos discursos actuales que bajo la proclamación de una parentalidad respetuosa promulgan que los padres eviten proferir a los hijos todo tipo de “no”? Incluso abstenerse de demandarles algo –por ejemplo, el control de esfínteres– si eso no es en primer grado un pedido del niño, lo cual subvierte las condiciones necesarias para la emergencia de la función del deseo porque nada está negado.

No se trata de una reflexión moral que no cabe al psicoanálisis, sino de la ética del deseo inherente a esta práctica la que me lleva a la pregunta: este mandato a no decir “no”, –que no deja de exigir “¡goza!” a más no poder–, ¿acaso no realiza y comulga con el polimorfismo de la sexualidad infantil? Algo que siendo necesario que se configure como fantasía y condición del deseo en el infans, no implica que requiera ser consentido por los adultos.  

En una ocasión los padres de un púber que es traído a la consulta por sus serias dificultades para conciliar el sueño (recordemos la función yoica que éste implica), se mostraron cuasi ofendidos cuando esbocé una pregunta por los argumentos del co-lecho que ellos practicaban con su hijo arguyendo que la pregunta implicaba que había en esa práctica algo curioso; en cierto sentido eso era así, la pregunta no era casual porque lo que resultaba llamativo no era la práctica en sí misma sino las trazas del goce incestuoso que se desprendía del relato que ellos hacían, sin embargo lo que considero a resaltar es que con esa reacción de ofensa invertían el carácter endogámico de los hechos en un carácter supuestamente obsceno de la pregunta. ¿Acaso no es esta una subversión de las cosas que se enmascara de un discurso respetuoso por ser aparentemente desexualizado e ingenuo, desmintiendo con eso mismo la pretensión de un imposible que abriga: la realización de la fantasía incestuosa? ¿hay nombres epocales del incesto? Acerca de esta subversión resulta útil el planteo de D. Tavarovsky “en las últimas década el capital ha apostado a la inversión…{la de dinero, tiempo y esfuerzo}…, a la inversión del sentido de las palabras que no es otro que el sentido de la acción” (9) ¿Esta inversión no da cuenta del mecanismo de renegación que opera en el discurso epocal de la función interdictora que señalaría que junto a su carácter prohibido, hay una imposible? (10)

Si de una ética se trata, el interés del psicoanálisis recae en la interdicción del incesto porque ésta apunta a crear esa distancia estructural con cualquier Otro absoluto que cuando no se configura, desvitaliza al sujeto porque le impide el trabajo de elaboración y paradójicamente lo adormece sin permitirle el sueño. 


 

Bibliografía citada y consultada.  

  1. https://fep-lapsychanalyse.org/il-faut-inscrire-linterdit-de-linceste-dans-la-constitution/
  2. Helga Fernández, La carne humana, una investigación clínica. Ed Archivida, Buenos Aires, Argentina, 2022.  
  3. J. Lacan. Seminario El deseo y su interpretación. Ed. Paidós. 2015. Buenos Aires.
  4. S. Freud, Proyecto de una Psicología para neurólogos. 1975. Obras completas. Ed. Hyspamérica. Buenos Aires. Argentina.
  5. J. Lacan. Seminario La ética del psicoanálisis. Ed Paidós. Buenos Aires.
  6. J. Lacan. Seminario Las formaciones del inconsciente. Ed. Paidós Buenos Aires 
  7. https://enelmargen.com/2019/02/06/cuando-una-publicacion-es-conversacion-por-yanina-juarez-y-facundo-soares/
  8.  J. Lacan. Intervenciones y textos 2. Ed. Manantial. 1988. Buenos Aires. 
  9. Damián Tabarovsky. Lo que sobra. Ed. Mardulce. Buenos Aires 2023. 
  10. https://enelmargen.com/2023/09/20/acerca-de-la-pedofilia-con-sentimiento-con-vencimiento-por-marisa-rosso-y-mariana-castielli/ Esta pregunta encuentra interlocución con el desarrollo realizado en este artículo respecto de lo renegatorio en el discurso epocal, la estructura perversa y los actos de abuso sexuales. 

Esta revista se sustenta gracias a la publicación, la difusión y la edición, sin ánimo de lucro, de cada uno de los miembros que la componen. Agradecemos la colaboración económica que el lector o la lectora quiera y pueda para lo cual dejamos nuestros datos.

CVU: 0000003100078641018285
Alias: enelmargen.mp
Mercado Pago

Desde el exterior: https://www.paypal.me/flagelodelverbo

Deja un comentario